Ilustración: Mariano Lucano

Agustina Bazterrica, entre literatura distópica y canibalismo simbólico

En noviembre, mes del “espanto” para la revista, entrevistamos a Agustina Bazterrica, Licenciada en Artes por la Universidad de Buenos Aires. Es autora de Cadáver Exquisito, novela con la que obtuvo el premio Clarín 2017 y del libro de cuentos Diecinueve garras y un pájaro oscuro. La novela es una distopía que asalta temores inconscientes y ancestrales de ser devorados, entre otros terribles espantos. El libro de cuentos, un conjunto de relatos que rozan los desgarros de unos cuerpos sobre otros, en el que lo truculento sobrevuela como un siniestro pájaro negro que se oculta entre sombras.

 

La ficción suele anticipar a la vida. ¿Te imaginabas un futuro pandémico cuando escribías Cadáver Exquisito? ¿Algo de lo que leías durante la investigación previa a la escritura te sugirió que podía suceder?

Sí, pensé que era totalmente verosímil que ocurriera por eso lo incluí en una ficción, pero no por algo que leí sino porque es algo que puede ocurrir en cualquier momento y de manera inesperada, como ya lo comprobamos. El COVID-19 no es una sorpresa, no es el primer virus que azota al mundo. No me pareció descabellado que ocurriera porque a lo largo de la historia de la humanidad hubo muchísimas pandemias (Peste negra, Gripe española, Fiebre amarilla, por nombrar algunas) sino porque otros autores ya hablaron de esta posibilidad. En el epílogo de Crimen y Castigo, Raskolnikov sueña que un virus que nace en Asia invade Europa y contagia a muchísima gente, pero ese virus tiene pensamiento y voluntad. Esta genialidad Dostoievski la escribió en 1866.

Cuando leía tu libro pensaba que desde la conciencia de que los seres humanos somos omnívoros y podemos subsistir comiendo otro tipo de alimentos. La reducción del cuerpo humano en alimento parece aludir a la capacidad que tenemos de negar el pensamiento anticipatorio y las consecuencias funestas ya probadas de ciertas formas de entender el consumo. Si todos los seres del planeta estamos interrelacionados y dependemos los unos de los otros desde hace siglos. En cierto sentido, ¿no estaríamos ejerciendo canibalismo al comer animales?

Creo que ejercemos un canibalismo simbólico en la manera en que producimos y consumimos esos animales y, por supuesto, el canibalismo simbólico está, también, en los vínculos de violencia que ejercemos sobre los otros humanos, naturaleza, animales. No creo, por ejemplo, que una persona en Alaska, que caza una foca, esté ejerciendo canibalismo o violencia en el sentido de que la caza para alimentase y lo hace desde una base de respeto al ecosistema. No caza 1500 focas para venderlas más caras, destruyendo en ese proceso el delicado equilibrio de la naturaleza porque además esa persona no puede cultivar nada, ¿verdad? necesita de la foca. Pero nosotros, las personas urbanizadas, no tenemos idea de todo lo que está detrás de ese bife que llega a nuestro plato, perdimos el vínculo con la naturaleza, no sabemos que ese bife es parte de una vaca que estuvo hacinada, alimentada con granos (no con pasto), que está repleta de antibióticos porque al estar hacinada se lastima, que los gases de la vaca afectan la capa de ozono, que producimos más carne de la que necesitamos, que un porcentaje enorme de los granos que se cultivan y que despojan a nuestras tierras de nutrientes se destinan para el consumo de los animales. Al no saber todo esto contribuimos a la depredación del medio ambiente.

¿Considerás vigente la discusión acerca de una literatura comprometida? ¿La denuncia es para vos una forma de concebir las ideas para comenzar a escribir?

Creo que la literatura puede ser lo que los escritores quieran que sea. Me refiero a que me parece fantástico que exista la llamada literatura de entretenimiento, o las novelas llamadas románticas, no siempre tenemos que estar pensando en nuestra condición humana después de leer un libro. Dicho lo cual, mi literatura es de denuncia porque no me sale escribir de otra manera. Lo que me atrae, para poder pensarlo, investigarlo durante años o meses son aquellos temas que me interpelan como las injusticias, desigualdades, los mandatos, aquello que creo se puede mejorar.

Una vez conversamos acerca de la médica china que dijo: si usted se quiere curar debe dejar de comer veneno de cadáver. ¿Te acordás? Para mí fue casi simultáneo descubrir a esta médica y la lectura de tu libro. Como sabemos, ella habla desde su filosofía cultural, ¿qué pensás del concepto que también dijo aquel día de que “en las sucesivas reencarnaciones donde no se comió carne provoca que haya poca tolerancia a la carne en esas personas, pero se podría acostumbrar si se come carne por un tiempo prolongado”. Algo así como que es un proceso que no sólo es en nuestra generación, sino que implica a las generaciones anteriores y las futuras.

Te voy a subir la apuesta y no sólo creo lo de la carne, sino que creo que todo lo que hacemos en esta vida, lo que decimos, lo que pensamos, los vínculos que construimos o destruimos nos van a afectar a nosotros y a todo el grupo de almas con el cual reencarnemos en próximas vidas.

¿El futuro es vegetariano o vegano?

No estoy tan segura de si el humano alguna vez va a dejar de comer carne. Espero sí que su consumo se reduzca en un porcentaje alto.

¿El abuso infantil y a las mujeres en tus historias se liga con el pasar los límites del cuerpo ajeno como parte de la dominación del sistema capitalista? El abuso como arrasamiento de la subjetividad. La carne convertida en mercancía como dominación y borramiento del sujeto femenino e infantil en el acto de abuso. Me imagino que no fue ingenua tu elección de una mujer para el personaje animalizado.

Totalmente, fue elegida de manera consciente porque esa mujer, además, no tiene cuerdas vocales y simboliza a todas las mujeres silenciadas del mundo: a aquellas que sufren violencia de género, a las que las obligan a maternar, a las que invisibilizan porque las matan, las reducen a un objeto, una mercancía, un producto. Simboliza a las niñas que tienen que prostituirse, a las niñas que las casan con hombres de 40 que las violan hasta matarlas.

¿Algo de lo pandémico está ligado con los abusos de la carne, su consumo y su cría abusiva o pensás la periodicidad de las pandemias como algo inevitable de la existencia humana?

Las pandemias nos azotan desde tiempos inmemoriales, pero hay personas que aseguran que el ébola, el SARS, el AH1N1, hacen parte del 60% de enfermedades zoonóticas infecciosas. La velocidad de propagación del coronavirus evidencia la relación que tienen dichas enfermedades con los hábitos alimenticios. Los humanos tenemos una conectividad con el resto de la naturaleza. Estamos inexorablemente conectados con otras especies y una de esas conexiones es compartir enfermedades. Es muy probable que la aparición y propagación de nuevas enfermedades zoonóticas desconocidas se deban al incremento de la demanda de proteína animal y la intensificación de su producción industrial.

¿Te considerás una escritora militante o más bien una escritora que extiende su ideología en el arte que hace sin ninguna pretensión ideológica?

La literatura que me interesa es aquella que genera cuestionamientos, que interpela. No me gustan los mensajes morales, las moralejas. Creo que el arte tiene que abrir nuevas posibilidades de pensamiento, por eso intento, en cada libro, evitar guiar al lector o decirle que es lo que tiene que pensar.

Hay un texto freudiano El porvenir de una ilusión de 1927 donde se describe que el núcleo de la hostilidad en toda cultura pareciera radicar en la obligatoriedad a la renuncia a ciertas pulsiones: el incesto, el canibalismo y el gusto por matar. Esto mismo se estudia en antropología en sus diferencias para cada cultura. ¿Es posible que el hecho del primitivo arraigo de estas pulsiones contra las que luchamos permita a los lectores la identificación con tus personajes?

Sí, creo que sí. Los temas que son tabú como el canibalismo generan un enorme rechazo y una gran atracción cuando se abordan a través de una ficción. Por eso las películas y series de zombies tienen tanto éxito, porque nadie quiere que se lo coma su mejor amigo, pero sí quieren ver como comen a otro, o imaginar qué gusto tendría el vecino.

Pasando a tu nuevo libro de cuentos. He notado que hay una profunda variación de estilos narrativos y pareciera que abarcan otros espacios de construcción literaria respecto de la novela. ¿Podrías darnos algunas pistas de tu proceso creativo?

Creo que forma y contenido están totalmente entrelazadas. Las historias que contamos nunca son originales, porque, por ejemplo, ya se escribió sobre canibalismo. Lo que puede ser original es la manera de contarlas, y una parte importante de ese proceso es encontrar el registro para hacerlo. Te doy ejemplos concretos. Lavavajillas es un cuento que está escrito con un español neutro. Un argentino puede pensar que es un cuento escrito originalmente en inglés y traducido al español. Esto lo hice porque en la historia trabajo con la idea de que hay muchos mandatos que son artificiales y necesitaba que el lenguaje también mostrara el artificio de ese mundo.  O el cuento Infierno está escrito con un registro ultra barroco, con palabras complejas, grandilocuentes. Necesité agobiar al lector, también, con el lenguaje porque la historia habla sobre eso, el abuso que sufre un pájaro encerrado en una jaula y torturado. Cada historia me pide una manera de ser narrada y yo la respeto.

Agustina, No sé si notaste que en tu cuento Los muertos figura la palabra cuerpo nueve veces y en el cuento La continua igualdad de la circunferencia diez veces. Eso, sin dejar de notar que en todos los demás cuentos aparece el cuerpo. Interesante, ¿no te parece?

Si, me parece totalmente. Muy lúcida tu lectura. En mi obra intento explorar esa zona de no conocimiento, ajena, esa existencia insalvable que es lo que nosotros entendemos por cuerpo. El cuerpo escapa a la obviedad de lo que vemos, en algún sentido su esencia y animalidad concretas siguen permaneciendo esquivas. En apariencia tangible, tan accesible a la descripción, el cuerpo es algo evanescente, pero también es algo cargado de identidad, algo colmado de la mirada de los otros, algo que se rompe, que parece que nos traiciona, que nos da placer, que nos acompaña sin descanso, es un lugar del que no podemos salir, un espacio de enfermedad y de resiliencia. En mi literatura los cuerpos son consumidos, violentados, adoctrinados, silenciados. Los cuerpos se transforman, se reprimen con mandatos, se vacían de sentido, se violan, destruyen. Creo que escribo sobre el cuerpo porque para mí sigue siendo una profunda incógnita, un territorio de extrañamiento.

Dijiste alguna vez que tus lecturas asociadas a temas de arte dispararon algunos de tus cuentos como si el camino de la intuición asociara las lecturas que llegan con las ideas pulsando por salir, ¿podríamos decir que la inspiración es producto ciertos momentos de apertura al mundo inconsciente, como un sueño puesto en papel?

A ese proceso que describís como apertura del mundo inconsciente yo lo llamo intuición. Es esa energía que no involucra a lo racional, donde se funden las experiencias vividas, lo leído, las obras de arte que dejaron una marca, lo que captamos sin darnos cuenta, nuestras reflexiones. A veces puedo descubrir los focos de inspiración, pero otras no. Por ejemplo, recuerdo perfectamente que el título para el cuento Rosa bombón surgió gracias a la lectura del manifiesto de los artistas de la Nueva Figuración que decían que estaban en contra del Rosa bombón. Pero, a veces, no es tan simple saber por qué uno escribió de una y otra manera. Yo me dejo fluir, y si me pongo en ultra racional, escribo muy mal. No creo en la inspiración. Creo en la lectura permanente, en el trabajo y que, a partir de eso, surgen esos momentos de lucidez que solemos llamar inspiración.

En tu cuento Sueños híbridos la protagonista va mutando y descubre una esencia que todas y todos tenemos. ¿A pesar de los muchos intentos por modificar conductas, por dónde crees que vendrá el cambio?

Es difícil predecir el futuro, pero me gustaría apostar por la humanidad. Pensar que podemos dar un salto evolutivo, pero hablo de evolución espiritual. Con esto no estoy hablando de religiones, en las que no creo, pero si de energías. Ojalá se empiece a tomar conciencia de que todos estamos conectados los unos con los otros (cuando hablo de otros, hablo de otros humanos, plantas, animales, montañas, naturaleza) y construyamos una cultura respetuosa, solidaria, una cultura basada en la armonía.

¿En qué nuevo proyecto te encontró la pandemia? En este sentido, ¿el hecho del aislamiento favoreció o complicó tu trabajo de escritora?

Empecé a escribir una nueva novela, pero recién estoy con las ideas iniciales, investigando. La pandemia aumentó exponencialmente el trabajo porque se anotó muchísima gente en los talleres de escritura y lectura que dicto con Agustina Caride. Tuve y tengo muchísimo trabajo en ese sentido y lo encaro agradecida.

 

Escribe Anahí Almasia

Anahí Almasia nació en Buenos Aires, es argentina y española. Es psicóloga de la Universidad de Buenos Aires y Magister en Patologías del Desvalimiento de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales. Algunos de sus trabajos y tesis psicoanalíticos dan cuenta de una búsqueda artística alrededor de la obra de Borges, Gabriel García Márquez, Yves Klein y Frida Khalo. Sus libros de ficción son Matu Ketami. El tiempo de Troful, El Juego de Barbazul (junto a Valeria Castelló Joubert), el libro de cuentos Lo que el viento no se llevó (en coautoría con Luz Darriba). Trabaja actualmente en una película y en diversos proyectos culturales.

Para continuar...

Entrevista a Alan Talevi

En la novela neo-gótica Hilo rojo y serbal, de editorial Erizo, la brujería y la teoría de la evolución de las especies convergen. Los personajes exploran el poder (y los límites) de los vínculos familiares hasta lugares insospechados. ¿El destino pensado como una fatalidad biológica? Entrevistamos a su autor, Alan Talevi, científico y escritor.

11 Comentarios

  1. Muy interesante nota, me generó la curiosidad de leer alguno de sus libros, aunque tengo que debatir internamente si quiero adentrarme en temáticas que parecen tan perturbadoras.

  2. Me parece brillante que la entrevistadora haya leído el libro de la entrevistada. No es un detalle menor. Creo que la reflexión acerca de qué y cómo comemos está muy ligada al futuro del ambiente, y la manera en que aparece discutida es muy inteligente. Se agradece.

    • Si, Diego. Es notorio que sólo si se identifica a los animales con seres humanos como sucede en esta novela estemos más cerca de pensar cuestiones que deberían importarnos casi con urgencia. La autora tuvo esa visión. Muchas gracias!

  3. Linda entrevista, con un delicado equilibrio de preguntas sobre el contenido literario y las pulsiones que lo invocaron

  4. Benjamín Uzorskis

    Una entrevista que bucea con acierto en la mente de la autora. No es frecuente este tipo de acercamiento. Abre varias puntas y motiva la lectura de su obra.

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