Una conversación animada con Chomsky por Michel Gondry

El planteo de esta conversación animada es autorreferencial desde sus primeros planos. Lo que Gondry expone es una incapacidad del medio audiovisual y lo describe como esencialmente manipulador. Descontento con esto trata de animar y expresar sus propias palabras, sus propias ideas, llevarlas al frente para que no contaminen la conversación que intenta transmitir.

La tinta en el papel y los dibujos infantiles son parte del apuro y la inocencia con la que encara el proyecto. Una forma de sinceridad ante el poco tiempo que le queda para darle fin: asume que la edad del entrevistado le juega en contra. La sinceridad con que encara el proyecto le permite simplificar lo controversial del pensador norteamericano poniéndolo a la altura de su tía. No lo hace por desmerecer a Chomsky o a su tía, sino por cuestionar la controversia en si misma.

La primera parte de la charla ronda la problemática de la lengua: ¿cómo adquirimos el lenguaje? En base a un recuerdo de su niñez, Chomsky plantea preguntas sobre la adquisición de conocimiento a muy temprana edad para luego cuestionar la manera en que este conocimiento se propaga. Para hacerlo utiliza ejemplos históricos que le dan forma a cómo deberían encararse las ideas. Chomsky plantea una educación que esté más atenta a los intereses individuales.

Entiende que una formación que opera imponiendo conocimientos y no promueve el cuestionamiento, solo es funcional a la estandarización de las mentes. El cuestionamiento perpetuo de cada una de las partes promueve el desarrollo individual del conocimiento y este desarrollo, en la medida en que es compartido, sirve para el progreso de la humanidad en su totalidad.

El diálogo entre el cineasta y el filósofo, va tomando la forma de cuestionamientos puntuales. El grado de abstracción que alcanza la charla, solo se ve atemperado por ciertas anécdotas que tanto Chomsky como Gondry intercalan dándole color al planteo. Las animaciones mutantes de Gondry tienen el ímpetu infantil de quien está intentando aprender cuestiones muy avanzadas desde la inocencia. Logra poner al espectador cerca, muy cerca del problema y, quitándole la solemnidad, procura que el pensar lo que se ve se realice desde un lugar básico: un juego de niños.

Hay algunos momentos de singular melancolía, dentro de lo que es una exposición intelectual, fría, por momentos implacable, aparece la muerte. Aparece una forma muy particular de relacionarse con la parca, el recuerdo de la esposa de Chomsky es un vacío comprensible. Los recuerdos de ella inundan su espacio reflexivo. Entramos en la familia Chomsky y nos encontramos con su activismo político. La crítica a la política exterior de Estados Unidos, epicentro de la mayoría de sus libros editados localmente, es visitada desde un costado más íntimo, más familiar. En la repercusión de ciertas ideas políticas para formar un ámbito familiar, Chomsky incentivó el compromiso. Hoy en día se define como anarcosindicalista y sus hijos viajan por el mundo siguiendo sus propios ideales.

Los pequeños comentarios de Gondry autorreferenciales sobre los malentendidos y las preguntas que se va haciendo como documentalista estructuran un bagaje teórico que, de cualquier otro modo, sería difícil de digerir. El desafío del cineasta es, en este caso, estético-intelectual y puede aburrir si no se tiene en cuenta lo interesante que es cada individuo que vemos en pantalla. Sólo aburre si estamos tan ensimismados que no podemos verlos.

Los libros de Noam Chomsky que se pueden encontrar en las librerías son los libros políticos. Lecturas anarquistas sobre una historia del capitalismo que se ha desplegado tanto a la izquierda como a la derecha pero que ha sido siempre funcional. No hay espacio para sus textos sobre lingüística, su campo de estudio y es una lástima. Este documental acierta al dirigir la mirada y centrarla en ese aspecto del pensamiento de Chomsky. Sin dejarse tentar por las polémicas del entrevistado, Gondry vincula la lengua con su biografía, descubriendo abstracciones que resultan políticas pero como poderosas herramientas de conocimiento mientras los dibujos van decorando un devenir tan mágico y encantador como la mente humana. Como cualquier mente humana que se entiende a sí misma y vive en un mundo que la ha transformado en partícipe necesario, quiera o no serlo.

Escribe Lucas Iranzi

Lucas Iranzi es egresado de la ENERC, escribió y dirigió tanto cortos de ficción como documentales. También guionó y produjo shows teatrales de escasa difusión. Tiene múltiples personalidades pero no partícipes de un desorden o, al menos, eso afirma él. Sin ir más lejos esto lo escribió él ¿Por qué usa la tercera persona? La verdad: No lo sé.

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2 Comentarios

  1. Bien la reseña de esa charla. Me falta el original (si es que existe, ya que no descarto que esto sea una maniobra «orsonwelesca»: no me extrañaría de tu parte (y estaría muy bien, también…) ….)…

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