Corazón Kantor

Krakow. 05. 1973.Tadeusz Kantor w pracowni. fot. Aleksander Jalosinski

Relaciones personales de Tadeusz Kantor a Daniel Veronese; una biografía fetichista.

Tadeusz Kantor nació el 6 de abril de 1915 en el este de Polonia y fue uno de los pioneros en el manejo disruptivo de los objetos en la dramaturgia. Estudió pintura y escenografía en la Escuela de Bellas Artes de Cracovia y se tornó clandestino durante la ocupación nazi de Polonia. Al finalizar la guerra, la humanidad acababa de entender carnalmente lo que significaba verse degradada y Kantor había sobrevivido. Tanto el escenario como su ciudad estaban en ruinas. A partir de ahí, ¿Cómo se podía reconstruir el protagonismo? ¿Cómo podía volver el drama a las tablas cuando el drama de la ciudad ganaba por goleada?

Autonomía del método artístico que, lejos de reproducir la vida, intenta eliminar los principios y normas de la vida y por consiguiente no admite ser interpretado en términos de la vida y según su escala de valores (…) Hasta ahora, la acción dramática se construía orientándola hacia la superación del tren normal de la vida, es decir, elevándola por encima del nivel real en la zona de los síntomas intensificados, de las pasiones vehementes, de los conflictos, las catástrofes, las reacciones exageradas de expresión (…) La idea de crecimiento exagerado y de intensificación se transforma finalmente en una ficción ingenua.”

Kantor romperá la barrera entre el público y los actores para presentar una nueva problemática y dirigir la atención del mundo hacia una reinterpretación estética. En 1955 funda el Teatro Cricot 2, un grupo de artistas visuales que irán adquiriendo relevancia progresivamente. Su obra más reconocida se llamó La Clase Muerta (1975). Los límites de la experiencia se imponen. Abandono el relato o, mejor dicho, lo recupero desde otro lugar.

Nací en 1985 por lo que todos estos acontecimientos se encuentran fuera de mi espectro vivencial y siento que no puedo opinar sobre lo que no viví.

Nota 01 Muñeco.jpg¿Por qué acentuar la subjetividad de mis opiniones? Porque el tema así lo requiere. Estamos hablando de lo experimentado. El teatro se reproduce con actores concretos, que representan en cuerpo y alma una dramaturgia. Los actores interpelan a sus espectadores en el espacio tiempo de su vida personal. Los espectadores no son sólo espectadores, son conjuntos de creencias, estados de ánimo, vidas que disponen de cierta pasividad para delegar el protagonismo en los actores. Los actores se hacen cargo de la acción: El desarrollo del drama.

Esta circunstancia tan personal e inmediata, a su vez, es parte de una historia. Forma parte tanto de la historia del arte como de la historia de cada uno de los individuos que la vivenciaron. Me toca sincerarme: Abandono a Kantor, de quién sólo conozco una selección de textos llamada El teatro de la muerte, y voy por una relación más física y personal con el objeto (los objetos) de este (los) texto(s).

La apreciación del objeto inteligente y moderno adquiere otras texturas. La Segunda Guerra Mundial obligó a desarrollar máquinas que facilitaran el manejo de información encriptada. Estos mensajes secretos se transformaron en el corazón estratégico de la guerra. A su vez, ocuparon el corazón de la civilización. Entrabamos en el terreno de la utilización inteligente de las referencias. El objeto adquiere inteligencia. Me remito a mi persona. A mi experiencia. El yo como -mi- objeto en mí.

Viaje astral hacia el más acá

 

En el artículo de Wikipedia Experiencia extracorporal el viaje astral es definido como una  experiencia mental subjetiva, por la cual muchas personas dicen haber experimentado una separación o «desdoblamiento» de lo que llaman el cuerpo astral[2] (o cuerpo sutil), del cuerpo físico. Al ingresar al link de cuerpo astral nos encontraremos con que el mismo vendría a ser un intermediario entre el alma inteligente y el cuerpo físico. Para mí este intermediario podría denominarse tranquilamente interfase.

Estaba en la escuela técnica cuando me interesé por la informática. Quería configurar una inteligencia artificial. “Configurar” es una acotación adulta, en aquél momento quería hacer un robot y el aspecto que me resultaba más interesante de la creación era la creación de una consciencia. Las ramificaciones y mi capacidad para dispersarme me alejaron de la idea inicial. En algún momento me encontré pensando que,  quizás, el teatro tuviera más que ver con lo que estaba buscando: La materialización de una idea interactiva.

Se comenta que es característico de la cultura latina aprender a actuar mediante el ensayo de anécdotas, como si la personalidad se fuera definiendo en la medida en que se definen los remates de cada narración: La experiencia diaria está relacionada con la creación de un personaje. Quizás de forma consciente, quizás de forma inconsciente. El tema de la consciencia no hace gran diferencia. A lo sumo puede evitar que repitamos alguna que otra charla pero no mucho más.

Tenemos una cotidianeidad plagada de recursos estéticos en práctica constante. Recursos estéticos, cuestiones filosóficas. Está todo en movimiento como el teatro contemporáneo: Un teatro que interpela al espectador y lo hace partícipe. Un teatro que genera una tormenta de ideas en el campo de la interpretación. Así lo viví siendo adolescente. Al día de la fecha, aunque tengo algún que otro prurito, la tormenta es inobjetable.

Recuerdo La última noche de la humanidad de Emilio García Wehbi. Una adaptación de la obra de Karl Krauss titulada Los últimos días de la humanidad. Parecido pero distinto.

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La obra estaba dividida en dos partes: En la primera, actores y muñecos embarrados se movían al son de una orgía primitiva y post-atómica, entre risas macabras y desesperadas violencias. La segunda parte era pulcra, una cotidianeidad digitada por una voz maquinal. Salí del teatro impactado, leí más sobre el tema y conocí la historia del grupo teatral llamado El periférico de objetos. Al internarme un poco, conocí la dramaturgia de Daniel Veronese, leí La deriva, un libro en el que se compilan varias de sus obras. Leí que tuvo un referente llamado Mauricio Kartún y me interesé por él. Sólo en escena y en videos me había perturbado y a la vez fascinado el muñeco/objeto. En el texto su peso específico se me volvió un tanto más esquivo. Kartún en sus “Escritos 1975-2001” pondera en los objetos la capacidad de alcanzar lo imposible: lo concreto y lo metafórico coexistiendo. Menciona el ejercicio de un alumno en donde el hielo se enamora de una vela y se derrite en su pasión como ejemplo. Debido a que se trata de teatro para adultos, su complejidad adquiere una forma expresiva abstracta y vanguardista, con diversos relieves.

La tormenta de ideas que generaba lo contemporáneo se seguía propagando en mis fantasías. Tanto en escena como fuera de ella trataba de sobre-interpretar cualquier idea que se pusiera en juego. Mirándolo desde acá, desde este momento de mi vida, pienso en una especie de escritura automática: Un esnobismo automático. Claro que en ese momento no lo vivía como un esnobismo sino como una exploración absoluta de todas las formas expresivas que tiene un objeto e incluso una idea en sí. Estas reinterpretaciones podían alcanzar una modificación social, el desarrollo de un nuevo lenguaje pseudo-telepático y mil fantasías más. Cuando se liberan los demonios interpretativos éstos gobiernan de mil maneras y conviven en democracia. Son tiranías personales, versadas en el multitasking.

Madurar quizás tenga algo que ver con gobernar estas anarquías. No lo puedo definir con claridad. Puedo si recordar que en algún momento hubo que empezar a delimitar y que, entre las ideas, los objetos y las personas estaba todo apelmazado. Era difícil separar, como si cada elemento se hubiera unido al otro, como si criticar o diseccionar fuera imposible.

El “como si” es clave para adentrarme en el carácter estético que encontré con mayor claridad en el ámbito literario. Mientras tanto, tenía que despertarme, trabajar, comer y dormir como cualquier hijo de vecino. La vida es lo que pasa mientras estás haciendo otras cosas. Otros objetos quizás.

Escribe Lucas Iranzi

Lucas Iranzi es egresado de la ENERC, escribió y dirigió tanto cortos de ficción como documentales. También guionó y produjo shows teatrales de escasa difusión. Tiene múltiples personalidades pero no partícipes de un desorden o, al menos, eso afirma él. Sin ir más lejos esto lo escribió él ¿Por qué usa la tercera persona? La verdad: No lo sé.

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