Fotografía: Mauricio Cáceres

De libros, plantas y recuerdos

La Savia es una obra de Ignacio Sánchez Mestre que nos introduce en la vida de Elsa y a través de ella nos lleva a reflexionar sobre las inquietudes humanas desde la sencillez de la cotidianeidad. Con producción original del Teatro Nacional Argentino – Teatro Cervantes, se puede ver todos los sábados a las 20:30 en el teatro Metropolitan Sura.

El primero de abril tuve en mis manos las llaves del departamento en el que vivo ahora. La mudanza iba a ser el fin de semana pero yo estaba ansiosa. Quería empezar a habitar mi nuevo hogar en ese mismo momento así que me tomé un colectivo directo desde la inmobiliaria.

Cuando entré, casi colapso. Me encontré con que la casa estaba, además de ultra sucia, repleta de porquerías: una máscara de papel maché, un papiro egipcio, un cuerno de ciervo, esculturas de cabezas tétricas, una cama de una plaza, muchísimos libros y miles, pero miles de plantas.

Luego de recibir el primer impacto que fue como una cachetada, entre horrorizada y fascinada, me puse a mirar todo con detalle para ir reconstruyendo, en mi imaginación, la vida de Silvia, esa señora que había estado ahí hasta el treinta y uno de marzo. De a poco fui entendiendo: era abogada pero con alguna especialización en psicología; tenía dos hijos: una hija rebelde que viajaba de mochilera y tocaba la guitarra, un hijo artista que había ido a la escuela de dibujo y, en algún momento, había pintado un retrato de Darín con lápices de colores (la madre lo había guardado orgullosamente por un tiempo); del padre de los hijos aún no encontré nada: me inclino por la opción del divorcio, aunque también puede haber muerto.

A ella, la propietaria, la conocí cuando fui a firmar el contrato. Me intrigó y me cautivó desde el primer momento. Estábamos ahí para firmar un papel, para establecer los términos de una relación contractual privada. Sin embargo (y sin que fuera necesario hacerlo), me preguntaba por mi vida y cuando le contaba las cosas que hacía, se mostraba entusiasmada. Me dijo que estaba feliz de que fuera gente joven a vivir a su casa. Fueron esas palabras las que me hicieron pensar en Susana, mi profesora de teatro desde que tuve trece años hasta que abandoné el pueblo a los dieciocho. Ella no quería menores de edad en su taller, pero parece que al final yo era buena actriz porque no se dio cuenta de que era chica y me filtré. Susana me gritaba y me abrazaba al mismo tiempo, me decía nena actúas mal de barrer porque nunca agarraste una escoba en tu vida. Después les insistía a todos con que yo era la mejor. A veces me gusta visitarla cuando vuelvo al pago, ir a esa casa llena de plantas y libros en la que vive Susana. Como Silvia, la señora que vivía en casa y a quien no conozco más que a través del montón de elementos que dejó abandonados en su antiguo hogar. Como Elsa, la protagonista de La Savia, entrañable personaje interpretado por Mirta Busnelli quien, me da la sensación, es muy parecida a estas mujeres de las que vengo hablando.

La obra inicia así, con Elsa sola en su casa, rodeada de sus libros, de sus plantas y de sus recuerdos. La primera imagen: un escenario atiborrado de verdes, el hábitat natural de la protagonista. El olor de las plantas es una invitación, los colores, la escenografía con el vestuario e incluso los pelos de Busnelli, crean una paleta muy pensada, armónica y estéticamente bella.

En esta atmósfera, Elsa pasa sus días. Todo trascurre alrededor de esa cotidianeidad y del lazo que se va tejiendo entre los personajes, ya sean los reales o los ficticios, los que ella misma crea en su escritura ya que, si bien Elsa no se considera escritora sino lectora, ha decidido poner en palabras sus memorias para no olvidar, para dar un espacio a sus recuerdos, para dialogar con ellos y, fundamentalmente, comprender. Así, el Chino (Agustín García Moreno), es el corredor que interrumpe en la vida de Elsa, la motiva en su escritura y en su reflexión y, como un fertilizante, la revitaliza. Lo mismo sucede con Mariel (Constanza Herrera), su empleada doméstica con quien comparte distintos momentos de intimidad. La química que hay entre los tres actores favorece la creación del clima y el desarrollo de la obra.

Todos los personajes que aparecen en escena tienen sus propios dramas. Y aunque sean muy diferentes entre sí, todos tienen más o menos las mismas inquietudes que varían un poco según la edad que tienen, el momento de la vida que están atravesando. Entonces, el concepto de lo “cotidiano” se entreteje con los pensamientos de la protagonista y, en diálogo con sus personajes e incluso con los espectadores, reflexiona de forma activa y dúctil, permitiéndose modificar sus puntos de vista, mutar las ideas del pasado que siempre habían parecido tan claras. Así, aunque sea una persona ya grande se permite seguir creciendo, firme y flexible, en la comprensión de sus inquietudes. Hay algo botánico ahí, ese enraizamiento de las plantas que les permite mantenerse firmes, esa flexibilidad con que se mueven si hay viento, dejan caer sus hojas en otoño, vuelven a brotar en primavera.

En el desarrollo de esta historia, los diálogos se componen de palabras profundas y mundanas al mismo tiempo, que tratan temas vitales tanto desde el humor como desde la poesía. Se destaca el trabajo de Ignacio Sánchez Mestre, autor y director de La Savia, quien además de escribir esos textos también creó un planteo de dirección bien teatral y cuidado.

Luego de ver La Savia, todo me lleva a pensar en que hay algo en esas señoras, en Elsa, en Susana y en Silvia, que me vuelve loca. Será lo atemporal, su seguridad, su falta de prejuicios, su libertad de movimientos. Como las plantas, ¿no? Quizás por eso, a las plantas que me dejó Silvia, yo no las saqué. Es más, las cuido a diario y me emociono cuando brotan. Incluso creo que, como Elsa, yo también las hago crecer con la mirada.

 

Ficha técnico-artística

 

Dramaturgia: Ignacio Sánchez Mestre

Actúan: Mirta Busnelli, Agustín García Moreno y Constanza Herrera

Asistente de Iluminación: Facundo David

Asistente de vestuario: Ailén Zoe Monzón

Asistente de escenografía: Miranda Pauls

Arreglo musical: Facundo Mazzota

Diseño de sonido: Tomás Mesa Llauradó

Iluminación: David Seldes

Vestuario: Lara Sol Gaudini

Escenografía: Laura Copertino

Asistente en escena: Julián Giménez Zapiola

Asistente de dirección: Tomás Mesa Llauradó

Producción: María La Greca

Prensa: Cecilia Gamboa

Dirección: Ignacio Sánchez Mestre

Escribe Mercedes Roch

A veces soy historiadora, a veces ilustradora, a veces docente, a veces escritora pero siempre soy hincha de Independiente.

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