Fotografía: Catalina Bartolone

El poema como forma de conocimiento emotivo

Después (Caleta Olivia) de Nurit Kasztelan, contiene una serie de poemas que trabajan a favor de un acento propio que hace de la temporalidad una ardua labor con la palabra. Una escritura despojada que compone una poética de la ausencia. Transparencia y compleja reflexión; son versos que revelan una conciencia intimista sin aire trascendentalista. El poema como una forma intensa de conocimiento emotivo. Después obtuvo la beca Formación del Fondo Nacional de las Artes, y es el tercero en la producción de la poeta.

 

-Primer pregunta que surge casi como un reflejo involuntario: ¿”Después” de qué, aparecen estos versos?

-Hace poco leí un texto de Sara Gallardo, «Geografía interior», donde ella contaba que tal vez fue en esos días de no hacer nada, donde la escritura terminó de gestarse. Tal vez en esos días míos de ir al Tigre, dónde solo aparecía mi yo contemplativo, que se echaba en el pasto y miraba el río, tanto que el río se le quedaba en los ojos, fue que apareció este libro. Igual, creo que más que después de algo, el libro todo el tiempo se pregunta por ese “después” que no se sabe qué es: “¿y después, qué?” dirían los versos, como si el libro resumiese ese “antes” que tampoco se sabe que es.

-La familia como tema está presente en más de un poema. ¿De qué modo los lazos de sangre transmutan en verso?

-“Deseoso es aquel que huye de su madre” diría Lezama Lima.

-¿Te identificás con el pulso barroco del cubano?…

-La verdad, no. Pero si te puedo decir que me identifico con algo que dijo él que leí en sus diarios: “Uno nunca se dedica a la poesía. La poesía es algo más misterioso que una dedicación, pues yo le puedo decir a usted que cuando mi padre murió yo tenía ocho años y ese hecho me hizo hipersensible a la presencia de una imagen. Ese hecho fue para mí una conmoción tan grande que desde niño ya pude percibir que era muy sensible a lo que estaba y no estaba, a lo visible y a lo invisible. Yo siempre esperaba algo, pero si no sucedía nada entonces percibía que mi espera era perfecta, y que ese espacio vacío, esa pausa inexorable tenía yo que llenarla con lo que al paso del tiempo fue la imagen. Por eso la poesía siempre ha sido en mí vivencial. Alrededor de una palabra, de una pausa, de un murmullo, se iba formando la novela imagen:..”

-En poesía, y leyendo “Después de ver el Monte Fuji”, ¿cuál es la “distancia entre lo que contás/ y lo que en realidad querés decir”?; ¿los separa una gran distancia?

-Esa distancia está en cualquier texto escrito creo yo. En este caso en particular, también expresaba un poco lo difícil de poner en palabras una experiencia que a uno le pegó fuerte, lo modificó por completo: ¿cómo se cuenta eso? Justamente, eso tiene la experiencia, la imposibilidad de ser contada tal cual se vivió.

-“Algo” comparte una mirada gris, no obstante lúcida. Desnuda la realidad a través de una observación de índole pragmática. A su vez, el poema oficia como síntesis del libro. ¿Recordás cual fue su historia?

-Algo apareció después de la lectura de un poema de la poeta mejicana Robin Myers, del libro Lo demás. Fue un efecto tan fuerte el que me provocó leerla que se despertó en mí algo de la libertad de lo formal en la escritura incluso.

-¿Se escribe para olvidar lo vivido, o es más bien, todo lo contrario?

-Un psicoanalista te diría “se escribe para elaborar lo vivido”, ja. Lo que hace la memoria con los recuerdos siempre es caprichoso, que se yo. Uno escribe porque algo lo lleva a hacerlo, tal vez tenga que ver más con el capricho que con el olvido.

-Sin embargo no creo que el capricho te haya llevado a escribir este poemario…

-Si con eso querés decir que soy obsesiva para escribir y corregir, lo soy… pero ojo, también soy caprichosa. Jajaja.

-Sobre el estilo y la selección de las palabras al escribir: ¿lo ves como una operación ética?

-Lo veo como una operación de lectura, me interesa la oralidad, pero más me interesa los poetas que leí que quedan boyando y tal vez aparezcan sus palabras en el libro.

-¿Sos de reeler mucho a tus poetas de cabecera?

-Siempre. Enrique Lihn, sobre todo. Durante muchos años Porque escribí estuvo todos los días en mi mesita de luz.

-¿Tenés al lector en tu mente a la hora de escribir?

-Debería tenerlo mucho más de lo que lo tengo. Una vez una poeta muy amiga, Verónica Viola Fisher, me dijo que para ella era algo clave eso, sobre todo a la hora de publicar, lo que me dejó pensando mucho, porque a mí no me pasa. Puedo intuir que poema le gustará más a tal poeta amigo, cuál no le gustaría nada, pero solo eso.

-Nurit, ¿qué opinión te merece la “poesía del yo”?

-Es raro ese término, que se yo. Lo que yo escribo tiene que ver un poco con la elaboración de la experiencia, pero en realidad lo pienso un poco más como la teoría de Kate Hamburguer de que el yo lírico es un sujeto enunciativo, ella decía algo así como que es voluntad del sujeto enunciativo proponerse como yo lírico. Ahora, no me interesa la “poesía del yo” así como así, me interesa lo que la tradición norteamericana inauguró como tradición de poesía confesional. Soy de citar demasiado, pero tal vez tenga que usar esta frase de Eliot para responder tu pregunta: “La poesía no es un derroche de emociones, sino un escape de la emoción; no es la expresión de la personalidad, sino un escape de la personalidad. Pero, por supuesto, sólo aquellos que tienen personalidad y emociones saben lo que significa querer escapar de ellas.”

-¿Qué visión tenés de la poesía argentina contemporánea?

-Desde mi labor como librera, conozco mucho de lo que pasa en ella. Desde mi yo lector, en general, me interesan pocas cosas en poesía, no tengo ganas de dar nombres, pero si creo que el tiempo limpia y siempre quedan menos poetas de los que actualmente dan vuelta.

-¿Te encontrás escribiendo un nuevo libro?

-Soy muy lenta para escribir. Entre Después y Lógica de los accidentes pasaron cinco años. Así que no, no estoy escribiendo un nuevo libro. Tengo poemas nuevos, pero quien sabe, tal vez formen parte del nuevo libro, tal vez terminen en la basura, tal vez solo quede un verso de ellos.

 

 

Nurit Kasztelan (Bs. As., 1982). Publicó Movimientos incorpóreos (2007), Teoremas (2010), Lógica de los accidentes (2013) y O amor era un jogo istável (2018). Formó parte de la antología Perfecta anarquía (2011). Coordinó el ciclo de lecturas La manzana en el gusano y fue co-editora de la revista No-retornable. Codirige la editorial Excursiones y gestiona la librería atípica Mi casa.

Escribe Augusto Munaro

Narrador, poeta, traductor, editor, periodista y lector incansable. Publicó Ensoñaciones: Compendio de Enrique de Sousa, El cráneo de Miss Siddal, Recuerdos del soñador evasivo, Cul-de-sac, Todo sea por la excepción, Gesta Cornú, Breve descripción de una |sepultura|, Noche soleada, Camino de las Damas, [Hna. Paula], Agnès & Adrien, 1944, Vida de Santiago Dabove, Islandia, A la hora de la siesta, Arletty, El baile del enlutado, La página infinita, Celuloide y El busto de Chiara.

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«Soy omnívoro y muy cambiante como lector y oyente»

De un Instituto de Carreras Alternativas a una muestra de historietas intervenidas, Leo Maslíah, el músico uruguayo que ganó el premio Gardel al Mejor álbum de música clásica y que supo formar parte de un programa de televisión junto a Guinzburg y a Fontova, nos cuenta cómo concibe sus ideas, qué lugar ocupa el humor en su producción artística y qué consume culturalmente por estos días. Su nuevo disco se llama "Últimas canciones".

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