Dibujo: Cindel García

Poesía Federal VI

Sexta parte de esta selección de poesías que intenta representar los múltiples ejes que conviven a lo largo del territorio argentino. En esta entrega, recorremos el trabajo de Pamela De Battista, poeta oriunda de Gualeguaychú, Provincia de Entre Ríos. Dibujo de Cindel García.

 

La costurera

I

Contra todo silencio

que íntimo

mar

se mueve danza,

contra toda lágrima

que piedra,

aquieta,

soy la costurera.

Se hamaca el pie

se ensaña la mirada

se concentra.

Contra toda la noche despierta

enhebro la letra

hilvano el pensamiento

doy la primera puntada;

el hilo en la tela

abre puertas,

punta con punta

palabra con palabra.

De esta unión ya no se vuelve

ya no

hay vuelta atrás.

 

Canta el vestido

abre los volados

cae la voz,

su sombra se sacude

se aprieta contra el muro

desespera.

 

Canta la aguja

se clava

sabe exactamente dónde

sabe exactamente cuándo,

gime el rojo retazo

entregado al relámpago puñal

que lo penetra

que lo transforma.

De esta unión ya no se vuelve

ya no

hay vuelta atrás.

 

Contra toda la lluvia

que crece en la ventana

como si el vidrio

o mis ojos

fueran una lupa

triste,

contra toda tristeza

canto

compongo los huecos

las bocas de la tela,

las yemas se juegan

en una apuesta filosa

punzante

por la forma.

Canto

me detengo

sorbo el agua del poema

pruebo

la temperatura,

adivino

el espacio que ocupa

en la garganta,

canto de nuevo.

Los hilos saben

la tela sabe

la aguja sabe

con qué lenguajes me erotizo,

con qué gesto

el ruedo me conduce

sola

por los bordes.

Canto.

De esta unión ya no se vuelve.

De esta unión

ya no

hay vuelta atrás.

 

 

Luanda

I

Desde ahí debés ver el andar del tiempo,

¿cómo es?

Seguramente sentís

el golpecito de sus pies

al pisar avanzando

en la célula que se multiplica,

en la mano que florece,

en tu corazón, que fue lo primero,

que fue su materia prima,

en la planta y el talón que después

cuando lo decidas y tu cuerpo crezca

me darán tu saludo desde adentro.

Poco a poco

aparecés.

El tiempo es un mago, Luanda.

 

El amor zurcido a contra tajo,

el amor suturando el hueco

donde hasta hace poco

brillaba

el infinito profundo.

Luego

la botella vacía

sobre la mesa

en medio del mar

sola

a través del silencio

flota.

 

III.

Sos tan pequeña

que la gente

confunde tu sexo.

Eso es hermoso.

 

Todavía en tu mente se derrama, sagrado,

un silencio de las cosas de los humanos.

 

Yo quisiera entrar en ese silencio.

 

Luanda,

yo, como vos, quiero ser

niña y niño

a la vez.

 

 

Enero

 

Yo tenía 14 años

y un amor detenido

en el medio del aire

incierto, lejano, leve,

apenas hilvanado sobre un cielo ancho,

yo escurría la inocencia de los trapos sucios

sobre mi boca nueva,

y esperaba

ese amor de canciones de radio

ya instalando lo que debe ser

en todos

en mí,

marca con fuego en el nervio adolescente

que no entiendo,

14 años,

qué voy a entender

si la radio, si las novelas,

si los mandatos

ladran

y no dejan escuchar más que sus voces

ladrando.

Yo imaginaba

la vida imposible

la belleza prolija y obediente

y la elegancia

que no tengo

con la misma ansiedad con que imaginaba ser otra

¿Como las demás?

No. O sí.

Yo ya respiraba este mundo

con una máscara como una mariposa

filtrando.

Como una mariposa,

una máscara

que era una imaginación feroz,

una poesía niña,

una gota de silencio íntimo

creciendo con olor a palo santo,

pero a veces

la máscara me era quitada

a manotazos.

No entiendo

Qué voy a entender.

Empecé a trabajar

acomodando público

en una tribuna

en el carnaval.

Yo era virgen.

Yo jugué a las barbies hasta los 13.

Todavía no me dejaban ir a boliches.

De camino a la jornada

muchas cuadras

y el verano insistiendo incontenible,

tensando su músculo caliente contra mí

sobre la calle de tierra.

Varios grupos de chicos

apostados a lo largo del camino

jugaban al carnaval,

me empapaban el uniforme,

me dolía la piel

y más adentro

trozaban con fuerza de carniceros

el poco entusiasmo

que me había sacado de mi casa.

Subo la escalera lateral de la tribuna.

Crujir de pies sin ganas.

Hay cola hoy.

Mucho trabajo.

Un sudor tranquilo me derrama,

en el humillante

triste morir silencioso y pequeño

de aguantar.

 

Una noche

cuatro hombres me cercaron contra la baranda.

Miro

¿Dónde están mis compañeros?

Los cuatro profieren palabras contra mí

que no entiendo

qué voy a entender.

Yo quería estar en mi casa escribiendo versos

o inventandome

de otra forma,

no escuchando cómo cuatro hombres

querían tocar

chupar

meter

y esto es algo que no puedo

No Puedo

decir con Poesía.

14 años

no me dejan salir del cerco de brazos,

dentro de mí

un corazón desbocado,

la aguda fiereza de un cuchillo que empieza a cortar el sol

eso que sangra

es un sol adentro,

un veneno su brillo apagado,

un chillido de bestia cazada dentro de su propia cueva.

Afuera

no puedo más que ceder a una quietud,

a una sorpresa fastidiosa.

Qué voy a entender

ese dolor

ese miedo.

 

No recuerdo cómo se fueron.

Le conté a mi compañera.

Ella había visto todo.

«Si no querés que te hagan nada no los hagas calentar»

me dijo,

y esto es algo que no puedo

No Puedo

decir con Poesía.

 

14 años

Yo ya escribía poemas.

Hasta los 13 jugaba a las barbies.

Qué voy a entender

que a esa altura

tan pronto

haya sentido que soy

un cajón de muerto hundiéndose en la tierra

pero vacío

y conmigo adentro.

Una tela nueva

comida por las polillas.

Y más

un papel de carta

una carta de amor

como las de esas telenovelas de infancia

una carta sin terminar

rasgada

una carta de amor sin terminar

todavía

nunca.

 

 

Vuelvo del amor

Vuelvo del amor

con un ruido de vidrio roto

en una mano

y en la otra

un silencio que es

vacío y borde

y frío.

 

Vuelvo del amor con la carne sorda

aturdida

sorda.

 

Anoche te soñé

te preparabas para tu celebración

envolviéndote en crisálida.

Caída del sueño

Alicia montuna soy

con el vientre maduro,

oigo, atenta, los ruidos desconocidos

mientras mastico las raíces carnosas.

 

La luna como un ojo.

Vuelvo

mis pies de viajera descalza

traen un agua barrosa

desde el lugar en el que amé

y con ella resbalan

y pisan.

 

Corro debajo de la noche

rompo la poca luz con la sombra de mi cuerpa

paso, miro,

recorro el pulmón oscuro

que crece entre los árboles.

La sombra de mi cuerpa

larga y vaporosa

como un traje de reina.

 

Mi corazón se aprieta contra la piedra.

 

Perdoname lo onírico

perdoname todo lo sin respuesta

 

¿Cómo es ese amor del que vuelvo?

¿Es verdad?

¿Se vuelve?

 

 

Cartas al Agente Cooper

 

Laura Palmer y yo

bailamos

una danza aparente.

Aparentamos bailar una danza

aparente

para que su corazón encienda

las cortinas

de la habitación roja,

para que mi corazón sacuda

los párpados

de las lechuzas.

 

Mírenos bailar

imagine

el beso que no nos damos

y que sí,

 

los labios de ella

húmedos

como este cielo a punto de quebrarse de tan gris.

 

Cierre los ojos

vea

cómo arranco su sangre en esta danza

de qué manera le curo la amargura

y le acurruco la oscuridad.

Fíjese qué limpio queda su aliento negro.

Mi lengua en su cuello que vive y muere,

mis dientes clavados en el ritmo

de su respiración.

 

Mírenos bailar

en la habitación roja

retorciéndonos la tristeza

de andar sin tiempo

entre la sombra y la luz.

 

Véanos y aprenda

cómo se amasa y se cuece

el relámpago definitivo

de una tormenta

siempre a punto

de romper.

 

 

 

Escribe Pamela De Battista

Pamela De Battista es poeta y profesora de Lengua y Literatura. Nació en 1985, en Gualeguaychú. Forma parte del grupo literario Curanderas. Participa de la movida literaria en su ciudad gestionando y produciendo ciclos de lectura de poesía, presentaciones de libros, dictado de talleres, en equipo con otres poetas y escritores locales. Publicó su primer libro “Cuaderno para el agua”, en 2012, a través de la editorial independiente Singular. Obtuvo el premio Fray Mocho 2017, género poesía, máximo galardón provincial otorgado por el Gobierno de la provincia a través de la Editorial de Entre Ríos, con su libro “Cuaderno para brujas”, publicado en 2019.

Para continuar...

Micropoemas V

Compartimos la quinta parte de esta selección de micropoemas del poeta hondureño Alex Darío Rivera, ilustrada por Javier Ranieri.

Un Comentario

  1. Rodolfo Dondero Rodo

    Las cosas que no se pueden decir en poesía sí se pueden decir con puntadas a riesgo de hacer un siniestro corcusido entre la abominación y la ira. Versos que dan bofetadas en la cara subhumana como arrastrando la vida en la cloaca, como dejando que un pétalo fresco no pierda su perfume aunque estemos en medio de la miasma…

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