Diego Cano comenta en esta nota una experiencia de lectura colectiva vía twitter del clásico de Herman Melville. Ilustra Lucas Iranzi.
A los compañeros de lectura de #MobyDick2022
Herman Melville escribe Moby Dick pretendiendo una novela total. Y eso mismo encierra parte de sus críticas y también sus virtudes. Durante la primera mitad del año encaramos de manera colectiva en un hashtag la lectura de Moby Dick en Twitter. A pesar de su extensión, más de cincuenta lectores debatimos con pasión y respeto una novela que termino fascinando a todos.
La historia parecería simple, la caza de una ballena por un capitán obsesionado. Sin embargo, ya sabemos que en literatura no es el tema lo importante sino la forma de contarlo. Melville construye una voz narrativa de un sentido fantasmal que lleva a dudar permanentemente de lo que se relata. Un narrador único, pero problemático que oculta cosas. Esa ambigüedad del narrador es una de las cosas que sostiene un relato con voces y formas diferentes.
Aunque todos los lectores conocen el final (la ballena blanca destruye al Pequod y mata a sus tripulantes) la tensión se sostiene hasta el último momento. Y la duda carcome a los lectores: ¿quién es ese narrador al que llaman Ismael? ¿está muerto el narrador? ¿cómo escribe la novela Ismael si es iletrado? Preguntas que obviamente la novela no responde, pero la intriga se sostiene en una tensión narrativa que hace del libro un clásico de la literatura universal. Una de esas claves es que la verdad completa de la historia permanece oculta, se nos sustrae como lectores.
Las ballenas han movido la imaginación por siglos y eso dispara una interminable sucesión de capítulos de tono ensayístico que han suscitado la crítica de sus contemporáneos y que sigue hasta hoy. No vemos ballenas todos los días, lo que transforma al mamífero en algo misterioso que despierta admiración, un significante que se lo puede llenar de significados lo que potencia la materia literaria.
Menos interesante me parece la critica que sostiene que Moby Dick es una alegoría. De hecho, en la lectura colectiva pocas veces se generó un debate sobre las interpretaciones extra literarias que la novela pudiera llegar a sugerir. Es tal la inmersión lectora necesaria para su potencial interpretación que esas posibles ideas alegóricas fueron barridas por la lectura. No es que no puedan existir ni que no sean válidas, por cierto, Melville juega con las citas bíblicas y los parafraseos shakesperianos. Eso no quita lo evidente, la continua reflexión que invita el narrador como una especie de parábola existencialista sobre el miedo, el mal, y la locura a través de la caza de la ballena convirtiéndose el relato casi en un acto de justicia simbólica del perseguido.
Más de la mitad de los capítulos de la novela son arguméntales y colaterales a la historia casi como tratado de cetología. Con un tono descriptivo y filosófico, casi científico de divulgación y no ajenos a un simbolismo que por momentos nubla sus virtudes literarias. Entre ellas la comicidad que libera la tensión dramática del relato, que se ríe del lector, de la seriedad y de la propia obra. Otra virtud es la estructura de capítulos cortos y certeros que dejan fluir la lectura. Aunque para mí la virtud central del libro son las imágenes, lo sensitivo, lo corpóreo, lo metafórico (Melville es el rey de las metáforas), la búsqueda de un lenguaje y una voz que le da ese carácter tan propio y singular. Cuando tiene el carácter ensayístico, descriptivo, con un narrador que impone su verdad que no surge de lo narrado, pierde su calidad literaria que sin embargo no deja decaer el ritmo narrativo. Estos comentarios que pueden ser vistos como críticos son frutos de esa voluntad de novela total, que incluye todo, fruto de la desproporción con la que Melville concibió esta novela.
Ese collage de formatos y voces que utiliza: narrador en primera persona (Ismael), narrador omnisciente, y tragedia principal teatral (el capitán Ahab y su odio a la ballena) construye un ritmo que es evidentemente consciente por parte del autor.
Moby Dick tiene estructura novelesca moderna aún hoy, a pesar de haber sido publicada en 1851. Es una novela plagada de saberes científicos, literarios, metafísicos, enciclopédicos y a la vez es un relato de aventuras y un thriller. Lo que posibilita caracterizarla como una novela total. Borges dijo: “Moby Dick es la novela infinita que ha determinado su gloria”; agreguemos que podría ser consideraba como una novela total donde se expresan todos los tipos de narradores y formatos sin que el placer lector decaiga.
Excelente la nota y el trabajo de lectura de D. Cano sobra Moby Dick.