Salidas del patriarcado desde una comprensión transgeneracional

Historia de un crimen. Edipo: heredero y víctima del patriarcado en el libro De Layo a Ulises. El Complejo de Edipo en un caleidoscopio, de Benjamín Uzorskis (Editorial Letra viva, 2018) revisitado por Anahí Almasia a la luz de las memorias transgeneracionales, Ilustra Mariano Lucano.

¿Es posible que el Complejo de Edipo elaborado por Freud y tantas veces citado haya sido construido desde una visión puramente patriarcal? Para ello fueron necesarias algunas omisiones en el drama de Sófocles. Dedicaré esta reseña del libro El Complejo de Edipo en un caleidoscopio a rescatar un antiguo debate que nos debemos como sociedad y que pone en cuestión una serie de supuestos acerca de las relaciones entre padres e hijos y entre hombres y mujeres.

Es bien conocida la historia de Edipo asesinando a su padre y luego, sin saberlo, teniendo descendencia con su propia madre. Sin embargo, no es tan conocido que existe un antecedente de aquella tragedia en Los siete contra Tebas, de Esquilo. Allí se descubre que la falta no es de Edipo, sino que el drama tiene su origen en una acción previa de su padre que había quedado impune: el abuso de un menor.

Apolo, en un oráculo de Delfos, el ombligo del mundo, dijo a Layo que sólo salvaría a su ciudad, si muriera sin dejar descendencia. Sin embargo, Layo, desoyendo al oráculo y su amenaza, concibió un hijo con Yocasta: Edipo.

En un diálogo con diversos autores -Elizabeth Roudinesco, Ernest Jones, Wilfred Bion, el AntiEdipo de Deleuze y Guattari, Haydée Faimberg, Jacques Lacan, Alice Miller, entre otros- Uzorskis realiza un recorrido por la historia del mito de Edipo para comprender que, en la teoría psicoanalítica que lo construyó, no se tuvieron en cuenta las herencias sin purgar que quedaron impunes en las generaciones anteriores. Se trata, sobre todo, de la omisión de aquel crimen de abuso cometido por el padre de Edipo.

Si desoímos este hecho, nos comportamos como un ciego que nada tiene que ver con la ceguera de Tiresias, el adivino, quien anticipó el destino ineludible de Edipo: matarás a tu padre y yacerás con tu madre. La ceguera es otra y tiene que ver con la omisión de un fragmento de la historia.

Layo había abusado de Crisipo, hijo de Pélope, violando, entre otras, la ley de la hospitalidad, habiendo sido recogido por aquel luego de su destierro. La confianza que Pélope depositó en Layo al pedirle que enseñara a su hijo Crisipo las artes de los caballos, fue pagada con la violación del menor a su cuidado.

Pélope maldice entonces a los descendientes de Layo hasta la segunda generación. Esquilo, en su tragedia, denuncia una verdad retomada desde el psicoanálisis: lo ineludible de que aparezca como repetición aquello “olvidado”. El libro de Uzorskis se centra en los olvidos al momento de elaborar los constructos teóricos que regirán una práctica. Deja a la vista una sumatoria de omisiones que fundamentaron una teoría que, por lo tanto, debería ser revisada.

  1. El goce del cuerpo del otro sin contar con su consentimiento no es seducción de parte de la víctima.
  2. La edad del elegido para aquel goce que podría no ser consentido.
  3. “La victoria del sistema patriarcal sobre el matriarcal desde Platón, cuando las mujeres griegas que hasta ese momento constituían la clase intelectual dominante, devinieron en obreras no pagadas dedicadas a la procreación de niños”, según afirma el autor. Entonces, y según Smilevski (La hermana de Freud, 2013), el mito de Pandora como mujer que da dones y suerte a los seres humanos fue mutado por Pandora la que trae desgracias.

El fantasma del padre pedófilo.

La falta no es la homosexualidad de Layo, sino, la violación del hijo menor de su protector. Este daño impune será heredado por Edipo como carga improcesable y es aquí donde se da el gran debate. Según el Edipo vienés, la fábula clásica psicoanalítica, el hijo tiene una pulsión parricida que lo empuja a cometer el incesto con su propia madre. Ahora bien, considerando la herencia de que es objeto Edipo, su tragedia y las de sus hijos, están escritas desde la generación anterior. La perversión del acto de unión con su madre es inevitable desde el momento en que su padre no está obligado a reparar o pagar su infracción. Pesa así sobre Edipo una condena.

Es interesante el estudio del valor que adquiere lo transgeneracional (H. Faimberg, 1985, El telescopaje de las generaciones”. Rev. de Psicoanálisis, vol. XLII, Nro. 5) y cómo pasa el acto atroz a las siguientes generaciones sin mediaciones y cómo, el heredero, en caso de no contar con la información adecuada, lo hace de manera muda e incomprensible. O sea, no es necesario para Edipo saber la “verdad” para de todos modos conocerla. Así, reaparece en su accionar y de manera insoslayable la maldición que había recibido su padre.

¿Seducción o abuso sexual?

En un análisis comparativo entre las diversas traducciones de la obra freudiana y el descubrimiento de algunas omisiones de los editores, el autor resalta una sospecha de Freud en la carta 139 que dirige a Fliess el 21 de septiembre de 1897. Allí afirma: “…el padre debiera ser inculpado como perverso sin excluir al mío propio…”. Luego asegura que ya no es posible confirmar lo que pensaba antes: las supuestas mentiras de las neuróticas acerca de los abusos que relataban. Hacia 1924 reconoce la verosimilitud de algunos relatos en una nota al pie: “por aquel tiempo yo no sabía distinguir entre las fantasías de los analizandos acerca de su infancia y unos recuerdos reales. A causa de ellos atribuí al factor etiológico de la seducción una sustantividad y una validez universal que no posee”.

Es así que todas las omisiones se rigen por un patrón: perpetuar un poder y una idea que cala hondo en la psique de la humanidad. Ni siquiera Freud, el gran observador del inconsciente humano, pudo sustraerse a la marca que provoca el dolor de mirar de frente ciertas verdades sobre el padre.

Si retomamos los estudios sobre trasmisión transgeneracional en relación con la perversión de Layo, es interesante reconocer que toda falta no tenida en cuenta en una generación llega como herencia que pugna por un pago, por lo menos como castigo trágico. ¿Cuánto de esto se observa en aquellos pacientes que no logran evitar los traumatismos una y otra vez? ¿Cuánto les corresponde por sus propias vivencias e inconsciente y cuánto es herencia que están intentando purgar sin saberlo?

Así llegamos a una propuesta, un “contra-mito”. Luego de analizar el modelo de padre que representa Layo, el autor rescata un planteo de Kohut: Ulises como un modelo de padre protector de su hijo Telémaco, que no teme ser destronado por éste y capaz de resistir el canto de las sirenas.

De lo transgeneracional a la tragedia como un fantasma que atraviesa a la humanidad.

Para finalizar, celebramos la edición de este libro con vistas a una revisión necesaria de los marcos teóricos que rigen las acciones del día a día y nos quedaremos con una pregunta que se hace el coro griego en la obra de Esquilo Los Siete de Tebas¿Quién las purificará? ¿Quién las lavará? Las preguntas son lanzadas a nuestra sociedad, a nuestro sistema judicial, a cada individuo responsable por sus propios actos. ¿Quién lavará las faltas cometidas contra los menores y mujeres sin su consentimiento? Seguramente no será el perpetrador de la infracción si no es impuesta una pena.

Pero no deben quedar dudas. Es imposible hacer como que no ha pasado nada porque allí va la carga con su transmisión muda atravesando generaciones y, más tarde o más temprano, tanto en las familias de los perpetradores como en las sociedades que no exigen una reparación, la falta no compensada se convierte en tragedia.

Escribe Anahí Almasia

Anahí Almasia nació en Buenos Aires, es argentina y española. Es psicóloga de la Universidad de Buenos Aires y Magister en Patologías del Desvalimiento de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales. Algunos de sus trabajos y tesis psicoanalíticos dan cuenta de una búsqueda artística alrededor de la obra de Borges, Gabriel García Márquez, Yves Klein y Frida Khalo. Sus libros de ficción son Matu Ketami. El tiempo de Troful, El Juego de Barbazul (junto a Valeria Castelló Joubert), el libro de cuentos Lo que el viento no se llevó (en coautoría con Luz Darriba). Trabaja actualmente en una película y en diversos proyectos culturales.

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6 Comentarios

  1. Excelente análisis Anahi!!! Con tu exposición disparaste unos cuantos interrogantes.
    Gracias por compartirlo.

  2. Como se pueden conocer y como se pueden compensar las faltas de nuestros ancestros?
    Si se lograra intuirlas, al menos, aparecerían tamizadas, entre otras cosas por el momento histórico. creo.

  3. Pregunta….Como de intuye o llega a hacerse consciente una FALTA que haya tenido un ancestro y como se podría reparar ?

    • Buena pregunta, nunca aparecen de forma literal o abierta. Es necesaria una exploración profunda en los tejidos del lenguaje familiar e individual. Así vamos haciendo nuestro trabajo poco a poco…

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