Ante la elección presidencial estadounidense, reflexionamos desde una perspectiva cultural sobre la sociedad norteamericana. El caso de Borat subsequent film, film satírico en código de falso documental.
La rápida escalada de Trump en la política demuestra la fragmentación y escasa representatividad que sentían los sectores más relegados de la población: clase media y baja, y las llamadas minorías: mujeres, afrodescendientes y migrantes. La frustración de esa porción del electorado ha sido ingeniosamente canalizada por la administración actual de EE.UU en pos de la xenofobia, el racismo y la megalomanía. En un giro novedoso frente a la tradición militarista e invasora, el de Trump no se identifica completamente con esa posición y se mantiene ambiguo y hasta conciliador por momentos. Es que lo que más importa es girar hacia la derecha apoyándose en políticas conservadoras, en la supremacía blanca y en la disolución de los acuerdos éticos básicos de una sociedad, para autoconvencerse de ser la nación más evolucionada.
Justamente esos personajes outsiders serán los aliados de Sacha Baron Cohen en Borat 2, el film que protagoniza, cuyo título completo es Borat, siguiente película documental: Entrega de un prodigioso soborno al régimen americano para generar beneficios para la alguna vez gloriosa nación de Kazajistán. Se trata de una película abiertamente satírica contra el gobierno de Donald Trump, y su mayor novedad es mostrar en la pantalla lo que antes era velado y hoy está a la vista de todos: la sociedad del odio.
Al igual que la primera, estrenada catorce años atrás, comienza en el país de Kazajistán. El periodista Borat, personaje precursor de las fake news, tiene que limpiar la culpa que trajo a su nación con la primer película, para salvarse de la ejecución. Por eso se le encomienda al reportero de televisión viajar a Estados Unidos a llevar un obsequio al vicepresidente Mike Pence, para recuperar el honor de su país, admirador del gobierno actual. El regalo desaparece y en su lugar aparece su hija Tutar (interpretada por la actriz búlgara Maria Bakalova) de quince años, que viajó escondida en su equipaje, y le ofrece inesperadamente una segunda oportunidad. Borat recalcula y decide convertirla a ella en el nuevo objeto de gloria, intentando regalarla primero al vice y luego al ex alcalde de New York y abogado de Trump, Rudy Giuliani. Todo en el marco del formato de falso documental, con escenas hilarantes y, por momentos, difíciles de ver. El odio y la ignorancia que destilan las personajes y las personas reales que desfilan por la película, devuelven un reflejo repulsivo de muchas sociedades.
La película fue lanzada estratégicamente antes de las elecciones presidenciales en el país del norte del próximo 3 de Noviembre. Borat encarna el estereotipo folclórico de un hombre de una región montañosa antiguamente soviética, es racista, misógino, antisemita, ingenuo e ignorante. Su llegada a Norteamérica mostrará el crecimiento del autoritarismo, sexismo y la intolerancia que, por supuesto, no son propiedad exclusiva de la sociedad norteamericana. La postura frente al coronavirus también aparece en escena, dado que la situación encontró al equipo filmando en una instancia de confinamiento. Entonces Borat se refugia en la casa de dos ciudadanos de Washington, amantes de las teorías conspirativas, que coquetean con el nazismo.
Para rodar esas escenas, el actor debió sostener el personaje durante los días que se hospedó allí, conversando desde el papel del reportero. Y cuando intentaron filmar las primeras escenas en EE.UU, muchos ciudadanos reconocían al personaje del periodista por las calles, por eso Borat se tuvo que camuflar, a su vez, con otros vestuarios.
Baron Cohen ha estado filmando a la vista de todos durante el 2020, y eso fue posible gracias a que el mundo hoy puede realmente parecerse a un set de filmación. Borat, disfrazado de cantante country, canta una canción pro nazi y sumamente ofensiva en un encuentro conservador de la Marcha por Nuestros Derechos; Borat disfrazado como Donald Trump y cargando a Tutar sobre su hombro, interrumpe el discurso real del vicepresidente para ofrecerle a su hija, antes de ser escoltado fuera de la conferencia; visita con Tutar un sitio antiabortista, y una clínica de cirugía estética para transformar a su hija en el sueño americano de la mujer-objeto de belleza y ser “tan feliz como Melania Trump”; “¿qué tan oscura quiere ir?” pregunta un trabajador real de un salón de bronceado, señalando una pizarra que muestra diferentes tonos de piel para el cambio de la chica; mantiene en una jaula a su hija por las noches, no como castigo, sino como sitio normal y adecuado para las descendientes de género femenino — guiño directo a la política de separación de familias inmigrantes en los Estados Unidos, que consiste en jaulas para infantes en centros de detención —.
El actor usa a su favor esa tosquedad de un cuerpo largo y alto, y lleva al extremo la rigidez de gestos de un hombre consternado ante el mundo que ve. El regreso de Borat a Norteamérica pasados varios años, lo hacen notar los cambios tecnológicos (llama calculadoras a los celulares). Y ahora es padre de una adolescente, rol que intenta cumplir bajo las estrictas costumbres kasajas. En la película se cuela también la perspectiva del despertar feminista de Tutar de la mano de las redes sociales (“he encontrado un sitio que dice toda la verdad: se llama Facebook”), quien desafía a su padre porque descubre que las mujeres pueden manejar y tienen los mismos derechos. Pero intenta expresarse en voz alta frente a un mitín de mujeres feministas conservadoras, que la tratan, en el fondo, como a un ser inferior.
Bakalova construye a una niña torpe, maravillada, censurada y en búsqueda de referentes positivos. Exhibe una gran ductilidad verbal a lo largo del film, que muestra su transformación en la material girl norteamericana que se va mimetizando con el lenguaje y con el paisaje. En línea con el estilo de comediantes como Anna Faris o Charo López, incomoda y hace reír y pensar.
La película es un constante desplegar de nuevos significados. Cuando se cree que va hacia una crítica de la superficialidad, se mete con otro momento aún más superficial. Cuando parece que mostrará una comprometida crítica al estereotipo de género, Tutar cae en nuevos estereotipos sobre quienes se autoperciben como mujeres. Cuando parece que se burla de una teoría conspirativa, muestra otra más hilarante —de la boca de un ciudadano escuchamos no sólo que el coronavirus es un invento, sino que Hillary Clinton recolecta y bebe fluídos de niños—. Hacia el final, aparentemente Borat es perdonado por su país y se lo exime de la ejecución, pero descubre que fue vehículo de un plan de venganza de Kazajistán contra el mundo.
Como un entramado de mamushkas, Borat expone el trasfondo de corrección política, retrogradación e hipocresía de las tradiciones de la supuesta gran nación que es EE.UU, que impide cualquier cambio serio, sustancial y profundo.
Ficha técnica
Título original: Borat Subsequent Moviefilm: Delivery of Prodigious Bribe to American Regime for Make Benefit Once Glorious Nation of Kazakhstan
Año: 2020
Duración: 95 min.
Dirección: Jason Woliner
Guion: Sacha Baron Cohen, Anthony Hines, Dan Swimer, Peter Baynham, Erica Rivinoja, Dan Mazer, Jena Friedman, Lee Kern
Música: Erran Baron Cohen
Fotografía: Luke Geissbuhler
Reparto: Sacha Baron Cohen, Maria Bakalova, Dani Popescu, Manuel Vieru, Alin Popa, Rudy Giuliani, Mike Pence, Macy Chanel, Tom Hanks
Productora: Coproducción Estados Unidos-Reino Unido; Four by Two Films.
Distribución: Amazon Studios, Amazon Prime Video