Lim Su-kyung, “La flor de la reunificación”

Entre Corea del Norte y Corea del Sur pareciera haber un abismo y un argentino documentó a una ciudadana que,  joven, muy joven, cruzó fronteras. Ilustración Mariano Lucano.

Hubo un tiempo en el que fuimos hermosos, en el que nos creíamos capaces de cambiar el mundo. Ese tiempo fue nuestra juventud. Pues a ella (a la juventud), le debemos los mejores años de nuestras vidas, nuestros sueños y, sin dudas, la efervescencia de nuestros ideales.

Hace unos días tuve la oportunidad de volver a ver la “La chica del sur”, de José Luis García; documental que se centra en la enigmática figura de Lim Su-kyung, aquella joven surcoreana que en el año 1989 tuvo la osadía de cruzar, en forma clandestina, la frontera intercoreana para participar del XIII festival mundial de la juventud y estudiantes (FMJE) que se realizaba aquel año en Pioyang, la capital de Corea del Norte.

En 1989 José Luís García consigue, por medio de su hermano, un pasaje para viajar con la delegación de jóvenes socialistas argentinos a Corea del Norte a cubrir dicho festival. Y allí está el joven director, con su cámara súper 8, filmando los pormenores de la congregación argentina hasta que, de pronto, como heroína, aparece ella: Lim Su-kyung, y todo comienza a girar con un halo de romanticismo.  Pues Lim, no sólo es idealista, además es dueña de una belleza exótica, como sólo las mujeres orientales suelen tener (para nosotros, los no-exóticos). García queda embelesado ante la figura de aquella chica que lucha por la reunificación de las dos Coreas, aquella mujer envalentonada, carismática e idealista, que promete volver a Corea del Sur caminando, es decir, atravesar una de las fronteras más militarizadas del mundo de forma pacífica, aunque ese gesto pueda llevarla a la muerte.

En ese momento, García se obsesiona. Dedica todo el tiempo que le queda de estadía a Lim Su-kyung, a perseguirla con su cámara. Logra tomar algunas imágenes: Lim dando un discurso, Lim bailando con niños. Lim aclamada por una caravana de gente que la sigue y la aplaude. Lim, sola y enigmática. Lim, alejándose (como un fantasma) a los pies del monumento del emperador Kim II Sung.  Finalmente, Lim desaparece.

De regreso a Buenos Aires, García decide guardar todo aquel material conseguido en Corea del Norte a la espera de mejores tiempos. La falta de interés político que hay en la Argentina en la década del noventa, hacen que García conserve aquel material guardado por casi veinte años. A principios del 2009, con una Argentina sumergida en los debates políticos e ideológicos, García comienza a preguntarse qué habrá sido de aquella muchacha y decide comenzar su investigación.

Con Internet a su disposición García se propone conseguir datos acerca de Lim; allí descubre que ésta cayó presa al intentar regresar a Corea del Sur caminando, tal cual lo había prometido. Finalmente, García se da cuenta que para poder rearmar la historia sólo necesita una cosa: encontrar a Lim Su-kyung. Lo consigue. Intercambian un par de mails y finalmente viaja a Corea del Sur a entrevistarla. Alguien le dijo que Lim da clases de “medios de comunicación y sociedad” en una Universidad de Seúl y ahí va García entonces, ahora con una cámara digital y con un traductor coreano como escolta, decidido a conseguir respuestas.

Pero al parecer, no sólo los muros caen. También las ideologías. Y lo que García encuentra al ingresar al aula y al apuntar con su cámara, decepciona. Aquella muchacha que supo cautivarlo y cautivar a una multitud, ya no es la misma. Se ha transformado, pues, en una persona adulta.

Y es aquí donde comienza el verdadero documental.

García intenta acercarse a Lim; ésta, por su parte, se muestra fría y distante. Pareciera no haber carisma en su versión adulta, hasta el punto en que uno, como espectador, llega a preguntarse si realmente se trata de la misma persona o si no se trata, acaso, de un artilugio del director, aprovechando la similitud entre todos los coreanos (O es ella quien no distingue, ni puede compartir intimidad alguna con un García, tan parecido a todos los occidentales desde el punto de vista coreano)

En todo caso, Lim ya no es la misma. Se la nota adulta y cansada. Por su parte, García tampoco es el mismo. Su ambición como director y el costo del pasaje (supongo) lo presentan como un hombre en busca de respuestas. Y el documental parece destinado al fracaso. El idioma dificulta mucho y la filosofía entre oriente y occidente complica aún más las cosas. Donde Lim ve silencio, García ve una oportunidad para preguntar. Los argentinos odiamos los silencios, tal vez por eso García se pone “pesado”.

Pero por más insistente que se ponga García, las respuestas no llegan y lejos de dejarse entrevistar, Lim parece estar más interesada en llevar las riendas del documental. “Esto se filma, esto no”. “Apaga la cámara”. “Préndela”. Entonces, es aquí donde a García se le prende la lamparita, y comprende —porque no le queda otra, naturalmente— que para conseguir lo que fue a buscar, lo primero que tiene que hacer es cargarse de humildad y paciencia.

El resultado es hermoso.

 

Con una Lim marcando la cancha, y un García dispuesto a dejarse llevar, la filosofía oriental queda captada a la perfección en los últimos treinta minutos del documental. Los silencios, los paisajes y una protagonista que no habla, nos remonta a las más grandes piezas cinematográficas del cine oriental.

Poco importa a esas alturas que Lim no hable y se muestre reservada, porque el documental, que en un momento intentó ser una reflexión sobre la ideología (supongo), termina por convertirse en otra cosa, termina por convertirse, primero, en un documental sobre cómo hacer un documental, y segundo, en un elogio del silencio.

Otro oriental, más cercano a nosotros, Juan Carlos Onetti, decía que las únicas palabras que tienen el derecho a existir son aquellas mejores que el silencio. Creo que en algún punto tenía razón; no quiero decir que Lim no haya tenido nada importante para decir, lo que quiero decir es que, a lo mejor, no hacía falta decirlo. La historia habla por sí sola. Y lo que tenga para decir la Lim adulta, sin dudas, será menos interesante que los actos de la Lim joven. Entonces pienso, en un rapto de imaginación excesiva, qué ocurriría si alguien tuviera la posibilidad de entrevistar hoy al Che Guevara (no estoy comparando a Lim con Guevara, me refiero a una cuestión humana), supongamos que el Che hubiese corrido con mejor suerte en Bolivia y hoy se encontrara con vida y alguien tuviera la posibilidad de entrevistarlo, de seguirlo hasta en sus mas mínimos actos, tomar cerveza con él, escucharlo cantar karaoke (como García hace con Lim), etcétera. Sin dudas que la imagen del líder de la revolución cubana se vería menoscabada, reducida a la imagen de un hombre, sólo un hombre. Y es ahí donde, revelado el misterio, desaparece la magia.

Entonces, ¿se puede culpar a Lim por su falta de efervescencia? Naturalmente, no. En primer lugar, porque el documental no sirve para conocer a Lim y segundo, porque muchas cosas han transcurrido desde que ella dio su primera aparición en aquel verano de 1989 hasta la fecha. La caída del muro de Berlín, el avance brutal del imperialismo, el comunismo haciendo agua por todos lados, una Corea (o dos Coreas) cada vez más dividida, etc. ¿Se habrá dado, entonces, Lim, por vencida, o simplemente ha arrojado un guante al aire a la espera de un luchador que, al igual que ella, sea capaz de cautivarnos por su belleza e ideales?

Lamentablemente, nunca lo sabremos. Y al parecer, Lim nunca lo dirá.

Sólo un dato: A Lim la bautizaron como la flor de la reunificación. Pienso que nada es casual. Y aunque hoy a Lim se la note distante y cansada, supongo que algo en el aire de las dos Coreas debe quedar. Y estoy seguro (aunque sea por esta nota), que de aquella flor que alguna vez supo deslumbrar por su perfume y por su encanto, saldrán mil semillas, de las que florecerá—de una vez y para siempre— la verdadera revolución.

Escribe Sebastián González

Hablar de uno nunca es fácil. Supongo que habría que empezar por el lugar de nacimiento, la fecha y esas cosas. O tal vez se podría obviar y simplemente mencionar el acontecimiento más importante de mi vida, que sería (se cae de maduro): nacer. O tal vez no. En todo caso nací en Gualeguaychú, la llamada “capital del carnaval” para los espíritus alegres, y la llamada “ciudad de los poetas” para los espíritus más melancólicos. ¿El año? Mil novecientos ochenta y cinco. Lo demás es un largo bostezo que intento suprimir con la escritura. A veces tengo suerte y consigo que algunos de mis escritos integren libros de antología, formen una novela o un libro de cuentos. A veces no.

Para continuar...

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9 Comentarios

  1. Gracias por la nota, agarré el último tramo de diez minutos del documental en isat y no entendí nada, así que googleé y Wikipedia nada digno dijo. Tu interpretación me parece genial (no soy bueno adjetivando, pero por algo te comento ) Saludos cordiales.

  2. Me pasó igual. No conocia la historia. La agarre al final. Excelente nota! Gracias

  3. Gustavo Adolfo Torchia Galante

    Estaba haciendo zapping y la imagen joven exultante de Lim me cautivo, de repente la voz en off de Jose Luis Garcia me invito a quedarme hasta el final. poco a poco y al paso me sumergi en la historia dd esta mujer , de mi generacion, de mi edad. y pense a la distancia y transportandome a la maquina del tiempo, que un muchacho occidental, como lk era yo, tan solo estaba estudiando y asomando a la vida de adulto, trabajando ya en las frias oficinas del glamoroso Citibank…me transmitio su imagen , la de Lim , suavidad, paz,…sobre todo paz, y nuevamente senti, y quise presentir lo que Jose habra vivido al reencuentro, como en la busqueda de un viejo amor, plasmado en la super 8… los silencios aun me persiguen buscando un Finsl…que no termina…y deseo tras nuevos emals remonten La flor de la unificacion…Gracias.

  4. Hernan jorge perez

    Muy buena nota la tuya. Vi el documental varias veces y me pareció muy bueno dentro de lo que ella le dejó hacer a García por su caracter, es cierto que es fascinante su historia en esa época fue muy valiente lo que hizo.

  5. muy buen análisis. Felicitaciones.

    Imposible no quedar maravillado con la belleza de esa «flor».

  6. Imposible no preguntarse ¿que será de lim su-kyung?

  7. Muy buen documental!! Al pensar en ella,me digo a mí misma que hubiera sido hermoso que logrará lo que ella y tantos coreanos querían, la unión de las dos Coreas…cuando la veía no podía dejar de notar tristeza y vacío en su ser por la pérdida de su hijo y a la vez la frustración por haber luchado tanto por una causa que no tenía ningún otro fin más que unir lo que el mismo odio del hombre causó,la separación de Corea. Me quedo con su frase a un grito ferviente «¡¡Corea es una sola!!».

  8. Vi el documental, me pareció fantástico. investigué un poco sobre Corea, su división, los protagonistas políticos, y logré comprender algunas cosas, con más claridad. Me parece fundamental la enseñanza de Lim: la frescura de la flor, los ideales de juventud y sus acciones, generaron un personaje esperanzador que supera a la misma Lim. Excede a su persona. Por eso ella calla. Porque sin duda, ella como adulta, sigue aprendiendo y alimentándose de la joven heroína pacífica.

  9. Gracias li vi el10/02/2022 y es como dices tu

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