Carne Rota de Flavia Pantanelli

Cuentos cuyas páginas son la piel de cada personaje; detallismo y visceras para almas sensibles. Una reseña de Lucas Iranzi con ilustración de Mariano Lucano.

Hacía un tiempo que no leía nada de Flavia. Había visto su actividad literaria inmediata en el muro de su perfil de Facebook y no me detuve a leerla. Incluso postergué la lectura de Carne Rota al máximo. Las facturas impagas y los compromisos adquiridos son una excusa posible. Aunque la razón por la que no estaba leyendo a Flavia era porque no quería leerla. Tenía hace un tiempo la cuidada edición de Modesto Rimba de Carne Rota y la dejé en una repisa. La dejé ahí, para tenerla presente. No por ahora. Cuando llegue el momento, quizás.

Hasta que un día como quien se distrae con un crucigrama me dejé llevar pero, claro, Pantanelli no escribe crucigramas, otra vez estaba entrampado, había sido deglutido por su capacidad narrativa. Y no había sido devorado por la prosa de Flavia, las vísceras que mis ojos recorrían eran las de sus personajes. Corridos, rotos, por eso la evitaba: Pantanelli escribe fuerte, con intensidad, con fuego interno, con diferentes registros, siempre narrando, llevándote hasta el final de cada una de sus ideas. Te compromete con su ficción.

En Sur oscuro la luz del cielo está aquejada de mitos villanos: «los que se pelean se aman». Frases cortas. Dispersiones. La sencillez es la madre de todas las tormentas. Si hay tensiones, hay fuerzas primitivas, hay movimiento. Me quedo en veremos, entre indicios cuando se vienen los Inicios de invierno. Donde cada persona vive un mundo propio. Conflictos infinitos, fuerzas ocultas, dos personajes llevan a cabo tareas disimiles para desembocar en el mismo atasco. Como quien une los puntos del conflicto, me pregunto quien dibuja mejor, cuando la  pregunta es si ¿Sabés dibujar? El espacio entre dos seres humanos se compone de tiempo: edad, experiencias, clases sociales, miedos, orgullos; este es un cuento que trabaja un aprendizaje, como unir todos esos puntos en la maternidad, en una maternidad específica llena de un viejo y sabio juego que se sustenta en el pequeño cariño que aún le tenemos a los hermosos desconocidos.

Los cuentos de Pantanelli son intimistas, incluso al hablar del Teniente Parker, son intimistas. Dibujan en el exterior lo que le pasa al personaje por dentro. El escenario en este caso es una guerra distante. Seguimos a un herido en una caravana, hay un caballo que no es un pony y sangre. Mucha sangre. Una cuestión metafísica se desprende para acompañar a los personajes. Para descubrir que la intimidad no los abandona nunca.

Hay un contagio entre cuento y cuento. Transiciones que tienen su sentido, direcciones determinadas. En Indefectible la cuestión metafísica se traslada a una corporeidad diferente a partir de la traición. La traición nos saca de nuestro cuerpo, en este caso de nuestra intimidad. El estilo sigue siendo detallista, sensible, de observación subjetiva pero el cuerpo se pierde. La persona ya no es ella misma porque las relaciones tampoco son ellas mismas.

Hay una diferencia entre como hablamos con nosotros y como hablamos con los otros. Sobre ese aspecto se trabaja en Terminamos por hoy: Una escena cotidiana, de familia y múltiples voces es recorrida mediante la segunda persona. Se genera una cacofonía, los diferentes planos (hijo, marido, cocina, esposa, profesional) se superponen. La segunda persona sigue ahí, como segunda persona, buscándose en el caos. Quizás sea este el cuento más emparentado a los cuentos de Haceme lo que quieras, el primer libro de Pantanelli, pero hay una distinción en la búsqueda que lo hace propio de Carne Rota.

Si en Haceme lo que quieras había una entrega, en Carne Rota hay una resistencia y ésta es la que define la forma. Dos de oro. Entre este cuento y el anterior hay un abismo. Otro terreno, el de la complicidad masculina y el amor no correspondido. El tratamiento que tiene este cuento es completamente distinto a los anteriores, es otra cosa, creo que está vinculado a como se aborda un universo masculino y como es observado lo oculto y lo que no sucede.

Carne rota, el cuento que le da el título al libro. Acá se trabajan las violencias del campo que quedan en el campo. Violencias que son compartidas en su crueldad, la metáfora recubre con crudeza los otros cuentos. Los impregna de un crujido que antes no estaba o no había querido escuchar.

El crujido que se escucha en Levi’s es el de las formas que devienen objeto y adquieren voz propia para enunciar el deseo de lo imposible: fetichismo marxista auto-consciente. – Para leer más sobre esta idea, sugiero esta lectura de La calle de los cocodrilos, adaptación del cuento de Bruno Schulz por los hermanos Quay.

Cortar por lo sano es una brujería que une la carne de marido y mujer, formas de sobrevivir a pesar del fin, relaciones que nunca terminan; heridas que nunca cierran.

El cuento de ruptura es Popea, en Popea se construye una prisión narcótica en donde la protagonista pasa noches de un sueño obligado. Lo que se intuye en este cuento es que algunos cuerpos astrales que se desprendían por momentos de la carne para verse desde afuera ahora tienen consciencia propia; los sueños de estos espectros se construyen asociando muy pocos objetos. Es la poca vida que les queda, el hálito de sus ideas. Quizás un misticismo que se desprende de la relación con lo cotidiano, construido a partir de muy pocos elementos, un minimalismo formal que le da entidad propia a este cuento.

Wandergúman nos lleva de vuelta al cuerpo, a lo sórdido, al terror más humano y más real posible: La trata y sus diferentes víctimas; los diferentes puntos de vista se abordan con una abuela que muere por encontrar a su hija.

Hay un capítulo del Ulises de Joyce que se llama Sirenas como el último cuento de Carne Rota y transcurre en un bar y hay apuestas. El capítulo es uno de los más experimentales del libro del irlandés. Comienza con un conjunto de consonantes agrupadas y es obligatorio leerlo en voz alta para que las consonantes tengan sentido.

No hay mayor relación con el Ulises que el nombre y el bar como escenario. Quizás Joyce haya conminado a las sirenas a los bares casi sin darse cuenta. Quizás la modernidad solo entiende de sirenas en un bar porque el hombre común no naufraga en alta mar sino en una botella.

Flavia dice que las sirenas llegan con la tele con esa lluvia que hace sh sh shhhhh.

Puede que los sonidos solo se vuelvan literatura en un bar.

Es el cuento más largo de todo el libro y el más complejo. Tiene varias voces, varios personajes, diferentes líneas temporales. Logra presentar diferentes universos. La intimidad tiene un cuerpo y un espíritu, ahora también tiene amigos, conocidos, amores, desamores, trabajos en tierras remotas y nuevas vidas que comienzan. Quizás Popea sea estilísticamente el cuento más experimental del libro pero sin lugar a dudas Sirenas es el más aventurero. Cerré el libro, sobreviví. Quedaron las cicatrices de quien sabe vestir mil pieles. Las fui dejando en cada página, otro tipo de Carne Rota.

Escribe Lucas Iranzi

Lucas Iranzi es egresado de la ENERC, escribió y dirigió tanto cortos de ficción como documentales. También guionó y produjo shows teatrales de escasa difusión. Tiene múltiples personalidades pero no partícipes de un desorden o, al menos, eso afirma él. Sin ir más lejos esto lo escribió él ¿Por qué usa la tercera persona? La verdad: No lo sé.

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