Nancy Giampaolo es periodista y una de las referentes del llamado feminismo disidente. Sostiene que “lamentablemente el feminismo de género está craneado por quienes trabajan para la colonización cultural de América Latina”. Una entrevista de Branco Troiano.
Estás siendo considerada como referente de un tipo de feminismo disidente. ¿Qué te parece el mote? ¿Qué diferencias estructurales te alejan del feminismo hegemónico? Entiendo a qué apuntás con “hegemónico”, pero ¿no te hace ruido una construcción en la que las dos y únicas partes refieran a conceptos tales como el feminismo y la hegemonía, siendo que ésta última casi siempre estuvo atada, en cualquiera de sus versiones, a ópticas machistas?
El mote «disidente» no me parece mal, aunque recelo de las etiquetas. Hablo desde mi oficio de periodista, fundamentalmente. Hago periodismo de opinión, no soy parte de un movimiento. Las principales objeciones que tengo respecto del feminismo que se impone, especialmente desde los medios de comunicación masiva y desde varios sectores de la academia y el sistema educativo (de todo esto creo que se desprende el porqué del uso del término hegemónico que me atribuís), tiene relación con la ruptura de lo que conocemos como «masa» o «pueblo», dos nociones en las que sigo creyendo. Hay una pensadora española muy lúcida, María del Prado Esteban Diezma, que lo plantea claramente al decir que el feminismo está favoreciendo un corte transversal en la sociedad, un corte que divide entre hombres y mujeres (a las que se suman caprichosamente las minorías sexuales), en vez de pugnar por una distinción entre poderosos y ciudadanos de a pie. ¿Qué obtenemos con esto? Lo que se ve todos los días: una élite protegida por un blindaje mediático que prefiere hacer foco en la segmentación social, a través de la identificación de grupos que se controlan mutuamente. «Divide y reinarás». La división sobre la que hay que apuntar es la horizontal, no es lo mismo tener poder y guita que no tenerlos. En cuanto a la hegemonía históricamente asociada a lo masculino: no me hace ruido usar la palabra en el contexto actual, que privilegia los postulados de un feminismo bastante sectario y en algunos puntos ignorante, censurando cualquier disidencia. Las palabras están ahí para usarlas, de acuerdo a la situación y el contexto. Pensá en lo que resultaba políticamente correcto hace 50 años y en lo que es políticamente correcto ahora. Las ideas, como las hegemonías, cambian. El problema en realidad aparece al usarlas sin atender a su definición histórica, como cuando el feminismo hegemónico dice «Patriarcado» sin recordar que el término refiere a los tiempos y sociedades en que las mujeres no votaban, no heredaban, no trabajaban, ni contaban con la mayor parte de los derechos y obligaciones reservados a los hombres. En realidad, al decir “patriarcado” están diciendo “machismo”, que sí existe y hay que combatirlo. Pero eso de “se va a caer el patriarcado” es de una ingenuidad alarmante, que lo dijeran mujeres hace 300 años podría haber resultado revolucionario, en el contexto actual es sólo una prueba de la falta de interés por lo geopolítico, lo histórico, lo científico… Se ponen sentimientos como moneda de cambio de la razón, es un feminismo muy sentimental, muy de repetir slogans poco claros, muy poco reflexivo. Una pena, porque le hace el caldo gordo a aquel necio que dice que las mujeres no saben pensar.
Y volviendo al uso del término «hegemónico»: estoy hablando de la imposición de un discurso monolítico que no debate ideas de fondo, que se cierra a la disidencia, que se masifica mediante la prensa mainstream y la propaganda, que cuenta con financiación internacional, que censura en vez de debatir y que discrimina a las mujeres que no adhieren taxativamente a sus ideas.
Se podría decir que el feminismo disidente tiene más carácter de individual que de colectivo. ¿Es así?
Tiene que ver con lo personal o individual en el sentido de la construcción de una opinión propia y la responsabilidad de asumirla, y con lo colectivo en esto de no escindir las luchas de las mujeres de las luchas de todos, entendiendo el «todos» como algo compuesto por toda clase de personas, excepto, quizás, las que no creen tener nada por que luchar debido a su buena suerte.
¿Quiénes serían las cabezas de este feminismo hegemónico? ¿Y por qué creés que están impulsando esta gesta?
A nivel global son las mismas cabezas de siempre: los sectores de poder a los que les sirve la escisión de las masas para poder perpetuar su dominio sobre ellas.
¿Qué rol juega el multimedio Clarín en toda esta trama?
Clarín está mostrando, mal que le pese al progresismo y a la izquierda, un poco más de apertura que medios presuntamente opositores a Macri, como Página 12. En Clarín podemos hacer una columna yo o Roxana Kreimer, cuyo proyecto “Feminismo científico” es una maravilla en cuanto a difusión de estadísticas reales y argumentos basados en la experiencia científica y la prueba concreta. Roxana es una filosofa realmente muy perspicaz y valiente. Ni ella, ni yo podríamos soñar con ser aceptadas en Las 12 o en medios autoproclamados como de izquierda tipo Cosecha Roja. ¿Por qué Clarín permite cierta disidencia pese a que Cambiemos se sirve del feminismo para tapar todas sus manejes? No lo sé a ciencia cierta, pero calculo que tiene que ver con complacer a los lectores o tal vez con la decisión de algunos editores en particular.
Alguna vez dijiste que el feminismo “actual” oscila entre la violencia y el victimismo. ¿Podrías desarrollar esa idea?
Violencia es no dejar que otro exprese su opinión, es mentir hablando de una revolución que no existe, es presentar estadísticas truchas para lograr objetivos falaces, es escrachar sin recurrir a la justicia con pruebas reales, es censurar un documental como Borrando a papá y cualquier otra obra que desnude los mecanismos de la justicia para favorecer a unos sectores por sobre otros, es propagar una arenga onda Enojate, hermana desde la pobreza argumental, es decirle a alguien que cree en Dios que es un ignorante o un facho, violencia es, en definitiva, intentar imponer una visión sesgada de la realidad sin respetar la diversidad de pareceres y estilos de vida. Victimismo es cagarte en lo que se ha conseguido a mucha honra y presentarte como víctima principal de una sociedad que en realidad tiene víctimas a las que nadie representa en serio como los niños carenciados, los desocupados, los segregados, los precarizados, los expuestos a la contaminación o al crimen (recordemos que el total de las víctimas de gatillo fácil en Argentina son varones), los adictos a sustancias que la policía fomenta como la pasta base, los desplazados de sus tierras para hacinarse en villas miseria, y tantos otros que están muy jodidos, más allá del género al que pertenezcan.
¿Creés posible un cambio de rumbo en el futuro cercano?
Nunca fui buena para vaticinar, pero mi deseo es que el rumbo cambie y que el feminismo sea genuinamente representativo de la realidad de todas las argentinas incluidas las pobres y las católicas, las indígenas o las amas de casa, todas. Que logre interpretar a las mujeres que no viven en los grandes centros urbanos, sin tratar de cambiarlas, respetando identidades históricas y tradiciones. Cualquiera que tenga la suerte de viajar por el país y conocer gente de pueblo sabe que el modelo cosmopolita que pretende imponerse no cuadra con aquella realidad. Negar a una parte de Argentina no me parece buen plan.
Ricardo Piglia siempre remarcaba la importancia de una idea de Paul Valéry, que indicaba que el poder de turno no podía sostenerse solo con “la opresión de los cuerpos”, sino que también se necesitaban “fuerzas ficticias”. ¿Se puede tender algún puente entre esta idea y la decisión de Macri de abrir el debate en el Congreso para el tema del aborto?
El aborto tuvo una prensa desmedida, mantuvo a la gente en vilo y no dejó ver que en paralelo estaban pasando otras cosas aún más graves y complicadas.
A pesar de tus críticas, ¿qué avances notás en la sociedad con esta especie de revolución cultural que se viene dando?
Me parece interesante que se hable de cosas que habían estado bastante tapadas como el abuso intrafamiliar y me gusta que la mujer tome un rol protagónico en la sociedad, siempre y cuando no sea a costa de malas artes. Pero tengo más críticas que otra cosa. Y las tendré hasta que el panorama cambie y los resultados de las acciones busquen la justica social en términos más amplios. Menos slogans, más integración social real, mayor comprensión del mundo. Y al mismo tiempo, el liderazgo debe ser instruido. No sirve un feminismo que no sepa de geopolítica, que no entienda un corno de intereses trasnacionales, que no detecte la vinculación estrecha entre la crisis económica y colonización cultural.
¿Cuáles serían las líneas principales a tener en cuenta en el análisis geopolítico?
Lo más importante a tener en cuenta es que, así como en la vida personal el dinero establece relaciones de poder (lo vemos con la obediencia que le debemos a nuestros jefes porque nos garpan el sueldo, por dar sólo un ejemplo), en la vida comunitaria o en la vida política, el que financia es el que traza las reglas de juego. El poner la geopolítica sobre la mesa en todo este asunto es una misión central del periodismo pero se elude sistemáticamente, salvo honrosas excepciones: hay medios como Kontrainfo, Noticiasentrerios, La Batalla cultural o El Disenso, investigadores, como Nicolás Morás, o referentes políticos como Jorge Rulli o Marcelo Gullo que tienen la sapiencia y la gallardía para hacerlo, pero aún son excepciones. Lamentablemente el feminismo de género está craneado y subvencionado por entidades que no trabajan para el bien de América Latina, si no para la colonización cultural que siempre han practicado las grandes potencias. Las fundaciones Rockefeller, Gates o la Open Society Foundations han trabajado históricamente para imponer en el mundo los «valores» asociados al lifestyle norteamericano y es bastante pueril pensar que obran en virtud de la libertad de economías deprimidas como las nuestras. Lo mismo el Banco Mundial, la Embajada de Estados Unidos –que solventa nada menos que a Casa del Encuentro, la organización que da cuenta de los femicidios que decíamos antes- y otros tantos prestamistas y patrocinadores que le vienen abriendo la canilla a Macri para que desarrolle onerosas campañas de propaganda que de ninguna manera van a servir para solucionar los grandes dramas que padecemos por igual mujeres, hombres, niños y minorías sexuales: pobreza, desempleo, nula productividad, corrupción institucional, desastre ecológico gracias a los monocultivos, reducción de presupuestos en salud y educación, deuda externa, violencia policial y podríamos seguir sumando ítems pero es realmente deprimente. La geopolítica es la gran deuda del periodismo local, (y se acentúa aún más en el caso de las periodistas feministas que parecen completamente legas en la materia) y su estudio llevaría al feminismo a encontrar soluciones autónomas y genuinamente libertarias y representativas de la realidad de las argentinas.
¿Cuál considerás que debería ser la relación entre feminismo y partidos políticos?
Habría que estudiar más a Eva Perón, y esto va más allá de ser peronista o no. Ninguna mujer del país llegó tan lejos como ella, no despertás esa fascinación mundial por nada. Es una mujer que entendió, (lo mismo que la Pancha Hernández o cualquiera de las que acompañaran o se enlistaran en el Ejercito de Los Andes o tantas otras luchadoras y militantes a lo largo del tiempo), que el ser hombre o mujer, en la lucha política, viene después de ser argentino. Lo que importa es saber dónde estás parado en relación al mundo y poner tus habilidades a correr. Si sos un tipo, serán habilidades propias de tipo, si sos mujer, tenés las tuyas.
En su momento, se armó un gran revuelo por la aceptación que tuvo el discurso de Silvia Lospennato en referencia al aborto, siendo que es una diputada de Cambiemos. ¿Cómo viste ese proceso? Tanto el tratamiento del aborto como el caso Lospennato.
Con el aborto, Cambiemos y la oposición fueron un solo corazón. El oficialismo, el FPV y las izquierdas estuvieron mancomunados para que la ley saliera, ahí no hubo partidos políticos, el pañuelo verde lo tapó todo. Ojalá se movilizaran tantas voluntades organizadamente también para otros problemas, pero parece que no.
¿Cómo viste el cambio de opinión en algunos y algunas líderes de renombre, como fue el caso de Cristina?
Cristina actuó a tono con los tiempos y no dejó de lado el sentido de la oportunidad. No recuerdo a otros líderes dándose vuelta porque por suerte durante todo ese periodo me pude dedicar a otros temas de la agenda, no vi el debate completo.
¿Cuál es el rol de la Iglesia en todo esto?
Si la Iglesia no se pone las pilas con sus feligreses, las iglesias Evangélicas seguirán creciendo hasta parir un nuevo Bolsonaro acá. Y de ahí no sé si se vuelve.
¿Qué opinás del lenguaje inclusivo?
El lenguaje inclusivo es, según los especialistas (hay una nota muy buena de Daniel Molina al respecto titulada «Una solución falsa para un problema que no existe») una cuestión derivada de este culto a lo políticamente correcto al que el feminismo de género adhiere sin un mínimo de sentido crítico. La modificación del lenguaje, que se ha dado a lo largo de la historia de manera natural, lleva mucho tiempo y las imposiciones no funcionan. Por otro lado, algo que señala Molina en coincidencia con otros entendidos y que me parece fundamental, es que el castellano es inclusivo en sí mismo, porque lo hablan personas de muy diferentes clases sociales, etnias, edades a lo largo del mundo. Y eso es un capital que deberíamos saber preservar. De todos modos, si uno se aleja de las grandes ciudades, lo más frecuente es que el lenguaje inclusivo mueva a risa, se considere algo de chicos o de tilingos y no tenga una relevancia real.
Ya que nombra a cosecha roja como publicacion de izquierda…
Trabajando con soros en la «agenda» finista y lgbt
http://cosecharoja.org/beca/
Es verdad, para encararse con el establishment -machista, carca, retrógrado-, es preciso un amplio conocimiento del mundo en el que vivimos, de sus tramas. Y también de psicología, filosofía para ver las entrañas de las personas, lo que somos de verdad.
Crack Nancy, y bella. Hace tiempo que habla de esto en medios grosos y en medios indies, me arrepiento de haberla subestimado al comienzo, porque el tiempo le dio la razón en casi todo, ojala la siga por mil años, amé
El otro dia leia a la vieja segato tratando de hacerse la antihegemonica, no se entendia nada, viene una pendeja y te desmonta el feminismo hegemonico en dos minutos, jaja culta, clarisima! bien el periodista tambien
Muy bueno el reportaje. Si bien me parece exagerado ver una conspiración detrás de estos movimientos,es cierto que se mueven intereses. Me encanta que alguien piense por su cuenta y se atreva a decirlo, porque las disidencias se están equiparando a traiciones últimamente, y esto es peligrosísimo.
Tengo 67 añis, soy mujer.
Participe de muchas cuestiones reivindicativas
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Pensé, quien estaba detrás fogoneando tanto fanatismo? Porque de este modo?porque para dividir y no para aceptar la diferencia? (Creo que eso hace el lenguaje inclusivo. )si no aceptamos lo diferente, respondemos en espejo.edo es fascismo.
Me gustó mucho la nota. Gracias
Excelente nota, muy completa con pensamientos claros e inclusivos. Gracias por compartir me gustó leerla.
Ernesto Ábalos
Muy buena nota! Despeja claramente el lugar al que deben apuntar los feminismos: tomar el relevo de la reivindicación de justicia social y de equidad, que en algunos momentos históricos fueron la lucha de los movimientos sindicales y de partidos políticos. Excelente!
Excelente entrevista !!!! Fundamentalmente porque introduce una perspectivización desde la geopolitica. Considero que este modo de abordaje situa tanto la complejidad de nuestro tiempo contemporáneo en releer sus antecedentes -esas otras luchas libradas y sostenidas desde diferentes movimientos sociales y momentos históricos- como la capacidad de articulación en un discurso social que no termine siendo funcional al sistema capitalista en esta faz neoliberal que busca todo el tiempo la destrucción sistemática de la diferencia pero, fundamentalmente, la erosión sistemática y aturdidora de los lazos sociales en su conjunto.
Muchas gracias Nancy Giampaolo y Branco Troiano por la claridad y precisión.
Buscando artículos de feminismo disidente di con esta nota. Efectivamente, responde al falso feminismo «wokista» que va en contra de los derechos de las mujeres. Es capaz de ver le peligro de la iglesia evangélica en la difusión de una derecha ultraconservadora pero no lo ve en el islam político que está haciendo lo mismo pero más bestia. Resultado, al movimiento humanista internacional lo están aplastando mientras que los dolobus de turno se preocupan por los trans para limitar los derechos de las mujeres, de los inmigrantes para hacer más presión a la baja sobre los salarios, y a la separación de la gente en comunidades étnico-religiosas, que no es muy diferente al apartheid o a la idea de lucha de clases. Lo importante es generar violencia y dividir a la gente para que no se organice para resolver los problemas verdaderos.