¿Quién fue Patricio Rey? ¿De dónde viene? ¿A dónde fue a parar? Pregunta que siempre transitó los caminos del enigma, bajo el manto de la identidad reservada y los nombres inventados para recrearse. Solo se daba a conocer a través de un mensaje que incluía distintas vertientes artísticas.
Un material que hace uso de ciertos hallazgos y que inicia la proyección en el medio del Mayo Frances del ’68 y la posterior deportación a Inglaterra de los hermanos Beilinson (Eduardo alias «Skay» y Guillermo). Ahí se arriman a Jimi Hendrix, Los Beatles y la psicodelia. El testimonio de Guillermo Beilinson, que hasta el momento no había aparecido en ningún archivo relacionado a la banda es uno de esos hallazgos, y sirve para empezar a ubicarse en los anaqueles de un relato lleno de anécdotas. Fue él quien trazó la amistad con Carlos Solari antes de que todo fuera lo que ya se conoce como una de las bandas más convocantes del panorama nacional. Beilinson (Guillermo) y Solari iniciaron el camino de lo artístico incursionando en el terreno del cine. Esta pareja, uno como flamante director de cine y el otro como guionista, realizó varios cortometrajes y una película en la que actuó el mismísimo Solari (o el Indio). En el documental se ven retazos de esas actuaciones de aquel film que se llamó Ciclo del cielo sobre el viento, que se basó en un cuento de Solari y que fue musicalizado por Skay, quien en ese momento formaba parte del colectivo de artistas que se denominaba La cofradía de la flor solar y que antes había sido Diplodocum Red & Brown. Un grupo de personas que, además de música, practicaba estilos de vida alternativos (vida en comunidad, drogas psicodélicas) que se separaban de cualquier lógica burguesa.
Estas «joyas patricias», como las denominan los directores, son el eje de un exhaustivo trabajo de investigación para aportar varias páginas más a la historia de un conjunto que siempre tiene algo para descubrir. Sorprende ver a Horacio Fontova contar la anécdota del día que le tocó reemplazar al Indio en un show porque éste no había ido. En esos momentos todo era posible en el escenario de Patricio Rey: bailarinas, Monologuistas, Equilibristas, el repartidor de los buñuelos de ricota (El Doce). Cada elemento conformaba un circo romano que danzaba en medio de las drogas alucinógenas y militaba por la psicodelia en pos de enfrentarse a los relatos que ofrecía la realidad de un país que se sumía en las inyecciones de la milicia. El marco de las fiestas Patricias fueron desde el principio un canto a la autogestión; ahí era jugado todo. Alquilar un teatro (El Lozano de La Plata) para desatar el bullicio psicodélico no solo orquestado por una banda arriba de un escenario, un bullicio en donde todos se volvían participantes de la escena.
¡Patricio disco show! Algo muy escandaloso, algo escandaloso Algo escandaloso sucedió en el bazar. ¡algo muy escandaloso, pero muy escandaloso! Algo escandaloso sucedió en el bazar. Algo muy escandaloso sucedió en el bazar... ¡Patricio disco show.
Esta letra de la canción Patricio super show es el leitmotiv perfecto para este documental que también muestra como esa caravana artística aterriza en la ciudad de Salta por primera vez, bajo la locución del periodista Lalo Mir. Aquel fue el viaje iniciático de 1978, en el que este grupo recién se empezaba a formar y terminó exhibiéndose en el bar-prostíbulo El Polaco. En medio del proceso los jóvenes de la psicodelia pudieron migrar su proyecto a una ciudad que nada sabía de ellos y en donde fueron recibidos por un grupo de poetas. Ese happening artístico es la semilla, y donde pone el ojo Comando Luddista, para contar la necesidad que había de hablar otro idioma. El mayor corrimiento de las filas educadas y solemnes es lo que se ve en este documental. La libertad fue quien movió las marionetas de Patricio Rey y tiene un documento audiovisual que al parecer tiene segunda parte.