Liliana Escliar, co-autora de la serie Mujeres Asesinas y ganadora del premio Planeta presenta una taxonomia del mal en forma de policial negro.
Cuando pienso en el policial negro como género pienso en Humphrey Bogart, en el humo de su cigarrillo, en una femme fatale que lo contrata para resolver algún misterio. Cuando pienso de nuevo, pienso en otro tipo de policiales, criminales envueltos en un crimen perfecto, confundidos entre el amor y las sombras como en Double Indemnity. Y si pienso en asesinos seriales, me voy a Hannibal Lecter y aquella película llamada El silencio de los inocentes. El mal era tan maligno, excedía tanto lo imaginable que la protagonista debía acudir a otra mente criminal para poder entenderlo. La serie sobre Hannibal Lecter se centró aún más en quiénes investigaban a Hannibal y en sus imaginaciones: De tanto imaginar los crímenes horrendos, se corrompían, se volvían criminales ellos mismos.
La actualización del morbo trajo consigo estas novedades y Los motivos del Lobo también se pasea por las nuevas complejidades del género; en este caso el buscado no es solo un asesino, sino una corporación del mal: La crueldad, como el negocio, no tiene límites.
La voz que narra es un omnisciente opinador que desliza pequeños comentarios. A veces pareciera que, como un demiurgo improvisado, los pone en vereda con comentarios ácidos que dan perspectiva al esterotipo que quizás ellos mismos están queriendo igualar. Este recurso le da color a un relato que indaga sin temor en lo sórdido, con un protagonismo llevado a la rastra, como quien no quiere la cosa, por Daniel Parodi. Un forense que ha sido elegido por el mal para sufrirlas todas. Muy ducho en su oficio y aún mejor en el arte de sufrirlas todas. Podríamos decir que despierta una empatía en el fracaso pero ubiquemos la línea temporal para entender mejor quienes pierden y quienes ganan. La novela comienza con un Parodi excelente en su trabajo pero con heridas mortales en sus fibras íntimas, en su familia como construcción propia. El macho alfa se queda sin hogar. ¿Quiénes pueden volver de un lugar así?
La situación inicial se configura: Un forense brillante lo pierde todo y se vuelve un personaje caído en desgracia. Está rodeado por los pocos que lo bancan: un viejo librero, un pendejo muy amigo de la tecnología y una fiscal. Nos encariñamos con el equipo como tal porque está siendo atacado y nos interesa porque es un grupo muy humano, incluso en su aspecto venenoso. La ficción tiene recursos para convencernos de que quienes aparecen en en ese terreno artificial son personas reales, algo que siempre es difícil de dosificar es el veneno.
El veneno de los buenos es un veneno distinto al de los villanos, es un veneno de intimidades frustradas. ¿Hay algo más humano y más común que este tipo de veneno? No se trata de un veneno asesino pero si degradante. Incluso para con ellos mismos, el alcohol y el destrato se justifican con todas las heridas y siguen ahí como una continuidad perfecta y más leve de esa oscuridad atroz promovida por lo antagónico.
El viento se lleva los rezos del santo. El verdadero lobo nace de las miserias que se desprenden de la más llana convivencia. La violencia y la muerte se desprenden de la imposibilidad de comprender ciertas formas, ciertas naturalezas. El problema es que ciertas naturalezas son incomprensibles. Parodi (el protagonista) tuvo que lidiar con esas naturalezas y fue tocado por las mismas. No es de extrañar que no comprenda cuestiones más simples y al alcance de su oído cuando vivió las oscuridades que vivió.
Daniel Parodi no comprende al grupo que lo rodea, no sabe escucharlo, no lo entiende y eso nos desespera. Nos desespera porque nunca se sienta a charlar con Fabian, nos desespera porque nunca lee con Ernesto, el viejo librero, sus notas, nos desespera porque nunca sigue las recomendaciones de la fiscal Quaranta. Nos desespera porque ni siquiera escucha a su psicólogo. Nos desespera porque está permanentemente solo como loco malo y rumiando, sospechando que no está escuchando ni entendiendo su entorno y eso también nos acerca a su realidad, ¿Quién no sintió alguna vez la sospecha secreta de no estar entendiendo nada?
A veces los motivos del lobo parecieran ser las maldades menores. Si el hijo de puta nunca es un mediocre, las maldades de los pobre tipos derruyen las distinciones. San Francisco llora porque son muchas, demasiadas las naturalezas que no tienen remedio. Este problema es tan humano y tan profundo, como todo lo que las relaciones pueden ser y no son. Este aspecto va más allá de las muertes y los crímenes, son cuestiones entre líneas.
El policial pareciera investigar no caso específicos sino a sus propios personajes y, por encima de todo, sus naturalezas. Los motivos del Lobo nació como una taxonomia del mal. La novela logra hacer un compendio de sus formas, incluso los héroes pueden volverse por momentos jodidos. Por eso, quizás el refugio de Parodi es el abandono de si mismo a manos del alcohol y a la parca no le interesa si eso es de perdedores o ganadores, quienes son los buenos o los malos. La muerte llega para darle punto final a esa madeja de incomprensión en la que vivimos, luego no queda nada más que desolación. Los casos mantienen vivos a los protagonistas de los policiales; cuando los casos se cierran, una parte de sus vidas también se cierra. Las heridas no.
YO SOY EL LOBO. RAFAEL MÉRIDA CRUZ-LASCANO.
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R O M A N C E
El gran heraldo de Asís
de Gubbia trae regalo
sus ojos brillo de cielo
sabe “yo soy el malo”
y por mi, emprendió el camino
por pasaje desolado.
.
Presumo ser hombre recio
y de no ceder me jacto
no importa si mis acciones
causan muertes talvez daños
sin límites mi rudeza
al pobre deja asolado.
.
Por necio y terco de espíritu
Poverello me ha mirado
porque es el cazador de almas
que de amor él vino armado
pudo internamente ver
mi corazón destrozado.
.
A mi corazón violento,
hermano, dijo el seráfico,
expresó con dulce voz
de tus faltas no me espanto
quita tu tosco sayal
y te veré descansado.
.
¿Sientes que tienes infierno?
ven y tómame la mano
deja el pecado que tienes
humilde seca tu llanto
tu pena lleva el Señor
ya no te muestres alzado.
.
Crees, es tu falta horrible
tu corazón es helado
que te debes torturar
que para ti no hay pastor
que nada cierra tu herida
pero la cierra el amor.
.
El Fraile guio mi camino
con santo y veraz legado
yo aceptara mi maldad
rompiendo el infernal pacto
me retiró de la bestia
y escuche el sagrado salmo.
.
El religioso en mi mente
me cambia en animal manso,
ví me dejó satanás
que mirándome partió
revive el alma engañada
en este momento exacto
.
Tu ejemplo es vivo alimento
yo que he vivido en pecado
confieso hermano Francisco
te lo juro hermano Santo
y ante el Señor, que todo ata
YO SOY EL LOBO MALVADO.
Dr. Rafael Mérida Cruz-Lascano, OFS.
“Hombre de Maìz, 2009”
Guatemala, C. A.