Co-autora de Mujeres Asesinas, ganadora del premio Planeta. Liliana Escliar comenta la reciente edición de su novela Los Motivos del Lobo y los detalles de un oficio personal e industrial. Ilustración Mariano Lucano.
Llego sobre la hora, apurado. Ella está hablando por teléfono. Me siento y trato de escucharla lo mejor posible, entre el tránsito y los mosquitos. Hablamos de televisión y ficciones. Sobre los cambios en la ficción, surge el libro de Brett Martin Hombres fuera de serie y el eslogan de HBO: <<No es televisión, es HBO>>.
La estructura tachala: si no es televisión, es HBO. La estructura puede ser cualquiera dice Liliana. El protagonista también tiene una transformación ética muy fuerte en relación a lo que se venía trabajando. Por ejemplo, el protagonista de Breaking Bad ahora produce fascinación. Hace unos años, era impensable que tu héroe fuera un “malo”. Se abandona esa idea de la televisión como medio educativo.
Antes la televisión se suponía que tenía que tener un mensaje, tenía que ser educación más entretenimiento, de ahí pasamos al entretenimiento a secas y del entretenimiento a cualquier entretenimiento. Por eso, sin entrar en la ficción, vemos esta cosa esquizo de Niunamenos y minas en culo al mismo tiempo. Los programas de chimentos antes eran programas de noticias del espectáculo, ahora se corrió al chimento. Antes había un José de Zer, noticieros que inventaban o exageraban, que eran la excepción, no eran la regla. Ahora tenés que subir la apuesta, subir la apuesta.
Aunque la nueva ficción no es necesariamente oscura, puede ser freak, puede ser paródica. Hay excepciones que dan una idea de la calidad con la que es posible trabajar: tenés una serie basada en un libro, una historia re chiquita, llamada Olive Kitteridge, el nombre de la protagonista. La historia de una mina común, sólo personaje, un personaje un toquecito feroz. Hay excepciones que demuestran la enorme calidad con la que se puede trabajar.
Otro ejemplo, la serie Downtown Abbey, una serie de época a todo trapo con otro tipo de conflictos, conflictos de clase: el mundo Steinbeck puesto en una serie de televisión. Es un trabajo literario que se aleja del registro cotidiano. Pareciera que ya no hay lugar para lo coloquial normal.
El punto de arranque de Los Motivos del Lobo fue una actualización de la idea de la maldad. Es una idea de maldad recargada la que tenemos ahora. En esta idea recargada, el lobo es el jefe de una multinacional del mal. Coca-Cola puede tener una fábrica de plásticos y una fábrica de gomas de autos; los carteles manejan prostitución, drogas, si les pinta falsificarán. Se acabó la especialización del mal.
La pregunta es por la naturaleza del mal. Un tipo que es un hijo de puta, no cree de sí que es un hijo de puta. Cuando ves fragmentos del juicio a la junta, un documental de Hitler, una entrevista a Charles manson, esos tipos no se preguntan si son malos. Porque si sos bueno al menos te lo preguntás, una maldad monolítica es diferente. Está vinculada con la idea que tenemos de lo que es un psicópata.
La moralidad del psicópata es cero empatía, la mímica de la emociones. Todo debe ser funcional. Un conocido psiquiatra me comentaba que en la facultad le decían “si entra un psicópata, salta por la ventana.” Otro amigo también psiquiatra iba más lejos: << Al psicópata no hay que dejarlo entrar porque una vez que entró no hay tiempo para saltar de la ventana>>.
Estoy convencida que para ser dramaturgo tenés que tener una sobredosis de empatía, de la misma forma me interesa el porqué de la maldad. La psicopatía tiene un rasgo distinto, es la mímica de la emoción. El inmundo <<dale, que te hacés, si te gusta>> que puede tirarle un psicópata a una mina, responde a una forma de pensar: <<No te veo, proyecto lo que me imagino. Lo que quiero que pase.>>
Mujeres Asesinas tiene un capítulo de trata que muy fuerte. Para mí la trata es el horror. Peor que te lastimen. Pensar que a una hija tuya le puede pasar eso, no hay nada peor.
Hay un tiempo, un espacio para los mosquitos de la vida en general. Liliana mira a una mujer que necesita ir al baño y para hacerlo debe subir una escalera. Cada escalón le toma muchísimo tiempo. La ciudad sigue su tránsito.
Le comento que me llamó la atención que ante las situaciones sórdidas lograra un buen sentido del humor. Una distancia impensada, una voz que narra y que ve a los personajes y pone en perspectiva su insignificancia. Me dice que trabajó mucho esa voz, es un omnisciente opinador y el sentido del humor tiene que ver con una búsqueda de balance, para que no termine asfixiando esta maldad recargada.
Los personajes de verdad me llevan. Observación, baúl. No muy conscientemente, mi papá se estaba muriendo y se le estaba yendo la cabeza. Está en el libro, después me di cuenta. Estás ahí. Estás en lo que cocinás, en lo que conversás, en lo que escribís, somos una unidad y vamos con eso a todas partes. Si te traicionás, te quebrás.
En Los motivos del lobo quería hacer una superproducción y quería hacer algo original. En un libro hay más cosas personales que en un guion porque está menos mediatizado. En televisión hay un director, un editor, hay otra distancia con respecto a lo que hacés. Y lo que me gusta mucho son las palabras. Un libro es el espacio de la libertad.
*Las imágenes de la nota fueron tomadas de una muestra que realizó el artista plástico Samuli Heimonen en el año 2015. La muestra gira en torno a la idea que tenemos del lobo en la sociedad actual. Resulta interesante la mención que realiza el artista al lobo de Gubbio como fuente de inspiración. El lobo de Gubbio inspira a Ruben Dario a escribir su poema: Los motivos del lobo, de donde toma el título Liliana Escliar para hacer su reinterpretación del mal. El texto con el que Samuli Heimonen presentó esta muestra pueden encontrarlo traducido en el siguiente anexo.