Fotografía: Paula Novoa

Valeria Pariso: “Un poema nunca es inocente”

Triza (Editorial Detodoslosmares) de la poeta Valeria Pariso, explora con un insistente tono, la paradojal presencia de lo ausente. Con soterrado lirismo, su propuesta se basa en una doble poética. La del misterio y la de la memoria. Atenta al ritmo, el discurso sonoro jamás se abandona, llevando toda su carga por “ese camino secreto de los hechos profundos”, como afirma la autora.

¿Cuál fue la historia, el backstage de este libro? ¿Por qué Triza?

La primera versión del libro, que no tenía este nombre, estuvo lista hacia finales del 2015. Una tarde, después de un mes de dejarlo descansar, volví a leerlo. De los 54 poemas que formaban el libro (luego de sucesivas correcciones), quité 34. Me quedé con 20 poemas que no llegaban a formar un corpus. Me quedé sin libro. Tardé un año más en llegar a la versión actual, que tiene 40 poemas. Así que Triza es polvo de piedra, lo que queda después de todo.

Los poemas no llevan títulos, sino que están enumerados.

Es una decisión estética. Por un lado me gusta la hoja despojada. Y además soy mala poniendo títulos. Lo mismo me sucede cuando tengo que poner títulos a los libros. “Triza”, por ejemplo, es un título hermoso, pero no se me ocurrió a mí, sino al poeta Diego Roel. Él, al leer el libro aún inédito, encontró el título en uno de los versos del poema 36.

“La desaparición consistía/ en llegar a la única palabra/ que no se podía tocar”. Es interesante como en tu libro, hacés brillar la presencia de una ausencia. ¿La poesía es otra manera de vivir el tiempo?, ¿cuál es tu concepción del tiempo?

La ausencia es un tema recurrente en mi poesía, el tiempo también. Me pregunto qué determina que un instante se vuelva inolvidable. Es curioso: nos enseñaron a ejercitar la memoria, pero no sabemos qué hacer con el olvido. Nadie nos enseña a olvidar. La poesía es una manera de vivir, de mirar el mundo, de percibir los hechos cotidianos, y es probable que en ese marco también se viva el tiempo de otra manera. Concibo al tiempo como un misterio, cada día que despierto me siento agradecida.

¿Qué tipo de relación hay entre Triza y Valeria Pariso?

Triza es mi quinto libro. Hay una relación de confianza con él, los dos sabemos el trabajo que tuvimos juntos. Vimos cómo el cuerpo podía desarmarse de un día para el otro. Pasamos juntos una reconstrucción. Eso da cierta complicidad. Triza y yo somos dos sobrevivientes.

Hay un poema que vale la pena citarlo de modo completo. “La flor pegada en la pág. 50./ El polvo de la flor en la 51./ Tus dedos/ tratando de levantar la flor/ sin que se rompa./ La forma en que se ahoga la tristeza/ cuando lográs tener/ la flor/ entre tus manos.// Otra vez la misma flor y late el mundo.// Cuántas formas de volver tiene la ausencia.” Es una poética donde las cosas más sencillas y pequeñas contienen un secreto del que desborda una realidad espiritual muy rica. ¿Lo ves así?

A mí me interesa escribir y contar, como decís vos, sobre “las cosas sencillas y pequeñas” y su relación con los grandes temas: la soledad, el tiempo, la muerte, el amor, el desamparo, la justicia, la ausencia, la culpa, el miedo. Ese es mi mundo, a eso atiendo. Ahora bien, qué hilo se desata a partir de la observación, es algo que no manejo, ocurre, como una necesidad. Y respeto ese misterio. No sé qué convoca a la magia y qué no, eso le pertenece a la poesía.  Dice Roberto Juarroz que “parece haber en lo profundo de lo real un reclamo de narración, de iluminación, de visión y hasta quizá un argumento que los hombres deben proveer, haya o no haya otro sentido. No se trata de la historia vulgar, la historia de la historiografía, sembrada de crímenes y aberraciones, sino de esa ilación secreta de los hechos profundos que constituye la verdadera historia de la humanidad y tal vez de algo más”[1] Si se encuentra ese camino secreto de los hechos profundos en mis poemas, esa magia oculta y silenciosa, que provee un argumento o una visión y se crea una nueva realidad, es algo que debe decir el lector. Es el lector quien termina el poema, quien descubre lo que el silencio guarda.  Qué bueno si encontraste eso en Triza.

“¿Qué destino insiste/ en los cuerpos/ que alguna vez/ tuvieron luz?” La inquietud por la muerte es un tema recurrente. ¿Pensás que “el olvido ordenará las cosas”?

La muerte es otro de mis temas. Creo que el olvido puede ordenar las cosas que quedaron, no la muerte. La muerte no es una cosa. En muchos casos la muerte nos enseña a recordar. El olvido puede ordenar aquello que nos parecía muy importante y sin embargo, con el tiempo, se desvanece. Puede ordenar prioridades. ¿Por qué recordamos hacer tal o cual cosa y no otra? ¿Qué hace que una historia, con el tiempo, se transforme en una gran historia, o que desaparezca y ya nadie la cuente? ¿Qué hace que uno recuerde dónde guardó una foto que no ve desde hace años, y sin embargo sabe en qué cajón está y podría ir a buscarla con los ojos cerrados?

¿Pueden haber poemas donde no haya poesía?, ¿por qué?

Yo creo que no, porque el poema es el instrumento que nos da el lenguaje para organizar el asombro que nos provocó la mirada sobre tal o cual hecho, o sobre tal o cual cosa. Si no existe esa mirada, ese material poético que nos interpela, podríamos escribir otro tipo de texto, pero no un poema. Ahora, dónde uno encuentra poesía y dónde no, ese es otro punto.

A menudo se dice que tanto el escritor como el poeta deben tener una mirada. ¿Lo creés así?, ¿por qué?

Claro, la mirada como percepción del mundo. Digo mirada pero eso es también un oído atento, todos los sentidos alertas. Esa “mirada” (en el sentido amplio del término) crea una realidad y sobre eso se escribe.

Sos abogada de profesión. ¿Qué relación existe entre la poesía y los principios éticos y morales?

La poesía es el lugar de lo verdadero, exige un compromiso permanente, íntegro, de estar atento al mundo y de reconocer la visión del mundo que uno tiene. Hay que tener coraje para escribir poemas porque un poema nunca es inocente. Un poema sabe lo que dice y sabe lo que calla. Se juega el pellejo en ese juego de luz y sombra.

Como coordinadora de talleres de poesía, ¿qué rescatás de ellos y cómo influyeron en tu escritura?

Un taller de poesía es un espacio donde asistimos a la lectura de los libros necesarios, donde cambiamos ideas, donde corregimos. La circulación de la poesía tiene caminos propios. Los mejores libros de poesía me los recomendó siempre un poeta.  Esa es la función fundamental que tienen para mí los talleres: acercar los textos imprescindibles, a los que cuesta llegar de otro modo. Mi escritura no sería la misma sin las lecturas preexistentes. Y el taller ayuda también a que cada uno encuentre su voz propia, si es que el tallerista aún no sabe escucharse. En ese sentido, un taller de poesía es alimento puro.

Por último, Valeria. ¿Por qué es necesaria la poesía?

Porque sin poesía no se puede respirar.

 

 

Valeria Pariso (1970) es abogada. Publicó los libros de poesía: Cero sobre el nivel del mar y Paula levanta la persiana (ambos de 2012), Donde termina esta casa (2013) y Del otro lado de la noche (2015). Coordina talleres de poesía y el “Ciclo de Poesía en Bella Vista”.

[1] Juarroz, Roberto, Poesía y realidad, Editorial Pre-textos, año 2000.

Escribe Augusto Munaro

Narrador, poeta, traductor, editor, periodista y lector incansable. Publicó Ensoñaciones: Compendio de Enrique de Sousa, El cráneo de Miss Siddal, Recuerdos del soñador evasivo, Cul-de-sac, Todo sea por la excepción, Gesta Cornú, Breve descripción de una |sepultura|, Noche soleada, Camino de las Damas, [Hna. Paula], Agnès & Adrien, 1944, Vida de Santiago Dabove, Islandia, A la hora de la siesta, Arletty, El baile del enlutado, La página infinita, Celuloide y El busto de Chiara.

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