Remedios Varo, el alma transmutada II

Tiforal, Remedios Varo, 1947

Segunda entrega de la serie sobre la obra de Remedios Varo para acompañar la sorprendente exposición a puertas cerradas en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires durante la cuarentena 2020. Su obra y algo del sentimiento de irrealidad que hoy resurge cuantos más días de cuarentena acarreamos, es una buena oportunidad para establecer conexiones entre su obra y la cosmovisión que tutelaba su vida.

El nombre que nos nombra.

Empecemos por el principio, se llamaba Remedios Varo. ¿Cómo afecta el nombre que nos nombra nuestra posición en la vida? En todo caso, ¿cuál fue la forma particular de remediar las cosas para Remedios? Ella encontraba en cualquier conducta (saludo, sueño, carta, cuadro) la posibilidad de transmutar una realidad en otra, atenta de los efectos de cada acto o pensamiento. Para descubrir los caminos por los que esa operatoria sucedería para ella, es necesario descubrir ciertas confluencias. Cuando Remedios Varo describió su cuadro Armonia (1956) lo dejó muy claro: “El personaje está tratando de encontrar el hilo invisible que une todas las cosas; por eso, en un pentagrama de hilos de metal ensarta toda clase de objetos, desde el mas simple hasta un papelito conteniendo una fórmula matemática (…) Soplando por la clave que sostiene el pentagrama debe salir una música no sólo armoniosa, sino también objetiva, es decir, capaz de mover las cosas a su alrededor si así se desea usarla”. (Remedios Varo. Cartas, sueños y otros textos, p. 39. La negrita es mía). Las mismas conexiones aparecen en obras como Los Ancestros (1956), donde una mujer teje con hilos que salen de un cuerpo habitado con sucesivos pasadizos a un interior infinito; o en Retrato del doctor Ignacio Chávez, (1957), cuya presencia está ligada a los astros del cielo a través de hebras blancas; en Bordando el Manto Celeste (1967) unas mujeres tejen la superficie del planeta utilizando filamentos que salen de un caldero alquímico, dirige las acciones un ser que sigue instrucciones de un libro.

 

Bordando el manto terrestre, 1961, Remedios Varo

 

Vecindades fructíferas

Según esta forma de comprender la creación, también los vínculos entre las personas, para Remedios, están sometidos a las mismas leyes de la existencia: la decantación de relaciones sociales sucedería por afinidad en el mundo objetivo y, sobre todo, por relaciones en vidas pasadas o hilos invisibles que unen las almas de esos seres. Entonces, su amistad profunda con Leonora Carrington, excede a los intereses artísticos comunes y las sumerge en una exploración de las fuerzas ocultas en sus estudios compartidos del pensamiento alquímico. Remedios vivía en Alvaro Obregón 78 de la ciudad de México, iba al mercado, después a la casa de Leonora en la calle Chihuahua y a la casa de su otra amiga, la fotógrafa Kati Horna a la vuelta de la esquina. El tiempo que ellas compartieron en La Roma, la colonia de la ciudad donde se asentaron por diez años, se desenvolvió entre esas pocas cuadras. Sin embargo, hay otro tipo de vecindad que quisiera describir, la de las conexiones producto de un impulso creativo. Remedios, además de pintar, hacer esculturas, recetas y juegos literarios, era afecta a escribir cartas a desconocidos. A veces tomaba sus nombres de la guía telefónica de México o también de la guía que, según se relata en un cuento de Carrington, habría robado en un hotel de París. Fantasía o realidad, el hecho es que esos listados eran utilizados para seleccionar personas al azar o por el llamado de la musicalidad de un nombre. La carta número 5 empieza así: “Estimado desconocido”, después de algunas explicaciones de rigor continúa: “Le propongo que venga a pasar el fin de año a la casa (…) He elegido su nombre casi al azar en el libro de teléfonos (…) Yo me encontraré entre los invitados y usted deberá adivinar quién de ellos soy. Creo que esto puede ser divertido (…) Ah, tampoco se trata de una empresa galante, es más bien un experimento psico-humorístico, nada más. Estoy casi segura de que no irá usted. Se necesita un aplomo enorme para hacerlo y poquísimas personas lo tienen (…) Bueno, quizá hasta pronto… Pensándolo bien, creo que estoy más loca que una cabra. No se haga ilusión de que la sala será atravesada por una aurora boreal ni por el ectoplasma de su abuela, tampoco caerá una lluvia de jamones ni sucederá nada de particular, y, así como le doy estas seguridades, espero que no sea usted ni un gangster ni un borracho. Nosotros somos casi abstemios y medio vegetarianos” (pág. 76-77).

Considerando las vinculaciones invisibles, Remedios estaba atenta a esas fuerzas ocultas. En la siguiente carta, se trataría de un amigo real (carta número 3): “Muy señor mío, he dejado pasar un tiempo prudencial y ahora creo, es más, tengo la seguridad de que vuestro espíritu se encuentra propicio a comunicarse conmigo. Yo soy la reencarnación de una amiga que tuvisteis en otros tiempos. Ella era poco agraciada físicamente hablando… Afortunadamente, mi actual encarnación sólo ha conservado como característica física el cabello rojizo”. Así, con ese tono humorístico, su misticismo dejaba margen para que el interlocutor sonriera. Remedios era consciente de que estas cuestiones sólo podían ser expresadas con seriedad ante determinadas personas. El origen surrealista de ciertos juegos aprendidos en su juventud se entrelazaba con la creencia alquímica, más profunda e íntima, que las técnicas de la vanguardia artística con la que se vinculó en Paris.

Queda a la luz el mecanismo: si hay hilos que conectan todas las cosas, un movimiento en una pieza del engranaje o en la sustancia de alguien moverá los hilos en otro ser. En el primer artículo sobre la artista relatamos el sueño donde ella tejía su destino al de su amado, aquí los hilos tejen el futuro, los “destinos”, a través de un acto en el presente. Por eso Remedios también daba consejos y creaba recetas en su forma alquímica de comprender el mundo. El tono humorístico y juguetón de la receta transcripta a continuación no debe llevarnos a engaño. Detrás hay una sugerencia solapada, se pueden inventar recetas para todo, para salvar al mundo o bordar su manto terrestre (cuadro Bordando el manto terrestre, 1961), tejer el destino juntos atándolo al del amante o para provocar sueños eróticos como se observa en las siguientes notas de la artista:

 

Más allá del humor que Remedios implementaba en estos juegos creativos, el borde entre lo lúdico y la realidad se desdibuja. Tenemos a una creadora jugando a provocar situaciones y ensayando seriamente cómo alterar un tiempo por venir. ¿Cómo no iba a creer en el poder alquímico de las palabras, de los sueños, del dibujo y la pintura, si ella misma se sentía una muestra de la alquimia de la creación? Como lo somos todos, como lo serán los que vendrán. Si la imagen de un Dios todopoderoso atraviesa las mentes de muchos al escuchar la voz interna que les dice: “no hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”, en Remedios la cosa es más directa, un hilo conectará a los seres, a los objetos, a los animales. Ojo con lo que irradias, traduzco, porque de ello depende tu destino.

Esta cosmovisión acerca de la efectividad de las fórmulas transformadoras podría calmar, habilitar un camino para torcer lo que no deseamos, pero no es infalible, existen momentos angustiosos (sin recetas que calmen, podríamos decir) como los que Remedios describe cuando intenta aplicar alguna solución a un agujero que se estaría produciendo en la capa atmosférica. Nos enteramos por una carta que le escribe a un científico que le ha comprado un cuadro, se trata de la carta número 8 del 11 de noviembre de 1959 en la que puede leerse: “Espero que si se dedica usted a la experimentación química no le pase lo que a mí. Creo que se lo puedo contar: yo hacía experimentos para encontrar un producto que, por extraño que parezca, no era ni un elixir para la eterna juventud, ni el medio de transfomar en oro todos los sólidos de mi alrededor…”, describe las experimentaciones y lo que sucedió con la música en relación con las sustancias con las que trabajaba y finaliza: “Esta partícula de sustancias, insensible a la gravedad, era, afortunadamente, muy pequeña y, después de haber hecho diversos cálculos matemáticos, he llegado a la conclusión de que la tierra no perderá su atmósfera antes de 62 años. Evidentemente no tenemos que inquietarnos personalmente, pero debemos pensar en nuestros sobrinos y descendientes. Esta es la razón que me empuja a buscar la manera de poner una tapadera en este agujero peligroso que hay en nuestra atmósfera” (el subrayado es mío). Luego se extiende en explicaciones de los procedimientos que implementó: reunir los elementos y ponerlos en el mismo lugar sobre la mesa, juegos de sombras y sonidos. ¿Qué voy a hacer?, pregunta finalmente mientras pide consejo al interlocutor de su carta, el científico desconocido.

En 1974 se extendió la noticia: los investigadores Frank Sherwood Rowland y Mario Molina contaron al mundo que los aerosoles de laca para el pelo dañaban el componente de la atmósfera que nos protege de la radiación ultravioleta solar. Ahora bien, ¿cómo fue posible que una Remedios Varo, que mantenía correspondencia con uno de los compradores de sus obras, hubiera puesto palabras a un experimento alquímico relacionado con una “tapadera” para el agujero de la atmósfera? Relacionar ambos hechos separados por 15 años de distancia (1974, año en que se describió el agujero) podría resultar exagerado para cualquiera, sin embargo, el enigma es parte del universo Varo. Podemos calcular: 1959, el año en que ella escribió estas notas más los 62 años que nombra da por resultado el año que viene, 2021.

Las anticipaciones en el arte son ya conocidas. Es como si a prueba de estar ensayando configuraciones armónicas se descubrieran, construyeran, asimilaciones de configuraciones sensibles. A mayor concentración en la creación, mayor efecto de captación de esas configuraciones universales. En este caso se trata de la escritura de una carta a modo de juego creativo tomado con la mayor seriedad. Ella era como una detective de los dolores del universo para remediar, curar, sanar, reparar. Y, como si eso fuera posible, se esforzaba por reparar lo solamente intuido en los entrecruzamientos de planos temporales.

 

Bibliografía: Remedios Varo. Cartas, sueños y otros textos, introducción y notas de Isabel Castell, México, Universidad Autónoma de Tlaxcala/ INBA, 1994.

Lydia Carey, Sanya Hayland, (2018) La Roma. México City Streets. Penguin Random House.

Escribe Anahí Almasia

Anahí Almasia nació en Buenos Aires, es argentina y española. Es psicóloga de la Universidad de Buenos Aires y Magister en Patologías del Desvalimiento de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales. Algunos de sus trabajos y tesis psicoanalíticos dan cuenta de una búsqueda artística alrededor de la obra de Borges, Gabriel García Márquez, Yves Klein y Frida Khalo. Sus libros de ficción son Matu Ketami. El tiempo de Troful, El Juego de Barbazul (junto a Valeria Castelló Joubert), el libro de cuentos Lo que el viento no se llevó (en coautoría con Luz Darriba). Trabaja actualmente en una película y en diversos proyectos culturales.

Para continuar...

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Anahi Almasia nos deleita con unos canapés museísticos. La magia de Remedios Varo en el Malba y un viaje cultural activan la oscilación entre el síndrome de las cosas bellas y los remedios alquímicos. ¿Puede curarse la alucinación que produce la belleza?

10 Comentarios

  1. Benjamín Uzorskis

    Remedios seguramente debe estar compartiendo divertidas veladas cerca de las lunas de Saturno con Xul Solar. Muy bella crónica acerca de una artista que dan ganas de seguir conociendo. Evidentemente hay tantos universos cómo artistas. Y es muy buena tarea la de Anahí, la de motivarnos a disfrutar de Remedios. Quizás nos sane de muchos males!

    • Querido Benjamín, hermosas imágenes las de Remedios con Xul en otros caminos y otras creaciones. Gracias por tus palabras y ojalá se cumplan tus deseos!

  2. Qué lindo este escrito, tan amigable, inteligente y sensible. Se oye la voz de la mujer que escribe y la voz del artista y de su entorno. Gracias por hilar este universo lúdico femenino, por traerlo al presente con tanta cercanía. Felicitaciones!

    • Querida Magda, tus palabras tienen la magia de la inspiración. Gracias!

      • Los artistas anticipan las cosas que ocurrirán en el mundo porque ellos están adelantados. Sin duda, Remedios lo estaba. Quién sabe cuántas cosas más habría imaginado y se habrian confirmado si no hubiera muerto tan joven. Y qué fino sentido del humor tenía! Hermosa tu nota. Gracias por tu trabajo.

        • Querida Marily, hermosas tus palabras. Siempre pienso en esto que escribís acerca de todo lo que hubiésemos podido apreciar si la vida le hubiera regalado más años, pero, claro, esas son cosas que ella habrá tejido antes en su destino y andará por algún mágico rincón haciendo sus artilugios!

  3. Ya leí la nota anterior sobre Remedios Varo y con ésta puedo asegurar que no me cansaría de seguir enterándome de su vida.
    Gracias Anahí Almasia por tanto detalle!!

    • Gracias Veronica por tus comentarios. A mí también me fascina aprender de las vidas vividas con intensidad y propósito. Abrazos!!

  4. Tus dos notas hermosamente escritas sobre Remedios Varo me transportan a su entorno lleno de alquimia, de magia, de luz. Gracias Anahí por estos regalos. Espero por más, porque Remédios era de otro planeta. Beso.

  5. Un hallazgo para mi , no conocía el trabajo de Remedios Varo, me encanto, su imaginación , su sensibilidad, y me hizo pensar mientras leia tu nota , en el hilo rojo…, un hilo que nos conecta y me hizo llegar hasta aqui, encantada de haber leido la nota. Saludos

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