Luz Darriba les puso polleras a los muñequitos de los semáforos como denuncia de género, intervino la muralla romana de Lugo recubriéndola con medio millón de libros para que fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, hizo una rayuela de libros en Bruselas como homenaje a Cortázar. Luz hace macroinstalaciones, pinta, escribe libros, su mente inquieta captura los temas emergentes en la sociedad para otorgarles formas verbales y figuradas y, de esta forma, exponerlos a una sociedad que las resignifica. Una entrevista de Anahí Almasia con un retrato realizado por María Lublin.
Luz Darriba es una artista multidisciplinar gallega, uruguaya y, también, argentina, porque vivió 22 años en Buenos Aires donde estudió, se formó y nacieron sus tres hijas. Ha recorrido un mundo amplio, que se plasma en su obra.
Una voz potente dentro del feminismo militante, Luz otorga armonía artística a las voces de mujeres silenciadas en cualquier tiempo, ocultas bajo un manto de indiferencia y deliberadamente olvidadas por la historia. No sólo a las artistas, que es lo más parecido a una bruja que prepara brebajes para transformar la realidad, sino a las voces de todas aquellas mujeres que encuentran lugar en sus instalaciones e intervenciones ciudadanas, como la colocación de personajes con polleras en los íconos masculinizados de los semáforos en Señales que no se ven, o en Guante negro, guante blanco donde se visibiliza la violencia de género en la ciudad de Lugo. Además, resalta la labor de heroínas que denunciaron hechos no reconocidos en su tiempo. Luz Darriba denuncia, con cada gesto artístico, esa trama subterránea de un discurso instalado hasta enceguecer la mirada y así les otorga nuevos sentidos.
Alguna vez me dijiste una frase parecida a esta: “si no hay dolor no hay arte”. ¿Seguís pensando lo mismo?
Sí, el arte rara vez es sublime cuando nace de la buena vida. Ojalá no fuera así, pero pienso que nos acercamos al arte como a una tabla de madera en el medio del océano para expresar la disconformidad con la grisura y la maldad del mundo.
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Me gustaría que nos cuentes cuáles considerás que son los hitos artísticos que serían el germen de lo que estás haciendo hoy, sobre todo, como ves la relación entre arte y compromiso con los tiempos que te tocaron vivir.
Para mí no pueden separarse, si el arte sirve para algo es para denunciar, para alertar, para machacar sobre las miserias del mundo. Para poner el foco en la injusticia, en todo aquello que va contra la condición humana. Siempre presté mucha atención a lo que ocurría a mi alrededor y a aquellxs artistas que se salían del canon para dar respuestas contundentes desde sus “barricadas”. Algunxs con mucha conciencia y otrxs casi por casualidad. Y también a aquellxs otrxs artistas que se atrevieron a dejar las tripas por el camino, que se arriesgaron, que no escatimaron tiempo ni esfuerzo ni sensaciones y heridas, para mover las teclas y producir sonidos diferentes. Los movimientos que dejaron huella más allá de la aprobación del establishment.
Hemos visto que las fronteras de la visualización de tu obra se han ensanchado. Se ha expuesto en México, Bruselas, Argentina, entre muchos otros países. ¿Qué sentís con esa interlocución proyectada hacia el afuera también?
Tenemos la suerte de contar con unos medios tecnológicos que hacen que nuestro trabajo se pueda difundir a través de las redes a todas partes. Es algo bueno de la globalidad y la instantaneidad de lo que se hace. Una de arena por tanta miseria y brechas sociales como las que ha ahondado esta globalización.
Hace tiempo, ¿te acordás?, pasamos varias jornadas preciosas discutiendo si un personaje debía usar una palabra y otra, poroto o haba, por ejemplo. ¿Podrías decir que esa obsesión por la palabra justa es el atributo del artista que debe seleccionar del vasto mundo de todas aquellas cosas que forman una armonía?
No sé. En mi caso, la obsesión me lleva a realizar exploraciones arqueológicas en la escritura. Creo que las palabras son herramientas muy poderosas que pueden crear mundos y destruirlos. Es necesario leer mucho para poder llenar el almacén y tener un buen surtido de posibilidades. En los últimos años se ha ido deteriorando la belleza de la creación con la palabra, a fuerza de amputarla o vaciarla de contenido. Son tiempos muy difíciles para proponer caminos complicados… Y no estoy hablando de las imposiciones de una u otra lengua a través de sus regidores arcaicos (como la RAE, por ejemplo), estoy hablando de la pobreza resultante de la escasez y la poca variedad de lecturas estimulantes, de la baja calidad de la expresión hablada o escrita en los mass media, de la precariedad verbal de las personas que actúan como referentes… Un cúmulo de condiciones que restan.
En la presentación de tu libro Abril te referiste al poder como una cuestión central. ¿Cómo entendés el poder en el marco de las luchas de las mujeres por sus derechos?
Las mujeres no tenemos el poder desde hace milenios, y no hablo de poder sobre lxs demás: no tenemos poder sobre nosotras mismas, sobre nuestro cuerpo, sobre nuestros deseos, ni respeto a los derechos que tenemos como seres humanos. El poder que sí tenemos, como explotadas que somos, es el de concienciarnos, unirnos, establecer alianzas y acciones reivindicativas. Lo hemos visto en los últimos años, a medida que crecía nuestra respuesta (movilizaciones 8M y otras), se ensanchaba también la reacción de la caverna. Y así estamos… Es cierto que hemos conseguido muchas cosas, con no poco tiempo ni esfuerzo, pero son muchas más las que nos faltan, y las que tenemos, como nos advirtió Simone de Beauvoir, siempre están en peligro. Los feminicidios no cesan, ni las violaciones, ni los acosos. Entre micro y macro machismos se dirime nuestra vida y nuestra lucha. El patriarcado tiene las garras muy afiladas, pero finalmente se va a caer. O al menos eso es lo que yo sueño, y no para mí, para todas aquellas que vendrán luego.
¿Qué vínculo entablás como artista con ese poder?
Con el poder real, el que mueve al mundo, la zarpa de lxs poderosxs, ninguno. No les interesa el arte ni la cultura, y mucho menos la feminista y contestataria. Con la creación de poderes alternativos para las mujeres y todos los desposeídos, toda mi energía vital está comprometida en ese sentido.
Viajaste a Medio Oriente, a Irak y a Palestina, y te referías a la tendencia de la condición humana de intentar sobrellevar una vida normal en medio de las dificultades.
Sí, las personas encontramos el modo de seguir viviendo incluso durante las peores catástrofes o tragedias (muchas de ellas evitables). Nuestro mundo viene, desde tiempos inmemoriales, sobreviviendo a sus propios despropósitos. Los seres humanos aprendimos a sobrellevar las peores desgracias, y necesitamos darle un aire de normalidad a cualquier situación, por más incontrolable que sea. Ir a la escuela (o asistir a clases virtuales cuando las circunstancias, en este debido a la COVID19, no permiten la presencialidad), acudir a nuestro trabajo y quehaceres diarios. Es una manera de sobreponernos y privilegiar la vida. La vida siempre es más poderosa que la muerte.
Tu característica de artista multidisciplinar llama la atención, escribís libros, pintas, hacés instalaciones artísticas y curaduría de otras. ¿Es la disciplina previa a la obra o la obra te pide su lenguaje y forma de plasmarse en el mundo?
No, cuando escribo, escribo, y cuando hago una macrointervención es porque tengo que trabajar en ello. La escritura apareció en mi vida (aunque siempre estuvo) en los últimos diez años. Y al igual que la pintura es muy excluyente. Cuando escribís no podés hacer otra cosa. La pintura sale a veces, pero desde hace veinte años me he dedicado prácticamente a las macrointervenciones urbanas y a las instalaciones. Nada es caprichoso, todo ha tenido su razón de ser o, en realidad, de no ser. Las crisis sucesivas me han obligado a renunciar a parte del espacio de trabajo; eso ha redundado en beneficio de la escritura. Para escribir se necesita muy poca infraestructura. Cuando las cosas comenzaban a mejorar apareció la pandemia. Momentos propicios para la introspección absoluta que requiere la escritura. Y la necesidad de garabatear nuestras impresiones acerca del mundo son muy fuertes.
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¿Es más difícil para una mujer sacar adelante una carrera artística? Imagino la respuesta, pero quisiera que me respondas igual.
Por supuesto que conocés la respuesta. Para una mujer raya lo imposible. Y siempre ha de conformarse con que esas leyes no escritas se cumplan a rajatabla. Imagínate, además, tener hijxs, con o sin pareja (a veces es exactamente igual en relación al escaso compromiso de muchas parejas con la crianza). Excepto que hayas nacido en el lado privilegiado del mundo y con una familia de origen también privilegiada, las posibilidades que tendrán son infinitamente menores a las de un colega hombre en iguales circunstancias.
Para empezar, el arte es algo de lo que la sociedad en general puede prescindir sin que le duela. Imaginate el arte producido por mujeres. Histéricas que hablan de sus embarazos o menstruaciones, que bordan, que cosen, que tejen, que pretenden compararse a los que siempre se han considerado los “maestros”. Si hasta antes de ayer eran apenas “musas”, y bien felices que debían estar por ese trato… Ahora resulta que quieren darlo todo vuelta y hacer dudar a las masas de sus apreciaciones mantenidas durante centurias… Ironizo, claro. Por supuesto que no creo en los genios de ningún sexo y afirmo que el talento no tiene género. Lo que sí tiene es, según al que pertenezcas, más dificultades o más privilegios. Y a todo esto agregale los hándicaps de las mujeres trans, racializadas, empobrecidas, prostituidas, etcétera.
¿Es necesario para una mujer artista ser feminista?
Yo creo que ser feminista es necesario, urgente y prioritario para cualquier mujer. Ser mujer y no ser feminista, en un mundo que nos aplasta por el mero hecho de nacer mujeres, es un contrasentido. Tan absurdo como que un obrero sea de derechas. Pero te voy a decir más: los derechos de las mujeres son derechos humanos, somos más de la mitad de la población de la Tierra. Ser feminista, es decir apoyar la lucha de las mujeres por sus derechos, debería ser prioritario para cualquier ser humano.
Algunas de sus obras son:
CUMULUM, muralla de libros (2000) Proyecto que rodeó los 2300 metros de perímetro de la muralla romana de Lugo con más de medio millón de libros. La gran mayoría de los libros utilizados para la intervención fueron enviados a proyectos de incentivación a la lectura de la UNESCO en Latinoamérica.
GUANTE NEGRO, GUANTE BLANCO (2005), instalación de treinta mil pares de guantes negros y blancos en la plaza de la Catedral de Santa María de Lugo, en Lugo, para poner en relieve la existencia de la violencia física y la violencia simbólica que se ejerce contra las mujeres. esta acción fue portada del diario El País (España) el 26 de noviembre de 2005.
SEÑALES (Lugo, 2006 y 2009 en Buenos Aires), junto a Micaela Fernandez Darriba, instalación que incorpora la figura femenina a 72 semáforos en el día Internacional de la mujer trabajadora. Posteriormente, fueron replicadas en distintas ciudades del estado español.
Amo el compromiso de estas dos mujeres. Al patriarcado se lo tumba.
Brava, María Fernanda. Se va a caer.
Muy buena esta nota chicas! se agradece ese oxígeno que se recupera al leerlas. Gracias!
Hermoso reportaje. Profundo, importante. Muchas gracias!!
Artista necesaria. Como esta nota para llegar a conocerla.
Talentosa Luz!!!!Bella mujer q tuve el privilegio de conocer en Buenos Aires durante un taller de lectura feminista!! El espacio público debe ser tomado para visibilizar nuestras opresiones!!