Reseña de la obra de teatro «Un señor alto, rubio, de bigotes» de Humberto Constantini, obra que se puede ver en Teatro El Crisol (Malabia 611, CABA) los domingos a las 20:30hs.
Aquí el tiempo lo cubre completamente a uno. Uno mismo es el tiempo. Creo que hace falta un poco de entrenamiento para sentir esto.
Antes me molestaba esperar. Ahora no. Me meto en la carpa, cierro todas las aberturas y espero. ¿Qué quiere decir «las diez y media»?
Pienso que esperar es una cosa importante. Algo así como una ocupación fundamental. Uno espera y cumple su vida.
¡Estoy macaneando! ¿Qué hora es? Lo que hay que hacer es mostrarse dinámico, optimista. Cara de triunfador. Así se consiguen las cosas. La corbata en su sitio, los puños, caminar erguido. Muy bien.
¡Pucha cómo tarda! ¿Se habrá olvidado de que estoy aquí?
fragmento de Un señor alto, rubio, de bigotes. Humberto Costantini
Fernando Ciardys busca trabajo. Toca infinitas puertas. A cada lugar llega recomendado por alguien. Lo derivan a su vez a otro sitio, de parte de esa última persona. Así, la recorrida se volverá infinita y angustiante. El hombre deambula en una ciudad que le resulta ajena y peligrosa. Se exige a sí mismo no mirar los rostros en la calle, no mirarse los zapatos y no detenerse en su reflejo en los espejos. Si finalmente se observara, vería en esos ojos a un ser que está apunto de rendirse.
La posibilidad de encontrar trabajo lo incluye dentro de ese selecto grupo de personas ocupadas, con un propósito. De esos que caminan rápido por la calle, y no se detienen a mirarlo. Ciardys desearía ser uno de esos, para ignorar a los demás, como lo ignoran a él.
Crítica poética y despiadada sobre el modo de trabajo en la época capitalista, el cuento homónimo del novelista y ensayista argentino Humberto Costantini, toma una dimensión más profunda y existencial de la mano del actor Pablo Mariuzzi.
El grupo teatral Sin Guardia, que ya viene trabajando en propuestas escénicas de alto compromiso social (Alma. de cuando dejó de ser Victoria y empezó a ser Alma, obra declarada de interés cultural en CABA), propone en Un señor alto, rubio, de bigotes un abordaje teatral minimalista. Sin escenografía que tome el foco de la atención, toda la potencia se desprende de la interpretación magistral de Mariuzzi, que nos lleva de viaje hacia las profundas reflexiones de ese hombre desocupado, del que desconocemos otros rasgos de su identidad.
Pequeños cambios en el tono de voz, en las formas de caminar y en los gestos, dan cuenta del vasto universo que encierra el pecho de Ciardys. Un pecho herido por el rechazo constante. El hombre siente un dolor en el corazón, que se irá agudizando a lo largo de la obra. Dolor por no existir, porque se percibe a sí mismo como una persona en la medida en que es nombrado. Pero en cada oficina pronuncian mal su nombre, se olvidan de que está esperando a ser atendido, lo rechazan y humillan. Su salud será un precio muy alto que pagar por conseguir un puesto laboral.
El hombre se habla constantemente a sí mismo. Se alienta para mostrarse triunfador. Repasa aquellos gestos que no tiene que hacer, se acomoda la corbata, practica frases exitosas. Pero la entrevista nunca llega.
Muy próximo a la estética existencialista del escritor Samuel Beckett en la obra Esperando a Godot, el texto de Costantini es un viaje reflexivo sobre la relatividad del tiempo y la identidad. La repetición de una cotidianeidad abrumadora, un espacio insignificante, palabras que se dejan sin terminar, la desesperanza creciente, dibujan no sólo a un hombre rendido, sino a una sociedad de autómatas pisándose en la carrera por llegar hacia algún lugar y ganarle al tiempo. ¿Hacia dónde corremos? ¿Qué significa triunfar? ¿Dónde queda nuestra individualidad?.
Todos se han ido de la oficina, se hizo de noche, pero Ciardys sigue allí firme, esperando. Su actitud parecería tener recompensa porque finalmente ve llegar al señor alto, rubio, de bigotes del que le dijeron que, con seguridad, tendría un puesto para ofrecerle. Pero lo que debería ser una entrevista laboral rápida, se transforma en una experiencia liminal que cambiará su vida.
Ficha técnico artística
Dramaturgia: Humberto Costantini
Actúan: Pablo Mariuzzi
Escenografía: Jorgelina Herrero Pons
Iluminación: Miguel Solowej
Fotografía: Malena Figó
Diseño gráfico: Mariano Falcón
Asistencia de dirección: Luciana Bava
Producción ejecutiva: Armando Saire, Lorena Szekely
Dirección: Leonardo Odierna
Sala: Teatro El Crisol (Malabia 611, CABA)
Funciones: Domingos 20:30hs