Ilustración: Mariano Lucano

Odiseo – Episodio IX

¿Un léxico puede ser elegido? ¿o él nos elige ? El intérprete es del sur de nuestro territorio, de los confines. El texto que propone viene influido por sus célebres obsesiones. ¿Es posible reescribir el Ulises de Joyce con signos inexistentes? Si quieren leer, les ofrecemos este nuevo y oportuno episodio. Los previos, en este link

Gentil, queriendo ser indulgente con ellos, el bibliotecólogo  temblón[1] ronroneó:

–Y nosotros ¿no es cierto que tenemos esos preciosos textos de Wilhelm Meister? De un prodigio poético sobre un prodigio poético gemelo[2]. Un espíritu en continuo titubeo enfrente de un ponto de inquietudes, deshecho por incertidumbres que se oponen, como sucede entre los vivos.

Se movió medio metro de minué en crujiente cuerobuey y retrocedió medio metro de minué[3] sobre el solemne roble del piso.

Un dependiente silencioso, entornó levemente el portillo y le hizo un signo silencioso.

–Un minuto –dijo crujiendo, como queriendo irse pero se demoró–. El bello ingenuo inconsecuente que se enfrentó con el mundo concreto. Los juicios de Goethe son siempre muy correctos. Correctos en un sentido generoso.

Bicrujiente hipótesis se retiró unos metros en minué. Pelón, el celo mismo en el portillo, sus orejones oyeron lo que le dijo el dependiente;  lo escuchó; y se fue.

Sólo dos oyentes.

–Monsieur Pelisse –se burló Stephen– estuvo vivo los quince minutos previos de su muerte.[4]

–¿Encontró esos seis empeñosos futuros médicos que lo escuchen leerles el Edén Perdido? –preguntó John Eglinton con el tono bilioso de un viejo–. Rezongos de Belcebú[5] le dice.

Sonríe. Sonreír sonriente de Crunly[6].

 

Primero le conversó

            Después le toqueteó

            Después le introdujo el tubo femenino

            Porque de médico estudió

            Un jocoso estud…

 

–Creo que Homlet requiere un incremento. El siete es un número muy querido por los míticos. Los siete ilustres les dice W. B.[7]

Rutilojo, con el rufo tiesto vecino de su quinqué[8] verdigorro buscó el rostro, peludo en medio de un cono verdeoscuro, un ollev[9] virtuojoso[10]. Se rio en silencio: reír de interno de Trinity[11]: no replicó.

 

Lucifer sinfónico, profiriendo su dolor

gotones como de llorosos querubines.

Ed egli del cul fece trombone.[12]

 

Él tiene mis estupideces de rehenes.

Los once fieles wicklowenses de Crunly futuros redentores del territorio de sus predecesores[13]. Kethleen el vejestorio sin dientes, sus hermosos vergeles, el intruso en el vestíbulo[14]. Y un decimotercero recibiéndolo con un eve, rebbi[15]. Los doce de Tinehely[16]. En el sombrío corredor él los requiere. Le di lo mejor de mi juventud, noches y noches. Dios os guíe. Buen trofeo.

Mulligen recibió mi tele expreso.

Estupideces. Persiste.

–Nuestros jóvenes escritores erineses –censuró John Eglinton– tienen el deber de construir un héroe que el mundo ubique en el mismo nivel que el Homlet del vikingo Shekspierre[17]; si bien yo lo venero, lo mismo que el viejo Ben[18], por poco como un ídolo.

–Todos estos puntos son cuestiones de eruditos –comentó Russell desde su cono oscuro–. Quiero decir si Homlet es Shekspierre o Jim I o Essex. Discusiones de clérigos sobre el historicismo de Jesús. El ejercicio estético tiene que exhibirnos conceptos, núcleos informes llenos de espíritu. El supremo quid de un opus estético es el vigor profundo desde donde surgió. Lo que pintó de Gus Moreou[19] fueron conceptos. Los profundos versos de Shelley, los discursos de Homlet unen nuestro espíritu con el logos eterno, con el mundo de los conceptos de Pletón[20]. El resto son silogismos entre profesores[21].

  1. E. se entrevistó con un reportero de New York. ¡Muro y que me fusilen!

–Los profesores fueron discípulos primero –dijo Stephen supergentilmente–. Eristóteles[22] fue en un momento discípulo de Pletón.

–Y lo siguió siendo, uno quiere creer –dijo John Eglinton dulcemente–. Uno puede verlo, un discípulo modelo con el título en el puño.

Se rio de nuevo, enfrente del peludo rostro que le sonrió.

Informe lleno de espíritu. Progenitor, Verbo y Espíritu Divino. Progenitodo, el hombre celeste. Hiesos Kristos, prodigio de lo hermoso, el Logos que sufre en nosotros en todo momento. Esto es verosímilmente cierto. Soy el fuego sobre el monumento. Soy el unto del sufrimiento[23].

Dunlop[24], Judge[25], el mejor de todo el Urbe[26]; O. E., Ervel[27] , el Nombre Indecible, en el tope del cielo, K. H., su profesor, cuyo identikit no es un secreto entre los devotos.  Mellizos del eminente círculo níveo siempre listos por si pueden socorrer. El Cristo con su cónyugemelo, rocío de luz, brote de un espíritu de virgen, conocimiento contrito, vuelto en dirección del nivel buddhi. Vivir como esotérico no es oficio de gente común. Los P.O. primero tienen que verse libres del kerme nocivo. Mrs. Cooper Okley entrevió en un momento el núcleo de nuestro ilustre miembro femenino H. P. B.[28]

¡Puoj! ¡Demoño! Pfuitfel! So nes correto, micielo, no se pue ver de riojo un núquelo de mujer.

Entró Mr. Best[29], esbelto, joven, gentil, rubio. Sosteniendo con decoro un bloc nuevo, generoso, limpio, brilloso.

–Ese discípulo modelo –dijo Stephen– hubiese dicho del discurso de Homlet sobre su principesco espíritu en el otro mundo, el inverosímil, inconsecuente y poco escénico monólogo, que no es menos superfluo que los de Pletón.

John Eglinton, frunció el ceño y en un brote colérico dijo:

–Juro que hiervo por dentro de sólo oír que se coloquen en un mismo nivel Eristóteles y Pletón.

–¿Quién de los dos hubiese exigido mi expulsión de su territorio común? –preguntó Stephen.

Desenvuelve tus definiciones con filo. El equinismo es el quidismo de todo equino. Ellos son devotos de los eones y de todo lo que es corriente de propensión. Dios: un grito en el exterior; súper hipotético[30]. El mundo: lo que nos es forzoso ver. Por segmentos no menos pequeños que los glóbulos rojos del humor venoso del hombre reptilifluyen siguiendo el culo de Bleke[31] con rumbo de un universo eterno del que este mundo verde es sólo un tenue reflejo. Quedémonos con el hoy, el presente por el que todo futuro se sumerge en pretérito.

Mr. Best se movió, cortés, en dirección de su socio.

–Heines se fue –dijo.

–Oh, ¿sí?

–Le mostré el libro de Jubeinville[32]. Le gustó mucho, ¿comprende?, con los Himnos del querer de Connecht, de Hyde. No pude convencerlo de que oyese su exposición. Quiere conseguirlo en lo de Gill.

 

Ve, librito mío, y consíguete presto

del público insensible un bello gesto

que escrito fuiste venciendo mi deseo

en este inglés seco, insípido  y feo.[33]

 

–Se le subieron los humos del combustible fósil del suelo –opinó John Eglinton.

Los ingleses sentimos[34]. Bribón penitente. Se fue. Me fumé sus puchos. Pedrusco verde brilloso. Un berilo verde metido en el círculo del ponto[35].

–El público no conoce lo peligrosos que pueden ser los fervorosos himnos del querer–previno, oculto, el oro ovoide de Russell–. Los movimientos que producen revoluciones en el mundo surgen de los sueños y visiones interiores de un rústico en el medio de un monte. En ellos el suelo no es un terreno de cultivo sino el vientre femenino que nos nutre. El éter tóxico del púlpito y el foro público producen el modesto librito de seis chelines, el son del vodevil, el pueblo de Molière produce el supremo pimpollo del vicio con Mellermé, pero el secreto del buen vivir sólo lo conocen los pobres de espíritu, como vivieron los míticos isleños de Homero[36].

Oyendo esto Mr. Best volvió un rostro inofensivo en dirección de Stephen:

–Mellermé, como ustedes conocen -dijo- escribió esos bellos versos libres que Stephen McKenne supo leerme en Boul’Mich. El que tiene que ver con Homlet.[37] Dice: il se promène, et il lit le livre de lui même, ¿comprenden?, leyendo el libro de sí mismo. Describe el Homlet como si hubiese sucedido en Ossegor, ¿comprenden?, un pueblo del interior. Lo promovieron de este modo.

Su puño libre escribió con humor pequeños signos en el éter:

 

Homlet

ou

L’étourdi

Pièce de Shekspierre

 

Y repitió enfrente del nuevoceño fruncido de John Eglinton:

Pièce de Shekspierre, ¿comprenden? Es muy de ellos. Es su visión. Homlet ou…

–El mendigo sin cerebro –concluyó Stephen.

John Eglinton se rio.

–Supongo que debe ser cierto –dijo–. Gente decente no lo dudo, pero increíblemente miope en cierto tipo de cuestiones.

Suntuoso y pestilente exceso hiperbólico del crimen[38].

–Un verdugo del espíritu lo rotuló Robert Greene –dijo Stephen–. No es sorprendente que fuese hijo de un choricero con el hocino siempre en ristre y escupiéndose los dedos. Se cobró con nueve muertos el homicidio de su progenitor, Progenitor Nuestro que resides en el purguetodo. Los Homlets de uniforme oprimen el percutor sin titubeo. El frigorífico en su vómito bermejo del quinto episodio es un pronóstico del depósito de prisioneros del himno de Mr. Swinburne[39].

Crunly, yo su mudo segundo, siguiendo los choques desde lejos[40].

 

Mujeres y niños de crueles enemigos

Que ninguno perdonó menos nosotros…

 

Entre el vikingo sonriente y el estunidense[41] reidor. El demonio y el ponto profundo.

–Él hubiese querido que Homlet fuese un cuento de espectros –dijo John Eglinton en dirección de Mr. Best–. Como el niño gordo de Pickwick[42] quiere que nos horroricemos.

 

¡Oye!, ¡Oye!, ¡Oh, oye!

 

Mi piel lo oye; frunciendo, oye.

 

Si en un momento tuviste…

 

–¿Qué es un espectro? –dijo Stephen con ímpetu vehemente–. Uno que se deshizo en lo incorpóreo, por muerte, por destierro, por sustitución de costumbres. El Londres del siglo dieciséis quedó lejos de Stretford como el vicioso Boul’ Mich de nuestro virgen Dublín. ¿Quién es el espectro del limbo progenitore, de regreso en el mundo que se olvidó de él? ¿Quién es el rey Homlet?

John Eglinton moviendo su cuerpo huesudo, se recostó reflexivo  en su sillón.

Interés.

–Es un jueves de junio como el de hoy en este mismo momento –dijo Stephen, requiriendo su interés con ojos inquietos–. El pendón se mueve en ondeos sobre el Globe vecino del muelle. El oso Suckerson ruge dentro del foso no lejos de ese sitio, el circo de los osos. Viejos filibusteros que hendieron el ponto con Dreke comen su morcillón en el foso en torno del proscenio.

Color folklórico. Ponle todo el condimento. Conviértelos en cómplices.

–Shekspierre dejó el domicilio del hugonote en Silver Street y costeó los bretes de los cisnes por el borde del río. Pero no se detiene con el propósito de nutrir ese hembrón de cisne que conduce sus pichones con rumbo de los juncos. El cisne de Eivon[43] tiene otros intereses.

Composición de sitio. ¡Ignecio de Loyole, socórreme!

–Comienzo de función. Un intérprete surge en el crepúsculo, con los indumentos que desechó un mequetrefe quelconque[44] del séquito de nobles, un hombre de buen porte y tono de voz grueso y profundo. Cumple el rol del espectro, el rey, un rey y no rey, y el intérprete es Shekspierre que estudió el libreto de Homlet desde siempre excepto los lustros que fueron sólo presunción[45] con el objetivo de cumplir con el rol del espectro. El receptor de su discurso es Burboge[46], el joven mimo que lo oye, desde el exterior del sepulcro, decirle un nombre:

 

Homlet, soy el espíritu de tu progenitor

 

Pidiéndole que escuche. Su interlocutor es un hijo, el hijo de su espíritu, el príncipe, el joven Homlet, y el hijo de su cuerpo, Homnet Shekspierre, muerto en Stretford con el fin de que su homónimo viviese por siempre.

¿Es posible que el intérprete Shekspierre, espectro por exilio vistiendo los indumentos del vikingo difunto, espectro por muerte, diciendo su propio discurso en dirección del nombre de su propio hijo (de vivir Homnet[47] Shekspierre hubiese sido mellizo del príncipe Homlet), es posible, me pregunto, o por lo menos verosímil, que no dedujese o entreviese el lógico producto de esos supuestos: eres el hijo desposeído, yo soy el progenitor occiso, el ser que te engendró en su vientre es el consorte cómplice de mi homicidio, Enn Shekspierre, née [48] Hethewey[49]?

–Pero este modo de revolver en el reducto íntimo de un hombre superior… –comenzó Russell, inquieto.

¿Cuento contigo, mi cobre fiel[50]?

–Eso puede ser de interés del clérigo del templo. Es decir, tenemos los volúmenes.  Si leo los versos de Rey Leor[51], ¿qué interés puede tener cómo vivió el escritor? Y con eso de vivir, nuestros sirvientes pueden vivir por nosotros, como dijo Villiers de l’Isle.[52] Revolviendo y oyendo chismes y entretelones de otro tiempo, lo que el escritor supo beber, lo que quedó debiendo. Tenemos Rey Leor; y es eterno.

El rostro de Mr. Best, siendo requerido, coincidió.

 

Fluye sobre ellos con tus ondeos y tus corrientes,  Mononoon,

Mononoon McLir…[53]

 

¿Y entonces, qué me dices de esos veinte chelines, bribón, que te prestó en el momento que no tuviste qué comer?

Y bueno, lo necesité.

Tome este noble[54].

¡Uf! Lo perdiste todo en el lecho de Georgine Johnson[55], descendiente mujer del clérigo. Remordimiento del inconsciente.

¿Tiene devolución?

Oh, sí.

¿En qué momento? ¿Hoy?

Bueno… hoy no.

¿En qué momento entonces?

Honré todos mis compromisos. Honré todos mis compromisos[56].

Sin nervios. Viene del otro borde del Boyne. El rincón nordeste[57]. Se lo debes.

Un momento. Cinco meses. Los corpúsculos son otros. Por consiguiente soy otro yo. Y es el otro el que debe los chelines.

Bzzzz. Bzzzzz.

Pero yo, poseedor de mi perfección, molde de moldes, soy yo por recuerdo porque so moldes siempre movientes.

Yo que pequé y recé y no comí.

Un niño que Conmee socorrió impidiendo que lo zurren.[58]

Yo, Yo y Yo. Yo.

  1. E. I. O. U.[59]

–¿Usted pretende que se niegue un folklore de tres siglos? – corrosivo, el  timbre de voz de John Eglinton preguntó –. Por lo menos el espectro de su mujer se sepultó por siempre. Murió, en el sentido poético, como un feto.

–Se murió –replicó Stephen– trece lustros y medio después de su belén. Lo recibió en este mundo y lo despidió de él. Recibió sus primeros mimos. Le dio los hijos que tuvo y ocluyó sus ojos con peniques por el tiempo que estuvo en su lecho de muerte.

El lecho de muerte del ser que me engendró. El cirio. El espejo cubierto. Quien me introdujo en este mundo duerme en ese sitio, de bronce los pliegues de los ojos, sus despojos cubiertos por unos pocos restos de flores comunes. Lilium lucet.

Lloré solo.

John Eglinton miró el retorcido coleóptero de su quinqué.

–El mundo cree que Shekspierre cometió un error –dijo–, y que se libró ni bien pudo y lo mejor que pudo.

–¡Estupideces! –dijo Stephen en tono grosero–. Un genio no comete errores. Sus errores son exprofeso y por eso son los portillos del conocimiento.

Portillos del conocimiento que se entornó y permitió el ingreso del bibliotecólogo temblón, dulcecrujientespies, pelón, orejudo y consecuente.

–Ese tipo de mujeres de genio corto  –dijo John Eglinton geniocórtico–, no pueden ser portillos de ningún conocimiento muy útil, uno tiene el derecho de creer. ¿Qué conocimiento útil obtuvo Sócretes de Jentipe[60]?

–El dominio del discurso –contestó Stephen–; y del ser que lo llevó en su vientre nueve meses,  cómo poner reflexiones en el mundo. Lo que le enseñó su otro cónyuge Myrto (nihil nomen!)[61], Epipsiquidión[62] de Socretididion[63], ni hombre ni mujer lo conocen ni lo pueden conocer. Pero ni los conocimientos de quien tuvo como oficio poner bebés en el mundo[64]  ni los sermones de su mujer le sirvieron de mucho con los jueces del Sinn Fein y su chupito de veneno.

–¿Pero y Enn Hethewey? –dijo con cierto desinterés el timbre sereno de Mr. Best–. Sí, creo que se nos perdió en el olvido como el mismo Shekspierre lo hizo.

Sus ojos recorrieron los pelos del rostro del reflexivo, el tiesto del criticón, pretendiendo que recuerden, con el fin de reprenderlos sin rigor, y luego el bocho pelonrosillo del hereje[65], inocente y de todos modos perseguido.

–Él tuvo tres céntimos de ingenio –dijo Stephen– y un nutrido fichero en su cerebro. Con un recuerdo en su bolso y entre los dientes el bolero Tuve cientos de mujeres[66] puso rumbo de Romeville[67]. Incluso si el terremoto no hubiese sucedido[68], hubiésemos podido conocer el destino del pobre Wet, conejo recluido en su cubil, con el ruido de los perros que lo siguen, los tientos con relieves y sus postigos celestes[69]. Ese trozo de sus recuerdos, Venus y Edonis, estuvo en el lecho de todos los prostíbulos de Londres. ¿Es el rostro de Ketherine poco bello[70]? Hortensio dice que es joven y que su cuerpo es bello. ¿Creen ustedes que el escritor de Tonio y Cleopé, un fogoso peregrino, tuvo los ojos en el lomo y por eso eligió como mujer el engendro menos bonito de Worwickshire? Hizo bien; se divorció y conquistó el mundo de los hombres. Pero sus mujeres, que siempre interpretó un efebo son mujeres de un efebo. Sus modos de ser, sus reflexiones y sus expresiones fueron propios de hombres. ¿Se equivocó en su elección? Fue elegido, pienso. Si otros tuvieron su volición, Enn tuvo sus modos[71]. Por cierto, procedió de modo culposo. Fue quien lo sedujo, con sus dulces veintiséis. El divino ser de los ojos grises que se tiende sobre el efebo Edonis, se inclinó sobre él queriendo seducirlo[72], como prólogo del evento henchidor; un pésimo ejemplo de mujer de Stretford revolviéndose de gozo entre los surcos trigueros con un jovenzuelo querendón.

¿Y mi turno?

¡Listo!

–Centeneros –dijo Mr. Best luminoso, divertido, exhibiendo su libro, divertido, luminoso.

Murmuró luego con rubio deleite en beneficio de todos:

 

Entre los frescos surcos del centeno

un enredo de novios por el suelo[73].

 

Peris[74]: el bienquerido querendón[75].

Un cuerpo de buen porte y unos desprolijos pelos en el rostro se irguió desde un rincón sombrío exhibiendo su pósito reloj[76].

–Creo que debo irme. Tengo reunión en el Homesteed.[77]

¿Dónde os dirigís? Terreno fértil.

–¿Tiene que irse? –preguntó el movedizo entrecejo de John Eglinton–. ¿Nos vemos hoy de noche en lo de Moore? Piper viene con nosotros.

–¡Piper! –profirió Mr. Best–. ¿Piper volvió?

Peter Piper pico picoteó poco poquitito pollo pero probó primero pimiento en polvo[78].

–No sé si podré ir. Jueves. Tenemos reunión. Si me desocupo voy.

Ficticioyoguiestuche[79] en los dormitorios de Dowson[80]. Isis sin velos. Su libro del Ur que quisimos vender en el negocio de empeños[81]. Miembrinferiores en cruz protegido por un cubretiesto sobre el trono de un logo de Ténoch[82], moviéndose en niveles cósmicos, su sobrespíritu, mohomohotmo[83]. Los fieles herméticos quieren ver el foco luminoso, listos por emprender el curso de novicio budi, en su ronderrededor. Louis H. Victory. T. Coulfield  Irwin. Un grupo de Mujeres del Loto los ven, con su tercer ojo reluciendo[84]. Pleno de su dios, él es el rey, Budi so un frondoso guineo[85]. Engullidor de espíritus, glotón. Espiritombre, femespíritu, multitudes de espíritus. Engullidos con quejumbrosos crígritos, revueltos en remolinosos remolinos, gimen.

 

En el sumun de lo superfluo

Por lustros en el cepo de su cuerpo

Su femespíritu moró[86].

 

–Se dice que tendremos un libro sorprendente –dijo el bibliotecólogo temblón, gentil y sincero–. Mr. Russell, según rumores, reúne un conjunto de versos de nuestros jóvenes escritores. Tenemos un intenso deseo de verlo pronto.

Deseoso miró en dirección del cono sombrío del quinqué donde tres rostros, recibiendo un poco de luz, relucieron.

Ve esto. No lo olvides.

Stephen descendió los ojos y miró un generoso sombrero sin tiesto pendiendo del puño de su bordón, sobre su hinojo. Mi morrión y mi florete. Un toque leve con los dos dedos índice. Experimento de Eristóteles.[87] ¿Uno o dos? Lo imprescindible, impulso irresistible que produce que el origen de un evento obre en un solo y único sentido[88]. Ergo, un sombrero es un sombrero.

Escuchemos.

El joven Colum y Storkey[89]. George Roberts se ocupó de lo económico. Longworth quiere que se le dé un buen impulso en el Express. Oh, ¿en serio? Me gustó el Drover de Colum. Sí, creo que tiene ese toque exclusivo que se conoce como genio. ¿En serio cree que tiene genio? Yeets elogió su verso: Como en suelo desierto un cuenco griego[90]. ¿Oh, sí? Espero que nos visite hoy. Melechi Mulligen es otro de los que viene. Moore le pidió por Heines. ¿Oyeron ese chiste de Miss Mitchell sobre Moore y Mertyn?[91] Dice que Moore es sólo un quiste de Mertyn. Muy inteligente, ¿cierto? Son como Don Quijote y su escudero. Nuestro folklore tiene que escribirse, dice el Dr. Sigerson. Moore es el hombre correcto. Un gentilhombre del Triste Porte en este Dublín nuestro. ¿Con un ropón bermejo? ¿O’Neil Russell? Oh, sí, es menester que se exprese en el noble léxico prehistórico. ¿Y su Dulcinée? Jim Stephens compone en estos momentos unos esbozos de sumo interés. Nos volvemos conspicuos, por lo visto.

Cordelie. Cordoglio. El descendiente femenino de Lir que sufrió el peor exilio.

En un rincón. Es el momento de tu mejor lustre boul’michino[92].

–Muy gentil, Mr. Russell –dijo Stephen, poniéndose de pie–. Si pudiese poner este correo en el escritorio de Mr. Normen…

–Oh, sí. Si lo cree pertinente es posible que se publique. Recibimos un montón de correos.

–Comprendo –dijo Stephen–. Quedo muy reconocido por su gentil gestión.

Que Dios se lo oble. El periódico del cerdo[93]. Bienhechordebueyes.

Synge incluso me prometió un suelto en el Dene[94]. ¿El público nos lee? Creo que sí. El grupo del Eire quiere escritos en erinés. Espero que hoy nos visite. Mejor si viene con Storkey.

Stephen se sentó.

El bibliotecólogo temblón regresó después de despedirse del grupo que lo visitó. Con creciente rubor, el embozo de su rostro dijo:

–Mr. Dedelus, sus opiniones son muy pertinentes.

Crujió yendo y viniendo irguiéndose sobre los extremos de sus pies un poco menos lejos del cielo por los centímetros de un zueco[95], y, cubierto por el ruido del grupo en retiro, dijo en un susurro:

–¿Su opinión, entonces, es que su mujer le fue infiel?

Rostro sorprendido que me inquiere. ¿Por qué vino? ¿De puro cortés o es su luz interior[96]?

–Si se reconcilió –dijo Stephen– primero hubo rompimiento.

–Sí.

Zorrocristo en culotes de cuero, escondiéndose, huyendo del griterío entre los horcones podridos. Sin conocer el otro sexo, fugitivo solo en el ojeo.[97] Convenció mujeres que se volvieron fieles de su credo, gente dulce, mujeres que vivieron prostituyéndose, mujeres de jueces, cónyuges de terribles mesoneros. El zorro y los cisnes[98]. Y en su Pueblo Nuevo un débil cuerpo sin honor que supo ser sexy, dulce, fresco como el limón, hoy en pleno proceso de deshoje, desnudo, temeroso del estrecho sepulcro y sin perdón[99].

–Sí. De modo que usted cree…

El portillo se cerró con el egreso del que se fue.

Un sosiego repentino envolvió el recinto sutilmente corvo, tibio reposo y éter de recipiente convector[100].

Un quinqué de virgen.

En este punto discurre sobre eventos que no fueron: lo que hubiese vivido Céser si hubiese creído en el vidente, posibles efectos de lo posible por el solo hecho de ser posible, eventos desconocidos, qué nombre tuvo Equiles en el tiempo que vivió entre mujeres.[101]

Conceptos muertos en mi entorno, en sepulcros, resecos en los condimentos del verbo. Toth, dios de los bibliotecólogos, un diosmirlo nimboselene. Y escuché el tono de voz de ese jefe religioso. En recintos coloridos repletos de murolibros[102].

Siguen quietos. En un tiempo vivos en los cerebros de los hombres. Quietos; pero en ellos existe un deseo mortífero de decirme en el oído un cuento tristísimo y exigirme el urgente cumplimiento de su disposición.

–Por cierto –reflexionó John Eglinton–, de todos los hombres célebres es el menos conocido. Lo único que conocemos es que vivió y sufrió. Ni eso. Otros respondieron. Sobre el resto pende un velo sombrío.

–Pero Homlet es muy subjetivo, ¿no? –objetó Mr. Best–. Quiero decir, es como un registro íntimo, ¿comprende?, de lo que vivió en su propio mundo. Quiero decir, no tengo el menor interés, ¿comprende?, en conocer quién es el occiso o quién lo liquidó…

Puso un inocente libro en el borde del escritorio, sonriendo su oposición. El texto crudo de su registro íntimo. Te en bed er en tir. Teim imo shegert[103]. Reescríbelo en beurlés[104], Littlejohn.

Refirió John Eglinton chiquijohn[105]:

–Por lo que me comentó Melechi Mulligen no me sorprende oír sus silogismos opuestos, pero debo prevenirlo; si pretende que deje de creer firmemente en que Shekspierre es Homlet, su empeño tiene que ser enorme.

No os inquietéis.

Stephen soportó el veneno de unos ojos pérfidos que relucieron hoscos so un entrecejo fruncido. Un rey de los ofidios. E si vede l’uomo l’offre veleno. Profe Brunetto, reconozco el robo de tu texto.[106]

–Del mismo modo en que nosotros, o Mother Dono[107], tejemos y destejemos nuestro cuerpo de modo continuo con sus glóbulos yendo y viniendo, el escritor teje y desteje su perfil. Y como el topo de mi pezón derecho sigue en el mismo sitio desde mi belén, si bien todo mi cuerpo fue tejido con tejidos nuevos miles de veces, del mismo modo por entre el espectro del progenitor inquieto el dibujo del hijo inexistente pone los ojos en el futuro. En el intenso segundo del ingenio, en el momento en que el cerebro, como nos dice Shelley, es un rescoldo que se extingue, eso que fui es lo que soy y lo que posiblemente termine por ser. Por ende, en el futuro, el mellizo del pretérito, podré verme como soy hoy en este mismo sitio, bien que como reflejo de eso que seré entonces.

Drummond de Howthornden[108] te socorrió con ese seto[109].

–Sí –dijo Mr. Best, juvenilmente–. Yo veo un Homlet muy joven. El desconsuelo puede venirle del progenitor, pero los coloquios con Ofelie son por cierto del hijo.

Felino gordo por liebre libre. Él existe en mi progenitor. Yo existo en su hijo.

–Ese topo es lo último que dese perece[110] –dijo Stephen, riendo.

–Si fuese un sello del belén[111] del genio –dijo– el genio se hubiese podido conseguir en los quioscos. Los últimos libros de Shekspierre, que Renon[112] veneró, difunden un espíritu distinto.

–El espíritu de quien se reconcilió –difundió el bibliotecólogo temblón.

–Si se reconcilió –dijo Stephen– es porque primero rompió.

Estoy repitiendo.

–Si quiere conocer qué eventos fueron los que tendieron un velo sombrío sobre el período terrible de Rey Lir, Otelo, Homlet, Troilo y Créside, intente ver en qué momento y cómo se proyectó ese cono sombrío. ¿Qué es lo que enternece el pecho de un hombre, sobreviviente de los peores tifones en el ponto, que se probó en indecibles infortunios como otro Ulises, Pericles[113], príncipe de Tiro?

Tiesto, nimbo conorrojo, reprimido, yodociego[114].

–Un bebé, de sexo femenino, puesto sobre su pecho, Merine[115].

–El sesgo del sofismo por los desvíos de lo ilegítimo es un número discreto[116] –observó John Eglinton–. Los senderos son tristes, pero son el vínculo con los pueblos.

Como buen Beicon[117], envejeció. Shekspierre, quiste de Beicon.  Numerólogos recorriendo los senderos. Prospectores en solemne inquisición. ¿Qué pueblos, mis buenos profesores? Con el embozo de nombres ficticios: O. E., eón; Mogge[118], John Eglinton. Por el este del sol, en el oeste de Selene[119]: Tir ne n-og. [120] Botinudo el dúo y bordonudo[121].

 

Entre este punto y Dublín, ¿kilómetros milord?

Tres veces veinte y diez, dignísimo señor.

¿Es posible que lleguemos ni bien se pone el sol?

 

–Mr. Brundes[122] lo concibe –dijo Stephen– como el primer folletín de su último período.

–¿En serio? ¿Qué es lo que Mr. Sidney Lee, o Mr. Simon Lezerus[123], como dicen que es su nombre, dice sobre este punto?

–Merine –dijo Stephen–, un bebé del ponto tempestuoso; Mirende[124], un prodigio; Perdite, que se perdió. Lo que se perdió le es devuelto; el bebé de su descendiente mujer. Mi dulce cónyuge, dice Pericles, tuvo su mismo rostro[125]. ¿Puede un hombre querer un bebé suyo si no tuvo sentimientos efusivos por su mujer, en cuyo vientre estuvo su bebé?

–El oficio de ser el progenitor de un progenitor –murmuró Mr. Best– Le boulot d’être pé… [126]

–En un individuo que posee un don exclusivo como el genio, el concepto que tiene de sí mismo es el fiel de todo experimento, físico e interior. Un requerimiento de ese tipo lo tiene que conmover. Los perfiles de otros hombres de su progenie le producen repulsión. Porque en ellos ve grotescos intentos biológicos por predecirlo o repetirlo.

El rostro benigno del bibliotecólogo temblón se iluminó rosillo de ilusión.

–Espero que Mr. Dedelus perfeccione su tesis en beneficio del conocimiento público. Y es imperioso que se mencione el nombre de otro crítico erinés, Mr. George Bernie Show[127]. Ni nos olvidemos de Mr. Fronk Horris[128]. Sus escritos sobre Shekspierre en el Weekly Review estuvieron simplemente luminosos. Es muy curioso que incluso él nos presente un vínculo infeliz con el moreno héroe femenino de los sonetos. El competidor predilecto es Will Herbert, conde de Pembroke[129]. Se me ocurre que si el escritor de versos recibe nuestro repudio, un repudio de ese nivel debe tener cierto equilibrio con… ¿cómo decirlo?… con nuestros conceptos sobre lo que no hubiese tenido que suceder.

Felizmente se detuvo y sostuvo erguido entre ellos un sereno tiesto, huevo de pingüino, trofeo del entrevero[130].

Discurre de os y de vosotros con serio discurresposo. ¿Me queréis, Miriem? ¿Me queréis como vuestro hombre?

–Eso incluso puede ser cierto –dijo Stephen–. Goethe tiene un dicho que Mr. Mogee suele referir. Sé prudente con los deseos de tu juventud porque se te pueden cumplir en tu vejez. ¿Por qué él hubiese creído menester, con ese tipo de mujer que no es sino un cuerpo seductor, un jumento que todo el mundo montó y que fue el bochorno de su juventud, que interviniese en su nombre un lord minúsculo? Siendo él en ese momento todo un señor del léxico, convertido en noble y con un suceso como Romeo & Juliet. ¿Por qué? Porque siendo muy joven dejó de tener fe en sí mismo. Comenzó siendo seducido entre unos surcos trigueros (centeneros, mejor dicho) y desde entonces según sus propios ojos se vio como un perdedor sin un mísero triunfo en el juego del jolgorio y el lecho. Un fingido dongiovinismo no puede servirle de socorro. Ningún desembrollo posterior hubiese podido recomponer el desembrollo del principio. El colmillo del fecócero[131] lo hirió en el lecho del querer moribundo. Si bien el esperpento de su mujer terminó perdiendo, siguió teniendo en su poder el típico cuchillo de mujer. Existe, lo percibo en los versos, un estímulo de su cuerpo que le imploró conseguirse un nuevo idilio, un cono sombrío no menos denso que el primero, oscureciendo incluso el propio reconocimiento de sí mismo. Un destino idéntico se le promete en el horizonte y los dos furores confluyen en un torbellino.

Ellos me oyen. Y en los vestíbulos de sus oídos vierto[132].

–El espíritu fue herido de muerte, en un proceso previo, por un veneno vertido en el vestíbulo de un oído durmiente. Pero los que son muertos en pleno sueño no pueden conocer de qué modo se produjo su muerte excepto que el Señor dote sus espíritus con ese conocimiento en un futuro existir en otro mundo. Lo del veneno y lo del energúmeno de doble lomo que lo precipitó, el espectro del rey Homlet no pudo tener conocimiento si no hubiese sido provisto de ese don por quien lo creó. Es por eso que el discurso (su inglés seco e insípido[133]) se vuelve siempre en otro sentido, retrocede. El que secuestró y quien sufrió el secuestro, lo que él quiso pero no quiso, lo sigue entre los circuncelestes globos de eburno[134] de Lucrecie y el pecho de Imógene[135], desnudo, con su nimbo de cinco topos[136]. Retrocede, vencido por el producto que edificó con el propósito de esconderse de sí mismo, un perro viejo entreteniéndose en el eterno lengüeteo de un tumor viejo. Pero, como lo perdido es su beneficio, se vuelve eterno con su ego impoluto, sin obtener ningún provecho de los sesudos textos que escribió o de los principios que reveló. Con el cubre ojos de su yelmo subido. Él es un espectro, un reflejo, el viento entre el roquerío de Elsinore o lo que les resulte mejor, el vocejón del ponto, voz que sólo se oye en el pecho de quien es el núcleo de su reflejo, el hijo inescindible del progenitor.

–¡Oremos! –respondió un vocejón desde el portillo.

¿Me descubriste, oh, enemigo mío?

Entr’temps.

Con un rostro obsceno, hosco como el de un clérigo, luego risueño y colorido, Buck Mulligen se movió en dirección de los sonrientes rostros benevolentes. Mi tele expreso[137].

–¿Expusiste sobre el esquelético etéreo, si no me equivoco mucho? – preguntó con los ojos puestos en Stephen.

Jubonocre los reverenció contento sosteniendo el sombrero con los dedos como el cetro de un bufón.

Es bienvenido. Derjenige, der dich verspottet und dir dennoch dient [138].

Progenie de burlones: Potius [139], pseudomelequi[140], Jo n Most[141].

El que se engendró en Sí Mismo, por medio del Espíritu Divino, y Él Mismo se envió como Sí Mismo, el Redentor, entre Él Mismo y los otros, Quien ofendido por sus enemigos, desposeído de sus indumentos y roto el lomo con rebenques, fue puesto con hierros puntudos como un murceguillo sobre el portón de un cobertizo, se disecó en el ciprés de su cruz, Quien dejó que lo entierren, se puso de pie, sembró los infiernos de terror, voló por los cielos y en ellos se sentó todos estos veinte siglos en el borde derecho de Su Propio Ser pero que debe venir en el último minuto con el fin de emprender el juicio de los vivos y los muertos en el momento en que todos los vivos estén por fin bien muertos[142].

 

 

 

 

Glo-o–ri—e- in–ex–cel–sis– De—-o.

 

 

Diez dedos que suben[143]. Los velos que se corren[144]. ¡Oh, flores! Esquilones con esquilones con esquilones[145] en coro.

–Sí, de hecho –dijo el bibliotecólogo temblón–. Un discurso muy instructivo. Seguro que Mr. Mulligen tiene su propio concepto sobre el folletín[146] y sobre Shekspierre. Todos los perfiles del ser tienen que verse contenidos.

Sonrió con equilibrio en los dos sentidos[147].

Buck Mulligen reflexionó, perplejo.

–¿Shekspierre? –dijo–. Creo que ese nombre lo escuché.

Un sonreír de sol iluminó su rostro distendido.

–¡Pero seguro! –dijo en un repentino recuerdo luminoso–. El joven que escribe como Synge.

Mr. Best se volvió y lo miró.

–Heines preguntó por usted –dijo–. ¿No se topó con él? Dijo que lo ve luego en el C.B.D.[148] Quiere conseguir en lo de Gill Himnos del querer de Connecht, de Hyde.

–Vine por el museo –dijo Buck Mulligen–. ¿Estuvo con ustedes?

–Es posible que los bucólicos socios del poético escritor –contestó John Eglinton–estén un poco podridos de los fulgores de nuestro discurso. Me dijeron que un intérprete femenino representó Homlet dos meses seguidos en Dublín. Vining sostiene que el príncipe fue mujer. ¿Cómo no se les ocurrió que fuese erinés? Creo que el juez Burton[149] reunió testimonios evidentes. Lo juró (el Príncipe, no el Juez) por St Petrick.[150]

–El mejor de todos los cuentos es ese de Wilde –dijo Mr. Best, sosteniendo su bloc brilloso–. Ese Esbozo de W. H., donde demostró que los sonetos fueron escritos por un supuesto Willie Hughes, un hombre de puro jugo.

–En honor de Willie Hughes, ¿no es cierto? –preguntó el bibliotecólogo temblón.

¿O Hughie Wills? Mr. Wills Himself. W. H.: ¿quién soy?

–En honor de Willie Hughes, quise decir –dijo Mr. Best, corrigiendo su exégesis con espíritu sereno–. Por supuesto que es todo un poco ilógico, ¿no?, Hughes y huge y jus[151] el justo, pero es el típico estilo en que él lo escribe. El genuino toque de Wilde. El tono, ¿no?

Sus ojos sonrientes recorrieron sutilmente sus rostros, un rubio efebo. El toque doméstico de Wilde.

Muy despierto. Te bebiste tres licores fuertes con los dineros de Don Doisy.

¿Qué desperdicié? Oh, unos pocos chelines.

En un pelotón de reporteros Humor húmedo y seco.

Ingenio. Hubieses ofrecido tus cinco sentidos por el pomposo uniforme de juventud con que se exhibe. Los bosquejos del deseo bien nutrido[152].

Tendré otr[153]. Súbete por mí. Es tiempo de unirse. Señor, remíteles un nuevo período de celo. Sí, que se te pichoneche[154]. Eve. Desnudo trigovientre de lo prohibido. Un ofidio lo envuelve; beso y colmillo.

–Cree usted que es sólo un principio ilógico –preguntó el bibliotecólogo temblón–. El chistoso no es tenido por serio desde el mismo momento que se pone muy serio.

Discurrieron en serio sobre el gesto serio de los chistosos.

El rostro de nuevo serio de Buck Mulligen miró el de Stephen por un momento. Luego lo enfrentó con un meneo de su tiesto y produjo del bolsillo el doble pliego de un tele expreso. Sus morros móviles leyeron, sonriendo con rejuvenecido deleite.

–¡Un tele expreso! –dijo–. ¡Increíble ingenio! ¡Un documento pontificio!

Se sentó en un borde del escritorio ensombrecido, leyendo con voz firme y gesto divertido:

Sensiblero es quien elige el disfrute sin tener que sufrir el enorme compromiso del reconocimiento por lo hecho.[155] Con el sello de: Dedelus. ¿Desde dónde lo remitiste? ¿Desde tu pensión? No. College Green. ¿Te bebiste el sueldo? Es posible que el tío te denuncie con tu etéreo progenitor. ¡Telexpreso! Melechi Mulligen, The Ship, Lower Ebbey St. ¡Oh, indescriptible bufón! ¡Oh, clerigoso kinchoto![156]

Divertido se metió telexpreso y sobre en un bolsillo, pero se dolió con quejumbroso tono rupestre:

–Como te lo cuento, dulcémele[157] mío, descompuestos y confundidos estuvimos, Heines y yo, y este tipo remitiéndolo.  Los ruegos que dijimos por bebernos unos de esos postreros licores que se beben sobre el lúgubre proscenio hubiesen interrumpido el sueño de un freire, creo, y nos dejó de buzón[158]. Y nosotros entre doce quince y quince y veinte pendientes de ti en lo de Connery muriéndonos por un chop[159].

Rugió:

–Nos tuviste en suspenso, querido mío, y tú dese perecido, remitiéndonos tus comprimidos de ese modo y nosotros con un metro de sinhueso pendiendo como monjes sedientos que se mueren por un festín.

Stephen rio.

Velozmente, previniéndolo, Buck Mulligen se inclinó.

–Synge el peregrino te persigue con propósitos mortíferos –dijo–. Se enteró de que le bendijiste con tu orín el portón en Glosthule. Vengo de verlo en el frente con sus botines de potro[160] y quiere verte muerto.

–¡Yo, muerto! –profirió Stephen–. Eso fue tu contribución con el mundo de los libros.

Buck Mulligen se inclinó desdeñoso en retroceso, riendo en dirección del oscuro oído del techo de yeso.

–¡Quiere verte muerto! –se rio.

Pétreo rostro de vertedero monstruoso que me intimidó en rue de l’Éperon  comiendo nuestro revoltijo de bofe[161]. Con verbos de verbos de verbos verboso. Oisin con Petrick.[162] En los bosques de Boulogne se encontró con un monstruo, medio hombre, medio chivo, esgrimiendo un botellón de vino. C’est vendredi du vin[163]! Erinés  bribón. Recorriendo se encontró con su propio rostro. Y yo el mío. Me encontré con un loco nel mediel bosque[164].

–Mr. Lyster –dijo un dependiente que entornó el portillo.

–…donde todo individuo descubre lo que le conviene. Como sucedió con el juez Mudden, en su Registro íntimo de Mr. Will Silence que encontró el léxico propio de los monteros[165]… ¿Sí? ¿Qué sucede?

–Vino un hombre, señor –dijo el dependiente moviéndose y sosteniendo un recorte con un nombre–. Del Freemen. Quiere ver los ficheros del Kilkenny People de los últimos doce meses.

–Por cierto, por cierto. ¿El señor…?

Tomó el vehemente recorte, miró, no vio, lo ignoró sin verlo, miró, preguntó, crujió, preguntó:

–¿Vino…? ¡Oh, lo veo!

Un presto movimiento de minué y, yéndose, hizo mutis por el foro. En el corredor luminoso se expresó con volubles esfuerzos de gentilhombre, comprometido con su función, muy correcto, muy gentil, honesto como el contorno de su sombrero[166].

–¿Este buen hombre? ¿Freemen’s Journey? ¿Kilkenny People? Seguro. Bienvenido, señor. Kilkenny… Lo tenemos, por cierto…

Un perfil sereno lo esperó, oyendo.

–Todos los mejores periódicos región por región… Northern Whig, Cork Reporter, Enniscorthy Observer. Últimos doce meses. 1903… ¿Quiere venir, si me permite?… Evens, escolte este buen hombre… Si es deseoso de seguirlo, nuestro depend… Oh, disculpe, con permiso… Le indico el… Muy gentil, señor…

Voluble, solícito, indicó los sectores de los mejores periódicos región por región, un giboso perfil oscuro siguiendo sus tobillos presurosos.

El portillo se cerró.

–¡El moishe! –gritó Buck Mulligen.

Se incorporó de un brinco y tomó el recorte.

–¿Cómo es su nombre?  ¿Ikey Moses? Bloom.

Siguió con su cotorreo.

–Elohim,[167]el recolector de prepucios, dese pereció. Lo crucé en el museo en el momento en que me despedí de Efrodite, quien emergió del espumoso ponto. Los morros griegos que en ningún momento se fruncieron en un ruego. Debemos rendirle honores sine die. Vivir de los vivires, tus morros son de fuego.[168]

Súbito se volvió en dirección de Stephen:

–Te conoce. Es un conocido de tu viejo. Oh, me temo que no es menos griego que los griegos. Sus débiles ojos de Kinneret[169] se detuvieron sobre su femenino surco medio. Venus Kellipigos .  ¡Oh, el trueno de esos lomos! Un dios que persigue, virgen que se esconde[171].

–Queremos seguir oyendo –decidió John Eglinton con el visto bueno de Mr. Best–. Tenemos un incipiente interés en Mrs. S. Siempre que nos detuvimos en su rol de cónyuge, si es que lo hicimos, se nos representó como un sumiso modelo de Griselde, o el doméstico ejemplo de Penélope.

–Entístenes, discípulo de Gorgies –dijo Stephen–, retiró el cetro de lo bello del cónyuge del rey de los micenos, Hélène de Ergos, leñoso jumento de Troie en el que un montón de héroes pernoctó, y con él ciñó el pobre tiesto de Penélope. Dos decenios vivió en Londres, y no poco de ese tiempo, cobró un sueldo de Lord Supremo de Erín. Vivió como un rey. Su ingenioso oficio, fue menos el ingenio del señor del feudo, como lo denominó Wolt Whitmon, que el ingenioso oficio del exceso. Tibios budines de boquerones, verdes recipientes de vino fino, mojes[172] de miel, terrones de pimpollos rojos, bizcochitos, pichones con higos nuevos, confites. En el momento en que Sir Wolter Ruleigh[173] quedó preso le descubrieron medio millón de billetes bretones en un bolso pendiendo de un hombro incluyendo un corpiño de lujo[174]. Elize Tudor, que ejerció el oficio del usurero, no tuvo menos culotes que su símil de Sebe[175]. Por dos decenios dividió su tiempo entre los sobrios deleites de vivir con su cónyuge legítimo y los desenfrenos del querer concupiscente. Ustedes conocen el cuento de Monninghom  sobre el burgués cornudo; su mujer enloqueció por Dick Burbege luego de verlo en su rol de Richerd III y quiso meterlo en su lecho, pero Shekspierre, oyendo todo sin proponérselo y sin producir mucho ruido por un número ridículo de nueces, tomó el toro por los cuernos y en el momento en que Burbege golpeó el portón le respondió desde el lecho del novillo; Willy the Conqueror vino primero que Richie IIIro. Y entonces Mrs. Fitton, dulce tesorito, montó y gritó ¡Oh!, y sus dulces ojitos de pichón, Miss Penelope Rich, mujer del nivel justo requerido por un intérprete  y quienes se prostituyen en los muelles, por un penique por función.

Les Tuileries. Encore vingt sous. Nous ferons de petites cochonneries , Minette? Tu veux ?[176]

–El círculo exclusivo.  Y Sir Will Duvenunt de Oxford y el ser que lo tuvo en su vientre, sirviendo copones de vino ibérico entre sus pollibéricos clientes[177].

Buck Mulligen, con los ojos píos en el cielo, imploró:

–¡Bendito el nombre de Mergret Mery Enycock[178]!

–Y el Henry de los seis cónyuges con su descendiente mujer y el resto de sus compinches de los sillones vecinos, como entonó Lown Tennyson[179], el gentil versero. Pero en esos dos decenios, ¿qué suponen ustedes que hizo su pobre Penélope en Stretford dentro de su domicilio de los rosetones de corindón?

Lo hice y lo hice.[180] Lo hecho[181]. Por los pensiles floridos de Gererd el yerbero, en Fetter Drive él se entretiene, gris topo. Un pimpollo celeste oscuro, como sus conductos venosos[182]. Los pliegues de los ojos de Juno,[183] purpúreos. Muévete. Vivir es todo. Un cuerpo. Moverse. Pero muévete. Lejos, envueltos en un tufo concupiscente y lúgubre, unos dedos se detienen sobre lo impoluto.

Buck Mulligen dio un golpe seco sobre el escritorio de John Eglinton.

–Según usted, ¿quién es el sospechoso? –lo retó.

–Podemos suponer que es el novio cornudo de los sonetos. Debut como cornudo, cornudo dos veces. Pero su noble tesorito lo desdeñó por un lord, el tesorito del versero[184].

El sentimiento efusivo que no puede decir su nombre[185].

–Como buen inglés, quiere usted decir –glosó John grosero Eglinton– que él se prendó de un lord.

Viejo muro por donde corren los gekónidos. [186] Los observé en Bois de Vincennes.

–Por lo visto –dijo Stephen–, desde el momento en que le pide cumplir por él, en beneficio de este y otros muchos vientres vírgenes, el divino oficio del peón que sostiene el potro entero[187]. Puede ser que, como Sócretes, él fue un hijo de mujer con el oficio de poner bebés en el mundo y tuvo un esperpento como mujer. Pero su infiel tesorito no quebró ningún voto de cónyuge. Dos obsesiones crecieron en el espíritu de ese espectro: un voto que se quebró y el imbécil pocoseso por quien se inclinó en sus deseos, el mellizo del esposo muerto. Su dulce Enn , me figuro, tuvo efusivos sentimientos querendones. Querendón primero, dos veces querendón.

Stephen se volvió en su sillón, decidido.

–Pruébelo usted si quiere, no es mi deber –dijo frunciendo el ceño–. Si usted desmiente que en el quinto episodio de Homlet él le puso el rótulo de mujer ruin, tiene que decirme por qué no usó su nombre desde entonces y por los siete lustros que se extendieron entre el momento en que se unió con él en himeneo y el momento en que lo enterró. Todo ese grupo de mujeres enterró los cuerpos de sus hombres: Mery, el bueno de John; Enn, el de su pobre querido Willun [188], quien quiso morir con el rostro sobre su pecho, furioso de ser el primero en irse; Jennie, los otros tres hijos de su progenitor en pocos meses y luego el último; Judith, su esposo primero y después todos su hijos; Susy, su esposo, e incluso, Liz, descendiente de Susy, como supo decir el nono, se desposó con el segundo después de que liquidó el primero.

Oh, sí, hubo mención. En los tiempos en los que él vivió en medio del lujo pomposo del regio Londres, su mujer, con el fin de cumplir con un compromiso ineludible tuvo que requerir un crédito del ovejero de su progenitor. Explíquelo entonces. Explique incluso el himno del cisne con el que decretó su descrédito perpetuo.

Enfrentó el silencio de ellos.

El que consecuentemente Eglinton :

 

Usted nos refiere su sucesión.

Eso lo explicó, creo, un grupo de jurisconsultos.

Como mujer del muerto tuvo derechos sucesorios

dispuestos por leyes civiles, que él conoció mejor que ninguno,

Según dicen nuestros jueces.

De él, Belcebú, con desdén se ríe,

Burlón:

Y consecuentemente suprimió su nombre

del primer esbozo, si bien no omitió

obsequios que recibieron sus descendientes mujeres

con sus respectivos bebés,

el único descendiente femenino de su progenitor,

sus viejos compinches de Stretford

y de Londres. Y por eso, en el momento que le exigieron,

según creo, que inlcuyese su nombre,

él le dejó su

segundomejor

lecho.

Punkt

 

 

Ledejósu

segundomejor

le dejósu

mejorlecho

segunmejor

dejunlecho.

¡Ohh!

 

–Los bellos rústicos de entonces no tuvieron sino dos míseros muebles –observó John Eglinton–, los mismos que tienen hoy, si nuestros folletines bucólicos son fidedignos.

 

–Él fue un bucólico gentilhombre rico –dijo Stephen–, con escudo de estirpe, bienes propios en Stretford y su propio domicilio en Bourgon Street[189]; un inversor con dividendos, un impulsor de leyes, un broker[190]. ¿Y por qué no le legó su mejor lecho si quiso que durmiese en sosiego el resto de sus noches?

–Es obvio que hubo dos lechos, uno mejor y un segundo mejor –dijo sutilmente Mr. Segundomejor Best.

Et inter sectionem triclinium cubiculo   –mejoró Buck Mulligen y le sonrieron.

–Los registros históricos nos refieren célebres lechos –frunció Eglinton Segundo, lechosonriente–. Déjenme que piense.

– Los registros históricos nos refieren ese escuelipillo griego, ese genio pelón infiel –dijo Stephen–, que muriendo en el exilio liberó su grupo de siervos y les concedió dotes, reconoció el prestigio de sus predecesores, pidió que lo entierren con los restos fúnebres de su mujer y quiso que sus compinches fuesen gentiles con su viejo flirt (no nos olvidemos de Nell Gwynn Herpyllis[192]) y que le permitiesen vivir en su bucólico dominio.

–¿Usted quiere decir que murió de ese modo? –preguntó Mr. Best con cierto nerviosismo –Es decir…

–Murió beodo como un tonel –concluyó Buck Mulligen–. Un porrón de stout es un elixir de reyes[193]. ¡Oh, tengo que decirles lo que dijo Dowden!

–¿Qué? –preguntó Besteglinton.

Willy, un Shekspierre & Co[194]. Willie del pueblo. Por condiciones conéctese con: E. Dowden, Highfield House…

–¡Soberbio! –suspiró dulcemente Buck Mulligen–. Le pregunté su opinión sobre el incidente de sexo con jovenzuelos por el que debió responder el versero. Extendió cinco dedos en el éter y dijo: Todo lo que podemos decir es que vivir, por ese entonces, fue un desborde intenso. ¡Soberbio!

Homo sexy.

–El sentido de lo bello nos conduce por senderos erróneos –dijo un bellotriste Best con los ojos puestos en un horriblemente[195] Eglinton.

El firme John replicó severo:

–El doctor puede decirnos lo que quieren decir esos términos.[196] Uno no puede comerse el bizcochuelo y retenerlo.

¿Eso decís? ¿Pretendéis retenernos, o retener, mi trofeo de lo bello?

–Y el sentido de lo propio –dijo Stephen–. Produjo un Shylock desde lo profundo de su bolsillo. Hijo de un vendedor de lúpulo y usurero, él mismo fue vendedor de centeno y prestó dinero con interés excesivo y retuvo seiscientos kilos de trigo en medio de los disturbios, y el pueblo muriendo desnutrido. Sus deudores son por cierto esos bufones de todos los credos descriptos por Chettle Folstuff[197], quien dio testimonio de su desmedido interés por el dinero. Tuvo un litigio con un intérprete de su troupe por el monto de unos pocos bolsones de lúpulo y le exigió su kilo de lomo de novillo de intereses, céntimo por céntimo, por el dinero que le prestó. ¿De qué otro modo hubiese podido el peón y pinche de Oubrey enriquecerse velozmente como lo hizo? Todos los eventos fueron trigo que terminó en su molino. Shylock es el eco de los judíos perseguidos después que escindieron en veinte trozos el cuerpo de López, el drogero del trono, cuyo cuore de judío le extirpó el verdugo con el pobre moishe vivo; Homlet y Mcbeth coinciden con el turno en el trono de un filosofejo[198] escocés con un gusto intenso por los femeninos vejestorios hechiceros en brochettes grillées. Los buques guerreros perdidos[199] son objeto de los discursos burlones en los Estériles empeños del querer [200]. Sus desfiles pomposos, los sucesos históricos, recorren con foque henchido un ponto estremecido por el chovinismo. Los monjes jesuíticos de Worwickshire[201] son conducidos enfrente de los jueces y tenemos un portero que nos ofrece su tesis sobre el equívoco[202]. El Sick Venture[203] vuelve desde St. George’s, y se escribe el folletín que provocó el deleite de Renon con Potsy Colibon, [204] nuestro primo estunidense.[205] Los sonetos melosos siguen el modelo de los de Sidney. Respecto del duende Liz, que tuvo el pelirrojo seudónimo de Bess jengibre[206], el grosero émulo virgen que inspiró Felices mujeres de Windsor, dejemos que uno de esos meinherrs[207] nurembergos se empeñe todo el tiempo que le quede en descubrir los profundocultos sentidos que pudiese tener en el cesto de los culotes sucios.

Creo que vienes muy bien. Sólo se requiere un toque teolologicofilológico. Mingo, minxi, mictum, mingere.[208]

–Demuestre que fue judío –lo retó John Eglinton, con vivo interés–. Su reverendo sostiene que fue del rodeo de Pedro.

Rebus sum.[209]

–Fue un producto berlinés –respondió Stephen–, que pulió con lustre bretón los enredos florentinos.

–Un hombre con un cerebro meteórico –recordó Mr. Best–. Coleridge lo consideró meteórico.

Quidem. In populum est commodissimum ut sit consenso inter multos.[210]

–St. Tom… –comenzó Stephen.

Credo in Deum… –gimió Monje Mulligen, que se desmoronó ruidoso sobre un sillón.

Luego entonó un céltico himno fúnebre:

Pogue mehone! Ocushlo mechree![211] ¡Desde hoy considerémonos destruidos! ¡Destruidos del todo, no lo duden!

Ellos sonrieron su sonreír.

–St. Tom –Stephen, sonriendo, sentenció–, cuyos ventrudos volúmenes disfruto leyéndolos en el léxico de origen, escribiendo sobre el incesto en disenso con el nuevo colegio vienés[212] del que nos informó Mr. Mogee, lo define, con su típico ingenio y sus curiosos métodos, como el recurso de quien es mezquino con sus emociones.

Dice que el sentimiento efusivo por uno del mismo humor venoso es un sentimiento codicioso en detrimento de un individuo de un grupo externo que, posiblemente, hubiese podido pretenderlo. Los judíos, supuestos codiciosos según los seguidores de Cristo, son, entre todos los grupos étnicos, quienes ven con mejores ojos los himeneos mixtos. Los reproches son hechos en momentos de enojo. Incluso los códigos de Jesucristo, que construyeron los tesoros de los judíos (cuyo refugio, como sucedió con los seguidores de Whycliffe, fue siempre un torbellino de eventos tempestuosos) unieron sus mutuos sentimientos efusivos con dijes de hierro. Si son defectos o virtudes, nos lo tiene que decir el vetusto Viejodemongo[213] el domingo del último juicio. Pero un hombre que se empeñe de ese modo en lo que entiende como sus derechos sobre lo que entiende como sus créditos, es posible que se empeñe del mismo modo en lo que entiende como sus derechos sobre quien entiende que es su mujer. No existe el vivillo que le codicie su buey o su mujer, o su sirvientes, hombre o mujer, o su borrico.

–O su bourriquette[214] –coreó Buck Mulligen.

–El gentil Will sufre un meneo muy grosero –dijo gentilmente el gentil Mr. Best.

–¿Qué Will? –gorjeó  dulcemente Buck Mulligen–. Esto es un embrollo.

–El deseo de vivir –filosofó John Eglinton–, que tiene Enn, cónyuge de ese perecido Will, es el deseo de morir.

Requiem! –imploró Stephen.

 

¿Qué fue de esos impulsos industriosos?

Que fueron dese Pérez idos con el tiempo…[215]

 

 

 

–Su cuerpo rígido se extiende en ese segundomejor lecho, embozo de regente, por mucho que usted demuestre que por esos tiempos un lecho pudo ser exótico como hoy un coche con motor[216] y cuyos relieves fueron el prodigio de siete distritos. En su vejez, se le dio por los discurseros religiosos (uno de ellos fue su huésped en el Nuevo Domicilio y se bebió medio tonel provisto por el municipio, pero en qué lecho durmió, mejor no preguntemos) y de ese modo descubrió su propio espíritu. Leyó o se hizo leer sus folletos[217], creyéndolos mejores que Felices mujeres, y, vertiendo sus orines nocturnos en el pote, pensó en Broches y ojetes de los gregüescos de los creyentes y en El envoltorio de snus[218] puro vigor que produce el mejor estornudo entre los espíritus devotos.[219] Venus frunció sus morros en un ruego. Mordiscón del inconsciente: remordimiento de lo consciente. Es un período de prostitución que se extingue, requiriendo urgentemente su dios.

­–Los registros históricos nos dicen que eso es cierto, inquit Eglintonus Chronologos. Los tiempos se suceden siglo por siglo. Pero conocemos por fuentes de prestigio que los peores enemigos de un hombre son siempre los de su propio nido y con quienes tiene vínculos estrechos[220]. Creo que es cierto lo que dice Russell. ¿Qué interés podemos tener en su mujer o en su progenitor? Yo sostengo que sólo los líricos con prole viven de modo prolífico. Folstuff no fue un jefe de prole. Creo que el obeso gentilhombre es el sumun de su producción.

Enteco, se reclinó. Torpe, escíndete de los tuyos, los únicos puros. Torpe, comiendo con el impío, chorizo de porrón[221]. Un clérigo del Ulster oriundo de Kells se lo recomendó. Viene todos los trimestres de visiteo[222]. Mr. Mogee, señor, vino un hombre que quiere verlo. ¿Quiere verme? Dice que es su viejo, señor. Déme mi Wordsworth. Ingreso de Mogee Mor Metthew[223], un tosco kern[224] con los pelos revueltos, con gregüescos bolsudos, con los zoquetes sucios del lodo de diez bosques y un bordón de ciruelo silvestre en el puño.

¿El tuyo? Él es conocido de tu viejo. El viudo.

Corriendo en pos de su lúgubre lecho de muerte desde el frenético Boul‘Mich sobre el muelle toqué sus dedos[225]. Su voz, con un tono dulce poco común, me susurró. El Dr. Bob Kenny le provee un poco de confort. Los ojos que quieren mi bien. Pero que no me conocen.

–Un progenitor –dijo Stephen rehuyendo del pesimismo–, es un sufrimiento menor. Escribió el folletín meses después que murió su progenitor. Si ustedes sostienen que él, un hombre de pelo gris con dos descendientes mujeres en condiciones de merecer, con siete lustros recién cumplidos, nel mezzo del sentiero di nostro tempo nel mondo[226] y con diez de oficio, es el discípulo imberbe de Wittenberg , deben conceder entonces que el ser de doce lustros que lo llevó en su vientre es el lujurioso cónyuge del rey. No. El espectro de John Shekspierre no recorre los senderos de noche. Minuto por minuto se pudre y se pudre. Tendido en reposo, desprovisto de su condición de progenitor, luego de ceder su místico peculio en beneficio de su hijo. El Colondrino de Bocuccio fue el primer y último hombre que se convenció de su preñez. El don propio del progenitor, en el sentido de producir progenie de modo consciente, es desconocido por el hombre. Es un peculio místico, como un tipo de sucesión entre obispos, entre el único productor y el único producido. Es sobre ese misterio, y no sobre el concepto de mujer virgen que el retorcido intelecto florentino diseminó entre el gentío europeo, que se fundó el templo y de modo indiscutible porque se fundó, como el mundo, el enorme cosmos y el microcosmos, sobre lo inexistente. Sobre un negro hueco de incertidumbre, sobre lo inverosímil.  El efusivo sentimiento femenino por su hijo[227], genitivo subjetivo y objetivo, puede ser lo único cierto en este mundo. Uno puede devenir progenitor en virtud de un documento jurídico ficticio. ¿Es el progenitor querido por su hijo en virtud de su condición, el hijo en virtud de su condición por su progenitor?

¿Qué demonios te propones?

Lo sé. Silencio. ¡Muérete! Tengo motivos.

Quidem. Inde. Iterum. Ergo.[228]

¿Es imperioso que continúes con esto?

–Los divide un pudor corpóreo de un rigor enorme por lo que siglos de registros históricos sobre los crímenes del mundo, sucios con todos los otros incestos y perversiones inconcebibles, sólo exhiben mínimos episodios. Hijos con mujeres que les dieron luz, progenitores con descendientes mujeres, sexo entre sórores, sentimientos efusivos que temen decir su nombre, sobrinos con vejestorios, prisioneros con hoyos en los muros, mujeres de reyes con toros de exposición. El hijo en el vientre corrompe el cuerpo bello; después, produce dolor, divide el querer, requiere protección. Es un niño; su crecimiento es el declive de su progenitor, su juventud el recelo del progenitor, su compinche el enemigo de su progenitor.

En rue Monsieur le Prince lo pensé.

¿Qué tienen en común? Un segundo de celo ciego.

¿Seré un progenitor? ¿Y si lo fuese?

Inciertos dedos resecos.

–Sebelio, el libio, el hereje menos burdo de todos los bueyes del ruedo, sostuvo que el Progenitor es Él Mismo Su Propio Hijo. El bulldog de Oquino[229], con quien no es posible discutir, lo desmiente. Bien: ¿si el progenitor que no tiene un hijo no es un progenitor, puede el hijo que no tiene progenitor ser un hijo? En el momento en que Rutlendbeiconsouthomptonshekspierre u otro lírico homónimo en el folletín de enredos escribió Homlet, él no fue simplemente el progenitor de su hijo sino que no siendo un hijo fue y se sintió el progenitor de todo su grupo étnico, el progenitor de su propio vetusto predecesor, el progenitor del inexistente feto de su nieto, que por ese mismo motivo no tuvo su belén, puesto que el mundo, como Mr. Mogee lo entiende, tiene odio por lo perfecto.

Eglintonojos, vivos de gusto, subieron brillotímidos. Risueño relojeo de contento pudibundo, entre el enredo de pimpollos rubiginosos[230].

Lisonjeo. Infrecuente. Pero lisonjeo.

–Él mismo su propio progenitor –dijo el mismísimo Hijomulligen–. Un momento. Mi preñez. Tengo en mi cerebro un inminente bebé. ¡Peles Eteneo! ¡Un folletín! ¡El folletín es lo decisivo! ¡Permitidme que lo expulse![231]

Tomó su frentevientre con unos dedos de mujer que tiene por oficio pone bebés en el mundo.

–Respecto de los suyos –dijo Stephen–, el nombre del ser que lo puso en el mundo vive en los bosques de Urden[232]. Su muerte le inspiró los versos con Volumnie en Coriolono. Su hijo muerto es el joven Erther que muere en El rey John. Homlet, el príncipe fúnebre, es Homnet Shekspierre. Conocemos quiénes son sus tres mujeres jóvenes de El Tifón, de Pericles, de Cuento de Invierno. Quiénes son Cleopé, pote de Egipto, y Créside y Venus, podemos suponerlo. Pero hubo otro miembro de su círculo íntimo que podemos reconocer.

–El hilo discursivo se vuelve complejo –dijo John Eglinton.

El bibliotecólogo temblón, tembleque, reingresó moviéndose sobre los extremos puntudos de sus botines, tembloroso, su embozo, tembloroso, presuroso, temblor, tembló.

Portillo que se cerró. Prisión. Sol.

Ellos escu. Tres. Son.

Yo tú él ellos.

Ven, guisote.

 

STEPHEN

 

Fueron él y otros tres, hijos del mismo progenitor, Gilbert, Edmund, Rick. En su vejez, Gilbert comentó con unos troperos que el Don Portero nun tiempo le regló un mísero boleto y que púo ver su hormono el Moestro Wull, lescritor de folletines en Lonrres, en un ringue boxeo y con un tipo nel hombro. El chorizo del circo llenó el espíritu de Gilbert. Él no figuró en ningún verso; pero un Edmund y un Rick tuvieron su rol en los folletines del dulce Willy.

 

MOGEEGLINJOHN

 

¡Nombres! ¿Qué contiene un nombre?[233]

 

BEST

 

Ese es mi nombre, Rick, vio. Espero que se exprese bien sobre Rick, vio, por ser gentil conmigo.

 

(Ríen)

 

BUCK MULLIGEN

 

(Lento, diminuendo)

 

Luego conversó Dick el médico

con su socio Devy el médico…[234]

 

 

STEPHEN

 

De su trío de oscuros Wills, Yego, el ruin chorizo[235], Rick el giboso, y Edmund en Rey Lir, dos tienen los nombres de tíos perversos. Incluso el último folletín lo escribió o estuvo escribiéndolo con su bro Edmund moribundo en Southwork[236].

 

BEST

 

Espero que ligue Edmund. No quiero que Rick, mi nombre…

 

(Ríen)

 

TEMBLYSTER[237]

 

(In tempo) Pero quien se robe mi buen nombre…

 

 

 

STEPHEN

 

(Stringendo) Él ocultó su propio nombre en sus folletines, un hermoso nombre, Willium: un figurón en este punto, un bufón en el otro; como un pintor del siglo previo del cinquecento ubicó su rostro en un rincón oscuro del lienzo.[238] Pero sí lo desplegó en los sonetos, donde vemos un exceso de Wills[239]. Como sucede con John O’Livid [240], su nombre le es muy querido, querido como el escudo de noble que se consiguió por lisonjero: sobre un listón terroso un rejón de oro con extremo de níquel, honorificobilitudinotibus, no menos querido que el glorioso orgullo de ser el supremo rompeproscenios del reino. ¿Qué contiene un nombre? Es lo que nos requerimos de niños escribiendo el nombre que nos dicen que es el nuestro. Un sol, un lucero, un meteoro surgido en el crepúsculo de su belén[241]. Esplendente en el cielo desde el despunte del sol, solo, no menos reluciente que Venus, y de noche luminoso sobre Ruchbeh en Cosiopée[242], el decumbente conjunto de luceros que es el signo de su nombre entre los cuerpos celestes.[243] Sus ojos lo siguieron poniéndose sobre el horizonte, por el este de Ourse[244], yendo por los somnolientos pensiles del estío volviendo de noche de Shottery y los roces tibios de sus senos.

Los dos conformes. Y yo.

No decir que en el momento que el fenómeno se extinguió él cumplió los nueve.

Y de los roces tibios de sus senos.

Quieres que te cortejen y te conquisten. ¡Eh, infeliz! ¿Qué te corteje quién?

Lee los cielos. Heutontimerumenos.[245] Bous Stephenoumenos.[246] ¿Dónde ves tu disposición celeste? Stephen, Stephen, divide bien el miñón. S. D : suo don. Giò: di lui. Gelindo risolve di non volere molto S. D.[247]

–¿Qué quiere decir eso, Mr. Dedelus? –preguntó el bibliotecólogo temblón–. ¿Fue un fenómeno celeste?

–Un lucero de noche –dijo Stephen–. Un obelisco como un cúmulo diurno .

¿Qué me quedó por decir?

Stephen miró su sombrero, su bordón, sus botines.

 

 

 

 

 

 

Stephenos, mi regio símbolo. Mi florete. Sus botines me oprimen los pies. [249] Conseguirme unos nuevos. Orificios en los soquetes. Y un moquero.

–Usted siempre hizo buen uso del nombre –concedió John Eglinton–. Su propio nombre es curioso. Supongo que por eso tiene un exquisito sentido del humor.

Yo, Mogee y Mulligen.

Mítico inventor, el hombre cóndor.[250] Emprendiste vuelo. ¿Con qué destino? Piddinghoe-Dieppe, con un billete poco menos que de polizón. [251] Boul ‘Mich, ir y volver. Chorlito. Ícoro. Veteris meum, dixit. [252] Inmerso en el ponto, descendido, sin rumbo. Chorlito eres. Chorlito ser.

Mr. Best nerviosereno subió su libro diciendo:

–Eso es de mucho interés porque ese tópico del hijo del mismo progenitor ¿vio?, lo vemos incluso en los viejos mitos erineses. Eso mismo que usted dice. Los tres Shekspierre hijos del mismo progenitor. En Grimm incluso, ¿vio?, los cuentos de duendes. El tercer hijo que siempre se desposó con su mujer durmiente del bosque y se quedó con el premio.

El mejor de los hijos del viejo Best. Bueno. Mejor. Perfecto.

El bibliotecólogo temblón se brincodetuvo próximo.

–Tengo interés en descubrir –dijo– quién fue, entre los otros hijos de su progenitor el que… Entiendo que usted sugiere que hubo un proceder impropio de uno de los suyos… ¿O me precipito un poco?

Se detuvo en seco; los miró, se contuvo.

Un dependiente lo interpeló desde el portillo:

–¡Mr. Lyster! El reverendo Dineen requiere…

–¡Oh, el reverendo Dineen! Un segundo.

Velozmente derechef[253], crujiendo rectilíneo en sentido recto rectísimo se fue.

John Eglinton cruzó el florete.

–Continúe –dijo–. Escuchemos lo que tiene que decir sobre de Richie y Edmund. Les otorgó el último puesto, ¿no es cierto?

–Pedirles que recuerden esos dos nobles gentilhombres, el tío Richie y el tío Edmund –respondió Stephen–, posiblemente es pedirles mucho. El vínculo con otro hijo de un mismo progenitor se hunde en el olvido como si fuese un cubretiesto perdido en el tren.

Chorlito.

¿Dónde quedó tu mellizo?[254] En lo del droguero de enfrente. Mi esmeril. Él, después Crunly, Mulligen; hoy estos. Discurso. Discurso. Cumplir el rol. Pero cumplir con el discurso. Su desdén es el modo que tienen de medirte. Cumplir. Ser cumplido.

Chorlito.

Estoy podrido de mi voz, es el tono de voz de Esoú.[255] Mi reino por un sorbo.[256]

Continuemos.

–Pueden decirme que esos nombres existieron en los reportes que usó como fuente de sus folletines. ¿Por qué eligió esos y no otros? Richie, un perverso giboso, hijo ilegítimo, fornicó con su Enn del esposo recién muerto (¿qué sentido tiene un nombre?), emprendió su cortejo y obtuvo su querer, mujer de luto feliz. El Richie que conquistó, el tercer hijo de John Skekspierre, llegó después de Will el seducido[257]. Los siguientes eventos del folletín dependen débilmente del primero. Entre todos sus reyes, Rich es el único que no es protegido por el reverente escudo de Shekspierre, el querube del mundo. ¿Por qué el misterio menor del Rey Lir donde existe un Edmund proviene del utópico mundo de Sidney y lo pegoteó con un mito céltico poco menos que prehistórico?

–Fueron los modos de Will –interpuso John Eglinton–. Hoy no hubiésemos metido en el mismo texto un mito vikingo con el resumen de un novelón de George Meredith. Que voulez vous?[258] –hubiese dicho– Moore–. Hizo de Böhmen[259] un pueblo costero y logró que Ulises cite textos de Eristóteles.

–¿Por qué? –se contestó Stephen–. Porque el tópico del mellizo felón o intruso o infiel o los tres vicios juntos, como no ocurrió con los pobres, siempre estuvo con Shekspierre. El registro del destierro, el destierro del pecho, el destierro del domicilio, se oye sin interrupción entre Los dos gentilhombres veroneses[260] y el momento en que Próspero rompe su bordón, lo hunde unos metros en el suelo y sumerge su libro. Se repite en el medio de su vivir, es el reflejo en otro, se repite, inicio, nudo, cumbre, conclusión. Se repite de nuevo en los prolegómenos de su muerte, en el episodio en que su descendiente mujer, Susy, espino del mismo leño, debe responder por infiel enfrente de su esposo. Pero fue el crimen de origen lo que oscureció su comprensión del mundo, debilitó su decisión y dejó en él un fuerte desvío por lo perverso. Los términos son los mismos de nuestros señores los obispos de Meynooth: un crimen de origen cometido, como el crimen de origen, por otro en cuyo crimen él incluso pecó. Lo sugirió en los últimos términos que escribió, texto que se petrificó sobre su sepulcro donde no tuvieron sitio los cinco huesos secos de su mujer. El tiempo no lo estropeó. Lo bello y el sosiego no lo deshicieron. Con un sinnúmero de opciones existe por doquier en el mundo que él creó, en Mucho ruido y menos nueces, dos veces en Como gustéis, en El tifón, en Homlet, en Medid según se os mide –y en todos los otros libros que no he leído.

Rio por descomprimir el despotismo de su mente.

El Juez Eglinton resumió:

–Lo verosímil suele recorrer un sendero medio –sentenció–. Él es el espectro y el príncipe. Es todo en uno.

–Es cierto –dijo Stephen–. El joven del primer episodio es el hombre hecho y derecho del quinto. Todo en uno. En Cimbelino, en Otelo, es chismoso y cornudo. Es el intérprete de un rol y es un rol que lo interpretó. Devoto de lo sublime o lo perverso, como José terminó con su Kermen.[261] Su indetenible intelecto es un Yego loco de celos que se empecinó en el tormento de su moro interior.

–¡Cornú! ¡Cornú! –cloqueó Corn Mulligen en tono lúbrico–. ¡Oh, término temible!

Oscuro domo recibió y reverberó.

–¡Qué tipo este Yego! –profirió impertérrito John Eglinton–. Luego de que todo fue dicho, Dumes fils (o Dumes père)[262] no se equivocó. Después de Dios, Shekspierre es el supremo constructor.

–Ni hombre ni mujer le producen contento –dijo Stephen–. Vuelve luego de su extenso exilio y reside en su suelo de origen, donde siempre fue, hombre y niño, un testigo silencioso, y en ese sitio, concluido el periplo de su existir, hunde en el suelo su morus[263]. Y después muere. El guion concluyó. Los sepultureros descienden el féretro de Homlet père y de Homlet fils. Un rey y un príncipe por fin muertos, y un coro fúnebre. Y por muy crueles e infieles que hubiesen sido, todos los tiernos pechos, vikingos o dublineses, gimieron entristecidos, puesto que el dolor por los muertos es el único esposo del que no conciben el divorcio[264]. Si les convence el epílogo, obsérvenlo con detenimiento: el próspero Próspero, el hombre bueno que recibe su premio; Lizzie, el dulce tesorito de su provecto y el tío Richie, el hombre perverso que los jueces poéticos pusieron en el sitio donde se recluyen los negros perversos. Desciende el telón. Descubrió como cierto en el mundo exterior lo que fue ilusorio en su mundo interior. Möeterlinck[265] dice: Si Sócretes decide irse hoy de su domicilio es lógico que se encuentre con el genio en los estribos del porche. Si Jude huye hoy de noche sus pies deben ponerlo en el sendero de Jude.[266] Vivir supone muchos despuntes del sol, uno después del otro. Recorremos el sendero yendo por el medio de nosotros mismos viéndonos con delincuentes, espectros, monstruos, viejos, jóvenes, cónyuges, mujeres de luto, hombres seduciendo mujeres de sus mellizos, pero por fin siempre nos reunimos con nosotros mismos. El escritor que compuso el folio de este mundo y lo escribió lleno de errores (un viernes emitió el primer destello de luz y el lunes siguiente creó el sol), el señor de los objetos como son, que el supremo seguidor de Cristo residente en los dominios de Rómulo y Remo, le puso el nombre de dio minion[267], el dios verdugo, es por cierto todo en todo en todos nosotros, mozo de equinos y choricero; y hubiese sido incluso gorrón y cornudo si no fuese que en el orden económico del cielo, previsto por Homlet, dejó de existir el himeneo, el hombre glorioso es un querube de dos sexos, mujer de sí mismo.

–¡Eureke! –profirió Buck Mulligen–. ¡Eureke!

En un repentino júbilo se incorporó de un brinco y se estiró en dirección del escritorio de John Eglinton.

–¿Me permiten? –dijo–. El Señor se comunicó con Melechi.

Dibujó unos jeroglíficos en un trozo de folio.

Recordemos recoger unos blocs del escritorio.

–De los que se unieron en himeneo –dijo Mr. Best, dulce nuncio– todos, excepto uno, viven. Los otros, que queden como son[268].

Se rio, soltero célibe, de Eglinton Johnnes, del lírico oficio profesor.

Solteros, sin deseos, defendiéndose del sexo, los dos recorren con sus dedos noche y noche su edición de lujo de Joven demonio femenino.

–Nos produce decepción –dijo John Eglinton en tono seco volviéndose en dirección de Stephen–.  Nos dio cien giros y terminó describiéndonos un isoscéles bretón. ¿Cree usted en su tesis?

–No –dijo presto Stephen.

–¿Y tiene intenciones de que se publique? –preguntó Mr. Best–. Le sugiero escribir un guion, como los coloquios pletónicos[269] de Wilde.

John Eclection sonrió en doblete.

–Bueno, entonces –dijo–, no veo por qué pretende dinero, si ni usted mismo se lo cree. Dowden cree que existe cierto misterio en Homlet, pero no quiere decirnos en qué consiste. Herr Bleibtreu, el hombre que Piper encontró en Berlín y que sigue con interés esos supuestos de Rutlond[270], cree que el secreto fue escondido en el monumento de Stretford. Pretende reunirse con el duque, dice Piper, y exhibirle testimonios de que su predecesor fue quien escribió esos volúmenes. Seguro que Su Ilustrísimo no puede menos que sorprenderse. Pero por lo menos él cree en su tesis.

Yo creo, Oh Señor, socórreme en mi pequeñez de incrédulo.[271] Es decir, socórreme permitiéndome creer o socórreme permitiéndome no creer. ¿Quién permite creer? Egomen[272]. ¿Quién permite descreer? El otro tipo[273].

–Usted es el único contribuyente del Dene que pide chelines de níquel. Respecto del próximo número, no tengo qué decirle. Fred Ryen quiere que le publiquemos un suelto sobre el mundo económico.

Fredrieno. Me prestó dos chelines de níquel. Como socorro. Económico.

–Por unos chelines –dijo Stephen– le permitiré que publique este coloquio en su periódico.

Buck Mulligen se puso de pie concluyendo su risueño jeroglífico, riendo; y luego dijo muy serio, con un toque meloso en su desdén:

–Visité el domicilio de estío de Kinch el versero en Upper Mecklenburgh Street y lo encontré inmerso en el estudio del Compendium versus Gentiles sosteniendo un fluido coloquio sifilítico con dos jóvenes mujeres, Fresh Nelly y Roselie, que se prostituye de noche por los muelles de coque.

Interrumpiendo.

–Ven Kinch. Ven, bohemio Ængus  de los pichones.[274]

Ven Kinch. Te comiste todos nuestros restos. Eso. Te serviré tus bofes y mondongos.

Stephen se puso de pie.

Vivir supone muchos despuntes de sol. Este se extingue.

–Nos vemos hoy de noche –dijo John Eglinton–. Notre pote[275] Moore dice que Melechi Mulligen tiene que ir.

Buck Mulligen removió el éter con su fresco sombrero y el trozo de folio.

–Monsieur Moore –dijo–, experto expositor en French letters[276] en beneficio de los jóvenes de Erín. Desde luego que iré. Ven, Kinch, los copleros deben beber. ¿Puedes erguirte un poco?

Se ríe, él…

Beber compulsivo que se detiene once en punto. Entretenimiento nocturno de los erineses.

Bufón.

Stephen seguidor de un bufón…

Un jueves en el templo de los libros discutimos. Sheksp. Seguí su lúbrico lomo de bufón. Le rocé los bultos deformes de sus pies[277].

Stephen, despidiéndose, de pronto vencido, siguió los pies de un chistoso bufón, un tiesto bien prolijo recién venido del peluquero, emergiendo del recinto del domo en dirección de un fulgor estrepitoso y sin reflexiones.

¿Qué lección recibí? ¿De ellos? ¿De mí?

El porte de Heines en este momento.

El recinto de los lectores insomnes[278]. En el registro de lectores Cushel Boyle O’Connor Fitzmmorris Tisdell Ferrell escribe sus polinombres. Item: ¿Homlet fue un loco? El coco del temblón en pleno libroteo[279] pío vistiendo un ropón oscuro.

–Oh, se lo ruego, señor… Es un gusto…

Divertido, Buck Mulligen musitó en un gustoso murmullo, coincidiendo consigo mismo:

–Un culo gustoso.

El torniquete[280].

¿Ese es…? Sombrero cordón celeste… Escribiendo sereno… ¿Qué…? ¿Miró…?

El curvo descenso que recorro con mis dedos: deslisedoso Mincio .

Puck Mulligen[282], sombreroyelmo, descendió estribo por estribo, profiriendo, en pies compuestos, cortos unos y otros menos cortos, unos versos:

 

John Eglinton, mi jo John,

¿Por qué no te unes con mujer?

 

Chisporroteó por el éter:

–¡Oh, el chino sin mentón! Chin. Chon. Eg Lin Ton. Heines y yo estuvimos en su pequeño circo, el recinto de los plomeros. Nuestros escritores de folletines producen en estos momentos un nuevo enfoque escénico en beneficio de los europeos como los griegos o M. Möeterlinck. ¡Ebbey Room! Puedo oler el sudor púbico de los monjes.

Escupió en seco.

Me olvidé; él mismo olvidó los golpes que le dio el piojoso Lucy[283]. Y dejó su femme de trente. ¿Y por qué no tuvo otros hijos? ¿Por qué un primer bebé mujer?

Conocinismo[284]. Vuelve.

El terco recluso sigue en su sitio (él tiene su budín) y el dulce jovenzuelo, preferido del goce, rubios rulos revoltosos de Fedón.

Eh… sólo quiso… me olvidé… eh…

–Longworth y M’Curdy Etkinson estuvieron en ese…

Puck Mulligen, con movimientos escénicos, gorjeó:

 

Ni bien oigo los gritos estériles de un tero,

o escucho un Tommy yendo feliz por el sendero

mi espíritu es un bloque de enorme conmoción

y pienso en este tipo F. M’Curdy Etkinson,

el individuo mismo del peroné leñero

y ese vestido corto de buen filibustero,

que sediento vivió como vive un mormón,

Mogee con su rostro del pequeño mentón.

Por miedo de unirse con mujer en himeneo

de consenso se unen en tórrido cusqueo.[285]

 

 

 

 

 

Sigue jodiendo[286]. Conócete tú mismo.

Detenido en un estribo inferior, un bufón me inquiere. Me detengo.

–Embozo lúgubre –gimoteó Buck Mulligen–. Synge dejó el luto por fundirse con el mundo. Sólo los cuervos, los presbíteros y el coque inglés son negros.

Un riso[287] surgió en sus morros.

–Longworth se siente terriblemente molesto –dijo– con lo que escribiste sobre ese vejestorio de Mrs. Gregory. ¡Oh, inquisidor jesuítico judío y beodo! Te consigue un empleo en el periódico y le respondes discutiendo los sinsentidos que elucubró sobre Jesús. ¿No puedes ser discreto como Yeets[288]?

Siguió descendiendo, trompudo y moviendo jocoso los miembros superiores:

–El sumun de los libros hermosos surgidos en nuestro suelo en mi tiempo. Pienso en Homero.

Se detuvo en el vestíbulo.

–Concebí un folletín de mimos –dijo solemnemente.

El recinto de los soportes moriscos, sombríos reflejos entretejidos. Terminó su morrice de los nueve hombres con bonetes de índices .

Con dulces y diferentes tonos, Buck Mulligen leyó su breve escrito:

 

Todo Hombre con su Mujer

o

El periplo de miel de un Puñetero

(indecente folletín erinés en tres convulsiones)

por

Bollocky Mulligen

 

Se volvió en dirección de Stephen con gesto risueño, diciendo:

–El embozo, me temo, es tenue. Pero oye.

Leyó, forte:

 

–Intérpretes:

TOBY MOSTURBOFF (un polonés ruinoso)

PIOJO PÚBICO (un bribón)

DICK EL MÉDICO

y                                  (dos gorriones de un tiro)

 

DEVY EL MÉDICO

MOTHER GROGEN (distribuyendo líquido elemento)

FRESH NELLY

y

ROSELIE (que se prostituye de noche en los muelles de coque)

 

Se rio, yéndose y meciendo un tiesto movedizo, seguido por Stephen; y jocoso conversó con los contornos sombríos, espíritus de hombres:

–¡Oh, el episodio nocturno en Heytesbury Room en que dos jóvenes mujeres de Erín tuvieron que subirse los ruedos por no ponerte los pies en el rostro y tú inconsciente en tu vómito bermejo, copiosísimo, multicolor!

–El menos impuro de los hijos del Erín –dijo Stephen– por quien se los subieron desde que ejercen su oficio.

En el mismo momento en que cruzó el pórtico, sintiéndose seguido, hizo sitio.

Irme. Es el momento. ¿Pero dónde ir? Si Sócretes se fuese hoy de su domicilio, si Judes se fuese hoy de noche. ¿Por qué? Que existe en el mundo lo que en su momento descubriré, ineludiblemente.

Mi intención; su intención que enfrento. Pontos en el medio.

Un hombre cruzó entre ellos, con un gesto reverente.

–Buen jueves de nuevo –dijo Buck Mulligen.

El pórtico.

En este sitio observé los pichones queriendo descubrir los signos. Ængus de los pichones. Yendo y viniendo. De noche volé. Volé sin esfuerzo. Los hombres moviéndose sin rumbo. Luego mujeres prostituyéndose en un corredor. Él me tendió un melón tierno. Ven. Puedes verlo tú mismo en un segundo.

–El judío sin rumbo –murmuró Buck Mulligen en tono burlón–. ¿Viste sus ojos? Te miró con interés. Me infundes miedo, viejo lobo. Oh, Kinch, corres peligro. Consíguete un cinturón de pudor.

Modos de Oxenford.

El mundo diurno. Volquete de sol sobre el semicírculo de un puente[290].

Un dorso oscuro se movió precediéndolos. Porte de lince, descendiendo, yéndose por el portón, so los rejones con picos.

Siguieron.

Oféndeme otro poco. Sigue con tu monólogo.

Un soplo benigno dibujó los nítidos bordes de los edificios en Molesworth Street. Ni un gorrión. Débiles desde los techos dos débiles plumones de humo subieron en copetes, y en un susurro tenue, tenuemente se disolvieron.

No te esfuerces de gusto. El sosiego de los monjes druides  de Cimbelino, eleusino; del extenso territorio un presbiterio.

 

Himnos entonemos en honor de los dioses

y que nuestros retorcidos humos les lleguen con su olor

desde nuestros benditos presbiterios.[291]

 

[1] Temblones : mote de los fieles del movimiento religioso que creó el inglés George Fox (1624-1691), porque uno de los sentidos del término de origen es “Temblor”, como el “Terremoto” que produjo entre los seguidores de Cristo.

[2] Este episodio es complejo; no desespere, conservemos el espíritu. Volvió Stephen y con él todo se vuelve difícil. En este recinto Stephen expone su tesis sobre el príncipe nórdico que esbozó en el episodio uno, por pedido de Mulligen. Eso del progenitor del progenitor de Homlet como nieto de quién, no recuerdo. El bibliotecólogo discurre sobre el libro “El tiempo de instrucción  y los periplos de Wilhelm Meister” de J.W. von Goethe (1749-1832), genio de su tiempo y en sentido retrospectivo. Los “preciosos textos” son los Libros 4 y 5 del novelón de Goethe en cuyo curso Wilhelm torduce y reescribe (oh, coincidente) Homlet y es el productor e intérprete de SU versión de Homlet  (oh, increíble similitud) del texto. Lyster -el señor de los libros- y sus socios suponen que los “textos” de Goethe tienen menos de ficción que de desglose con poco disimulo y devoluciones de Goethe sobre el Homlet de Shekspierre. Esto puede usted verlo en el punto 9.2 de Don Gifford. Otros se lo dicen como si fuese conocimiento propio. Vivos.

[3] Fiel e insomne lector; inmerso como estoy en este oficio, debo seguir o retroceder, y hubiese retrocedido si volver fuese menos tedioso que seguir. Todo tiene que ver con Shekspierre (WS en lo sucesivo) en este episodio; y Gifford provee extensos textos que mi pudor (no como otros que yo me sé) y el respeto genuino por su tiempo, me impiden reproducir; de todos modos digo que este ir y venir en ritmo de minué con flexibles botines de cuero de buey por el piso del recinto es un guiño por Noche de Reyes, de WS. No veo el sentido de decirle lo que es un minué, un bolero o un merengue; eso, búsquelo usted si quiere. De otro modo tendré que escribir tres tomos y no dos, como hizo el borrofesor erudito.

[4] Obvio ejemplo de un silogismo obvio. Obvio silogismo de un ejemplo obvio.  Lo explico porque no tiene otro sentido y por supuesto, por poner otro de estos pies detesto. De todos modos Gifford nos dice  en 9.16-17 todos los pormenores sobre el supuesto dicho que se dice que dijeron los supuestos súbditos de M. Pulisse  (Cinq minutes près de mourir, et il respire encore!) después de un encuentro bélico en el que fueron perdidosos. Quién, cómo y dónde se dijo lo que se dice que se dijo, se lo debo.

[5] Rezongos de Belcebú: (1897) un novelón de Merie Corelli (1855-1924); dicho en tono irónico por Stephen, que se propuso reescribir un Edén Perdido (John Milton) donde el demonio fuese el héroe en su conflicto con Dios. Reescribir un libro de esos, qué demente este Stephen. Y dice que lo reescribió en efecto, y sin un signo tenido por imprescindible en el léxico inglés: lo reescribió sin E. Un congreso urgente que lo demuestre. En Tokio.

[6] Este Crunly ficticio fue un señor J.F. (¿John Frederick?, ¿Jim Fred?) Byrne, condiscípulo de Joyce, en Clongowes. Ver Dibujo del escritor como un hombre joven.

[7] Los siete ilustres les dice W. B.: W. B. Yeets en su  Duérmete mi niño  dice que “los siete ilustres” son los mundos descubiertos en ese entonces.

[8] El quinqué (del fr. Quinquet, es un dispositivo luminoso que consume querosén o puede ser eléctrico, como creo que es este, cubierto por un vidrio verde.

[9] Ollev; primero despeje E; luego entérese que esto no es sino un erudito erinés de los tiempos prebíblicos.

[10] Ojos de hombre virtuoso, puro, devoto Dios Nuestro Señor.

[11] reír de interno de Trinity: internos con subsidio en Trinity College; un quepis rojo los distinguió de quienes no recibieron subsidios por ser hijos de pudientes; obedecieron órdenes de condiscípulos seniors y cumplieron servicios menudos. Conclusión de todo esto: reír servil, ovejuno, tímido, sumiso.

[12] Ed egli del cul fece trombone: “y él hizo de su culo un trombón”. (Infierno 21:139).

[13] Crunly/Byrne sostuvo que doce hombres resueltos hubiesen podido redimir Erín del yugo inglés; once y él mismo uno supone, todos oriundos de Wicklow. Según Don Gifford en 9.36.

[14] Kethleen … el intruso en el vestíbulo: Stephen tiene en mente un texto del opus escénico de W.B. Yeets, Kethleen ni Houlihem, donde Kethleen, un vejestorio sin dientes cumple el rol de Erín. Sus verdes vergeles son los territorios de Munster, Connecht, Leinster y Ulster, y el intruso en su domicilio es el omnipresente inglés.

[15] eve, rebbi:  Primero, despeje el primero y tercer signo E. Jesús, solo y temeroso, de noche en el Monte de los Olivos es recibido con un beso por el infiel discípulo número trece que no merece que yo lo nombre; por suerte, después de venderlo por tres cobres, este mequetrefe fue y se colgó (Mt 26:49).

[16] Tinehely es un pueblo del sur de County Wicklow, sobre el río Derry. Esto que tiene en mente Stephen es todo un embrollo sobre un opus escénico de John Millington Synge “En un sombrío corredor”, el héroe se finge muerto, su cónyuge le mete los cuernos con un tropero joven, el héroe revive y decide desprenderse de su mujer por expulsión y su mujer se despide, según entiendo, con expresiones como: nos vemos, buen trofeo. Querido lector, describir este trozo me costó un Perú. Si quiere otros pormenores busque en Don Gifford 9.38-40.-

[17] Lo dije en otro episodio, opto por el sonido fonético del nombre. Tolérese o indígnese; moi, je m’en fous.

[18] Ben Jonson (1572-1637), versero y escritor de folletines  inglés, de los tiempos de Shekspierre.

[19] Moreou: Despeje O.

[20] Evidentemente, despeje E.

[21] ¡Ejem! ¿Vio, forrofesor? No lo digo yo, lo dijo Russell.

[22] Es menester, despeje E.

[23] Oh Stephen, Stephen. En este río de reflexiones Stephen tiene en mente un trozo de induismo. Por si fuese poco confuso, teosofismo, quién es Hiesus Kristos en el concepto teosófico del mundo, “ese sublime Custodio de los profundos Misterios en Egipto” y por consiguiente hubiese sido lo que Stephen denominó “prodigio de lo hermoso” “como un rojo pimpollo que ofreciese cobijo en el desierto”. Vero el resto en Don Gifford 9.62-63.

[24] Editor del Irish Theosophist.

[25] Otro del mismo club.

[26] En el epílogo de Julio Céser, de Shekspierre, el discurso en honor de Bruto, el occiso.

[27] En Ervel, despeje dos E y tiene el nombre del comité rector del Movimiento Teosófico, constituido por doce miembros, es todo lo que puedo decirle.

[28] Hélène Petrovne Blevetsky. Con dos sustituciones de E en el el último nombre. Fundó el centro teosófico de Dublín. Compinche de Russell (O.E.)

[29] Rick Irvine Best (1872-1959), director del templo de los libros entre 1904 y 1923, y torductor.

[30] Ertistóteles, dicen, dio sus cursos y expuso sus hipótesis en movimiento, recorriendo los vergeles y los templos, por eso se dice que fue un movimiento super hipotético. Ingenioso, ¿no? ¿Qué me dice súper profe ético?

[31] Despeje el primer signo E. Esto tiene que ver con el Libro Primero del Milton y el Inferno; en episodio 34 Dente y Virgilio, su cicerón, se ven con Lucifer, metido en el hielo del Cocito. Los dos verseros, yendo por sobre el culo del demonio, emprenden un recorrido reptilíneo (sí, en efecto, como un recorrido de reptil) en dirección de los círculos superiores del Infierno teniendo como destino el Monte del Purgue todo. Gifford, 9.86-88 puede decirle el resto.

[32] Despeje primer signo E, según instrucciones que sugerí diez veces. El libro tiene por título Le cycle myhtologique de l’Erin y fue torducido por Mr. Best.

[33] ¿Qué es esto? Unos versos de un señor Doug Hyde, un resumen histórico de los textos de Erín.

[34] Ecos de lo dicho por Heines en el episodio uno.

[35] Un verso de John Philpot Curren (despeje E).

[36] Seres gozosos y felices que lo recibieron después de los coscorrones eólicos que le propinó el bilioso Poseidón.

[37] Poético texto de Mellermé (¿es preciso que insinúe despeje E ? Por supuesto Quenó) “Homlet et Fortinbres”. Londres, 11 juillet 1896.

[38] Ver 37. Trozo del texto referido de Mellermé.

[39] El “himno” es un soneto escrito por Swinburne cuyo título es “Muerte del coronel Benson” (1901). Benson murió en un depósito de prisioneros de los bóers.

[40] Qué tipo de choques vieron estos dos compinches no es seguro. Pudieron ser choques de trenes, de fútbol, de bóers con ingleses, etc. Es lo que dice Don Gifford, en 9.136.-

[41] Oriundo de los EEUU; porque me gustó el neologismo como concepto equívoco de distorsión.

[42] Como el niño gordo de Pickwick: Joe, el sirviente de Mr. Wordle, en el el primer novelón de Dickens.

[43] Ces sont des Licenses Poétiques qu’on se donne pour povoir écrire quelque chose difficile : Shekspierre, Stretford-upon-Eivon, Homlet. Sinon…qoui. Vous, vous comprenenez, j’en crois.

[44] Bello término que expliqué no recuerdo dónde. Se entiende, per se.

[45] Eccl., 11:10 “…porque niñez y juventud son sólo presunción”.

[46] Despeje O siendo que O no es O, ni E, ni I ni U.

[47] Despeje O, siendo que O no es O etc.

[48] Espero que no me objete este née, con lo pituco que fue entre los escritores porteños finos del siglo diecinueve y veinte. Mme. Mechi López Montoto, née Pueyrredón Méndez de Pérez Pinto, etc.

[49] En Enn despeje E y en Hethewey, despeje tres E.

[50]¿Cuento contigo, mi cobre fiel?: verso de Homlet, dicho por el príncipe exigiendo que Horecio y Mercelo juren silencio; mi cobre fiel: un hombre/mujer honesto, fiel. Don Gifford, 9.183.-

[51] Despeje O

[52] Y con eso de vivir … Villiers de l’Isle: Philippe (entre otros muchos nombres, cinco)Villiers de l’Isle (1838- 1889), escritor y versero  bretón (y no es chiste) precursor del simbolismo. Russell refiere su último libro, Exel (1890). En el cenit del número, el conde Exel se reúne con Sere, que vino con intenciones de robo de su tesoro escondido. Se ven envueltos en un fogoso querer de primer ojo y en un momento Sere le propone irse con él y vivir en un sitio digno de sus mutuos sentimientos efusivos. El conde responde: “¿Vivir? No. Esto de hoy es nuestro tope de plenitud, Sere. Créeme si  te digo que hemos extinguido el futuro. Todo devenir, ¿qué puede ser respecto de los gozos que venimos de vivir? Consentir en ello, vivir después de lo que hemos vivido, es ofendernos entre nosotros mismos. ¿Vivir? Nuestros sirvientes pueden vivir eso por nosotros.” Con el suicidio de los fogosos tórtolos desciende el telón. (¿Vio cómo se lo conté?) Bien puedo concederme dos o tres nombres diferentes. El resto es lo que dice Don Gifford, en 9.186.-

[53] Versos de un folletín de George W. Russell, Deirdre, que se presentó en Dublín en 1902. Mononoon McLir fue el mítico dios del ponto de los erineses.

[54] Redondel de bronce que circuló en suelo inglés en el siglo XV (seis chelines con ocho).

[55] Seudónimo o sinónimo de mujer que vende su sexo; si es ficticio o no, Don Gifford lo desconoce.

[56] Eco de lo que dijo Mr. Doisy sobre el supremo orgullo de un inglés: he cumplido con mis compromisos. No debo dinero. Etc.

[57] Viene del otro borde del Boyne: el Boyne es un río del norte de Dublín, Russell, que le prestó el dinero, es del Ulster, territorio que ocupó el gobierno inglés.

[58] Un niño que Conmee socorrió impidiendo que lo zurren: en Descripción del escritor como un hombre joven  Stephen es socorrido por Conmee, que lo protege e impide que lo zurren.

[59] O. E. I. O. U.: O. E. es el seudónimo de Russell, I. O. U. = I Owe You; O. E. Yo Os Debo.

[60] Jentipe o Xentipe: he visto, Don Gifford me lo dice, que fue cónyuge de Sócretes y que tuvo un genio de mil demonios. Despeje dos E en J(X)entipe y uno en Sócretes.

[61] (nihil nomen!): posetrusco: (¡ni me nombren ese bicho!).

[62] Epipsiquidio: título de unos versos de Shelley, que en griego pueden querer decir: este espíritu de mi espíritu.

[63] Socretesdidion: diminutivo de Sócretes, torducido por lo común como dulce Sócretes.

[65] … del hereje: el bibliotecólogo temblón fue tenido como hereje por los seguidores de Cristo del Templo de Pedro.

[66] Dice Don, en 9.246-47, que este bolero es típico de Erín, los recuerdos de un jovenzuelo, mujeres de un puerto u otro, con pechos enormes o pelos rubios y ojos como soles, pero lo mejor de todo es o que tengo (o creo que tengo) en Erín. Ese es el espíritu de los versos escritos por un individuo de Nombre Lover. ¿Lo ve? Increíble.

[67] Romeville: Londres, in context.

[68] Según DG 9.247, en este sector de su discurso, Stephen tiene en mente los versos 1046-47 y 48 de Venus y Edonis (sí, en efecto, despeje E) en donde por lo que vemos sucede o hubo un terremoto. Coincidentemente en 1508 hubo un terremoto en Londres. Lo que sigue, Wet (despeje E), quiere decir Liebre o Conejo, como Pepe quiere decir Loro, o Perico.

[69] Stephen sigue describiendo los pormenores de un típico correconejos con perros y equinos, por eso vemos frenos o trozos de cuero o mejor dicho tientos con relieves, qué digo dije, como dijes, enseres de un equino, y esos postigos celestes deben ser, me figuro, los ojos celestes de Venus, ¿qué menos? Los críticos serios como uno que yo sé, yes you Herr Borrow Fessor, pueden perderse en los recovecos de Venus etc, en los versos 37-38 de opúsculo cit.  o seguir leyendo como si esto fuese un juego, que lo es.

[70] …Ketherine poco bello?: nombre del intérprete de Mujer rebelde, domestico, de Shekspierre.

[71] Enn tuvo sus modos: jeu de mots en inglés; Will (el esposo, es W.S. o Will Shekspierre) es volición. Enn Hethewey (su mujer, Heth -inglés viejo, despeje E) tuvo   (e wey -inglés corriente, despeje E) un modo. No sé si me expliqué, pero hice lo que pude. Los chistes son difíciles de torducir sin producir un gesto de desdén en el lector severo y criticón o un generoso perdón sonriente en el lector comprensivo.

[72] Incluso este breve dicho, este “se inclinó queriendo seducirlo” se corresponde con el título de un libro de Oliver Smith (1728-74)  Se dobló queriendo seducir; o Un error nocturno.  Ver Don Gifford, 9.259.-  Si hubiese querido sorprenderlo (o dormirlo) con los infinitos recovecos de los libros de Shekspierre me hubiese servido de los textos que en un tiempo torduje por pedido del Cuenco de Plúteos, escritos por un inglés insufrible de nombre Ted Hughes, cuyo cónyuge se suicidó tristemente, y que tiene por título Shekspierre & the Goddess of Complete Being. Entonces los pies detesto hubiesen sido miles y usted se hubiese convencido de mi enorme erudición que no poseo. ¡Qué dos volumenes! ¡Cinco por lo menos hubiese escrito! Y me hubiesen pedido que diserte en congresos y me hubiese puesto lentes gordos y redondos, con borde negro y grueso como un filósofo de rue de l’Université con un pucho negro entre los dedos. Pero no, lector querido. Usted no se merece esto.

[73] Entre los frescos … por el suelo: versos de Como gustéis que primero distrorsionó Stephen, luego Mr. Best y por último, un servidor. De todos modos puede ver los versos prístinos en el opúsculo cit. (lines 17-19).

[74] Despeje E.

[75] Peris…querendón: perdone que le cuente hechos mitológicos que usted conoce mejor que yo; pero, en fin: en el Juicio de Peris, éste debió decidir entre Etenée, Here y Efrodite; Peris se decidió por Efrodite quien le retribuyó el gesto convirtiéndose en su cómplice en el secuestro de Hélène de Troie. Qoui?

[76] El tipo que interrumpe el discurso de Stephen, el gentil pero desprolijo y meticuloso en cuestiones de tiempo Mr. Russell, por lo visto tiene un pósito reloj. ¿Qué es esto de pósito y qué propósito tiene ese reloj en este cuento? Busque, che.

[77] Homesteed requiere que usted despeje el tercer signo E. Por que no quede un corcel en vez de un bucólico domicilio. Fue un periódico en el Russell escribió y posiblemente fundó; versó sobre cuestiones de rodeos, cultivos, etc., por lo que Stephen lo denominó el “periódico de los cerdos”.

[78] Peter Piper picked one peck of pickled pepper, one peck of pickled pepper Peter Piper picked, if Peter Piper picked one peck of pickled pepper, where’s the peck of pickled pepper Peter Piper picked? Hermoso jeroglífico que se me enseñó en el colegio. Uno tiene que decirlo velozmente sin detenerse en un continuo crescendo y sin cometer errores de dicción. Ejercite su sinhueso sin que se le enrede.  Es divertido; si tiene tiempo, juegue.

[79] Ficticio+yogui+estuche= supongo que es un individuo que luce como un yogui pero es sólo por su exterior, estuche o envoltorio. De todos modos Don Gifford dice que S. Joyce dijo que ese término lo usó Gogerty queriendo decir qué, no lo sé. Un congreso debe definirlo urgente.

[80] Quién es Dowson, no sé. Y lo de los dormitorios, menos.

[81] Este “quisimos” fueron, en el mundo de los seres semi concretos y los hechos semiv erídicos, Gogerty (Buck Mulligen)  y Joyce (Stephen Dedelus).

[82] Este delirio teosófico dice que todos los ritos tienen un tronco común y que los nombres de los dioses son los mismos en los ritos prehistóricos de México y Egipto. Por eso Isis y Ténoch, de quienes lo desconozco todo, pero Don Gifford lo dice en 9.281. ¿Cómo no creerle?

[83] Mohotmohotmo (¿Monónono?) : despeje todo O, siendo que O no es O ni E, ni I, ni mucho menos, U.

[84] Todo este guiso teosófico que Stephen o el escritor tienen en mente es incomprensible. Pero Don Gifford, que todo lo provee, lo describe en 9.283-84. Yo no sé usted, pero yo no tengo tiempo de detenerme en este tipo de erudiciones inconducentes.

[85] El guineo produce frutos dulces, convexos, níveos, que son del gusto de los monos y los niños. El envoltorio del fruto de un guineo, si no es convenientemente dispuesto luego de ingerirse el fruto, constituye un riesgo.

[86] En el sumun … Su femespíritu moró: versos de Louis H. Victory, Reproducción del desconcierto del espíritu, sobre el deceso de un pequeño NN femenino.

[87] Un toque … Experimento de Eristóteles: Eristóteles, en su Problemones, se preguntó sobre los problemones que tienen que ver con los efectos del toque.

[88] Es menester que usted mismo, querido lector, revise este silogismo que escribo poco menos que sin comprender.

[89] Colum fue un escritor de versos que se hizo muy compinche de Joyce.  El otro joven escritor se mudó el nombre por O’Sulliven.

[90] Los primeros versos de Nuevos Sones (New Songs), de Colum; en estos versos el “profesor” recibe los reproches de uno de sus discípulos, un utópico joven erinés, por sus cursos de griego y posetrusco en vez del léxico erinés. El profesor le responde: “¿Y qué tengo que ver yo con el eire o el erinés?/ menos que con el griego o el posetrusco/ que enseño en sombrío recintos/ en humosos cobertizos noche por medio/ pero qué provecho tiene lo que enseño / si comprenden tres téminos por lustro / ¡Como en suelo desierto un cuenco griego!” Esto lo leí en 9.304 de Don Gifford. Don dice que en qué contexto estos míseros versos recibieron el elogio del reconocido Will Butler Yeets, lo desconoce. Lo dice él, no lo digo yo.

[91] Es un chiste incomprensible y extensísimo con múltiples vericuetos sobre dos compicnhes, uno soltero crónico y el otro un crónico perseguidor de mujeres, que emprendieron negocios en conjunto y por fin se desunieron; uno de ellos Moore, según dicen, robó un texto del otro (El cuento de un pueblo) y lo reescribió con otro título. Suficiente; otros pormenores en el extenso 9.306-7, de Don G.

[92] Este gentilicio no es un felino doméstico sino el mote que los bohemios de entonces impusieron queriendo decir Bouleverd St. Michel, Boul’Mich, donc.

[93] Ver 78.

[94] Despeje E’s o Ees.

[95] Siguen los guiños increíbles; fíjese en este, de Hemlet, que discurre con uno de los intérpretes vestido de mujer diciéndole  que lo ve  “un poco menos lejos del cielo por los centímetros de su chopine” (nombre de un botín de mujer).  (II.ii.443-47) . Esto lo dice Gifford en 9.329.-

[96] ¿… luz interior?: George Fox (1624-1691), que fundó el Club de los Compinches (Temblones) y dijo que Cristo en el interior de los hombres se constituye como “luz interior’, fue un individuo reconocido por su don de gentes.

[97] Este ojeo no debe confundirse con el relojeo, el simple ojeo o el hojeo. Tiene que ver con los distintos tipos de persecuciones de un sinfín de pobre bichos que el hombre emprende, pedestre o jinete, con propósitos mortíferos.

[98] Zorrocristo: este monólogo interior tiene que ver con un doble símil entre George Fox, que fundó el movimiento religioso que expliqué en 1 y Will Shekspierre; Fox fue perseguido por sus convicciones; fue un defensor de los derechos femeninos, y entre sus logros se supo que convirtió mujeres que vivieron prostituyéndose. El mismo Fox contó que fue perseguido y se escondió en un horcón podrido y que su vestidos fueron siempre mus sencillos, un blusón, unos gregüescos de cuero bien ceñidos y soquetes con botines. W. Shekspierre se exilió en Londres (se fue de su domicilio por cuestiones que veremos luego o que vimos, no recuerdo). El juego del cisne y el zorro: el juego de escritorio que todos conocemos.

[99] Y su Pueblo Nuevo … y sin perdón: Después de que se reconcilió con Enn Hethewey (despeje Ees), Shekspierre vivió en lo que se conoce como su Pueblo Nuevo, en Stretford-on-Evon donde su mujer se convirtió poco menos que en su regente en cuestiones de religión.  

[100] Un bebé puede vivir un tiempo en un recipiente vítreo provisto de un dispositivo térmico que se conoce como convector.

[101] qué nombre… mujeres: con intenciones de que no estuviese en Troie, Tetis dispuso que Equiles fuese, vestido de mujer, y viviese con el grupo de descendientes femeninos del rey Licomedes. Odiseo es quien lo descubre y lo convence de unirse con los griegos en su expedición de Troie. ¿Qué nombre hubiese tenido? No se puede responder. Un señor de nombre Browne (1605-82) lo puso como ejemplo de cuestión sin solución.

[102] Estos recintos coloridos repletos de murolibros son desconocidos por el mismísimo Don Gifford, según lo confesó en 9.354-55. Figúrese mi desconocimiento. Imposible que se lo explique yo si él lo desconoce.

[103] Te en bed er en tir. Teim imo shegert; primero despeje todos los signos E, según el procedimiento que usted conoce; el texto es erinés: “El bote en suelo seco. Yo soy un religioso.” Del libro Lecciones simples de erinés (1897), del presbítero Eugene O’Growney (1863-1899).

[104] C’est compliqué, quoi. El beurlés en erinés quiere decir inglés, con un guiño en dirección del léxico de Molière, donde beurre quierecir (oui, quierecir) ese producto cremoso y semisólido que se obtiene del ordeñe de bovinos femeninos en directo perjuicio de los terneros.

[105] Coincide con Chiquillo; los porteños decimos chiquilín, chiquillón, chiquiyón, mocoso, pendejín, pendejón. Polisemicoyon. Polisemicojon, es infinito. Por eso me divierto, disculpe.

[106] E si vede l’uomo l’infonde con il suo veleno: “y si pone sus ojos [el rey de los ofidios] sobre un hombre, le infunde su veneno.” Del libro Li livres dou trésor, del florentino Brunetto Lotini (despeje O, c.1220-1295). Brunetto escribió en el léxico de Molière porque lo consideró menos desconocido que su propio léxico. DG, 9.374.-

[107] Mother Dono: o Donu (despeje O en Dono o Donu), mitólogico dios femenino del suelo, lo fértil y lo opulento, lo joven,  lo luminoso y el conocimiento, y de los poderes de descomposición y muerte. Se sincretizó luego con St Brigitte.

[108] Despeje el primer signo O de Howthornden y después busque usted un poco, si es curioso.

[109] Los setos vivos en los bucólicos dibujos ingleses con equinos y jinetes persiguiendo con perros de pedigree unos pobres zorros, grises, coludos y piojosos. Impedimentos.

[110] Yo, como Stephen, me rio. Me rio y sostengo mi derecho exclusivo sobre este término glorioso que viene de un texto escrito por Georges Perec (El de ese Perec ido) que torduje dos veces, primero sin el primer signo del léxico y después sin el quinto signo de nuestro léxico íbero; los forrofesores no lo quieren leer, porque dicen que es imposible escribir el mismo texto dos veces sin uno y otro signo. Espero que en un momento o en otro, en este siglo o en el próximo, estos textos de ese Perec idos, se publiquen. Georges Perec se lo merece como Joyce se merece este texto que yo hice.

[111] Supongo que usted entiende que este belén es un signo del surgimiento de un bebé en el mundo; puede ser un poco exótico pero el léxico del regio instituto ibérico lo pone en primer término y los sentidos que le siguen son: confusión y desorden. Dicen que todo texto honesto debe tener por lo menos tres sentidos bien distintos. Todo un belén, feliz belén, mi belén, por ejemplo, fue el diez de septiembre del cincuentiséis (sic).

[112] Renon (despeje E), Ernest (1823-92), crítico y escritor bretón, notorio por lo inconsistentemente proteico de su escepticismo y sus tesis.

[113] Me niego; no señor. No escribiré sobre estos dos; un genuino Herr Borrowfessor hubiese escrito sobre esto un infinito número de folios (si no es que no lo hizo en sus dos tomos) diciéndole quién fue quién y los miles de peligros que vencieron el uno y el otro en sus extensos recorridos por el Peloponeso y el Jónico. Pero yo no.

[114] Según Don Gifford en 9.405 esto que Stephen tiene en mente es Mr. John Eglinton en el rol de Odiseo después de ver destruido su último velero y emprender su segundo intento de vencer el torbellino entre Escille y Keribdis, sosteniéndose de unos trozos desprendidos de trirreme.

[115] Despeje E.

[116] Según nos dice Don Gifford en 9.407, Pericles no fue compuesto por Shekspierre sino que fue un robo. Los borrowfessores deducen que por ese motivo no figuró en el célebre primer folio de los escritos de Shekspierre  que publicó Hemings&Condell en 1623. ¿Qué me dice? ¿En quién se puede creer? ¿Shekspierre robón?

[117] Despeje ei.

[118] Despeje O en Mogee.

[119] Mito erinés; “Este del sol, oeste de Selene” es el título de un volumen de cuentos del folklore nórdico o Norse de 1824. Joven mujer cuyos rústicos progenitores venden por unos pocos pesos que les ofrece un oso níevo y peludo como pocos (sí, un oso del Polo Norte, figúrese). El oso resultó ser un príncipe que sufrió un embrujo que le infundió el cónyuge sustituto de su progenitor, mujer que no lo tuvo en su vientre, por supuesto, convirtiéndolo desde entonces en oso. Descubierto el embrujo por quien el oso compró, este, el oso, sufre expulsión del fuerte donde vive con los suyos y encierro en un torreón “en el Este del sol y en el Oeste de Selene”. Joven mujer consigue huir y lo sigue; después sufrir de cientos de infortunios y juicios retorcidos con jueces poco probos y testigos mentirosos (¡Oh! Los jueces de Comodoro Py en este mito?) oso y mujer joven son libres y viven felices y contentos, como sucede siempre en este tipo de cuentos. Lo conté. ¿Le gustó?

[120] Erinés, Pueblo (en el sentido de territorio) de juventud. Como en el término JP, que muy bien conocemos los porteños. El Pueblo Joven, o el Joven Pueblo. ¿Por qué ese enojo? Usted, ¿qué pensó?

[121] De mucho botín y bordón; botinudos y bordonudos como un dúo de buenos peregrinos, Russell y Mogee (O.E. y Eglinton, sus seudónimos). Disculpe que explique lo obvio. Pero es otro pie detesto y con esto sumo.

[122] Despeje U.

[123] Despeje E y, poniéndose de pie, puede ver que Lezerus revive.

[124] Despeje E, lo mismo que en Mirende y Perdite.

[125] En el discurso del reconocimiento en Pericles, el héroe dice eso, reconociendo que el bebé que se le exhibe tiene el mismo rostro de su mujer. DG, 9.423.-

[126] Le boulot d’être pépé. El oficio de ser un nono. Libro de versos pueriles escrito en 1877 por Victor Hugo.

[127] Show: despeje O.  Show fue un escritor y crítico erinés muy, pero muy inteligente, pero fue siempre cínico y burlón con  W.Shekspierre. Ver Show sobre Shekspierre, de Edmund Wilson (New York, 1961).

[128] Despeje dos dignos O.

[129] Se dijo (¿quién lo dijo? ¿por qué lo dijo?¿ en qué momento lo dijo? ¿en qué contexto lo dijo?) que Shekspierre se deslumbró con Miss Fitton y que le envió un compinche de nombre Lord Herbert, duque de Pembroke con el propósito de que lo recomiende. Pero, Miss Fitton se prendó de su compinche y de ese modo Shekspierre se quedó sin compinche y sin Miss Fitton. Según George Berni Show, estos tres, Shekspieree, Herbert y Miss Fitton son los tres héroes de los sonetos.  Gifford, 9.443-45.

[130] En nuestro suelo un entrevero es un conflicto entre cuchilleros, un veloz duelo de revólveres, un insulto resuelto con los puños, es decir un tipo de blitzkrieg, un golpe quirúrgico sobre territorio enemigo. He dicho.

[131] Entiendo que usted desconoce el término fecócero (despeje el primer signo E); pero existe; google puede decirle que es un cerdo silvestre que tiene dos colmillos enormes y que es perseguido con perros por jinetes con rifles y cuchillos pero que no se rinde y se mete en el medio de los montes de espinillos y resiste furioso todo lo que puede. Suele vender su propio cuero como oro y hiere ferozmente, con todo derecho, el cuero de sus injustos perseguidores. Todo eso es un fecócero. Después de todo, hubiese sido mejor escribir “cerdo verrugoso”, o simplemente “cerdo silvestre” o decir que es el bicho que terminó con el joven y bello querido de Venus.

[132] Eco del veneno vertido en el oído del pobre rey Homlet por su mellizo que pretende trono y mujer.

[133] Ver pie detesto 33.

[134] Los probóscides tiene colmillos de eburno. Por esos colmillos mueren. Dumbo fue un reconocido probóscide que Disney difundió en los cines de todo el mundo.

[135] Héroe femenino de Cimbelino.

[136] De El secuestro de Lucrecie, L.417

[137] Recordemos que Stepehen deshizo un encuentro con Buck Mulligen y Heines en The Ship (¿12 y 29?) por medio de un telexpreso medio críptico.

[138] Derjenige, der dich verspottet und dir dennoch dient: dicho berlinés: “Ese que se ríe de ti pero te sirve”.

[139] Focio: (c.820-c.891) se lo nombró Jefe de los Fieles de Constentinople, sin el visto bueno del Pontífice, que se opuso y se enojó lo que generó un sismo y produjo divisiones que siguen desde entonces.

[140] En el sentido de vidente ficticio, como un Melequíes o Melechy mentiroso. No es simple.

[141] Jon Most: (1846-1906) político rebelde y revoltoso y reportero berlinés.  Los ingleses lo metieron preso por defender con fervor los crímenes de Phoenix Fields.

[142] El que se engendró en Sí Mismo … bien muertos: Credo burlón este texto de Jon Most cuyo título fue Lo deístico pestilente. Título muy poco vendedor. No tiene ritmo y es un poco ofensivo. Un hereje este Most.

[143] Este es un recuerdo de los recuerdos del rito que se conoce como comunión, el clérigo que sostiene entre sus dedos el Cuerpo de Cristo, que sucede en el episodio tres: “Y en el mismo segundo posiblemente un religioso de un templo vecino lo sostiene enhiesto”.

[144] Y este es otro recuerdo del mismo episodio: “El buen obispo de Cloyne retiró de su bombín el velo del templo”.

[145] Los esquilones se ponen en los topes de los templos y se oyen sus melodiosos repiques.

[146] De ningún modo despectivo, esto de folletín. Es un texto que se escribe como un guión, teniendo en mente el proscenio, los intérpretes, el colorido indumento. Folletín, pues, y listo.

[147] ¿Qué sentidos? El derecho primero y luego el izquierdo.

[148] Como dije en el episodio 8 (pie detesto 105), Círculo de Bolleros de Dublín.

[149] el juez Burton: Sir D. Plunket Burton -despeje E- (1853-1937), juez de Dublín, publicó en 1919 el libro Los vínculos entre el Eire y Shekspierre, donde sostiene que, en los tiempos del dominio vikingo, el príncipe Homlet bien pudo vivir en Erín.

[150] Por lo que dice Don Gifford, pero el Borrowfessor, en su condición de torductor de todo el opus de Shekspierre, lo conoce mejor que yo, que en 1.5 después de que el espectro de ese perece, “con términos crudos y vertiginosos” (L.133), dice, “Sí,  lo juro por S.Petrick, que existe (el delito), Horetio” (L.136)

[151] Huge: enorme; jus: derecho.

[152] Los bosquejos del deseo bien nutrido: versos de Will Bloke (Despeje O): “¿Qué es lo que el hombre requiere de su mujer mujer? / Los bosquejos del deseo bien nutrido. ¿Qué le requiere su mujer como buen hombre? / Los bosquejos del deseo bien nutrido” y “Con mi mujer los deseos que yo tengo / son esos que en mujeres de un penique obtengo/ Los bosquejos del deseo bien nutrido”.

[153] Interrupción exprofeso. ¿Coitus interruptus? Puede ser. Congreso sobre este punto urgente. En Berlín.

[154] Que se te echen en el nido como un pichón (y te le subes en mi nombre). Todo esto tiene que ver con el episodio V.v del folletín Felices mujeres de Windsor. El gordo Folstuff es un bribón corto de dinero que decide vivir de embustes. Es un gordo viejo y feo que pretende poseer dotes de seductor. Se decide por dos mujeres que supone sin esposos o mejor dicho, supone que sus esposos murieron. Mrs. Ford y Mrs. Piège (O, quel piège ce double piège!) intuyen el truco y se ofrecen como señuelos con intenciones de divertirse. Bueno, el cuento es extenso.

[155] Esto es un copiopego de un libro de George Meredith (1828-1909), El infortunio de Ricky Ferevel. Según Don Gifford en 9.550-51

[156] Si Kinch es “filóbobo” en erinés queriendo decir un filósofo bobo, o un filósofo de poco filo o un cuchillo de poco corte, romo, etc, un kinchoto debe ser o puede ser un Kinch de filo choto. Excepto si el Borrowfessor dice que no (me figuro el rostro furioso del que te dije).

[157] No es lo que dice, pero el término es dulcísimo como el dulce que sustituyo. Y viniendo de Mulligen, es, creo yo, perfecto y sonoro. El texto de origen dice HONEY; entonces se me ocurrió: dulce mío, dulce miel dulcemiel dulcemeloso dulcémele. Le mot juste, quoi. Es mi modo de divertirme en estos tiempos virósicos.

[158] Según DG, en 9.558-66, todo este segmento es un símil del estilo de Synge, oriundo de County Wiclow, donde el léxico es un mix de erinés e inglés vetusto, muy colorido y poético. No sé si lo logré, pero no dude ni por un milésimo de segundo que lo intenté, che, en medio de dos o tres inoportunos y temibles estornudos. Lo de “buzón” es típico de los porteños. Los venden en buen precio; vender un buzón es sinónimo de embuste y ser puesto de buzón es no cumplir con un compromiso de encuentro en el sitio y en el tiempo previsto. Muchos novios ponen de buzón los sueños de sus futuros cónyuges ilusorios. Ingenuos.

[159] Un chop de Quilmes bien frío es lo nuestro.

[160] Los botines de potro son un invento indio que después copió el criollo; un producto telúrico, folklórico, rústico, no lo niego, pero genuino. Lo mismo se puso Synge. Botines de su suelo de origen y no los pitucos shiny shoes de los ingleses.

[161] Don Gifford dice que Joyce y Synge supieron comer juntos en un humildísimo restó de rue de L’Éperon donde Synge le expresó sus impresiones siempre firmes sobre los escritores y el mundo de lo poético, en un tono vehemente y con un rotundo vocejón. Este dúo, Synge-Joyce, es un espejo del dúo Synge-Stephen.

[162] Oisin con Petrick: Oisin, mítico versero-héroe, hijo del menos mítico jefe del club de los Fienne, Finn McCool (siglo III?); el mito dice que Oisin sobrevivió el tropezón de los héroes en el siglo III, y fue convertido por S. Petricio en el siglo V. Oisin y S. Petricio se reunieron en un bosque divino (no por lo lindo sino por su celeste condición, en el sentido religiosos de lo celeste) y, como precio de su conversión, Oisin le contó los sucesos de los heroicos tiempos de Fienne.

[163] C’est vendredi du vin!: ¡Es Viernes de vino! Por es viernes divino, por el jueves y viernes divino y el glorioso domingo de resurrección. Un jeu de mots medio hereje, viniendo de Buck Mulligen.

[164] Esto, según Don Gifford en 9.580, viene de Como gustéis, donde el depresivo Jock dice que se encontró con el bufón Touchstone en medio del bosque. (II.vii. 12-17). Pero este encuentro tiene otro nexo con el Finnieguen Week, libro que torduje en otros tiempos. El encuentro de HCE o Here Comes Everybody, Finn M’Cool, O’Connell, Moisés, etc, con un bribón en el Phoenix Field. Este encuentro se repite y es el leitmotiv del último novelón de JJ que el mundo profesoril y critiqueril rotuló como ilegible e intorducible. En Finn, ¿qué puedo decirle, Borrowfessor? Just coincidences.

[165] Dodgson H. Mudden (Despeje U, 1840-1928), juez del Supremo de Erín; escribió El registro íntimo de Mr. Will Silence; un estudio sobre el deporte en Shekspierre y los escritores de su tiempo (1897).

[166] ¿Por qué esto del honesto contorno de su sombrero? Por los sombreros de los religiosos temblones. ¿Y qué es esto de religiosos temblones? Se lo expliqué en el primer pie detesto de este episodio, pero en beneficio de su tiempo, querido lector insomne y como reconocimiento por seguirme en este texto, se lo copipego, ici: Temblones: mote de los fieles del movimiento religioso que creó el inglés George Fox (1624-1691), porque uno de los sentidos del término de origen es “Temblor”, como el “Terremoto” que produjo entre los seguidores de Cristo.

[167] Otro de los nombres de YHWH.

[168] Versos del extenso texto lírico Prometeo libre, de Percy Bysshe Shelley.

[169] Tiene que ver con el territorio donde vivió Jesús. Busque, si tiene un poco de interés.

[170] Kellipygos: Despeje E, y contemple sus bellos muslos.

[171] Verso de un texto lírico de Swinburne, Etelente en Qué Lindón (1865). Despeje E; no se chive, che.

[172] Pruebe el moje de miel; es riquísimo. Ojo, no es un mojito.

[173] No es menester que yo le indique que despeje esto o lo otro, por lo menos con este célebre bribón convertido en Sir.

[174] Como los bolsos de López.

[175] Sebe no es Sebe; despeje los dos E.

[176] Encore vingt sous. Nous ferons de petites cochonneries. Minette? Tu veux?: Otros veinte céntimos. Echémonos un polvito. Minino ¿Quieres?

[177] Este complejo retorcimiento de Stephen (me pregunto cómo es posible que un hombre piense en esto en medio de un discurso sobre Shekspierre, pero lo pensó, por lo visto) tiene que ver con un mito o no mito sobre un lío de mujeres que tuvo WS con un bolichero y su cónyuge, en sus frecuentes recorridos entre Londres y Stretford. Como fruto de este supuesto enredo, Sir Duvenunt (despeje U), de Oxford, se convirtió en su hijo. Eso dicen.

[178] Todopollo: Enycock; un juego con el nombre de St. Mergret Mery Elecoque.

[179] Chiste por Lord Tennyson como el deporte, Lown Tennis o tenis sobre césped.

[180] Soy breve: esto viene de McBeth; los tres esperpentos se prometen hundir en el ponto el velero de un pobre grumete por los celos que tienen de su mujer. Don Gifford, 9.651

[181] Ver eso del sensiblero, en 155.

[182] Seré breve; esto tiene que ver con unos versos en Cimbelino.

[183] Seguiré siendo breve: esto viene de El cuento de invierno. Pero me extiendo un poco; los ojos de Juno son como los de Venus.

[184] Puede ir y ver el cuento ese de que Willy the Conqueror llegó primero que Richie Tercero.

[185] Y este sentimiento efusivo silencioso, este indecible querer, sugiere que Shekspierre tuvo un episodio de, ejem, sexo, con un lord menor como Burbege. Y tiene que ver con Wilde. Lo dice Don Gifford en 9.658.

[186] Los gekónidos, búsquelos en google; pero son como diminutos, o mejor, incipientes, o mucho mejor, pequeños bebés de cocodrilo.

[187]Primero digo que esto viene del Soneto 3, L.1-6. : Te pido que te mires en tu espejo, y me dices qué rostro es el que ves/ este es el momento en que tu rostro, en el rostro de otro se convierte/ cuyo fresco renuevo, si bien no ves de nuevo / de mujeres con hijos un mundo con tus ojos se estremece / ¿pues qué vientre por muy virgen que fuese/ resiste los golpes de tu chuzo? (Torducción sin pretensiones, es sólo un servicio sin costo).    El potro entero tiene los testículos, el potro doméstico, como es doméstico, no los tiene.

[188]

[189] No lejos de Erin Pen, unos cien metros, como mucho.

[190] Es lo que se dice hoy mismo, un tipo en el medio que sólo sirve sus propios intereses en beneficio de sí mismo y de los suyos. Un yuppie, un CEO, un buitre, un inversor; es todo lo mismo.

[191] Et inter sectionem triclinium cubiculo: obvio posetrusco: división entre comedor y dormitorio. Prehistórico decreto de división de condominio por divorcio de los cónyuges infelices. Lo impusieron los ingleses, pero en 1857 hicieron un decreto de divorcio nuevo y un poco menos rústico.

[192] El griego es obvio (Eristóteles). Nell Gwynn fue flirt del rey Chorles II (1630-1685), quien en tren de morir dijo: “Mi pobre Nell no tiene que sufrir estrecheces”. Después de morir su mujer, Pitie, Eristóteles vivió un fogoso idilio con Herpyllis, que luego le dio su  hijo Nicó.

[193] Un verso de Cuento de Invierno (IV.iii 7-8). Heczepto quel Borrowforrofessor considere que no exierto.

[194] ¿No es chez el librero del bordizquierdo du Seine? ¿El que fundó Sylvie Silence en rue de l’Odéon y que después se mudó enfrente del Templo del Incendio? Coincidente.

[195] Yes, don’t touch, che. Horriblente es quien viene en tren de volverse (un tren que se vuelve) horrible.

[196] Según Gifford, el referido doctor es Sigmund Freud; Thorntorn dice que es Mulligen, en su condición de incipiente doctor o semimédico; es decir, no existe consenso. Usted decide. Discurren sobre compulsión inconsciente.

[197] Remember Folstuff? Un gordo bribón que fue colorido intérprete en diversos folletines de Shekspierre. Si you no remember muy bien, ver (see) el foot (pie) detest (de texto) 154 Ut super.

[198] El filosofejo es un filósofo trucho que vende espejos; filosofucho, filosoflojo, filosoforro, filosóforo, son sinónimos. Incorpórelos en su léxico, pueden ser muy útiles en el momento de defenderse de un forrofesorque lo critique por imprudente.

[199] Los ibéricos buques que se hundieron en el extenso conflicto con los ingleses.

[200] Este folletín de Shekspierre es un enredo complejísimo, y si lo explico, consumo medio tomo. Por eso prefiero que usted mismo lo estudie si fuese de su interés. En su momento el público lo consideró incomprensible; figúrese el contenido. Seguro que Herr Robofessor, en su doble tomo, lo explicó.

[201] Despeje O, siendo que O no es O, etc.

[202] Homlet, II.iii. 8-12. Fíjese, compruebe. Es el portero el que lo dice.

[203] El nombre correcto de este triposte es “El Riesgo del Ponto”, en inglés, por su puesto. En 1609 estuvo perdido diez meses en St. George’s, un pequeño puerto en el medio del ponto.  Los pontos son Tempestuosos.

[204] Ernest Renon, despeje O, (1823-1892), escritor oriundo de Tréguier (Fr.), devoto de Shekspierre; escribió un novelón extensivo de The Tempest, que nombró Colibón (despeje O x 3).

[205] El divertimento Nuestro primo estunidense o Nuestro primo neoyorquino (1858), escrito por Tom Teylor (despeje E, 1817-1880), fue lo último que vio Lincoln en vivo; no, no me expresé bien; lo que quiero decir es que Lincoln murió de un tiro viendo este divertimiento.

[206] El jengibre no es muy rojo pero el pelo de Queen Bess sí lo fue. Y lo único que tengo es un jengibre.

[207] Mi señor. Un típico Herr BorrowProfessor de Berlín.

[208] Mingo, minxi, mictum, mingere: posetrusco (obvio) con jugo de verbo, oriné. (No se chive, dotor, es un juego, remember, un jus de mots, un jeu de mots. Jouons).

[209] Rebus sum: obvio: Seré reprimido.

[210] In populum est commodissimum ut sit consenso inter multos: entre los pueblos es muy conveniente que reine el consenso entre muchos; del genio de St. Tom.

[211] Pogue mohone! Ocushlo mochree!: erinés: Ponme un beso en el culo. Pulso de mi coure.

[212] Este debe ser Freud, con su psicologismo y todos sus discípulos psicólogos.

[213] Mongo, Montoto, Pirulo y Mengueche, son nombres, sinónimos de Ninguno. He dicho.

[214] Espere un momento, no se ofusque; une bourriquette est une jeune fille un peu trôp têtue. Es decir un borrico de sexo femenino que es muy difícil de convencer. Tiesto duro. Tête dure, como un borrico.

[215] ¿Qué fue de todo… con el tiempo? primeros versos de un libro de George Russell (O. E.), “Himno del desvío”. Por lo de ese Pérez ido, ver “El dese Perec ido”.

[216]Este hoy debe ser visto en contexto, puesto que los coches con motor hoy son comunes. Pero no siempre lo fueron”. Pedro Grullo et otros (Opus Exoticus IX, T.III, Ff. 1238-1239, in fine.)

[217] ¿Los folletos del discursero inquilino?

[218] Polvo nicotínico que produce estornudos.

[219] Broches y ojetes … espíritus devotos: típicos folletos del grupo religioso conocido como los temblones.

[220] Fuentes de presitigo bíblico; Jesús dice que vino con el fin de que se enfrenten hijos con progenitores, etc etc.

[221] Chorizo es quien se mete en el bolso lo que no es suyo. En Erín, el peor delito es irse de un pub con un porrón; y esto sucede en Yo Enrique IV, III.iii, donde Folstuff, en tono jocoserio, gruñe por que los ruines de sus compinches (el Príncipe Hel y sus cómplices) le impidieron convertirse y “ver un templo por dentro”. Después sugiere que el Príncipe Hel (despeje E) es un chorizo de porrones. Todo según Don Gifford, 9.817-18.-

[222] Por mucho que le resulte incómodo, el visiteo existe, yes, y es frecuente. Todo el tiempo vienen primos, tíos, vecinos. Son muy molestos si vienen en momentos inoportunos.

[223] Mogee Mor Metthew: Mor: Señor en erinés. Metthew (despeje E) fue el director del colegio del lírico Will Wordsworth, quien le dedicó no pocos versos, por ejemplo “Metthew” y “Dos soles de junio”. Eglinton elogió los versos de Wordsworth en su libro Dos escritos sobre los vestigios (1896).

[224] Los kerns (céltico) fueron guerreros o mejor dicho gerrilleros de los siglos deiciséis y diecisiete.

[225] Los de su, de Stephen (y Joyce), progenitor, volviendo de su primer intento de estudios en el exterior.

[226] Este es el primer verso del Inferno, del himno 1 de El divino vodevil.

[227] En posetrusco en el texto de origen, por cuestiones de estilo, lo pongo en criollo. Me conviene.

[228] Elementos retóricos de uso frecuente entre los borrofesores que escriben sus tesis con el uso de brillosos estorbos posetruscos. In fine

[229] St Tom d’Oquin; despeje el O d’Oquin.

[230] Me detengo, querido lector, en este punto, con el deseo de que usted disfrute de este sonoro torbellino. Según Don Gifford, nuestro proveedor de pies detesto, tiene que ver con unos versos de Milton, sobre un mirlo que emite sus dulces tonos, “en medio de los brotes de tejos, o de vides, o entre el enredo de pimpollos rubiginosos”. Lo de pudibundo es por el progenitor de Mr. Mogee, que fue ministro temblón (recuerde lo que quiere decir “temblón”). Con estos deliciosos pimpollos rubiginosos, que cubren los cerros de El  Bolsón (Río Negro), se produce un dulce riquísimo, todo tipo de perfumes, óleos y remedios.

[231] Según el mito griego Peles Eteneo surgió de cuerpo entero del hueso del frente de dios Zéus, después de que éste se hubo comido…, no, no lo puedo decir, el propio ser que le dio luz. Es horroroso.

[232] Mery Urden:  Despeje U. Los progenitores de Will Shekspierre fueron John Shekspierre y Mery Urden. Los bosques de Urden, en Luxemburgo; constituyeron el mítico entorno escénico de Como gustéis.

[233] “¿Qué es un Montesco? ¡Oh, si tuvieses otro nombre! /¿Qué contiene un nombre? Lo que lirio le decimos o pimpollo/ Con otro nombre tiene el mismo dulce olor”. ( Romeo y Juliete, II.ii.40-44).

[234] Versos del compinche de Joyce que en este libro es Mulligen.

[235] Recordemos que un chorizo es un chorro, un bribón, que mete en el bolso lo que no es suyo.

[236] Southwork, despeje el segundo signo O. Bro, en el sentido de mellizo, gemelo.

[237] TEMBLÓN+LYSTER

[238] Según Robert Browning, en el monólogo escénico “Frey Lippo Lippi”, en Hombres y Mujeres (1855), el rostro de Lippi (1406-1469), se ve en un rincón de su lienzo Virgen en Triunfo. Esto es según Browning, según Gifford, en 9.922.

[239] En el Soneto 135 (Ls 1-2) “Si bien (tu mujer) cumplió con lo que quiso/ tú tienes tu ‘Will’ /tu ‘Will’ incluso/ y el “Will” que tienes en exceso”. Un juego con los distintos sentidos de “Will”: deseo, sucesión, volición.

[240] John O’Gount (despeje O en Gount), cumple un rol en Rich II; el mismo lunes de su muerte, el hombre se ríe de su propio nombre (“¡Oh, Livid soy! / ¡Y O’ Livido seré!”) (II.i. 73-83). El chiste es que gount (despeje O) es lívido en inglés, y por si fuese poco, el pobre hombre muere poco después, ¡rígido y Lívid, Oh!

[241] Super lucero descubierto por Tycho Brohe el 11 de noviembre de 1572. Shekspierre cumplió los ocho en ese momento.

[242] En Cosiopée despeje el primer signo O, quite tilde y despeje el segundo signo E.

[243] El dibujo de los cinco luminosísimos luceros de este prodigioso grupo constituyen un signo W (o un M, según como se mire). Shekspierre, modesto, siempre lo leyó como un W puesto en su honor.

[244] Ourse es el nombre de un cuerpo celeste; convertido en dibujo de un oso femenino es indicio del norte. El Oso femenino del Polo.

[245]  Del griego: “tormento de sí mismo”. Como el folletín de Terencio (190-159 previo de J.C.): Heoutontimorúmenos.

[246] Bous Stephenoumenos: griego: buey que se coronó. Sugiere que Stephen se ve como el buey de un rito mortuorio.

[247] S. D. : suo don. Giò : di lui. Gelindo risolve di non volere molto S. D.: S.D.: su señor. Seguro: suyo. Gelindo resolvió no querer ningún S.D. S.D.: puede ser suo don o bien Stephen Dedelus.

[248] “Dios los condujo, como un cúmulo diurno les mostró el sendero, y de noche como un obelisco de fuego que los iluminó, de modo que pudiesen seguir sin detenerse de noche.” (Ex 13:21).

[249] Recordemos que los botines que tiene puestos se los prestó Mulligen; por eso lo de “sus botines”.

[250] Este es el ingenioso Dédelo quien, celoso por los inventos de su sobrino Pérdix, lo empujó desde el borde de un precipicio, pero en pleno vuelo descendente Pérdix fue convertido en perdiz por Etenée. Por esto, Dédelo fue preso. Inquieto y furioso, quiso huir de su prisión, pero el severo Poseidón vigiló el Egeo y el Tirreno, por lo que tuvo que concebir otros medios. Dueño de un ingenio prodigioso, Dédelo inventó un dispositivo que fue el origen del vuelo cósmico y huyó con su hijo Iker (nombre muy común en Getxo y en Bermeo). Iker, hijo de tigre, desobedeciéndolo, voló en pos del sol y luego se precipitó, descendiendo como un pedrusco, derretido el invento en virtud de que, pequeño defecto constructivo, los hilos con que fueron unidos plumines y plumones, fueron revestidos con cerote. Pero se hicieron célebres los dos, quoi.

[251] No lejos del puerto del sur inglés desde donde tomó el ferry en dirección de Dieppe.

[252] En pidgin posetrusco quiere decir: Viejo mío, o Querido Viejo, viejo en el sentido de Progenitor. El grito de Iker en vuelo, pidiendo por su viejo.

[253] Incoporo en mi léxico de neologismos, este bellísimo derechef que me enseñó Perec y que no tiene que ver con derechez. Es otro concepto. Úselo, yo sé lo que le digo. Miles de bretones no pueden vivir en el error.

[254] ¿Dónde quedó tu mellizo?, preguntó el Señor, y el otro, lleno de remordimiento, contestó: ‘’No sé. ¿Soy yo quien tiene que seguirlo como si fuese un niño?’ Replicó el Señor: ‘¿Qué le hiciste? Oigo los gritos de su humor venoso que me invocó desde el suelo’.” (Gn 4:9-10). No es por ser hereje, pero me pregunto por qué el Señor preguntó, si todo lo conoce desde siempre. Queín cometió, como todos conocemos, el homicidio de su mellizo Ebel. Es curioso.

[255] Esoú, el primogénito de Iseec, vendió su condición de primogénito por un guiso mistongo que le ofreció su mellizo Jecob. Luego Jecob quiso que su progenitor, ciego, lo bendijese sin reconocerlo. Iseec le pide que se incline sobre él queriendo reconocerlo y le dice: “El tono de voz es de Jocob, pero los dedos son los dedos de Esoú.” (Gn 27:22).

[256] Richie III, vencido por los Tudor y muerto su potro guerrero, profirió enloquecido: “¡Un potro! ¡Un potro! ¡Mi reino por un potro!” (V.iv.7).

[257] Recordemos que el debut de Will Shekspierre ocurrió entre los surcos centeneros, seducido por quien luego se convirtió en su mujer, Enn Hethewey. Esto es lo que Stephen tiene en mente y el chiste de Burbege sobre Will The Conqueror que vino primero que Richie Tercero. Es decir, en este punto, Stephen, mezcló todo.

[258] Que voulez vous? ¿Qué quieres tú?, lector, un pie detesto es un pie de testo. De este vil modo sumo uno.

[259] El gentilicio de este rincón del mundo, hoy checo, supo ser bohemio. Bello gentilicio: yo, soy bohemio.

[260] O Los dos nobles de Verín. Dos de tres, usted elige.

[261] En el opus operístico Kermen (1857), de Georges Bizet (1838-1875), el imbécil de Don José comete el femicidio por celos de Kermen.

[262] En Dumes (père et fils), despeje E.

[263] Es un nombre científico; como si fuese un guindo.

[264] Y por muy crueles e infieles… no conciben el divorcio: ¿Quiénes no lo conciben? ¿Qué es esto? No llore ni se desespere, este trozo de texto, siempre según Gifford (9.1035-36), es incomprensible o no se conoce de dónde cuernos viene. Es digno de un congreso de borrowfessores urgentes que verifiquen su fuente.

[265] Möeterlinck, despeje Ö.

[266]  Dicho impreciso de un texto un poco obvio en el libro -que no leí, por supuesto- Genio y destino (1899) del escritor simbólico, o mejor dicho, del movimiento conocido como simbolismo, Morris Möeterlinck (1862-1949). Es ocioso decir que este Jude es el felón que dio el célebre beso que le fue respondido con un seco “Cumple con lo que tienes que cumplir”.

[267] Dios esbirro, ejecutor, verdugo.

[268] De los que se unieron en himeneo … queden como son: Homlet III.i.153-157. Homlet y Ofelie discuten; el reproche de Homlet es que lo tienen podrido con los himeneos; de los que estuvieron unidos en himeneo, dice, todos menos uno (su progenitor, occiso con veneno que le metieron en el oído) viven; los otros (por Ofelie y su pretendiente -el tío perverso) que se queden como son, es decir, Ofelie en viudez perenne y el otro felón, soltero. Otro verso de dudoso sentido, y controvertido, según Gifford en 9.1051.  De todos modos, como pude, se lo expliqué.

[269] Lo pletónico viene de Pletón, y en Pletón, despeje E.

[270] Despeje O. Ed Dowden escribió “Shekspierre, un estudio crítico sobre su mente y su oficio”. (Londres, 1857) “El misterio, lo sorprendentemente oscuro del folletín, y sobre todo del mismísimo héroe, vuelve evidente que Shekspierre dejó bien lejos en el pretérito ese precoz período de desenvolvimiento en que un escritor se entromete en sus intenciones, o temiendo no poder seguir el hilo de un designio uniforme, exprofeso y con esfuerzo sostiene ese designio siempre enfrente suyo… Homlet pudo muy bien ser convertido en un intríngulis, o un jeroglífico; y luego el jeroglífico, invertidos suficientes esfuerzos, se hubiese podido deconstruir por completo y hubiese sido sencillo de comprender. Pero Shekspierre lo convirtió en un misterio y por consiguiente es por siempre sugestivo y es imposible que se descifre por completo”.  Entonces, lector querido, ¿Qué podemos pretender nosotros, que no somos ni forrofesores ni doctos como ellos? Oh, Père Don, olvidé decir que esto lo encontré en Don Gifford, 9.1072-73.

[271] Según Jesús, todo es posible suponiendo que uno cree y tiene fe. (Mt 9: 23-24).

[272] Yo. Obvio. The Egoist fue el medio que publicó los primeros episodios de Ulysses en febrero de 1914. Por lo que, según Gifford, Egomen, en este contexto es un jeu de mots. Según otros borrowfessores este Yo es el mismo Stephen o, incluso, el Dios de Moisés (Yo soy). Los borrowfessores discuten sobre este tipo de sujetos, se ponen serios y escriben volumenes sobre el sexo de los querubines. Yo, los de texto.

[273] El otro tipo: dicen que el tipo es George Roberts, el editor y librero de Dublín que no quiso imprimir Ulysses porque lo encontró repulsivo e indecente, si bien juró por su honor, no lo leyó. Como sucede con ciertos críticos que yo me sé.

[274] Ængus (y no se me reproche el uso de un signo prohibido, puesto que si usted lo ve como se debe, ni es ni no es), fue el dios erinés símbolo de los jóvenes, de lo bello y de los sentimientos efusivos. Se lo representó con los chorlitos del ingenio estilístico en un eterno revoloteo sobre su tiesto.

[275] Un pote es un compinche, en el léxico de Molière.

[276] French letters, es decir, ejem, condones.

[277] Es increíble que estos globos, estos bollos, estos bultos deformes de sus pies, que Stephen sigue, se rocen con los pies de los sepultureros de Homlet (V.i. 151-54). Pero lo dice Gifford en 9.1109.

[278] No es este el término preciso, pero es el que preciso, usted, lector insomne, me comprende. Dejemos que los severos crípticos literiosos rezonguen.

[279] Un libroteo supone libros y discusiones sobre los mismos.

[280] O lo que nosotros conocemos como “molinete” de ingreso o egreso de un recinto. El molinete del subte, el molinete de ingreso en el terreno de juego de River o Newel’s Old Boys o, si usted quiere, el mètro de Gennevilliers o Montrouge-Issy-les-Moulin…etc  (L 13)

[281] Desliz + sedoso Mincio: (Bucólicos 7: 11-13). Es todo lo que puedo decirle sobre Mincio; si es de su interés, busque en Google o en Gifford, 9.1124.

[282] Puck es el sobrenombre de Robin Goodfellow, el duendecillo que ejerce de correveidile de Próspero, en El tifón.

[283] Según Lee, y otros, Shekspierre se robó un ciervo y su dueño, un furioso Mr. Tom Lucy, le dio unos buenos golpes, lo denunció, y Shekspierre terminó preso.

[284] Un poco de conocimiento inútil, vetusto, cínico, burlón. El término es de mi invención, nexiste, pero si quiere y le sirve, úselo.

[285] Bueno, ¿cómo se lo explico? Si usted es de México entiende un poco, si es de Burgos o de Bermeo, menos. Pero si vive entre nosotros, porteños, mendocinos, cordobeses, etc, y vivió un buen número de lustros, no le creo si me dice que no supo incurrir en tórridos cusqueos juveniles, por no decir que de vez en vez… ¿Mentendió? Es lo que sucede con Bloom en un momento de este extenso jueves, enfrente de unos frescos muslos costeros.

[286] Jest on. Sigue con tus chistes, sigue jodiendo. ¿No? ¿Sí?

[287] El riso, querido lector, es un término poético que define un reír sereno.

[288] Mrs. Gregory fue sostén económico de Yeets y de Joyce; de todos modos Joyce criticó uno de sus libros, pero Yeets fue, por supuesto, obsecuente con quien le brindó dinero. Yo hubiese hecho lo mismo (¿Qué Yeets o que Joyce?). ¿Qué yo hice?

[289] Esto sí que es complejo, querido lector; déjeme ver si puedo; no se lo prometo, pero lo intento. Bueno, Gifford dice, siempre Gifford dice, que puede, no que es, sino que puede tener que ver con un juego de teg, uno de esos juegos bélicos, los cruces moriscos de los nueve hombres, referido en Nocturno Sueño de Estío. Pero, en The Sensitive Philosophy, de Colleen Jourretche (despeje O en Jourretche), se dice que en este punto Stephen, en medio del recinto de los soportes moriscos del templo de los libros, revive sus reflexiones del episodio dos (Néstor) sobre Everroes y Meimónides y los beduinos y los números, los símbolos se movieron en un morrice severo, ficciones de símbolos revestidos de insólitos bonetes de dobles duplos y cubos.

[290] Según Gifford, en 9.1213, Joyce dijo que: “En Oxford University […] hubo un pomposo forrofesor de nombre Ruskin que reunió un grupo de jóvenes ingleses prometiéndoles ir en pos de un nuevo orden civil –siguiendo un volquete.” Es decir, instruirlos en los rigores virtuosos del esfuerzo productivo en vez de los juegos deportivos corrientes, como el remo, el fútbol o el rugby, etc. Lo del semicírculo, el sol y el puente, supongo que debe ser un símbolo del futuro luminoso y el semicírculo multicolor que uno ve en el horizonte en el momento en que dejó de llover.

[291]  Versos del último monólogo de Cimbelino, conseguidos por fin el orden y el sosiego.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Escribe Marcelo Zabaloy

Traductor aficionado y libros traducidos publicados por El cuenco de plata: Ulises y Finnegans Wake de James Joyce y El atentado de Sarajevo de Georges Perec

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El fantasma verde 5

Todos contentos: Lena la llamaba «le pâtisserie», el Flaco «la confi» y los ministros de la iglesia mormona «the bakery», la cuestión era que el barrio entero desfilaba para comprar los productos que salían del horno de Doña Tota

2 Comentarios

  1. Hola Marcelo!, por favor, decime por qué Homlet, Shekspierre, Mulligen, y otros. Quizá, o seguramente, jaja, algo no estoy entendiendo. Gracias!!!!!!!

  2. Hola Ana; Odiseo es el Ulises de Joyce en clave lipogramática, es decir le falta una letra y en este caso está faltando la A. Si bien Bloom, Stephen y Molly siguen siendo Bloom, Stephen y Molly, hay otros nombres que he distorsionado levemente como Mulligen, Shekspierre y Homlet. Por no mencionar a Pletón y Eristóteles, por ejemplo. La toponimia ha sufrido distorsiones ya que París, por ejemplo es Bpul’Mich (por el Boulevard St Michel) o Clichy. Y así en todos los casos que no sufren el truco del lipograma. Las calles de Dublín ídem, por lo general uso calles paralelas o muy cercanas que no tengan A o les cambio una letra y pongo (donde es relevante como Gardiner Street) «Gordiner Street y la nota que dice Despeje «O», etc. Este tipo de licencias me he permitido. Pero el texto es el Ulises; una traducción posible. Un juego. Gracias por leer y por tu comentario. Lo que quieras saber, acá estoy.

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