Tras una lectura de Último tren a Memphis – Elvis: La construcción del mito (1994, Peter Guralnik), Tomás Cardoso escribe una reversión de los primeros años del Rey -muerto – del Rock and Roll. Ilustra Mariano Lucano.
-y temblarán las rodillas
Libro de Isaías
Prólogo.
Shake Rag
Shake Rag es el barrio negro de Memphis
Allí se dan cita especímenes andrajosos, mancebos harapientos, borregos y culebras, exorcistas ambulantes, perros, chacales, y por supuesto en una esquina conspiran las comadres.
-Doble, doble problema al hombre Memphis, es un guiso, solo falta la carne de un cabrito tierno…
-Me pican los dedos.
Algo joven y apetitoso se acerca por la callejuela.
-Entra ELVIS, un niño pobre de diez años.
-¿Qué tienes con nosotros Mancebo, que vienes a ShakeRag por la noche? Estás lejos de tu monoblock de Tupelo Este y el autobús ya no sale hasta rayar el alba.
-¿Qué? ¿Has venido a ver a Slim? Se fue con el doctor y los demás. – El doctor es Isaiah Boone, que pregonaba un tónico que era la cura del Boogie-woogie , Slim es Mississippi, es Mississippi Slim, el ídolo del pibe Elvis-
– No. – Trueno – Las vine a ver a ustedes, viejas barbudas- El arranque de insolencia del pibe les arranca una buena carcajada; él no lo sabía aún pero se las había ganado- Tengo algo que va a desmenuzar los grilletes de sus podridos cerebros- saca un tubo de ensayo de un bolsillo- Lo llamo el Nuevo Acelerador.- Trueno. Relámpago-
-Las tres forman una rueda alrededor de Elvis.
-¿Eres tú mancebo, aquel del que escribieron los capos en libro de las generaciones, el material, la peste de los tiempos que viene a redimir a los especímenes del oprobio de una vida eterna?
Las tres : Mancebo, mancebo ¿eres tú o debemos seguir esperando?
-Miren – dijo Elvis, y bebió un sorbo del líquido negruzco.
Cayó en tierra, fulminado por el trance. Crujió los dientes y echó espumarajos por la boca. Luego se enderezó y vociferó en una lengua extraña y tembló.
Era lo que ShakeRag estaba necesitando.
Vernon
Se llamaba Vernon Elvis Presley. Tenía diecisiete años cuando conoció a Gladys Smith – que tenía veintiuno – en una sesión de espasmos de la Asamblea de Dios, en una carpa emplazada en algún pueblucho del Sur donde el diablo perdió el poncho pero no el cuchillo.
Era una de esas ceremonias donde la congregación se esmera en poner los ojos en blanco y en ser engullidos por el Señor Caníbal, al ritmo de palmadas africanas en manos blancas y sucias de miseria.
Se fugaron a Pontotoc, Mississippi, donde se casaron por tres dólares que les prestaron sus amigos Marshall y Vona MaeBrown. Era junio del treinta y tres.
El material es legión y se hizo Carne.
El Brother
Gladys quedó embarazada de mellizos. Sólo uno nació vivo la madrugada del ocho de enero del treinta y cinco. Llamaron al muerto Jesse como el padre de Vernon, que era un bebedor y un granuja.
Pero Elvis nunca supo quien era Elvis y quien era el otro.
Parchfarm Blues
En el treinta siete las cosas se pusieron duras. Vernón cayó preso. Le dieron tres años por falsificar con un primo un talón de cuatro dólares.
-cuatro dólares –
Por la compra de un cerdo para el mandamás del barrio, Orville Bean.
Lo llevaron a ParchfarmPrison. Eran cinco horas de ida y cinco de vuelta a Tupelo en el autobús. Una vez por mes, Gladys y su hijo de dos años y pico hacían ese viaje. Al cabo de un año lo soltaron, pero Vernon, ya de por sí, un espécimen parco y retraído, se convirtió en la mueca de una sombra.
Cuando Vernon salió de prisión, hubo un tiempo en que los Presley comenzaron a padecer lo que se conoce como pesadillas activas, episodios de sonambulismo grupal.
Hacinados en las piezas de casas de familia que conseguían por dos mangos, o en habitaciones que les prestaban los primos -todos son primos entre los blancos pobres del Sur, los negros son brothers y los blancos cousins, no hay nadie fuera de la tribu.
Muchas noches los Presley, Vernon, Gladys y el pequeño Elvis, rebotaban entre las paredes, sin chocarse, transportados. Un amigo de la juventud de Elvis, George Klein (eran los dos chicos blancos más fanatizados con las músicas negras de Memphis), recuerda que Gladys le dijo estas palabras, antes de que partiera en una gira:
-Cuida a mi muchacho, tiene hábitos extraños. Si lo ves levantarse en el medio de la noche, no le hables en voz altas, le dices muy bajo, en un susurro: tranquilo, Elvis, es hora de que vuelvas a dormir.
El hábito de dormir despierto de su hijo, fue lo que decidió a Gladys a regalarle su primera guitarra. Elvis quería una bicicleta, pero Gladys consideró que era un peligro para él y para los demás. Además, la guitarra era más barata.
El influjo de Big Chief
En Memphis existe una larga y rica tradición de cuartetos vocales negros, que trabajan un repertorio religioso, lo que se llama góspel. Cada cuarteto tiene su liturgia, su pulso, sus ritos escénicos. Están los Ink Spots, el Golden Gate Quartet, los Prisonaires -que grababan desde la prisión donde purgaban sus condenas los Blackwood Brothers, etcétera. Los favoritos del pibe Presley son los Statesmen.
Los Statesmen configuran su estilo en torno al virtuosismo de Jake Hess, que alcanza el apogeo de cada número apoyado sobre el bajo profundo, endemoniado de Big Chief que sostiene sus notas dando sacudones a sus piernas, primero la diestra, luego la siniestra, que sus pantalones se hinchan bajo los focos de luz y el público entra en un paroxismo de aullidos histéricos. Las erecciones ceremoniosas de Big Chief le ganaron un número de detractores dentro del circuito de los cuartetos, pero el pibe veía ahí un anuncio de verdadera espiritualidad, verdadera comunión con Pan. Ya lo dice el salmo: endereza mi oración a Ti.