El cine es una lengua que nos lame la frente

Nota sobre Arrival, película norteamericana que plantea encontrar en un juego de imágenes un idioma que quizás diga lo que las palabras no pueden decir.

Arrival es una película de ciencia ficción que trata sobre la llegada de extraterrestres al planeta Tierra (En Argentina fue estrenada como “La llegada”). Hemos visto esta llegada de mil formas en el cine, la película logra plantear una nueva, muy simple: Una vez que llegan los extraterrestres, ¿Cómo podremos entenderlos? Creo que es necesario encarar algunas cuestiones básicas sobre lingüística antes de continuar. Espero que mis errores en la simplificación resulten entretenidos para quienes sepan del tema.

¿Qué es la lingüística?

Se trata del estudio científico de la lengua natural, la lengua que obedece los principios de economía y optimidad[1]. Me resulta más sencillo encararlo desde lo que propone uno de los referentes más famosos del campo: Chomsky. Aunque nos acostumbramos a leer sus libros políticos, el campo que revolucionó fue el de la lingüística. Desde este lugar desarrolló su pensamiento y una forma de ver el mundo particular. La teoría con la que Chomsky revoluciona su campo se denomina gramática generativa o biolingüística. Esta teoría postula la existencia de una estructura mental innata que permite la producción y comprensión de cualquier enunciado en cualquier idioma natural, posibilitando además que el proceso de adquisición y dominio del lenguaje hablado requiera muy poco input lingüístico para su correcto funcionamiento y se desarrolle de manera prácticamente automática (…) para Chomsky la razón de la existencia del lenguaje en los humanos no es permitir la comunicación sino permitir la creación y expresión del pensamiento [2].

Ahora, la película Arrival juega con una idea diferente a la de Chomsky:

La hipótesis de Sapir-Whorf establece que existe una cierta relación entre las categorías gramaticales del lenguaje que una persona habla y la forma en que la persona entiende y conceptualiza el mundo

Chomsky trabaja con asociaciones intrínsecas que determinan nuestra forma de aprender el habla de forma automática. Mientras Sapir-Whorf dice que primero viene la palabra y luego la forma de entender el mundo. Más allá de las cuestiones propias del campo, las cuales nos llevarían demasiado tiempo comprender para avanzar con esta nota, nos vamos a quedar con la idea: “dime qué hablás y te diré quién eres.”

Una de las ideas más entretenidas ligadas a la hipótesis Sapir-Whorf es la desarrollada por Alfred Bloom. Quisiera poder alejarme de los textos de Wikipedia y otros blogs, pero entiendo que esto me tomaría vivir otra vida, una vida de lingüista. Por lo pronto sólo puedo arrimarme a las ideas del campo y verlas de afuera. Lo bueno es que la falta de profundidad es una consecuencia democrática al decir de Tocqueville.

Más cerca en el tiempo están las teorías de Leda Boroditsky. Leda Boroditsky actualiza la Relatividad Lingüística y propone que, mientras los hablantes de inglés conciben el transcurso del tiempo de forma análoga a como entenderían un movimiento espacial horizontal, mientras que los nativos de mandarín lo asocian más a un a un movimiento vertical. También ha defendido que estas diferencias en la conceptualización no resultan determinantes, en tanto que es posible enseñar a los hablantes de una lengua a conceptualizar el tiempo del mismo modo que los de la otra sin tener que aprender esta última. Por tanto, y de acuerdo con Boroditsky, la lengua materna tendría efectos sobre la cognición, pero estos no serían determinantes[3].

Entonces, frente a los extraterrestres que hablan un idioma con reglas propias y cuyo contexto es indescifrable, la solución es investigación y decodificación. Las barreras que hay que superar son el mundo tal cual lo comprendemos nosotros para dar paso al mundo tal cual lo entienden Ellos. Los extraterrestres hablan, claro, en arte contemporáneo y proponen una forma nueva de interpretar el mundo. Es decir, una forma de reinterpretar incluso el mundo en el que vivimos día a día.

Digo que hablan arte contemporáneo pero como categoría gigante y sumamente abarcativa. No como categoría esnob, de laboratorio conceptual, sino como categoría que nos permite abarcar que aún no entendemos ni siquiera las formas que pretendemos entender. Aún no entendemos ni siquiera a los clásicos, ni siquiera la idea intrínseca del principio-nudo-desenlace y aún así, también queremos ver qué hay más allá. Debido a que la película corresponde al cine y el cine tiene apenas algo más de 100 años, creo que podemos ver al lenguaje cinematográfico como una de tantas formas del arte contemporáneo.

Sobre este asunto me animo a decir que, ahondando en los subterfugios de la interpretación, no resulta excesivo imaginar un futuro en el cual los medios audiovisuales puedan abrir los horizontes intelectuales de sus espectadores, permitiéndoles interpretar/comprender realidades que, de otro modo, serían incapaces de comprender. Ideas entre las imágenes, conceptos silenciosos, el universo de lo no dicho y la interacción entre expresiones artísticas cuyas formas son tan dispares que revelen otro tipo de inquietudes. Otras formas de pensar lo inimaginable.

Sin ir más lejos, la música incidental, música contemporánea, es narrativamente aceptada en el cine, dado un contexto narrativo determinado, mientras en otro plano, esta misma música es rechazada e incluso tildada como “no-música”. Un ejemplo es 2001 y las escenas en las que aparece el monolito. Cierren los ojos e imaginen esta otra situación: Un amigo músico los invita a su casa a escuchar su última composición. Lo que escuchan es esto:

Ahora tenemos dos conclusiones. La primera y más importante, la música ya nos remite a la escena, culturalmente acusaremos a nuestro amigo de plagio. O, al menos lo haremos si no es que estamos frente al fenecido György Ligeti en su versión zombie. Ahora, si viviéramos en un mundo en el que 2001:Odisea en el espacio no fuera tan conocida y nuestro amigo György «el Zombie» Ligeti nos presentara la música sola, sin contenido cultural alguno. Quizás pensaríamos que nuestro amigo perdió la cabeza, consecuencia natural de su estado Zombie o, al no tener los conocimientos adecuados como para componer como corresponde, hace cualquiera. Tratándose de un Zombie deberíamos igualmente apreciar sus inquietudes estéticas. Sobre todo porque ese hacer cualquiera , ya en otro sentido formal, para Schoenberg,  era, por ejemplo, estar haciendo la música del futuro.

Nótese que Ligeti hubiera sido un gran zombie

Ese futuro, específicamente, no ocurrió. Aunque esas ideas quedaron y se fueron impregnando de diferentes formas en la cultura popular. Lo curioso es que Schoenberg alcanza ese sentido de la música, llamado música atonal, desde un lugar racional, sumamente intelectual pero la forma estética que alcanza es una forma de emociones puras, sin devenir racional, como comenta Álex Ross en una entrevista:

[Sobre la música de Schoenberg…] contiene las emociones más puras jamás escritas. Esa es la razón de que nos la encontremos tanto en las obras de terror y ciencia ficción. No podemos imaginarnos el 2001 de Kubrick sin la atonalidad. ¿Se imagina esa película con una música tonal, sí, mucho más rica pero incapaz de proporcionarnos esa sensación de transfiguración psicodélica? La misma música dance que bailan los jóvenes en las discotecas no se entiende sin el vanguardismo y el minimalismo.

El montaje de atracciones como lo propuso Eisenstein es otro campo de interpretación que expande el lenguaje cinematográfico y le otorga la posibilidad de generar ideas que exceden los medios lineales a los que estamos acostumbrados. Mejor dicho: los redirecciona y los proyecta a una cuarta dimensión llamada tiempo. Entramos en el terreno de la asociación de imágenes.

Arrival es una película que cambia de sentido al verla por completo, descubrimos que el orden de las imágenes modifica el producto y que vista de atrás hacia adelante tiene otro sentido. Del mismo modo si volvemos a verla conociendo el argumento. Descubrimos otro sentido y así, su propia narrativa nos conduce al problema del lenguaje y la comprensión de lo nuevo, de lo diferente. Incluso en aquello que, pensamos, conocemos bien, como quizás puede ser la lengua propia en la boca de un extraño. Como quizás puede ser la boca propia en la lengua  de un extraño. Un extraño quizás puede ser la lengua en la propia boca. Y así nos desvinculamos del sentido y nos dejamos llevar por el juego puro de las formas. Se despliegan otras posibilidades ante los planteado. Los sentidos no dejan de importar, se multiplican.

[1] El concepto optimidad está explicado en la Wikipedia en el siguiente artículo. No encontré forma de simplificarlo o reducirlo.

[2] Fragmento extraído de La teoría lingüística de Noam Chomsky: Del inicio a la actualidad de Leonardo Barón Birchenall

[3] Parte del artículo sobre Lena Boroditsky de Wikipedia

Escribe Lucas Iranzi

Lucas Iranzi es egresado de la ENERC, escribió y dirigió tanto cortos de ficción como documentales. También guionó y produjo shows teatrales de escasa difusión. Tiene múltiples personalidades pero no partícipes de un desorden o, al menos, eso afirma él. Sin ir más lejos esto lo escribió él ¿Por qué usa la tercera persona? La verdad: No lo sé.

Para continuar...

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3 Comentarios

  1. Muy interesante, aunque de la película en cuestión no se desarrolla mucho. Parece mas una excusa para hablar de linguística.

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