—¿Quién? ¿Louise qué…?
—Glück. Glück con diéresis.
Corrí a la computadora para googlear a la para mí ignota pero afamada, reconocida, premio Pulitzer, catedrática de Literatura de Yale y tutti i fiochi. Algo a lo que me voy acostumbrando a medida que pasan los años: siempre tener que salir corriendo a ver qué escribió y de dónde salió el último premiado.
No hay que buscar mucho para encontrar algún escrito:
Crepúsculo
Trabaja todo el día en el molino del primo,
así que al llegar a casa, en la noche, siempre se sienta junto a la ventana,
observa ese momento del día, el crepúsculo.
Debería haber más tiempo así, para sentarse y soñar.
Es como dice su primo:
Vivir-vivir te impide sentarte.
En la ventana, no el mundo, sino un paisaje enmarcado
que representa el mundo. Las estaciones cambian,
cada una visible apenas unas horas al día.
Cosas verdes seguidas por cosas doradas seguidas por blancura,
abstracciones de las que provienen placeres intensos,
como higos en la mesa.
Al atardecer, el sol cae entre dos álamos, en una bruma de fuego rojo.
Cae tarde en el verano, a veces cuesta mantenerse despierto.
Entonces todo se desmorona.
Por un rato más, el mundo
es algo que ver,
luego solo algo que escuchar,
grillos, cigarras.
O algo que oler, a veces, aroma de limoneros, de naranjos.
Entonces el sueño también roba esto.
Pero es fácil renunciar a las cosas así, experimentalmente
por una cuestión de horas.
Abro mis dedos,
dejo que todo se vaya.
Mundo visual, lenguaje,
susurro de hojas en la noche
el olor de la hierba alta, de las fogatas.
Lo dejo ir. Entonces enciendo la vela.
Fuente: https://www.milenio.com/cultura/laberinto/louise-gluck-poemas-premio-nobel-literatura-2020 – Traducción: Adalberto Salas Hernández.
Hay dulzura y dolor en este poema, casi un relato, diría. La belleza de un trozo de mundo percibido a través de una ventana atraviesa al que lo contempla y aplasta al que lee con una melancolía de la que solo se podrá salir después de leer y volver a leer Crepúsculo varias veces. Solo así podrá —tal vez— recuperar la primavera perdida entre la desesperanza de estos versos adentrándose en el misterio de un horizonte que se escapa devorado por un punto de fuga, mientras muere el día y se va la vida.
Hoy, mientras el mundo visual evanesce como un susurro de hojas en la noche, solo quiero leer poemas de Louise Glück.
Bella poesía. Coincido con el comentario, también e
bello, de Espósito.