Una Legión de Fragmentados

La serie recién estrenada Legion y la película de M. Night Shyamalan, Fragmentado, nos conminan a pensar un poco el desorden de personalidades múltiples y la esquizofrenia en la cultura pop.

La última película de M. Night Shyamalan trata sobre un hombre con desorden de personalidades múltiples que secuestra a tres chicas para atormentarlas. Esta reseña no ahondará mucho más en el argumento porque considero que el tráiler revela gran parte de la trama. A quienes quieran evitar spoilers les recomiendo evitar el tráiler a toda costa. Creo que si no hubiera visto el tráiler la experiencia hubiera sido distinta.

La película es muy simple y tiene muy pocos sucesos, el suspenso termina reduciéndose a la espera entre una escena y otra de las ya mostradas en el avance. Debido al planteo me imaginé a un James McAvoy completamente explorado en sus posibilidades como actor. Si bien demuestra ser un gran profesional el problema pareciera ser la capacidad de Shyamalan para dirigir actores.

Shyamalan ha demostrado en The Last Airbender que puede hacer actuar definitivamente mal a un actor incauto y esta no es la excepción. Mientras el más experimentado McAvoy pilotea situaciones y diálogos con un profesionalismo que desdibuja las impericias de la dirección, las chicas secuestradas se encuentran mucho más expuestas. Una lástima porque la intensidad en la mirada de la argentina Anya Taylor-Joy termina siendo sólo eso gracias al acercamiento obsesivo del director a sus ojos. Dicho sea de paso, esto ya había sucedido con Zooey Deschanel en The Happening, curiosamente, en una historia de desviaciones mentales, creo que las manías de M. Night no narran nada. Anya también tiene unos ojos hermosos, nobleza obliga. Creo que el director narra, a lo sumo, su propio fetichismo y, a veces, parece que es uno de los pocos recursos que tiene para arrimarse a eso que llamamos generar clima.

En El protegido se proponía un universo de superhéroes diferentes y Bruce Willis, el duro Bruce Willis sabía llevar correctamente el tono. Claro que quizás fuera el propio Willis más el guión y el ritmo de Shyamalan, en aquél momento, lo que estuviera funcionando bien. McAvoy está a la altura. Lo que resta es la chatura de una película que se está pensando a si misma historieta y una personalidad múltiple que termina encontrando una especie de resolución esquizofrénica que sólo es fuerza bruta. Algo sumamente débil y flojito para un argumento que propone meterse con asuntos mentalmente tan complejos. Me hizo acordar a Nolan metiéndose con los sueños en Inception para resolver el tema a los tiros.  Es como reducir al aspecto más pobre lo que se propone y desaprovechar el medio. Quizás Shyamalan dejó de escuchar a sus personajes y simplemente está imponiendo situaciones ligeramente interesantes desde algún aspecto y ya. Público sigue teniendo así que debe estar captando algo que se me escapa. Me preocupa que se trate de un director que piensa que un comic de culto, por ser comic, no da para más.  Hay varios ejemplos, se trata de los directores como Zack Snyder, que olvidan todo lo que hay de literario en una historieta y se limitan al cuadro por cuadro (digo limitan porque el cuadro a cuadro es un recurso para narrar, no un fin en si mismo).

También hay comics que son muy chatos y que en el cine encuentran otro volumen. Sobre este aspecto quisiera ir hacia otra historia de esquizofrenia llevada el medio audiovisual: Legion. Esta serie se basa en un personaje de comics, no quiere ser comic y resulta interesante la diferencia, porque son medios diferentes.

Legion es hijo del profesor X (si, el de los X-Men) y una mina X: Gabrielle Haller. Haller lo cría sin decirle al profesor en cuestión de la existencia de su hijo. La serie tiene un tono ucrónico. Gran acierto de Noah Hawley, quien también se ocupa de la serie Fargo. Entre elementos tecnológicos y vestimenta setentosa, por momentos los flashbacks incluso parecen tener un estilo propio de la década del 90. El quid de la cuestión es que Legion no distingue fantasía de realidad y sus poderes son tan grandes que pueden alterar la realidad físicamente. Lo cual plantea, en pantalla, un aspecto mucho más distinguible del conflicto interior. En este caso, un planteo muy simple sirve para graficar algo muchísimo más complejo.

Si el cine de superhéroes puede servir para algo es para graficar los problemas del poder y la psicosis colectiva. La presencia de un poder real le da cuerpo a un miedo, a pequeñas tiranías. Ese personaje cuya moral lo lleva a eliminar a su antagonista, no está haciendo justicia sino que está imponiendo su justicia, su propia idea de la misma. En la medida en que creamos que hay una idea de justicia y no tantas como seres humanos habitan la tierra, simplificaremos nuestro mundo llevándolo al terreno del maniqueísmo, terreno propicio para los absolutismos. Entiendo que es más cómodo y comprensible un mundo así, lamento sentir que vivimos inmersos en una esquizofrenia socialmente aceptada. Creo en el Antiedipo de Deleuze y Guattari, aunque no lo entienda del todo, como a la vida misma.

A David (Legion) se le diagnostica esquizofrenia. Él no diferencia fantasía de realidad porque sus poderes pueden distorsionar la realidad. Esto es “tener demasiado poder”. En este caso en serio, no a las piñas, sino a nivel psiquíco, físico e interdimensional. Controla psiquis, materia y espacio-tiempo sin darse cuenta. Un ejemplo de como vive mundos que son sus propias creaciones: David se enamora pero, al tener poderes telepáticos, no puede distinguir si está manipulando a su amada, si le está sugiriendo él mismo una idea de correspondencia. Esto sucede con todos los personajes que rodean al protagonista, creen poder dominarlo hasta que empiezan a dudar de lo que creen haber vivido.

No sólo puede hacer aparecer una de sus disociaciones sino también generar todo un entorno acorde a su delirio. Por este motivo la mayor parte de su historia transcurre dentro de su mente. No sabemos cómo la serie irá trabajando las disociaciones. Legion ha alterado espacios-temporales y ha generado mundos alternativos, cada una de sus personalidades ha tenido su propia trama. Por lo que lo único que sabemos es que todo lo que vemos puede ser parte de un engaño y ¿Hay mejor medio que el audiovisual para representar las situaciones manipuladas?

En estas historias estrenadas recientemente, tanto Legion como La Horda se presentan como superhéroes tratando de salvarse a sí mismos y como supervillanos para el resto de la sociedad, incluso para la sociedad mutante que siempre sirvió como representación de las minorías. En esta historia particular no hay una cuestión de moral de por medio, ni segregacionista. El planteo en este caso está vinculado con locura y sobre todo aquella enajenación que puede vivir el poderoso. Toda persona mediática puede vivir una realidad ilusoria, este peligro incrementa en la medida en que crece la popularidad, la proyección y autoconciencia se dispersan en ese laberinto de mil espejos que son las pantallitas de colores.

Este último aspecto fluctúa con las personalidades. Lo que sobrevuela es el problema de una sociedad de control. Se trata de personajes cuyas narrativas deberían estar descontroladas, una especie de Rashomon de uno mismo. En el cine esto fue plasmado de una forma sumamente convencional por parte de Shyamalan. Llamativamente en la serie, Legion se presenta como una serie plagada de vericuetos, realidades disfrazadas, mentes escondidas del mundo en otros mundos desarrollados por sí mismas y recuerdos dentro de recuerdos.

Los géneros cambian, las escenas de acción son rarísimas, cuando parecen de plástico, hay algo dando vueltas de otro tinte. El terror lyncheano amenaza desde los detalles y está completamente incorporado. La serie pareciera preparar estéticamente el terreno para el regreso de Twin Peaks. Es extraño encontrarse con series así, aunque toda serie se encuentra tarde o temprano con el caos. Quizás por la extensión en el tiempo, es inherente a un desarrollo extensivo que ciertas incoherencias salten y, al mismo tiempo, sucedan cosas que no cierran por ningún lado.

En ese sentido la serie tiene la oportunidad de arrimarse al desarrollo que vivimos al discurrir en el tiempo. A veces parece que nunca pasa nada, a veces pasa demasiado y ni nos damos cuenta.

Escribe Lucas Iranzi

Lucas Iranzi es egresado de la ENERC, escribió y dirigió tanto cortos de ficción como documentales. También guionó y produjo shows teatrales de escasa difusión. Tiene múltiples personalidades pero no partícipes de un desorden o, al menos, eso afirma él. Sin ir más lejos esto lo escribió él ¿Por qué usa la tercera persona? La verdad: No lo sé.

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