Con una prosa austera, minimalista, Tao Lin reconstruye las circunstancias de escritura de un novelista.
Autor: Tao Lin Traducción: Juan Agustín Otero
Estoy en la librería. Estoy sentado en un sillón de felpa. Estoy pensando en mi novela. Veo una mujer con un cesto de compras. Hay seis o siete libros adentro. Está comprando libros. Me paro. Ella es muy grande y alta. Camino detrás de ella. La sigo. Se detiene, extiende sus brazos hacia un estante, agarra un libro, pone el libro en la cesta. Me mira. La miro. Trato de sonreír. Fracaso. Miro el suelo. Sigo mirando el suelo. Después miro arriba. Se fue. Camino a la sección de poesía. Me siento en el suelo. Pienso: esto va en mi novela. Saco una lapicera de mi bolsillo. Escribo esto en mi mano.
Estoy escribiendo una novela que sucede en un supermercado. Por eso estoy en la librería. Porque el narrador de mi novela se pasea entre el supermercado y la librería. Estoy inventando esto ahora. Estoy escribiendo esto. En mi mano. Estoy escribiendo una novela. Yo estoy dentro. En mi novela, yo soy yo.
Le pregunto a la gente del centro de informaciones cuál es la política de devolución de libros. Les pregunto a ambos, simultáneamente. Esto es para mi novela. Inclino mi cabeza hacia cada uno de ellos mientras hablo. Uso una sintaxis desordenada. Digo: ¿la política de devolución es cuál en esta librería? Mi voz es débil, inaudible. Me quedo mirándolos, notando sus reacciones. Uno dice: ¿Perdón? El otro dice: Ah. Una tercera persona del centro de informaciones aparece detrás del mostrador, como un robot. Me mira. Mi cuello tiembla, se tensa. Digo: ¿a qué hora cierra esta librería? Todo esto es ensayado. Digo: ¿qué libros tienen de Joyce Carol Oates? Dudan, se miran entre ellos. Yo digo: no importa. Camino rápido a la sección de biografías, me arrodillo, escribo todo esto en la palma de mi mano. La biografía de Sting está enfrente mío. La cara del joven Sting. Escribo esto también. Para mi novela.
En la sección de revistas, camino como alguien que está perdido. Alguien extranjero. Un chico que busca a su mami. Camino a la sección de juegos. Camino por los pasillos. Camino a la sección de música. Camino al café. Camino por las escaleras hacia arriba. Me paro en un lugar. Pienso en mi novela. Me muevo a otro lugar. Me paro ahí. Tengo una idea. Voy y me siento en un sillón de felpa. Mi idea es que el narrador se vuelva loco en la página 100. En la página 99 el narrador va a estar cuerdo. En la página 101 va a estar severamente trastornado. Saco la lapicera de mi bolsillo. Escribo esto en mi brazo.
Voy a la sección de ficción. Elijo libros al azar. Leo la primera oración de cada libro. Leo la última oración de cada libro. Le doy a cada libro un puntaje improvisado. En una escala del 1 al 100. La mayoría de los libros están debajo de 20. Unos pocos libros: no puedo terminar la primera oración. Me aburro. Estos libros reciben como puntaje 1. En mi cabeza, me siento bien. Mi autoestima sube. Pienso: todo esto va en mi novela. Agarro A Heartbreaking Work of Staggering Genius. Me fijo si hay gente. No veo gente. Arranco una de las páginas en blanco de A Heartbreaking Work of Staggering Genius. En la página en blanco escribo la palabra Proeza. Escribo la palabra Mórbido. Escribo la palabra Incongruente. Estas palabras van en mi novela.
Necesito ver qué pasa cuando alguien derrama café en un escaparate donde hay bestsellers de tapa dura. Quiero eso en mi novela. Compro un vaso de café. Voy al escaparate de bestsellers de tapa dura. Está justo frente a la entrada. Me paro ahí. Pienso en lo bueno que va a ser esto para mi novela. Sorbo mi vaso de café. Me quema la lengua. Pongo el vaso de café sobre un libro de Harry Potter. Pongo mis manos sobre el libro de Harry Potter. Levanto mi vaso de café. No puedo hacerlo. Hay todas estas fuerzas invisibles. Empujándome hacia fuera de la acción. Como imanes cargados, en todas partes. Dejo el vaso de café sobre la cara de Harry Potter. Estoy pensando que necesito decir que se vaya a la mierda. Que se vaya a la mierda Harry Potter y empezar a hacer cosas. Estoy pensando que este podría ser un momento crucial de mi vida si sólo pudiera hacer esto. Después de derramar el café, voy a chatear con algunas chicas. Voy a entrar en su círculo de amigas. Voy a volverme su líder. Vamos a tener una orgía. En la orgía, voy a ir embarazando a cada una de las chicas. Voy a tener hijos con cada una de ellas. Voy a llamarlos esbirros. Vamos a vivir todos en Queens. Dentro de un sistema de túneles subterráneos. Voy a darles misiones, como en Fight Club. Mis hijos van a tener más hijos. Pero no importa. Por defecto, todos van a ser Mis Esbirros. Por genética. Van a vivir en mi túnel subterráneo. Van a cavar más profundo. Directo hasta China. Van a viajar a través de la Gran Muralla y reproducirse con los chinos. Saco la hoja de A Heartbreaking Work of Staggering Genius. Escribo todo esto. En mi cabeza, lo releo. Pienso: esto está bien. Pienso: soy un genio.
Me paro aquí sorbiendo mi café. Pienso un nombre para mi novela. Escribo: Yo y Mis Esbirros. Escribo: Directo hasta China. Termino mi café. Alguien viene y me mira la cara. Miro hacia abajo, mis manos, el vaso vacío de café. La persona dice: ¿puedo ayudarlo en algo? Es un tipo. Un empleado. Digo: no. Se queda mirándome. Torciendo su cabeza para verme la cara. Digo: estoy bien. Me quedo mirando la cara de Harry Potter. Sus lentes. Me doy vuelta y me alejo del empleado. Voy a la sección de guías de viaje. Veo guías de viaje de Paris, de las Bahamas. Me paro ahí. Estoy esperando que el empleado se vaya de la entrada. Me paro por un tiempo más. Después camino rápido, pasando el escaparate de bestsellers de tapa dura, y salgo de la librería. Afuera, el sol es amarillo. El cielo es azul. Me paro derecho. Pienso: tengo una buena postura. La vereda es blanca. Pienso: estoy escribiendo una novela. Pienso: soy un novelista.
Me paro en la vereda, sintiéndome superior a toda esta gente que no escribe novelas. Un hombre alto me pasa por al lado. Me pregunto si está escribiendo una novela. Pienso: probablemente no. Siento que soy superior a él. Es más alto que yo, aproximadamente medio metro más alto. No me mira. Entra en la librería que está detrás de mí. Camino al estacionamiento. Mi camioneta está estacionada ahí. Entro. Me siento. Aprieto el volante. Levanto el reposabrazos. Me muevo a la parte trasera de la camioneta. Me quedo ahí por un rato. Me pregunto si mi novela va a hacerme famoso. Me pregunto si debería hacer un viaje para promocionar el libro. Miro una pareja joven besarse al lado de una minivan. Entran en la librería. Me pregunto cuántas novelas han escrito entre los dos. Pienso: probablemente cero. Empieza a ponerse oscuro. Me quedo mirando a la gente afuera. Los sigo con mis ojos. Me pregunto cuántos de ellos están escribiendo novelas, si es que hay alguno que escriba novelas. Miro a una mujer acariciar la cabeza de su hijo como si fuera un perro. El hijo se escabulle y se va saltando. Miro a un hombre correr a través del estacionamiento. Sus amigos le sonríen, desde atrás. Se ríen. Entran en la librería. Estiro mis piernas sobre el asiento. Me muevo, me agacho. En frente mío están los asientos del conductor y de los pasajeros. Me doy vuelta, miro hacia atrás de la camioneta. Está oscuro afuera. Las luces del estacionamiento están encendidas. Me muevo a al baúl. Me quedo aquí. Hay silencio. Me quedo mirando la parte trasera de los asientos traseros. Escucho un auto que se detiene al lado mío. Siento que estoy escondido. Sus puertas se abren, se cierran. Escucho voces. Un hombre y una mujer. El hombre dice: cojamos en la terraza esta noche, podemos tirar un colchón. Se ríen. Después hay silencio de nuevo. Está oscuro. Pienso: nadie sabe que estoy sentado en el baúl. Me acuesto. Pliego mis piernas. Me siento pequeño. Me quedo mirando la oscuridad adentro del baúl. Pienso: esto va en mi novela.
Lea el cuento de Tao Lin en su idioma original aquí, en este blog, publicado en el año 2006.
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