Imágenes situadas. En el Día Internacional de la Fotografía, reflexionamos sobre el carácter temporal de las fotos, y cómo las fotógrafas se dedican a captar la singularidad de un instante que no debería ser olvidado.

“El mundo es una mierda, que acá no lo sea. Que acá, que este pedacito de mundo no lo sea… Hagamos lo imposible por lograr esto” dijo la fotógrafa, mientras, entre nuestros propios debates, pensábamos cómo queríamos que fuera Revista Colofón. Con el correr de los años, el medio tomaría para su filosofía otra noción del fotoperiodismo: “dar una idea correcta de la fecha y el evento en el que se tomó la fotografía, porque está habiendo mucha manipulación”.

Siendo Revista Colofón un medio cultural, este último concepto le daría forma a nuestra identidad sobre todo en relación a los textos publicados. El diálogo entre ideas visuales e ideas textuales establece políticas y una sucesión de ideas.

Parafraseando a Roland Barthes: lo que la fotografía reproduce al infinito sólo ha acontecido una vez, la ocasión, lo Real en su expresión infatigable. Esa fatalidad de la imagen que es un instante y no otro está representada en los textos por su publicación. Más allá de posibles correcciones que se hagan posteriormente, el corte, el montaje determinado de un instante que ya nunca más sucederá. El fotógrafo lo sabe de antemano y teme esa muerte en la que el gesto quedará embalsamado en una imagen detenida. ¿Cómo es esto para los escritos?

En cuanto a los textos, esta idea la expresamos entendiendo que cada nota es un trabajo en equipo, un registro de algo acordado a partir de lo textual.

Hoy, por ser el Día Internacional de la fotografía, hacemos un repaso por las fotografías que se publicaron en el medio y que fueron dándole forma a esta responsabilidad en la imagen y en el contenido que llevamos adelante en este terreno virtual.