Por Sofía Osman
Lo mejor es no tener padres (Borde Perdido Editora), de la poeta y narradora Mariela Laudecina, es una nouvelle que representa y reflexiona nuestra época. Una época de cambios profundos que se ven reflejados, desde luego, también en el arte de novelar. Es, por lo tanto, una narrativa de sesgo feminista, sí, pero jamás declarativamente feminista. La autora percibe que en la verdadera literatura, el contexto puede operar como excusa, pero no como única finalidad. La ideología no es literatura.
Las protagonistas de esta singular historia, son dos niñas de once años. Juntas salen a recorrer los distintos barrios con el fin de encontrar al padre de una de ellas. En el camino, descubren mucho más que eso, claro. Laudecina despliega una capacidad sorprendente al relatar el difícil lugar de ser niña en un contexto patriarcal opresivo. Lo hace desde esa perspectiva, la ingenuidad (no tan inocente) de las niñas. La mirada de dos amigas de once años queda entonces como testimonio de una lucha entre la inexperiencia y cierta situación de amenaza y violencia latente. La tensión es inobjetable.
Pero esa sinceridad que une a las niñas, y las lleva a recorrer aventura tras aventura, por los numerosos barrios de la ciudad, es prueba de que la amistad acaso sea, la más perdurable y virtuosa de todas nuestras posibles relaciones afectivas. De este modo, Laudecina, además, postula un credo, la inquebrantable militancia de la amistad.
-¿En qué varía Lo mejor es no tener padres, de tu nouvelle anterior, El cielo es para los ángeles?, ¿qué intereses buscaste abordar en este nuevo libro?
-La anterior fue un experimento. Quería escribir una novela que fuera algo extraña. O que tuviera algún elemento raro. Y con esta nueva novela quería contar algo a través de niñas. Me parecía un desafío.
-¿Cuál fue el punto de partida para construir el personaje de Juli?
-Fue la misma Juli. Fue mi amiga en esos años y algunos rasgos de su personalidad los tomé para el personaje. Incluso la historia de la familia y su papá.
-La protagonista no tiene nombre. Me llamó la atención esa estrategia narrativa. También que la historia sea narrada desde la perspectiva de las niñas. Pienso en J. D. Salinger como primer nombre que me viene a la cabeza, pero acá hay mucha más ternura y sensibilidad. ¿Qué importancia tienen los sentimientos en tu escritura?
-En esta novela en particular son esenciales porque se apoyan en las niñas. Y con respecto a que la narradora no tenga nombre, no fue pensado. Cuando me di cuenta, había quedado huérfana de nombre, otra forma de decir “lo mejor es no tener padres” y decidí mantenerla así.
-¿Pensás que el libro hubiera diferido mucho si en vez de niñas hubiesen sido niños, los protagonistas?, ¿por qué?
-Porque claramente hubieran tenido otro discurso. La crianza de los niños varones es totalmente diferente en lo referido a lo que significa ser niñas. Y me interesaba decir desde mi experiencia de la niñez.
-Por momentos recordaba los personajes femeninos de Quino, en Mafalda. Susanita, Libertad, bueno, Mafalda misma. Me refiero en sus planteos profundos, a pesar de su corta edad. ¿De qué manera construiste esas voces femeninas? Por cierto, ¿qué importancia le das al discurso de género?
-Las construí pensando en mi madre, en mi abuela, en mí como niña, en Juli, y en muchas mujeres no solo de esa época, mediados de los 80, sino también en lo que una viene escuchando, observando y viviendo en una sociedad patriarcal.
-¿Mientras escribías la historia, frecuentaste la lectura de otros autores que podían inspirarte a la hora de desarrollar y componer el libro?
-Creo que me inspiró Nietochka Nezvanova de Dostoiesvsky que había leído hace unos cuantos años y Tres luces de Claire Keegan.
–Lo mejor es no tener padres es un libro identificable a un espacio y tiempo que corresponden a la Mendoza en los años ochenta. También hay una lectura histórica sutil, por ejemplo tus observaciones en torno al peronismo que hacen las niñas. ¿Qué lugar ocupa la política en tu escritura?
-Escribir es un acto político. No hace falta que se hable de la situación del país o denunciar esto o aquello para que haya política. Y se puede expresar de muchas formas. Elegir contar una historia en un contexto de pobreza y violencia es incluso más político que hacerlas hablar del peronismo.
-¿Partís de tus experiencias para escribir, Mariela?¿Hay episodios de tu propia infancia aquí, o son todos productos de tu imaginación?
-Una mezcla.
-A menudo se dice que «antes de escribir es importante vivir». ¿Es eso necesario para ser escritor?
-Creo que sí, aunque hay excepciones como don Borges que es un ejemplo de todo lo contrario.
-He notado que tu estilo de narrativa no se adecua al uso de metáforas. ¿Te incomodan o simplemente las obvias por inadecuadas?
-Me parecen innecesarias al menos en la narrativa. Quizá la metáfora esté igual, pero de otra forma.
-Tus nouvelles están perfectamente construidas. ¿Partís de alguna planificación antes de ponerte a escribir?
-No planifico. Me siento con una idea pero no sé que va a salir. Voy construyendo en el camino.
-En una reciente entrevista, César Aira afirmó que leyendo novelas uno no aprende nada. ¿Estas de acuerdo a esa afirmación? Me pregunto, lo que Mariela Laudecina busca al leer novelas…
-Leo porque no solo me entretiene sino también por la curiosidad de saber cómo construyen historias otres autores. Y cada persona sabrá si aprende algo o no. Leí un libro sobre Bonobos y otros sobre perros y aprendí muchas cosas que desconocía de esos animales, por ejemplo. Ahora, que me sirva para algo, es otro cantar.
-Se sabe que sos una lectora inquieta y voraz. Novelistas argentin@s, de las nuevas camadas, que leas y te gusten, o que quieras recomendar.
-Mariana Enriquez, Selva Almada, Cuqui, Lilia Lardone, Luciano Lamberti, Augusto Munaro, Roque Larraquy y seguro me olvido de muchxs más.
Mariela Laudecina (Mendoza, 1974) ha publicado Hacia la cavidad (poesía, 2006), Ciruelas (poesía, 2007), Tomo las decisiones con los pies (poesía, 2011), Perfume de jarilla (poesía, 2013), todos en Llantodemudo; El cielo es para los ángeles (novela, 2009) en Textos de Cartón (reeditada en 2014 por Borde Perdido); La culpa es del sueño (poesía, 2015) en Editorial Yaugurú; El bosque de las mujeres amadas (poesía, 2017) en Editorial Buena Vista; Luna en escorpio (poesía, 2018), en Borde Perdido. Coordina talleres y clínicas de poesía. Es directora de la colección de poesía Mambo Nicanor de la Editorial Buena Vista.