Entrevista a los autores de Libres del libro, publicado por la UAI en junio de 2017 y presentado este año en abril, en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. En el libro participan como autores Nicolás Pose, Manuel Pose, Cesar Rexach y Juan Pablo Bertazza.
La primera vez que supe que una película que me había gustado mucho estaba basada en una novela yo tendría diez años, apenas me enteré le pedí a mis padres que me compraran el libro. Misery, de Stephen King, era, como tantas otras obras de su autoría, una novela que habían llevado al cine de manera exitosa, y la idea de acceder a su relato original, a las palabras mismas del Rey del terror, me emocionaba. Me imaginaba que la novela podría contener escenas distintas, insólitas, más oscuras, más sangrientas, otras descripciones, otras imágenes, otro ritmo, otro mundo. Y así fue. Película y libro aportaron dos experiencias completamente distintas. Y aun cuando, en forma inversa, leí primero una obra literaria y luego su versión cinematográfica, como fue con el caso de la serie televisiva La dimensión desconocida que llevó a la pantalla el cuento de Ambrose Bierce, An Occurrence at Owl Creek Bridge (1890), y el de Roald Dahl, Lamb to the slaughter (1953), no dejó nunca de sorprenderme la forma en que las imágenes que yo me había representado mentalmente parecían en el celuloide “más reales” y tan misteriosas como en el papel.
Fundir la belleza de una historia en formato literario con el poder de la imagen proyectada, tiene mucho que ver con que ambas formas artísticas se puedan complementar de manera armónica y, a veces, hasta complementaria. La libertad que se toma el director de cine a la hora de llevar a la pantalla grande una obra literaria es tan amplia que merece, en cada caso, su propio análisis, su propia crítica y sus libros tan libres como el cine del libro. El libro aborda esta temática de manera personal y sencilla a través de dieciocho ensayos de distintas películas que varían desde las distópicas 1984 y Blade Runner, las controvertidas La hora de los hornos, La insoportable levedad del ser y Apocalipsis Now, o policiales como El último adiós, entre otras.
¿Cómo surgió la idea del libro y de la colaboración entre los cuatro?
Nicolás Pose: La idea fue de Juan Pablo. Y desde un principio nos propusimos escribir a través del deseo, es decir, escribir sobre películas o libros que nos gustaban mucho. En algunos casos fuimos del libro hacia la película y en otros, al revés. También teníamos en mente hacer pequeños ensayos, nada que fuera muy extenso, como retazos críticos sobre la transposición. Después de todo la literatura y el cine tienen mucho en común.
¿Cuál fue el criterio de selección de las películas de cada uno?
César Rexach: Mi criterio fue el de elegir películas que no buscaban «reponer» el libro literalmente.
NP: El mío fue buscar películas que homenajeaban la estética de grandes autores o géneros, como es el caso de Chandler y el policial negro en El largo Adiós, Ran de Kurosawa, que también es un gran autor o el universo de Lovecraft condensado en las películas de Carpenter.
Manuel Pose: En mi caso, el principal disparador fue la apreciación que tengo hacia esas películas y a sus directores que, a su vez, están basadas en obras literarias que uno admira o incluso en las temáticas que un escritor puede tener, en especial, alguien como Howard Phillips Lovecraft y todo el universo que conlleva.
En el prólogo explican que hacer una película basada en un libro es una forma de traducción. ¿Piensan que aplica en este caso la frase «traduttore traditore»?
MP: No creo que la frase aplique literalmente, pero sí es una forma de traducción porque el autor de la película expone su punto de vista o su subjetividad cultural en el film que realiza. Y mucho más cuando participa del proceso del guión.
Resumiendo lo que investigaron para la realización del libro, ¿qué aporte creen que brinda el cine como arte, que no lo da la literatura? ¿Creen que es posible que haya más cine que literatura?
Juan Pablo Bertazza: Hace ya muchos años que se viene diagnosticando, por una razón u otra, el fin de la literatura, el auge del cine y las series. A mí me da la impresión de que, como cualquier otro discurso, podrá tener altibajos, sí, pero por supuesto que siempre va a subsistir. Y el secreto de su eterna supervivencia es su especificidad, ese sistema de lenguaje particular muy distinto al que puede encontrarse en el cine o en las series, y que de acuerdo a cada autor puede ejemplificarse con puestas en abismo, fluir de la conciencia, discurso indirecto libre, figuras retóricas, etc. Lo que sí puede estar pasando es que algunos escritores tal vez cometen el error de imitar ingenuamente los recursos de las series: entran en un juego en el que solo pueden perder, descuidan las particularidades que hacen de la literatura un dispositivo único a la hora de contar historias.
MP: El cine aporta el punto de vista narrativo visual y sonoro de sus autores. No creo que llegue a suceder el planteo del segundo punto pero sí que exista o vaya a haber más cine basura, ya está sucediendo. Uno de los grandes problemas del cine actual es la escasa elaboración que existe en los guiones. Cada día se le da más valor a lo visual y a la espectacularidad sonora que al proceso fundamental para que una película sea aceptable.
Me gustaría tomar el último film de Lucrecia Martel, que lleva a la pantalla grande Zama, de Antonio De Benedetto, ¿qué podría satisfacer al lector de Zama? ¿qué podría molestarle?
JB: Poco después de cerrar nuestro libro, salió Zama con todo su despliegue de críticas, aplausos y comentarios. A mí personalmente no me gustó para nada la película. Me parece tibia, aburrida y poco jugada; se queda, según mi opinión, a mitad de camino entre la adaptación lineal y una versión mucho más alucinada. Me llamó bastante la atención porque me gustaron otras películas de Martel (sobre todo La ciénaga) y porque contó con un equipo extraordinario. La mejor explicación que encuentro es que quizás falló en varios niveles la lectura del libro y la traducción que se requiere para hacer el traspaso de un lenguaje a otro… como si en algún punto los realizadores hubieran tenido mucho más en mente Fitzcarraldo que la novela del autor mendocino.
Hay un caso que mencionan, el de Ridley Scott, que para hacer Blade Runner nunca leyó el libro. ¿Creen que la literatura es crucial para hacer un buen film?
CR: No, al menos por mi parte. Una novela, cuento o texto, puede servir de base para realizar una película (que podrá ser «buena» o «mala»). Un director no se define por ser un «buen adaptador» de libros, sino por otras cuestiones más relacionadas con el lenguaje cinematográfico.
MP: Sí, lo es para toda forma de arte. En el cine, la literatura o la narrativa, esencialmente, están en el guión. Si la película no posee un guión potable, siempre va a ser floja, por más que tenga las mejores actuaciones o sea una maravilla visual-sonora.