Recorremos la obra Reunión del artista performer escritor Dani Zelko. Acerca de cómo la realidad social y pandémica modifica los modos de concebir el arte. Poemas encontrados en diálogos entre personas. Pasen, no se lo pierdan. Collage: María Lublin.
“La vida es entre bueno y malo
Pero hay situaciones que sacan lo malo
Y con esto del coronavirus
Lo malo se puso peor”
(Lengua o Muerte de Dani Zelko, 2020)
Un artista camina por el mundo recolectando palabras de otras personas y las transcribe en papel. Rápidamente, toman la forma de obras escritas. Cualquiera puede verlas con sólo acceder en Internet al link del trabajo Reunión. De esta manera, Dani Zelko recorta un pedazo de la realidad de otros y pone escritura a sus voces. ¿Quién habla? ¿Quién escribe?
Zelko ha creado un dispositivo consistente en ofrecer la transcripción de las palabras que alguien le dicta y volver polifónica la voz en una sucesión de performances que desmontan la idea de una sola autoría. Mejor que nos lo explique él:
Caminando sin rumbo por ciudades, pueblos y comunidades rurales de América,
conozco a algunas personas.
Las invito a escribir.
Nos sentamos, me hablan y escribo a mano todo lo que dicen.
Nada se graba, no se hacen preguntas, no se edita posteriormente.
Cada vez que hacen una pausa para respirar, paso a la línea que sigue:
(…) Al principio, en un encuentro, la palabra hablada se transforma en palabra escrita.
Al final, los poemas hacen posible un encuentro que se vuelve palabra oral.
Los poemas contentos: están entre dos personas y no entre dos hojas.
Zelko cumple su tarea de escucha y escriba transcribiendo las palabras como poemas, los edita en forma de libro que imprime en su mochila imprenta esa misma noche porque al día siguiente se reencontrarán. Sucede la Reunión donde quien escribió a través de Zelko recibe los libros con sus versos y los reparte entre los miembros de su comunidad. Alguien lee en una ronda de nueve personas en nueve sillas y se reactiva la magia de estar entre otras y otros a través de los portavoces y escuchas sucesivos.
“Yo trabajo con palabras”, se presenta este palabrista, como se nombra a sí mismo, que es también un artista operante (Benjamin, 1934) en su tiempo y con las condiciones de productividad del momento socio histórico político cultural en que se inscribe su obra. Zelko deja en evidencia el dispositivo y los actores son concientes del artilugio, este distanciamiento forma parte de la conciencia, del ejercer la posición sujeto que resemantiza lo dado. En términos de Benjamin, el artista es llevado a “cavilar” su posición frente a los medios de producción y dentro de la definición de artista queda incluido el hablante que dicta. Así como Benjamin estaba atento a la modernización técnica que alcanza a la cultura, también Zelko realiza un juego de ida y vuelta de lo manuscrito hacia la impresión portátil y su arte se ve influido por la posibilidad técnica de trasladarse a zonas alejadas o no, y su reemplazo por la tecnología telefónica. Tampoco se hace posible el encuentro de cuerpos entre hablante y escritor o entre los 9 de la reunión o su comunidad.
Foster (2001) se preguntaría si es posible representar a los sujetos subalternos, al otro, la otra, les otres, sin convertirse ni en mecenas ni en benefactor y al mismo tiempo aportando a las transformaciones del artista sobre la realidad en su tiempo. Se pregunta entonces si existe alguna exterioridad absoluta, entendiendo que lo diferente impacta en nosotros. Este huracán globalizante que trae lo diverso y nos interroga no significa cancelar las diferencias en las similitudes, sino, por el contrario, el propio ser constituido en el intercambio profundo con la sujeto alterno como forma de acceder a la propia subjetividad del ser en el mundo.
El coleccionismo de Walter Benjamin le permitió formular un concepto original de historia. Coleccionar implica rescatar algo e incluirlo en una serie para otorgarle valor. Así como Benjamin desarrolló la teoría del autor como productor en su diálogo con Brecht acerca de las condiciones técnicas en que se produce la cultura y en las que participa el artista, este artista pareciera establecer un testimonio de las posibilidades que el arte ofrece en este tiempo: Zelko podría pensarse como un coleccionista de voces que produce extrañeza en las palabras al hacerlas circular en un entrelazamiento de textos, de voces. Como conector de mundos discímiles habilita un tercer mundo sólo existente en la confluencia de esos que se encuentran. Rescata la reunión humana como un portal a otros mundos que también están en éste, pero que no se ven a simple vista.
En el programa televisivo Caminos de tiza, Dani Zelko dice: “las palabras como materia necesitan de un cuerpo para existir y la escritura es un método donde las palabras juegan a separarse de un cuerpo”. Esas reescrituras, mutaciones, formas de la memoria que alteran lo dicho para siempre y, una vez tras otra, arman nuevas formas de estar en el mundo. La certeza de que puede haber infinitas reescrituras que otorguen al relato el valor de un testimonio que resubjetiviza al hablante convertido en escritor y resignificándolo en cada lectura asciende en una espiral subjetivante sin fin. Esta conversión se favorece por la posibilidad de un dispositivo que convierte dos cuerpos en uno: “Un encuentro de a dos en donde hay uno que habla y otro que escribe bien rápido en el cuaderno, es como compartir un cuerpo. Las dos personas tienen un rol activo”. Este cuerpo compartido donde una parte que dice las palabras y otra parte del cuerpo las escribe. Las palabras necesitan de un cuerpo para existir, nos dice Dani y abre con esto la dimensión material del arte, “y las palabras juegan a separarse del cuerpo y estas palabras necesitan que yo les de sonido… y después cuando hay una ronda y una persona le lee a otra persona se empiezan a mezclar todas estas cuestiones de cuerpo palabra, de quien es quien, un coro de voces”. Se cuestiona la voz autoral y Zelko afirma de su posición: “un yo desesperado por salir del yo”. Para graficar cito:
“Queremos agradecer a todos los peñi
y lamuen (…) A todos los pichi huentru (niños) y
pichi zomo (niñas) que resistieron a tan
fuerte represión y golpiza de las fuerzas
represivas”.
En esta performance, la parte del cuerpo que escribe toma las palabras en mapuche proferidas por el cuerpo que habla. Entre paréntesis y, en algunos casos, se ofrece la traducción: niños, niñas. Parte de los agradecimientos están en mapuche sin traducción y otras palabras en castellano cuya forma en mapuche no aparece. Mezcla de cuerpos, de lenguas y la traducción o no dando cuenta de esa fusión.
La última reunión Lengua o muerte es de abril del 2020, plena pandemia del Covid 19. El epígrafe antiespiritualista pandémico al inicio de este texto nos introduce a una obra dedicada a dar voz a la alteridad. Zelko ya no puede desplazarse por el mundo, pandemia mediante la forma del dispositivo varió: contactó al Movimiento Migrante por la Lengua y los cuerpos ya no comparten el mismo espacio físico, ahora están a cada lado de una línea telefónica. Zelko escucha y graba (antes no lo hacía), después escribe y del otro lado el hablante recibe lo hablado de forma escrita. Lo imprimen y es distribuido entre la comunidad de hindúes que viven en Madrid a quienes se les ha muerto un familiar porque la ambulancia tardó 6 días en llegar. El motivo: cuando llamaban no comprendían sus palabras. El significante desligado de su significado no une los cuerpos de quien habla con el cuerpo de quien debería acudir en ayuda. En Lengua o Muerte, a pesar de lo telefónico, sucede la Reunión. Queda en evidencia la falla del dispositivo sanitario y comunicativo en que dos cuerpos podrían ser uno a los efectos de no abandonar un cuerpo. Esta obra articula lo que en Benjamin (1934) es el compromiso como artista que refuncionaliza y piensa su condición como productor en relación con los medios técnicos del momento. El relato individual se torna colectivo y cobra una relevancia que no adquiere en su aislamiento. “La sociología y la microhistoria, la antropología y el psicoanálisis, así como tantas otras disciplinas, nos han mostrado que no hay “temas sin importancia” para las ciencias sociales y las humanidades: todo acontecimiento humano, socio-cultural, es pasible de ser interrogado por nuestras insistencias” (Farneda, 2016). Parece que es así, “las palabras juegan a separarse del cuerpo” y sí, Zelko produce contrarrelato y nos interroga: ¿De quién es esa voz?
Bibliografía
Benjamín, Walter, (1934) El autor como productor. Conferencia en el Instituto para el Estudio del Fascismo, Paris.
Cámara, Mario (2019) Reunión de Dani Zelko. En Revista Guay. Universidad Nacional de La Plata.
Farneda, Pablo (2016) Nuestras brujerías: conocimientos situados y descolonialidad de los saberes. Rev. Arg. Hum Cienc. Soc. 2016; 14(2). http://www.sai.com.ar/metodologia/rahycs/rahycs_v14_n2_00.htm
Foster, Hal (1996) La política cultural de la alteridad: el artista como etnógrafo. En El retorno de lo real. Las vanguardias a finales de siglo, Madrid, Akal, 2001.
Zelko, Dani (16-9-2017) Programa Caminos de tiza “De escribas y escribidores”. Televisión Pública Argentina.
Zelko, Dani (2016-2020) Reunión. https://reunionreunion.com/DANI-ZELKO
Todo un descubrimiento. Muy linda nota.
Anahi, me encantó conocer a Zelko y el análisis sensible y profundo que hiciste de su obra y procedimientos.
Anahi siempre nos amplías el mundo! Gracias!
Y gracias a Dani y la gente con sus voces!
Felicitaciones! Buen tema, buena nota. Gracias!
que linda nota. Gracias por acercar a este artista que de otro modo, no hubiese conocido!