Roma: reflexiones sobre el cine de autor y la creatividad del director

Una nota sobre lo que vemos a la hora de evaluar la capacidad de un autor cinematográfico. En este caso, Alfonso Cuarón y su película Roma.

Las imágenes tienen un poder innegable. Un claro ejemplo son las metáforas, imágenes inmateriales que lo transitan todo, desde la poesía hasta los textos científicos, enlazan en una imagen que ya nos es familiar con una nueva manera de entender el mundo. Sin embargo, a veces se corre el peligro de tomar la metáfora como la imagen sobre la que se habla, así sucedió con la idea del “cine de autor”. En la década de los 60’s del siglo pasado, los jóvenes directores de la “nouvelle vague” se describieron como autores literarios, al modo que lo proponía el cine de vanguardia con la teoría de la caméra stylo; como si fuera una pluma, la cámara describiría la personal forma entender el cine, en contra de toda técnica establecida.  

Y aunque una cámara no es una pluma, esta idea fue la que contribuyó, para bien o para mal, a entender el cine como arte, abrió un camino para cuestionar cómo directores como Alfred Hitchcock, respetando las convenciones de distribución de las grandes compañías de cine, pudo imprimir un sello personal, reflejado en sus temáticas recurrentes y en sus técnicas de filmación. En este mismo camino convergieron tanto las formas canónicas de enseñar cine, a través de un director-autor, como las formas de distribución de las películas, el cine de autor se concentró en las cinetecas y cineclubes, resguardado del “cine comercial”, con un halo de marginalidad y gracia. 

Para esa misma década, Michael Foucault en una conferencia del Collège de France, partía de la inquietante declaración de “la muerte del autor”, propuesta por teóricos como Roland Barthes, para “quitarle al sujeto su papel de fundamento originario, y de analizarlo como un función variable y compleja del discurso” (Foucault, 1969: 73). Foucault toma como ejemplo la obra de Freud y Marx y declara que el acto de escritura coloca al sujeto en comunicación con su tradición precedente y al mismo tiempo lo pone en diálogo con textos venideros que incluso pueden desdibujarlo. Marx ha muerto, viva el marxismo. 

Esta suerte de diálogo continuo entre tradición y crítica en donde el “autor” se asemeja a una especie de intérprete de su época es la que ha caracterizado a la crítica cinematográfica. Aunque todavía, a veces, se cae en la fea maña de divinizar al autor y leer su obra como si fuera portadora de una verdad que les ha sido rebelada.  Así, en los aspectos técnicos, se le ha elogiado a la última película de Alfonso Cuarón la recreación del México de los 70’s (el de su infancia) y la habilidad de conmover al público a través de una historia tan sencilla, yo misma estoy escribiendo “la última película de Alfonso Cuarón” en lugar de hablar, a secas, de la película “Roma” (2018). 

Estamos de acuerdo con que una pluma no es una cámara, el papel del director de cine es bastante diferente al del escritor. El cine de ficción no es de un solo sujeto, aunque refleje un punto de vista homogéneo, un director de cine trabaja con un inmenso equipo para lograr esas recreaciones del México de los 70’s o para plasmar una metáfora literaria en una escena o en una secuencia. Y, aun así, no se había hablado de las películas de Cuarón bajo una lectura tan “íntima” hasta ahora que se conocen los rasgos biográficos de la película. No se habló de cómo retrataba sus intereses personales en “Gravity” (2013), por ejemplo, pese a que ya lo había hecho, de cierta forma, en “Y tu mamá también” (2001). ¿Estamos reemplazando el cine de autor con el papel del creativo que imprime su toque personal en la dirección?

Creo que uno de los puntos más interesantes de la conferencia de Foucault y que tiene a mi punto de vista, hoy en día un uso polémico es el del lugar de enunciación. Lo más importante ya no es la originalidad de una obra, por ejemplo, sino desde dónde se sostiene ésta, cómo circula y quiénes se lo pueden apropiar. En ese sentido, la crítica sobre “Roma” se ha centrado, sobre todo, en cómo refleja la forma de convivencia de dos clases sociales opuestas dentro del núcleo familiar de la clase media mexicana y por tanto cuál es la pertinencia de reflexionar sobre eso hoy en día, ese mismo punto ha puesto en evidencia problemas más intrincados en la cultura como el clasismo. 

Es como si se asomara la muerte del autor y de la obra. Ya no se habla tanto de si, dentro de su propio universo ficcional, la historia tiene una buena tensión dramática o si la dirección de cámara es notable, esas críticas son las menos populares y las que interesan sólo a los “conocedores”. Y en todo caso hay una especie de identificación automática entre autor y técnica: para ser un buen autor, éste debe manejar bien sus herramientas. Aunque en toda filmografía de “autor” existan una o dos películas malas. La polémica, para la corrección política, se centra en los valores que refleja y qué se le puede o no reprochar (tanto a la obra como al autor). 

Reflexionar sobre el papel del autor o del director me parece importante no tanto para hacerlo responsable (o culpable) por lo que refleja en su obra, sino para entender cómo el arte siempre está subvirtiendo todo lo establecido, incluso las propias categorías de autoría. En el trabajo de comunicación de un autor con su tradición y con la crítica hay un espacio para la mentira, para la máscara y el pseudónimo y para la ficción, esas pequeñas trampas que permiten jugar con lo que se ha dicho con una mueca de desafío. 

Bibliografía

Foucault, Michel (1969) “¿Qué es un autor?”, disponible en: https://azofra.files.wordpress.com/2012/11/que-es-un-autor-michel-foucault.pdf, [consultado en Enero, 2019]

Escribe Karina Solórzano

Karina Solórzano (Ciudad de México, 1990) es Licenciada en Letras españolas por la Universidad de Guanajuato. Ha trabajado como editora y colaborado en diversos medios impresos y digitales en México. Actualmente escribe reseñas sobre cine en sitios chilenos y tiene un blog propio dónde habla de cine, filosofía y sexo.

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Un Comentario

  1. Fernando Zamora Águila

    Interesante reflexión sobre la noción de ‘autoría’. Para cierto sector el público no especializado es necesario saber quién hizo una película, como si se tratara de una novela o un poema. El texto de Karina Solórzano me llevó a cuestionar este enfoque. A la vez, me sugirió preguntas sobre si en el cine puede hablarse de una autoría colectiva. También me hizo ver la importancia del «lugar de enunciación» para poder apreciar críticamente una película.

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