Acerca de Natura. Las derivas históricas [2016] de Pablo Capanna.
Si algún calificativo le cabe a Pablo Capanna es el de pionero. Su temprano interés por la ciencia ficción, por la arquitectura de la sociedad industrial (y por la ecología), su acercamiento a figuras como Cordwainer Smith, Philip Dick, James G. Ballard, Andréi Tarkovski, su obsesión por una divulgación amable para los lectores… Sin embargo, sus valiosos aportes contrastan con una solapada perspectiva confesional que poco o nada tiene de innovadora tendiendo a distorsionar sus objetos de estudio.
Hay cuestiones que pertenecen claramente al siglo XX: las reseñas atentas de libros; los eventos generados para propiciar su presentación; los intelectuales con obras de largo aliento fáciles de asimilar y que muestran a quien las lea con mínimo interés que –montadas a caballo de la divulgación- no dicen lo que parecen querer decir.
Ese decir / no decir en el caso testigo de Capanna corresponde al sesgo confesional, presente ya en su opera prima, El sentido de la ciencia-ficción [1966], y sustrato de su segundo libro: “La fe y la práctica católicas -reconocía años atrás- son parte de mi identidad, si bien traté de no ponerlas en evidencia para que el lector no se sintiera invadido… El primer librero marxista que hojeó La Tecnarquía no tardó en darse cuenta.” [“Las editoriales pueden llegar a ponerse groseras”, Revista Colofón, 13/12/2015].
La existencia de La Tecnarquía data de 1973 y es el epicentro filosófico-teológico del que décadas después brotaría Natura. Las derivas históricas: “Tengo un libro de gran alcance –apuntaba en 2009- sobre la idea de Naturaleza a través de la historia… Es un libro inédito que vengo trabajando desde hace veinte años. Se me fue un poco de las manos [al] relacionar… la historia de las ciencias, de la filosofía y la historia esotérica, con la idea de Naturaleza”. [“Pablo Capanna, el exégeta”, en Literatura prospectiva, 21/07/2009]
El antiguo proyecto de Natura, indicado como ´historia de las ideas´, permaneció inédito durante tanto tiempo que incluso Capanna temió no verlo nunca impreso, al punto de imaginárselo póstumo. Hacia 2015 resumía la aventura: “…tardé mucho en concluirlo porque no acababa de precisar cuál sería su tesis… Un día todo pareció ´cerrar´… El origen remoto de Natura está en La Tecnarquía. Cuando apareció este libro recién se empezaba a hablar de ecología, y sentí que era una de sus carencias. Los tres artículos que le dediqué en Criterio son el germen… A eso vino a sumarse la experiencia de escribir durante quince años en el suplemento Futuro… Cuando irrumpió el posmodernismo me puse a escribir [ya que] descubrí que había un nexo… con lo que había investigado para la biografía de [Philip] Dick [Idios Kosmos, 1991] y el librito de divulgación sobre la New Age [El mito de la nueva era, 1993].” [“Las editoriales pueden llegar a ponerse groseras”, 2015].
La indagación de Natura es de algún modo contrapunto de lo que a inicios de los años setenta postulaba en su segundo libro, a saber que “…en el medio urbano de la tecnarquía, la naturaleza ha desaparecido del horizonte vital humano…”. Según la síntesis del propio Capanna, “…la idea [occidental] de Naturaleza proviene de cuatro vertientes distintas: la griega (la diosa Naturaleza), la bíblica (la Creación como artefacto), la gnóstica (el mundo como ilusión) y la hermética (el hombre, amo del mundo).” Por lo tanto, “…Natura propone una analogía con los movimientos telúricos para describir los choques de esas cuatro matrices que se dan en las grandes crisis históricas, como la del siglo XIV (que da origen a la modernidad) y la del siglo XX, que le pone fin. Estos procesos abarcan unos 1800 años, pero más de la mitad del libro está dedicada al siglo XX y lo que va del XXI. El esoterismo [es] un factor importante… La interacción entre ciencia, religión, filosofía y esoterismo permiten ver bajo otra luz ciertas instancias históricas, incluyendo la irrupción actual del nihilismo.” [“Las editoriales pueden llegar a ponerse groseras”, 2015]
¿Qué significa para Capanna ´nihilismo´? Sencillamente la negación de la fe católica, en cuya defensa pergeñó pacientemente su diatriba.
Natura. Las derivas históricas es un volumen de alrededor de 200 páginas, dividido en seis capítulos más un ´epílogo incierto´, enmarcado por un deslucido e innecesario prólogo de Diego Golombek y por una contratapa a cargo de un ´miembro de número de la academia nacional de historia´ que no alcanzan a ocultar ni a reorientar el dislate.
Las cuatro concepciones de ´naturaleza´ -antes mencionadas- poseen denominaciones específicas: “En adelante –dice Capanna- llamaremos Physis a la naturaleza de los griegos y Ktisis a la Creación bíblica. Usaremos el nombre Allogenes para referirnos a la ajenidad gnóstica y Anthropos para la magia hermética.” (Natura, p. 27)
De modo general nuestra sociedad no está organizada en torno ni de una diosa naturaleza, ni de una naturaleza creada por una divinidad. Esto significa que, descartadas Physis y Ktisis, la puja entre esas cuatro concepciones se redujo a dos. Así, “…el siglo [XXI] se inició cuando se consumaba la derrota de la corriente apadrinada por el hermetismo [Anthropos], que había gozado de una hegemonía de cinco siglos. La crisis que estamos atravesando está dominada por ideologías de matriz gnóstica [Allogenes].” (p. 27)
Esa batalla había enraizado tiempo antes, durante el siglo XIX: “La cultura [decimonónica] que hacía gala de su actitud maníaca respecto del progreso, se volvía irremediablemente depresiva cuando se ponía a escrutar el horizonte cósmico de la historia. La sombra de Allogenes parecía asechar a quienes trabajaban por el triunfo de Anthropos.” (p 113) Para Capanna contrastaban efectivamente lo sombrío y lo depresivo del gnosticismo con “…la Creación… don de Dios… acto gratuito de amor…” (p. 39).
Esa filosofía de la historia –una teodicea- es codificada en el capítulo quinto, jerga mediante: “La modernidad se construyó con el sello antrópico, que heredó del hermetismo [el humano como mago / científico que domina la naturaleza], y alcanzó su máxima expresión en el ideario de la Ilustración. Al margen de ésta… el Romanticismo y la teosofía introdujeron una cuña alogénica que con el tiempo acentuaría la tensión entre ambas matrices… Aun cuando en el contexto transmoderno Allogenes invoque a una Physis desencantada por la ciencia, si se enfrenta a Dios es porque lo ve como el demiurgo, obstáculo que tiene que remover si aspira a imponer su espiritualidad. Considerando estos movimientos tectónicos, el antisemitismo y el anticristianismo, que explícitamente se encarnaron en el nazismo y el stalinismo, se nos presentan… como las ofensivas de una guerra de religión en la cual Allogenes apuntaba a destronar a Anthropos y a deshacerse de Ktisis.” (págs. 156-157)
En el “Epílogo incierto” Capanna resuelve a su modo esas peculiares batallas religiosas: “La posibilidad de que se revierta el proceso del desencantamiento y renazca la arcaica veneración por la naturaleza [Physis] es remota… En cuanto a Anthropos, su eclipse es demasiado reciente como para que imaginemos su restauración… El triunfo de Allogenes es circunstancial, aunque sería imprudente pronosticar el fin de su ciclo. El pesimismo alogénico nunca dejó de estar presente en las grandes fluctuaciones históricas…” (p. 198) Y remata: “…aún queda en pie la tan vapuleada Ktisis [creacionismo bíblico]… Un eventual regreso a la escena… no dependerá de que la religión vuelva a instalarse en el eje de la cultura y la vida social… Una recuperación de Ktisis como matriz filosófica [no] tendría por qué ser incompatible con una epistemología agnóstica que fuera consecuente.” (p. 200)
¿Qué fuera ´consecuente´ con qué? Con la fe católica, por supuesto, a la que Capanna defiende de los embates gnósticos. A continuación, las palabras de un devoto: “El ateísmo alogénico –hoy triunfante, según el autor- prefiere afirmarse por la vía de la profanación, el sacrilegio, la blasfemia. En el caso de que sea algo más que una provocación hacia los creyentes, es un acto de rebelión contra un Dios cuya existencia niega…” (p. 199)
La asociación ´gnosticismo / blasfemia / sacrilegio´ remarca la impunidad intelectual de quien nos invitó a leer sobre las concepciones de la naturaleza a lo largo de la historia y nos ofreció una homilía paranoide con sectarios cuestionando la divinidad en la que él cree.
Natura tergiversa al gnosticismo, una matriz de pensamiento considerada hereje por la ortodoxia católica y que, en su planteo más básico, no niega la existencia de una divinidad superior, sino que suspende el juicio suponiéndola desconocida (escondida, inaccesible). La simplificación a la que somete al gnosticismo es tan extrema que Capanna indica un único lado de la cuestión, recayendo al menos en una inconsecuencia (descontando, por supuesto, que la separación entre hermetismo y gnosticismo no es tan clara como sugiere).
Si bien en cierto que una de las vertientes del gnosticismo acaba por entroncar con cierta teosofía de sesgo nazi (el ideal del superhombre es un punto de coincidencia), también es justo señalar la otra faz de esta historia y es que la corrosiva epistemología gnóstica propició pensadores libertarios permitiendo en general el desarrollo del anarquismo.
El mismo Capanna reconoce al pasar que Mijail Bakunin en Dios y el Estado [1882] toma al modo de los ofitas –aquellos gnósticos que consideraban a la serpiente un ser iluminado- a Satanás como el primer librepensador (págs. 44-45). Esta rápida y volátil conexión libertaria debilita la perspectiva católica de un supuesto historiador de las ideas que encierra al gnosticismo en la negación, la oscuridad, la depresión.
En un sendero semejante, Capanna yerra de plano al borrar la incidencia del gnosticismo en la contracultura hippie de matriz mística: “De manera anacrónica, se quiso adecuar aquellos tratados [descubiertos en los rollos del Mar Muerto en 1945] al clima libertario de los años sesenta, exaltando a los gnósticos como humanistas, demócratas y feministas, nada de lo cual habían sido.” (p. 155) Sin espacio aquí para el debate, quien desee profundizar ese punto, lea Los evangelios gnósticos [1979] de Elaine Pagels (incluido por Capanna en la bibliografía) e interiorícese sobre la vida en comunidad, sin jerarquías, con igual rol de mando para las mujeres, que llevaron adelante algunos grupos gnósticos, menos abrumados por la realidad natural de lo que Capanna quiere hacernos creer.
Natura deja la sensación de una excesiva simplificación frente a un tema complejísimo, rozando a pesar de su megalómano archivo la mera chismografía contra gnósticos como Carl G. Jung, Martin Heidegger, Friedrich Nietzsche –para mencionar algunos.
Esa complejidad, acentuada por la desmesura argumentativa, acaba por embarrar su propio terreno teológico. Según el resumen que arriesga referida a las distintas crisis de sentido a lo largo de la historia, la primera sucede “…a comienzos de nuestra era, cuando la cosmovisión bíblica comenzaba a desplazar a la pagana”. El gnosticismo aprovecha el resquicio al plantear por qué existe ´el mal´ en un mundo signado por una divinidad asociada al bien. La respuesta cristiana surge de san Agustín quien ubica al mal fuera de la obra divina, restringiéndolo al campo ético y denominándolo un misterio, ´mysterium iniquitatis´ (p. 32), asegura Capanna. Pero –importante salvedad tripartita- esta categoría no era de Agustín, tenía algunos siglos de existencia y aparecía en la segunda carta del converso Pablo de Tarso a los tesalonicenses, como referencia al mal absoluto que busca usurpar el lugar del mesías. Ese desliz teórico subraya sus límites intelectuales.
Capanna podría haber acertado con conceptos teológicos como el citado si hubiera leído por ejemplo a Ivan Illich [1926-2002], un filósofo austríaco que –al igual que él- se apoyaba en La legitimación de la Edad Moderna de Hans Blumenberg para pensar la concepción de naturaleza en la modernidad y que en sus últimas charlas decía algo a tono con lo que parece discutir Natura: “…al cambio de significado del término naturaleza entre los tiempos clásicos y modernos [lo señaló] la historiadora Carolyn Merchant en… The Death of Nature (La muerte de la naturaleza) –comenta Illich. Una certeza había en la antigüedad: la naturaleza era viva… En el siglo XII tal idea se vio afectada por el sentido de la contingencia. La naturaleza entera yacía en manos de Dios… Merchant argumenta que con semejante elevación se crearon las condiciones para que, una vez fuera de las manos de Dios, pudiera la naturaleza perder su cualidad más esencial: su pulso vital. A partir de este punto, si miramos el encumbramiento de las ciencias naturales y de las ciencias en general durante los siglos XVII y XVIII, encontramos que investigan una naturaleza que no sólo ha quedado fuera de las manos de Dios, sino que ha perdido… su vitalidad. Una ciencia que estudia el funcionamiento de una naturaleza que ya no está viva [plantea] una cuestión bien moderna: ¿cómo explicar, cómo hablar sobre la vida en una naturaleza y entre cosas naturales que no han nacido, sino que han sido… matemáticamente programadas?” [Ivan Illich – David Cayley, Los ríos al norte del futuro, 2005]
El pasaje deja en claro que un teólogo de formación católica puede llevar adelante una discusión semejante a la de Capanna, sin pedir la restitución institucional de ninguna fe.
Es lícito especular por lo tanto que la lectura de ese panfleto católico que es Natura requiere considerar, por un lado, el primigenio volumen La Tecnarquía (dedicado a la civilización industrial como dominio de la naturaleza) y, por el otro, un texto casi nunca mencionado por Capanna –me refiero a la conferencia “Crisis de la racionalidad. El discurso esquizoide del mundo postindustrial”, en el marco del seminario ´¿Adveniente cultura?´ [CELAM. Consejo Episcopal Latinoamericano, 21 al 27 de abril de 1986].
En esa exposición, Capanna les advierte a los creyentes: “El contraste entre la racionalidad utilitaria que impera en la vida pública y la elección irracional de los valores privados produce un estilo de vida donde predominan la disociación, la fragmentación, la contradicción; en el plano de la salud mental, la esquizofrenia se convierte en la enfermedad del futuro.” Destaca luego entre los principales responsables de esos males al gnosticismo usando términos semejantes a los de Natura: “La irracionalidad moderna o postcristiana –aseguraba- procede del nihilismo que resulta del arrasamiento de los valores cristianos…, se complace con la incoherencia lógica y vivencial, y se precipita en las totalizaciones arbitrarias como formas de evasión.” En consecuencia, lo que “…se proyecta sobre la cultura no es tanto el conflicto ciencia / religión sino pseudociencia / religiosidad inmadura. Esto, que constituye un grave desafío pastoral, también atañe a los intelectuales y profesionales laicos. Si no quieren caer en una esquizofrenia refleja (religiosidad ritualista y adopción acrítica de pautas importadas) tendrán que pensar su fe con más profundidad, aprender a pensar científicamente los problemas que incumben a la ciencia e integrar la racionalidad tecnológica… con los valores de nuestras culturas.”
Podrá parecerles un tono extraño, pero es un Capanna auténtico bregando por un tecno-catolicismo sano, maduro, inverosímil… Cuando en 1986 se refería a ´los valores de nuestras culturas´ apuntaba a los intrínsecos valores católicos de la región austral jaqueados también por el gnosticismo, el nihilismo o como lo denomina en Natura, ´la anomia´: “Las crisis culturales pueden durar un tiempo indefinido, pero en algún momento acaban… Aquellos que anuncian que después de la modernidad solo viene la anomia tratan de convencernos de que ya no quedan alternativas…” (p. 18).
Natura confirma la necesidad de tener siempre presente que cuando leemos textos de Capanna, incluyendo sin ninguna duda a sus escritos sobre ciencia ficción, nos enfrentamos con un vocero del catolicismo que defiende consecuente y acríticamente a la ciencia oficial.
Esa singular impronta ideológica -que rubricó al gnóstico Philip Dick como meramente esquizofrénico- es razón suficiente para cuestionar su mirada sobre un género literario hereje que acaso haya nacido justamente del ambiguo, blasfemo y brillante gnosticismo.
Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, el cuento de Borges, dialoga en algún sentido con los gnósticos. Esta crítica a la tesis sostenida en el libro de Capanna me interesa especialmente en el aspecto libertario del gnosticismo. muy buen artículo!
Esa línea de Borges gnóstico es la que sigo para entender su ciencia ficción. En esta misma revista están los textos ‘Borges rabino’ y ‘Piglia para y contra todos ‘ . Gracias por su acertado comentario
Un comentario desfortunado en su virulencia. Don Pablo Capanna jamás ha ocultado su condición de católico, ni en sus obras ni en los numerosos reportajes en los que ha sido consultado. Eso no quita que esté muy lejos de ser «un vocero del catolicismo que defiende consecuente y acríticamente a la ciencia oficial», dada su permanente indagación, a veces sumamente crítica, de la utilización iindebida del elemento religioso en cuestiones científicas y filosóficas. Capanna es adversario del relativismo, pero de ahí a considerarlo un fundamentalista religioso hay un trecho muy grande.
Además resulta innecesariamente grosero con una persona cuya caballerosidad y seriedad ha sido reconocida por escritores especialistas en ciencias que no profesan la fe católica, como Alejandro Agostinelli y el fallecido Leonardo Moledo, que el artículo, cuya crítica puede compartirse o no, considere al libro de Capanna como un «dislate» y a su epílogo como «homilía paranoide», invitando de paso a poner bajo sospecha, por su condición de «vocero del catolicismo» toda su producción sobre ciencia ficción, que ha sido reconocida, incluso internacionalmente, en ambientes centíficos y lliterarios que nada tienen de católicos.
Estimado Dante. En primer lugar escribir esa reseña me llevó diez años de investigación. Es el resultado de un camino. Eso incluye haber leído mucho, Natura incorporada. Entonces, me pregunto antes que nada, usted leyó Natura o es una voz más que defiende a Capanna pero que ignora de qué estamos hablando? Además, puede googlear y enterarse que también mis lecturas sobre ciencia ficción tienen avales de instituciones del exterior. Cordial saludo
Estimado Roberto:
Vamos por partes:
1. Leí Natura, y entiendo el sentido de su crítica. No la comparto, pero me parece perfectamente coherente.
2. No pretendo defender a nadie. Don Pablo Capanna no necesita que nadie lo defienda, primero porque no hizo nada reprochable y además porque él es perfectamente capaz de responder a su crítica si le parece adecuado
3. Mi cuestionamiento fue al tono innecesariamente agresivo de los calificativos que cité, no a los argumentos de su reseña
4. Precisamente porque vi en Google su reseña de La Tecnarquía, que me pareció muy completa, y su reportaje a Capanna, donde no le hace ningún cuestionamiento por su condición de católico, es que me extrañó la virulencia de sus palabras.
5. Tomo nota de que le llevó diez años en escribir la reseña, que ha leído mucho, y que tiene avales de instituciones internacionales. No entiendo la relación que esos temas guardan con los términos que critico
Cordial saludo
Estimado Dante,
Comienzo por el final. Fue usted quien tiró sobre la mesa los avales que recibió Capanna. Simplemente le recordé los míos.
En cuanto a por qué no siempre dije esto así, es porque me fui haciendo una mejor idea conforme encontraba el material faltante. Eso incluye la tardía aparición para mí del libro que editó bajo sanción de Aguer.
Todo eso da como corolario una trama discursiva que no solo me parece errónea sino también violenta. Diagnosticar a todo gnóstico como esquizo es violento.
Podría seguir diciendo lo mismo que dije y que ya sugiero en la reseña de La Tecnarquía.
El punto es que a veces la cuestión nunca pasa por el saber hacer cuando la cosa no va. A Capanna hay que alabarlo siempre y nunca decirle que está mal y Natura maneja conceptos erróneos, está violentamente mal.
Saludos
Estimado Roberto:
Me queda claro su punto. No lo comparto. No me parece calificar de «violenta» una opinión expresada en una obra literaria. Tampoco dije en ningún momento que «a Capanna hay que alabarlo siempre», ni fue esa mi intención.
Una sola observaciíon más: el hecho de que Editorial Claretiana, con el Nihil Obstat de Monseñor Aguer, haya publicado un libro de Capanna sobre «Contactos extraterrrestres, no significa en absoluto que el pensamiento de don Pablo coincida qcon el de aquél. Dentro de los autores católicos hay muchas diferencias y los que separan a Capanna de Aguer son más bien grandes. Como ejemplo está el hecho de la colabortaciíon de muchos años de Capanna con Página 12, medio periodístico que no siente gran simpatía por Monseñor Aguer.
Cordial saludo
Estimado Dante,
La violencia de Capanna en Natura (que según entiendo no es estrictamente una obra literaria) tiene que ver con la tergiversación y con la arbitrariedad a la hora de discutir una tradición como la gnóstica. Es innegable que el libro encara al gnosticismo con mala fe intelectual. En ese camino, no parece viable una reseña como nota de color o como reunión de apuntes e impresiones. El objetivo de la reseña –evaluada, además, por otros- fue dar cuenta de la complejidad y del sin sentido en las afirmaciones / periodizaciones / elucubraciones. Para mí, quien tergiversa miente y quien miente, ejerce algún tipo de violencia.
Por lo tanto, tener que responder por mis supuestas violencias y no profundizar en las causas del dislate intelectual de ese libro me hace ruido, como si enfrentara a una defensa sin asidero, por ser una defensa que deja a un lado que el libro roza el despropósito.
Lo interesante sería discutir sobre ese asunto, sobre el despropósito.
Por otro lado, si usted revisa la reseña verá que ´Contactos extraterrestres´ está citado como ´El mito de la nueva era´. Este desliz se debe a que Capanna por lo general se refería al pequeño volumen editado por Aguer con este título suplente y nunca con aquel primero. Esto hizo muy difícil rastrearlo o saber que estábamos frente a un caso de suplantación de título. Y como a ´Contactos extraterrestres´ lo encontré hace poco tiempo, no llegué a modificar esa información.
La cuestión entonces es que ni siquiera Capanna quería recordarlo tal como lo había titulado. Es apenas una intuición la que me sugiere algo de negación, de lo contrario podría haber usado el título original de dos palabras y no el suplente mucho más largo.
Todos estos rodeos no deberían ocultar el motivo principal de la charla: una figura intelectual prominente y de trayectoria lanza al ruedo un libro plagado de problemas, dificultades y errores, y – escándalo- una universidad lo avala.
Finalmente, creo que a esta altura es evidente que ningún medio masivo de comunicación es garantía de nada.
Saludos
Estimado Roberto:
Creo que hay una confusión. «El mito de la nueva era», es otro libro, editado por Ediciones Paulinas en 1993. No tiene nada que ver con «Contactos extraterrestres», ni siqiuera hablan del mismo tema (salvo un capítulo el «Contactos…» que discurre sobre el movimiento de la Nueva Era). Poseo ambos ejemplares así que no creo que haya habido «suplantación de título» ni «algo de negación», sino simplemente una equivocación. Donde Capana sí amió los conceptos de «Contactos…», fue en «Historia de los extraterrestres», libro de 2006 que fue editado por Capital Intelectual, una editorial que nada tiene que ver con la Iglesia.
No «oculto» el motivo principal de la charla, ya le dije que no comparto su opiniíon pero me parece muy coherente con su postura. Y lo dije dos veces.
De acuerdo en que ningún medio masivo de comunicación es garantía de nada, por eso las miradas críticas son bienvenidas, aunque no se coincida con ellas.
Cordial saludo
Estimado Dante,
Tomo nota de los diversos títulos y reactualizo mis datos. Gracias por la información. Es útil para poder seguir delineando ese territorio algo destrozado de la historia de la ciencia ficción local. Capanna es una parte de esa historia pero no es toda claramente.
Saludos