Ilustración: Mariano Lucano

Odiseo – Episodio VII

¿Un léxico puede ser elegido? ¿o él nos elige ? El intérprete es del sur de nuestro territorio, de los confines. El texto que propone viene influido por sus célebres obsesiones. ¿Es posible reescribir el Ulises de Joyce con signos inexistentes? Si quieren leer, les ofrecemos este nuevo y oportuno episodio. Los previos, en este link

 

 

 

EN EL NÚCLEO DE ERÍN Y SU METRÓPOLI

 

Enfrente del obelisco de Nelson los trolebuses se fueron deteniendo, prosiguieron por distintos desvíos, sustituyeron los coches, se dirigieron con destino de Blockrock, Kingstown y Dolkey, Clonskey, Rothgor y Terenure, Polmerston Field y Upper Rothmines, Sendymount Green, Rothmines, Ringsend y Sendymount Tower, Horold’s Cross. Con un potente vocejón, el inspector de United Troleybus Co de Dublín profirió los destinos:

–¡Rothgor y Terenure!

–¡En movimiento, Sendymount Green!

Por el sector izquierdo y el derecho estridor retintín un doble piso y un coche simple se movieron desde los extremos de sus recorridos, dieron un giro por los tendidos eléctricos descendentes y se fueron yendo por dos senderos que, de unirse, se hubiesen unido en el infinito.

–¡En movimiento, Polmerston Field!

 

EL POSEEDOR DEL REGIO NIMBO

 

So el porche del céntrico edificio de correos unos lustrones[1] de botines se ofrecieron con gritos y unos botines relucieron. Detenidos en North Prince’s Street, los coches bermejos del correo del Rey, exhibiendo en su superficie los regios signos, E. R.[2], recibieron gruesos bolsos de correos, fotos de recuerdo de todo el mundo, documentos jurídicos, envíos de bienes diversos, expresos y con retorno incluido, con el fin de ser distribuidos en Dublín, en los distritos vecinos, en los territorios del reino unido[3] y los continentes en todos los extremos del ponto.

 

GENTE DEL PERIODISMO

 

Desde los depósitos Prince, unos conductores botingruesos hicieron que rueden unos toneles ruidosordos  y los pusieron sobre el furgón cervecero. Sobre el furgón cervecero unos ruidosordos toneles fueron puestos por unos conductores botingruesos quienes hicieron que rueden desde los depósitos Prince.

–Es éste –dijo Red Murrey–. Olexonder Keyes[4].

–Recórteme esto, ¿quiere? –dijo Mr. Bloom–, yo lo dejo en el escritorio de recepción del Telexpress.

El portillo del  escritorio de Ruttledge crujió de nuevo. Devy Stephens[5], diminuto en un desmedido sobretodo, con un sombrerito de fieltro sobre sus bucles, surgió con un rollo de pliegos sostenidos entre codo y pecho, como un correo del rey.

De cinco tijereteos[6], Red Murrey cortó limpito el prospecto en el periódico. Filoso implemento de corte y botellón de pegote.

–Entro un minuto en el sector de impresión –dijo Mr. Bloom, con el recorte poliédrico.

–Por supuesto –dijo Red Murrey vehemente, el plumín sostenido entre sien y oído –, si quiere un suelto de promoción podemos escribirle uno.

–Muy bien –dijo Mr. Bloom moviendo el tiesto–. Insistiré.

Nosotros.

 

WILL BREYDEN, ESQUIRE, DE OUKLENDS, SENDYMOUNT

 

Red Murrey tocó el codo de Mr. Bloom con su implemento de corte y susurró:

–Breyden.

Mr. Bloom se volvió y vio el conserje de uniforme pomposo subir su gorro con signos en el momento en que un soberbio perfil cruzó por el exhibidor noticiero del Weekly Freemen &  The Whole Erin’s Press y el Freemen’s Revue & Erin’s Press. Ruidosordos toneles de Guinness. Subió con regio porte los estribos[7], con un cubretiesto de remolque[8], un solemne rostro bordepeludo. El dorso popelino subió estribo por estribo: lomo. Todo su cerebro lo tiene en los pliegues del cogote, dice Simon Dedelus. Ribetes de bife en el tercio posterior. Gordos pliegues del cuello, gordo cuello, gordo, cuello.

–¿No cree que su rostro es como el de Nuestro Redentor? –susurró Red Murrey.

El portillo del escritorio de Ruttledge susurró: ii; criii. Siempre ponen un portillo enfrente del otro por el viento. Ingreso. Egreso.

Nuestro Redentor: oblongo rostro bordepeludo, discutiendo en el crepúsculo Meiry, Mertle. De remolque de un cubretiesto florete en dirección de los reflectores del proscenio: Merio el tenor.

–O como Merio[9] –dijo Mr. Bloom.

–Sí –coincidió Red Murrey–. Pero dicen que Merio fue el rostro mismo de Nuestro Redentor.

Jesús Merio con mofeletes bermejos, jubón y miembros inferiores como un huso. Los diez dedos sobre el pecho. En Mertle.

 

Ve-en perdido  tesoro mío,

ve-en tesoro mío.

 

EL BORDÓN[10] Y EL PLUMÍN

 

–El reverendo telefoneó dos veces hoy –dijo muy serio Red Murrey.

Vieron los hinojos, los gemelos, los botines dese perecer. Cuello.

Un joven con un télex irrumpió corriendo, tiró un sobre en el escritorio de recepción y presto se fue profiriendo un solo término:

¡Freemen!

Mr. Bloom dijo, sereno:

–Bueno, él es uno de nuestros redentores.

Un sereno sonreír lo siguió subiendo el tope removible del escritorio de recepción y subiendo los oscuros estribos y por el corredor, y por el piso de pino que protestó en un sonoro reverbero[11]. ¿Pero puede redimir el número de impresiones[12]? Golpeteo. Golpeteo.

Empujó los vidrios del portillo volvedor[13] y pisó un embrollo de folios de envolver. Cruzó por un sector de rodillos trocotrocos y entró en el recinto de Nonnetti el editor.[14]

 

CON SINCERO DOLOR NOS DESPEDIMOS DE UN EXCELENTE DUBLINÉS

 

Hynes de nuevo: posiblemente un reporte del entierro. Golpeteo golpe. Hoy 11.00 p.m. los restos del difunto Mr. Petrick Dignem. Motores. Muelen un hombre si lo cogen. Hoy ejercen el gobierno del mundo. Lo mismo que los dispositivos de él, se mueven por exceso de presión. Como éstos, indetenibles: puro fermento. En pleno régimen, rompiendo enloquecidos. Y ese viejo roedor gris hendiendo el suelo y queriendo meterse dentro.

 

CÓMO SE PRODUCE UN PERIÓDICO PRESTIGIOSO

 

Mr. Bloom se detuvo y contempló el dorso enjuto del jefe, viendo su tiesto lustroso.

Increíble que él no pudo ver el suelo del que es oriundo. Erín, mi suelo. Consejero por College Green.  Flor de revuelo suscitó con eso del obrero cumpliendo el rol de político, por lo que le sirvió. Son los prospectos y el relleno lo que venden un suplemento, no los refritos reportes del boletín del fisco. El vejestorio cónyuge del rey murió[15]. Publicó de modo solemne en el mil y pico. Dominio sito en el pueblo de Rosenellis, señorío de Tinnehinch[16]. Por si usted tiene interés, stock conforme lo dispuesto por ley con el recuento de mulos y jumentos que se exportó desde Belline[17]. Reportes del mundo silvestre. Comics[18]. Phil Bloke y su serie de episodios sobre Pit y Bull[19]. El pliego del Tío Toby que leen los pequeñitos. El obtuso poseedor de un bucólico huerto y sus cuestiones sin seso. Señor Editor, ¿conoce usted un buen remedio que cure los pedos irreprimibles? Secciones de ese tipo tienen que tener. El docente se nutre de los nutrientes que reciben sus discípulos. El toque del individuo. P.P.T.F[20]. Por poco todo fotos. Esbeltos cuerpos de mujeres en edenes ribereños llenos de sol. El coloso de los globos del mundo. Doble himeneo de mujeres con idénticos rostros. Dos novios que se ríen felices ojo con ojo. Incluso Cuproni, el impresor. No el menos erinés de los erineses[21].

El conjunto de motores trepidó en ritmo de tres por dos. Golpeteo, golpeteo, golpeteo. Pero, si de pronto él no pudiese moverse y ninguno supiese cómo se detienen, esos motores siguen con su trocotroc trocotroc, imprimiendo uno por uno sin detenerse. Lindo embrollo. Tiene que tener el cerebro despierto.

–Bueno, ubíquelo en el número vespertino, señor consejero –dijo Hynes.

En breve le dicen señor intendente. Long John lo promueve, dicen. El  jefe, sin responder, escribió imprimir en un rincón del folio, miró en dirección del obrero de los tipos y le pidió que viniese. Le dio el folio en silencio por sobre el sucio vidrio divisorio.

–Correcto, muy gentil –dijo Hynes yéndose.

Mr. Bloom se le interpuso.

–Si no cobró, le informo que el tesorero tiene previsto comer en unos minutos –dijo, moviendo un dedo gordo sobre su hombro.

–¿Y usted cobró? –preguntó Hynes.

–Mm –dijo Bloom–. No se demore, puede ser que lo encuentre.

–Muy gentil, viejo –dijo Hynes–. Le pediré un crédito puente[22].

Se dirigió presuroso en dirección del escritorio del Freemen’s Review.

Tres chelines le presté en lo de Meegher. Tres jueves. Tercer recurso elusivo.

 

VEMOS CÓMO SE MUEVE UN PROMOTOR DE PROSPECTOS

 

Mr. Bloom puso su recorte sobre el escritorio de Nonnetti.

–Discúlpeme, consejero –dijo–. Es por este prospecto. Keyes, ¿lo tiene presente?

Mr. Nonnetti observó un segundo el recorte y dijo que sí.

–Quiere que se lo publiquemos sólo por el mes de julio –dijo Mr. Bloom.

No lo oye. Nonnon. Nervios de hierro.

El impresor rozó el recorte con su plumín.

–Pero espere –dijo Mr. Bloom–. Quiere que se lo modifiquemos. Keyes, ¿ve? Quiere dos cerrojos en cruz en el borde superior.

El terrible bochinche que producen[23]. Puede ser que escuche lo que le.

El jefe se volvió queriendo oír con interés y, subiendo un codo, se fregó con lentitud el chivo[24] de su jubón de pelo de suri[25].

–Como esto –dijo Mr. Bloom, y cruzó sus dos dedos índice en el borde superior del recorte.

Dejemos que lo incorpore.

Mr. Bloom, con un ojo puesto en el signo cruz que diseñó, vio el rostro cetrino del jefe, creo que tiene cirrosis incipiente, y de fondo los obedientes rodillos nutriendo desmedidos rollos de producto celulósico. Clon que te. Clon que te. Kilométrico desenvolvimiento. ¿En qué se convierte después­? Oh, envuelven chorizos, envoltorios; usos diversos, mil y un destinos.

Con un diestro uso de sus términos entre los breves ceses del golpeteo dibujó con buen pulso sobre el cobertor de pino repleto de surcos.

 

LO DE KEY(E)S[26]

 

–Esto, mire. Dos cerrojos[27] en cruz como le muestro. Un círculo. Luego el nombre en este sitio Olexonder Keyes, distribuidores de té, vino y licores. Y todo eso.

Mejor no le enseño cómo ejercer su oficio.

–Usted entiende muy bien, consejero, lo que él quiere. Después en el tope en tipos prominentes: Lo de los cerrojos. ¿Lo ve? ¿No es un buen concepto?

El impresor movió los dedos con los que se refregó y se los puso sobre el vientre y en ese punto se refregó con gesto sereno.

–El concepto –dijo Mr. Bloom– es el negocio de los cerrojos. Usted vio, consejero, el gobierno del islote de Men[28]. Tiene que ver con el Home Rule. El turismo, ¿no?, que viene del Islote de Men[29].  Es notorio, ¿lo ve? ¿Qué me dice, lo ve posible?

Si le pregunto si pronuncio bien ese voglio. Pero si no lo conoce lo pongo en ridículo. Mejor no.

–Podemos ponerlo –dijo el jefe–. ¿Tiene el diseño?

–Puedo conseguirlo –dijo Mr. Bloom–. Lo vi en un periódico de Kilkenny. En ese pueblo puso el mismo negocio. Voy en un minuto y se lo pido. Bien, usted puede poner eso y un breve suelto de promoción. Usted entiende, lo de siempre. Negocio con permiso, de primer nivel. Justo lo que el público requiere. Y esto y lo otro.

El jefe pensó por un momento.

–Podemos ponerlo –dijo–. Que nos renueve por tres meses.

Un obrero de los tipos le mostró un húmedo diseño impreso. Lo revisó en silencio. Mr. Bloom se detuvo, oyendo los ruidosos pulsos de los motores, viendo el silencioso grupo de obreros de los tipos enfrente de sus contenedores.

 

ESCRIBIENDO SIN ERRORES

 

Tiene que sentirse seguro de escribir con corrección. Obsesión del doble control. Mertin Cunninghem se olvidó de decirnos hoy su jeroglífico sobre detección de errores. Es divertido de ver los ter dos eres ibles  esfuer  zoos con ce no de un buho uh nero midiendo el sementero que tuvo un tubo enfrente del muro de un cementerio. ¿Estupideces, no? Cementerio que se pone, por supuesto, por el término sementero.

Yo debí decirle ni bien se puso el sombrero. Muy gentil. Debí  decirle un chiste de un sombrero viejo o un dicho por el estilo. No, mejor hubiese sido decirle. Quedó como nuevo. Y entonces leerle el gesto.

Sllt. El cilindro inferior del primer grupo impresor proyectó su superficie móvil con sllt el primer lote de periódicos de seis pliegos convertidos en doce folios. Sllt. Como un ser vivo el modo que tiene sllt de requerir nuestro interés.  Como queriendo que escuchemos su expresión. Incluso ese portillo del corredor sllt que cruje, pidiendo que lo cierren. Todo objeto emite su expresión, de un modo u otro. Sllt.

 

CÉLEBRE CLÉRIGO CONTRIBUIDOR DE EXCEPCIÓN

 

El jefe devolvió de repente el diseño impreso, diciendo:

–Espere. ¿Dónde quedó el correo del obispo? Debe repetirse en el Telexpress. ¿Dónde se metió, cómo es su nombre?

Miró en derredor en dirección de sus estruendosos grupos impresores que no le respondieron.

–¿Monks, señor? –dijo un vocejón desde el refugio de su linotipo[30].

Mr. Bloom recogió el recorte. Momento de irse.

–Entonces conseguiré el diseño, Mr. Nonnetti –dijo–, y usted lo pone en un buen sitio, lo sé.

–¡Monks!

–Sí, señor.

Que nos renueve por tres meses. Quiere que primero me esfuerce por convencerlo. Lo intento de todos modos. Con eje en el mes ocho; buen punto: el mes de los expositores de equinos. Bollsbridge. El turismo que viene por el show.

 

UN DIRIGENTE DEL GREMIO

 

Cruzó por el sector de linotipos enfrente de un viejo, giboso, lentudo, pecherudo[31]. El viejo Monks, dirigente del gremio. Qué enorme monto de cuestiones tuvo que tener entre sus dedos en su momento: necrológicos, promociones de pubs, discursos, juicios de divorcio, surgimiento de hundidos. Poco hilo en el rollo. Hombre sobrio y serio con un poco de dinero en depósito, me figuro. Cónyuge que le sirve buenos guisos y tiene todo limpio. Descendiente mujer con su Singer[32] en el vestíbulo. Rose ejemplo de timidez, puro pudor.

 

Y FUE EL FESTEJO DEL PUEBLO HEBREO

 

Se detuvo queriendo ver un obrero en su puesto disponiendo los tipos con precisión. Primero los lee en el orden inverso. Muy veloz. mengiD kcirteP. El pobre viejo[33] con su libro hogodoh[34], leyéndome con el índice desde el borde derecho en dirección del izquierdo. Pésej. En doce meses en los Montes Judíos. ¡Querido!¡Oh, querido! Todo ese penoso embrollo que nos expulsó de Egipto y nos ofreció refugio por servidumbre. Shemó Isreel Odonei Elohenu [35]. No, ese es otro. Después los doce hijos, descendientes de Jocob. Y luego el cordero y el felino y el perro y el bordón y el líquido elemento y el choricero. Y luego el espíritu mortífero con su exterminio del choricero y él degolló el buey y el perro destrozó un felino. Se ve un poco tonto si uno se detiene en un segundo de reflexión. Dicen que es justo pero es sólo un sucesivo comerse entre todos. Y eso es vivir, después de todo. Increíblemente veloz en lo suyo. Repetición que deviene perfección. Como si viese con los dedos.

Mr. Bloom dejó el sector de los ruidos estrepitosos y, yendo por el corredor, entró en el vestíbulo. Pensemos, emprender todo ese periplo en trolebús y quién me dice si no me encuentro con que se fue. Mejor telefoneo primero. ¿Número?  Sí. El mismo de lo de Citron. Veintiocho. Veintiocho seis y dos.

 

DE NUEVO ESE BULTO CREMOSO

 

Descendió los estribos[36] del edificio. ¿Quién demonios escribió esos muros con fósforos? Como si lo hubiesen hecho por un reto. Siempre se huele un óleo denso en esos recintos llenos de motores. El olor del pegote tibio del vecino en mi empleo en lo de Thom.

Tomó un moquero y se lo puso en el hocico. ¿Citronlimón? Oh, el sweny[37] que me puse en ese sitio. En ese bolsillo se puede perder. Metiendo el moquero en su sitio, produjo el sweny, lo puso en el bolsillo posterior y lo cerró, con un botón[38].

¿Qué perfume se pone tu mujer? Si quiero puedo volver: trolebús: con el pretexto de un olvido. Sólo con el propósito de ver, posponiendo el momento de vestirse . No. En este sitio. No.

Un súbito risoteo llegó desde el escritorio del Evening Telexpress. Sé de quién fue. ¿Qué sucede? Entro un minuto y uso el teléfono. Es Ned Lombert.

Entró silencioso.

 

ERIN, VERDE CORINDÓN[39] DE LOS PONTOS DE NÍQUEL[40]

 

–El espectro en movimiento –murmuró con voz débil el profesor McHugh, con los morros llenos de bizcocho y los ojos puestos en el polvoriento vidrio divisorio.

Mr. Dedelus subió sus ojos desde el fogón sin fuego en dirección del rostro inquisitivo de Ned Lombert y dijo en tono irónico:

–Por los hierros de Cristo, ¿no es lógico que se me irrite el culo?

Ned Lombert, con los glúteos sobre el escritorio, leyó:

O de nuevo, observe los recovecos de un minúsculo torrente rumoroso con su melodioso serpenteo, pero midiéndose con los pétreos escollos, rumbo de los procelosos ondeos del índigo dominio de Neptuno, en medio de lomos mohosos, con los soplidos de los muy gentiles céfiros, entretenido por el glorioso brillo del sol o so los conos sombríos que sobre su reflexivo pecho proyectó el frondoso tejido de los colosos[41] del bosque. ¿Qué me dice de eso, Dedelus? –preguntó por sobre del borde de su periódico–. ¿Qué le sugiere como ejemplo de estupidez?

–Seguro que mezcló licores –dijo Mr. Dedelus.

Riendo, Ned Lombert golpeó sus hinojos con el periódico y repitió:

Su reflexivo pecho y el frondoso tejido de los culosos[42] del bosque. ¡Oh,  niños! ¡Oh, niños!

Y Jenofonte miró en dirección de Moretón –dijo Mr. Dedelus, cuyos ojos corrieron entre el fogón sin fuego y el vidrio divisorio–,  y Moretón miró en dirección del ponto.[43]

–Suficiente –gritó el profesor McHugh desde el vidrio. No quiero seguir oyendo.

Deglutió el semicírculo del trozo de bizcocho soso que mordisqueó y, goloso, emprendió el mordisqueo del que tomó con los otros dedos.

Pomposos pedorreos discursivos. Idioteces. Veo que Ned Lombert se tomó el jueves libre. Eso le pudre un jueves completo, un entierro. Dicen que es influyente. El Viejo Chutterton, el viceministro de cuestiones exteriores, es el tío de su viejo o el tío del viejo de su viejo. Dieciocho lustros dicen que tiene. Puede ser que el suelto sobre su muerte esté escrito después de mucho tiempo. Sigue vivo con el sólo fin de ponerlos furiosos. Él mismo puede morir primero. Johnny, muévete que viene el tío. El muy eminente Hedges Eyre Chutterton[44]. Seguro que le debe escribir un buen cheque o dos con pulso tembleque todos los fines de mes. Presente del cielo en el momento que estire los pies. Dios es mi Señor.

–Sólo otro temblor –dijo Ned Lombert.

–¿Qué sucede? –preguntó Mr. Bloom.

–Un trozo recientemente descubierto de Cicerón –respondió el profesor McHugh con tono pomposo–. Nuestro querido suelo.

 

BREVE Y DIRECTO

 

–¿El suelo de quién? –preguntó inocentemente Mr. Bloom.

–Su cuestión es muy pertinente –dijo el profesor moliendo con los dientes sus biscochos–. Con tilde en el quién.

–El suelo de Den Dowson –dijo Mr. Dedelus.

–¿En su discurso del miércoles? –preguntó Mr. Bloom.

Ned Lombert, con un gesto, dijo que sí.

–Pero escuchen esto –dijo.

El pomo del portillo con un impulso del exterior golpeó los riñones de Mr. Bloom.

–Discúlpeme –dijo Mr. J. J. O’Molloy ni bien entró.

Mr. Bloom se hizo movió con prontitud.

–Le ruego que me disculpe –dijo.

–Bienvenido, Jock.

–Entre. Entre.

–Con permiso.

–¿Todo bien, Dedelus?

–Bien. ¿Y usted?

  1. J. O’Molloy meneó el tiesto.

 

TRISTE

 

Supo ser el mejor de los jueces jóvenes. Tuberculosis, pobre hombre. Ese rubor febril es el principio del fin. Puede morir por un viento leve. Me pregunto qué tiene el éter. Líos de dinero.

O incluso, con solo subir los crestudos picos de los montes.

–Se lo ve muy bien.

–¿Puedo reunirme con el editor? –preguntó J. J. O’Molloy, con los ojos puestos en el portillo interior.

–Pero cómo no –dijo el profesor McHugh–.  Puede verlo y oírlo. En su templo, con Lenehon.

  1. J. O’Molloy se movió unos metros y se ubicó en el pupitre con el tope en declive y hojeó los folios rosillos del fichero.

Los clientes disminuyen. Un pudoser. Espíritu perdedor. El juego. Compromisos de honor. Recoge ciclones. Supo recibir fuertes comisiones de D. y T. Fitzgerold[45]. Peluquines  pretendiendo que tienen sesos. Exhiben sus cerebros como el cuore de ese monumento en Prospect.[46] Creo que tiene un empleo como escritor en el Express con Gebriel Conroy[47]. Un individuo culto. Myles Crowford empezó en el Independent.[48] Es cómico cómo esos tipos de  los periódicos se desdicen ni bien huelen un posible beneficio. Veleidosos. Sus soplidos son fríos y tórridos. No se creer en ellos. Uno tiene un cuento por bueno y después viene el siguiente y le responde. Se destruyen entre ellos desde sus secciones y después todo se diluye. Minutos después compinches como siempre.

–Oh, escuchen esto por Dios –suplicó Ned Lombert–. O incluso, con solo subir los crestudos picos de los montes…

–¡Qué insufrible! –intervino, ríspido, el profesor–. ¡Terminemos con ese embustero!

Picos –continuó Ned Lombert– que se erigen y se erigen imponentes, queriendo redimir nuestros espíritus, por decirlo de este modo…

–El hocico es lo que tiene que redimirse –dijo Mr. Dedelus–. ¡Dios bendito y eterno! ¡Insólito! ¿Y recibe dinero por eso?

Por decirlo de este modo, en el horizonte único que ofrece Erín, sin émulos, por mucho que reconocemos sus muy dignos prototipos en regiones de riquísimos recursos, por muy hermosos, de espesos bosques y ondeo de vergeles y copiosos predios de centeno de un verde intenso, meciéndose en el perenne fulgor límpido de nuestro misterioso y dulce crepúsculo erinés…[49]

 

SU LÉXICO DE ORIGEN

 

–Selene[50] –dijo el profesor McHugh–. Se olvidó de Homlet[51].

Que envuelve el horizonte remoto y extenso y se detiene en pos de que el esplendente disco de Selene brille y disemine su fulgor de níquel…

–¡Oh! –profirió Mr. Dedelus, emitiendo un gemido pleno de pesimismo–. ¡Puerros y soretes![52] Con eso es suficiente, Ned. Nuestro tiempo en este mundo es efímero.

Se quitó el sombrero y, con un bufido sobre su frondoso bigote, se peinó estilo Welsh[53] con los dedos.

Ned Lombert soltó el periódico, riendo con deleite. Un segundo después, un ronco risoteo explotó en el rostro peludo y lentenegro del profesor McHugh.

–¡Bollero pringoso![54]– gritó.

 

LO QUE DIJO WETHERUP[55]

 

Es sencillo que se mofen con el impreso en frío; pero eso se vende como miñones tibios. Estuvo metido en el gremio de los bollos, ¿no es cierto?[56] Supongo que por eso le dicen Bollero Pringoso. De todos modos emplumó muy bien su nido.  Su descendiente mujer se comprometió con el tipo ese del buró de los impuestos que tiene un forté[57]. Buen rebusque. Recepciones con deliciosos entremeses. Nido generoso. Festines prodigiosos. Wetherup siempre lo dijo. Los seducen por el vientre.

El portillo interior giró sobre sus goznes de modo violento y un rostro de cuervo color rojo, con el toque de un jopo plumoso, entró con decisión. El resuelto destello de unos ojos celestes los miró fijo y un vocejón ríspido les preguntó:

–¿Qué sucede?

–Y en este punto se nos une el mismísimo escudero ficticio –dijo pomposo el profesor McHugh.

–¡Déjese de joder, roñoso viejo pedogogo[58]! –dijo el editor como introducción.

–Retirémonos, Ned –dijo Mr. Dedelus, poniéndose el sombrero–. Tengo que beber un poco después de eso.

–¡Beber! –gritó el director–. El licor se sirve después del servicio religioso.

–Eso es muy cierto –dijo Mr. Dedelus yéndose–. Lo espero, Ned.

Ned Lombert se deslizó del pupitre. Los ojos celeste profundo del editor recorrieron furtivos el rostro de Bloom, levemente sonriente.

–¿Viene con nosotros, Myles? –preguntó Ned Lombert.

 

RECUERDO DE CONFLICTOS BÉLICOS GLORIOSOS

 

–¡El ejército de North Cork! –gritó el editor, moviéndose en dirección del fogón sin fuego–. ¡Siempre vencedores! ¡North Cork y los tenientes ibéricos![59]

–¿Dónde fue eso, Myles? –preguntó Ned Lombert con los ojos puestos en el indiferente empeine de sus botines[60].

–¡En Ohio! –gritó el editor.

–Eso es, pordiez –coincidió Ned Lombert.

Yéndose, murmuró en el oído de J. J. O’Molloy:

–Principio de delirium tremens. Un proceso doloroso.

–¡Ohio! –gruñó el editor con un chillido filoso desde su rostro bermejo–. ¡Mi Ohio!

–Un crético perfecto –dijo el profesor–. Extenso, corto y extenso.

 

¡OH, CORDÓFONO EÓLICO!

 

Produjo del bolsillo de su jubón un rollo de hilo odontológico y, escindiendo un trozo, lo cimbró dulcemente, extendido entre dos y dos de sus melodiosos dientes no muy pulcros.

–Bingbong, bongbing.

Mr. Bloom, viendo el frente costero libre de moros, fue en dirección del portillo interior.

–Sólo un momento, Mr. Crowford –dijo–. Necesito el teléfono por un prospecto.

Entró.

–¿Qué título tenemos en el vespertino de hoy? –preguntó el profesor McHugh detenido enfrente del editor y poniéndole cinco dedos firmes sobre su hombro.

–Tenemos todo listo –dijo Myles Crowford, menos nervioso–. Usted no se preocupe. Qué dice, Jock. Todo en orden.

–Qué bueno verlo, Myles –dijo J. J. O’Molloy, desprendiéndose de los folios sueltos del fichero sostenidos entre sus dedos–. ¿Tendremos hoy lo del timo ese con los billetes de Quebec?

El teléfono zumbó dentro del recinto.

–Veintiocho… No, veinte… seis y dos.. Sí.

 

ECUENTRE EL VENCEDOR

 

Lenehen surgió del recinto interior con los folios de tisú[61]  del Sport.

–¿Quién quiere un imperdible en el Trofeo de Oro? –preguntó–. Sceptre y  O.Moidden de jinete.

Tiró los folios de tisú sobre el escritorio.

Los gritos de unos vendedores de periódicos con los pies desnudos se oyeron corriendo desde el porche y el portillo giró de golpe sobre sus goznes.

–Silencio –dijo Lenehen–. Escucho unos porchepies[62].

El profesor McHugh cruzó muy resuelto el recinto y tomó el cuello del blusón del niño vendedor cuyo llorisqueo produjo el súbito retiro de los otros que descendieron los estribos del porche. Los pliegos de tisú emitieron un susurro en pleno vuelo, descendieron lentos como jeroglíficos celestes en el éter y, so el escritorio, se detuvieron en el suelo.

–No fui yo, señor, fue el lungo ese que me empujó, señor.

–Échelo y cierre el portillo –dijo el director–. Se viene un ciclón.

Lenehen recogió los folios del suelo, gruñendo y poniéndose de hinojos dos veces.

–Vinimos por el suplemento de los burros[63], señor –dijo el niño vendedor de periódicos–. Fue Pete Furrell el que me empujó, señor.

Indicó dos rostros cuyos ojos espiones se vieron en por el borde del portillo.

–Él, señor.

–¡Déjense de joder, quieren! –dijo el profesor McHugh con un gruñido.

Puso sus dedos en los hombros del niño y lo expulsó de un empujón; después cerró con un golpe violento.

  1. J. O’Molloy revisó el fichero y los folios crujieron; murmuró, recorriendo:

–Sigue en el folio seis, sector cinco.

–Sí, del Evening Telexpress –dijo por teléfono Mr. Bloom desde el recinto contiguo–¿Puede ser que me comunique con el jefe…? Sí, Telexpress… ¿Dónde me dijo? ¡Sí! ¿Qué negocio de empeños? ¡Sí! Entiendo… Correcto. Veré si lo encuentro.

 

INMINENTE COLISIÓN

 

El timbre sonó de nuevo ni bien colgó. Entró velozmente y se chocó con Lenehen entretenido en recoger el segundo pliego de tisú.

Excusez moi, monsieur –dijo Lenehen sosteniéndose de él por un segundo y frunciendo el rostro en un mohín.

–Fui yo –dijo Mr. Bloom, sirviendo de sostén–. ¿Se siente bien? Tengo que irme.

–Un hinojo –dijo Lenehen.

Hizo  un gesto cómico y gimió, cubriendo con los dedos un hinojo:

–El cúmulo de seculum Domini[64].

–Lo siento –dijo Mr. Bloom.

Fue en dirección del portillo, lo entornó y se detuvo. J. J. O’Molloy volvió con crujidos los gruesos pliegos. Los ruidos de dos voces estridentes, un instrumento de viento, se oyeron en el corredor desierto, provenientes de los vendedores reunidos en los estribos del pórtico:

 

Somos los niños de Wexford

que se midieron con los puños

 y de sus pechos gloriosos el furor.

 

 EL EGRESO DE BLOOM

 

–Me voy unos minutos –dijo Mr. Bloom– es por este prospecto de Keyes. Quiero definirlo. Me dicen que si voy por Litton Street lo encuentro, en lo de Dillon.

Miró por un segundo sus rostros y titubeó. El editor, quien con el tiesto entre los dedos se inclinó sobre el plúteo del fogón, estiró de repente uno de sus miembros superiores en un gesto escénico:

–¡No se demore! –dijo–. El mundo es suyo[65].

–Vuelvo en un minuto –dijo Mr. Bloom, yéndose presto.

  1. J. O’Molloy tomó los pliegos de tisú de los dedos de Lenehen y los leyó, después que los despegó con un soplido leve, en silencio.

–Seguro que consigue ese cliente –dijo el profesor, siguiéndolo con sus lentes de borde negro por sobre los visillos–. Miren cómo lo persiguen esos bribonzuelos.

–¿Dónde? Déjeme ver –profirió Lenehen, corriendo en dirección de los postigos.

 

UN CORTEJO POR LOS SENDEROS PÚBLICOS

 

Los dos sonrieron por sobre los visillos con los ojos puestos en los niños vendedores siguiendo como monigotes el recorrido de Mr. Bloom, el último de ellos retorciéndose en el viento como un mimo en vuelo, un tren de níveos lepidópteros[66].

–Miren ese bribón que lo sigue poniendo el grito en el cielo –dijo Lenehen–. ¡Es muy cómico! ¡Uy, mi huesillo[67] risible! Finge tener los pies vencidos y se mueve como él. Se conocen todos los trucos. Zorros como ellos solos.

En un remedo de minué se deslizó desde el fogón, y ni bien estuvo enfrente de J. J. O’Molloy este le colocó los folios en los dedos que extendió con el fin de recibirlos.

–¿Qué sucede? –dijo Myles Crowford sorprendido–. ¿Dónde se metieron los otros dos?

–¿Quiénes? –dijo el profesor, volviéndose–. En el Ovoid[68], bebiendo. Fueron con Poddy Hooper y Jock Hull. Vinieron en el tren nocturno.

–Los seguiremos entonces –dijo Myles Crowford–. ¿Dónde puse mi sombrero?

Entró de un brinco en su escritorio, extendiendo los pliegues de su terno y un conjunto de cerrojos tintineó en su bolsillo posterior. Y tintineó de nuevo en el éter y luego sobre el cedro en el momento que cerró el cofre del escritorio.

–Viene con exceso de copetines –susurró el profesor McHugh.

–Creo que sí –dijo J. J. O’Molloy en un murmullo reflexivo produciendo de su bolsillo un contenedor de puchos[69]–, pero no siempre es lo que se ve. ¿Quién tiene fósforos?

 

EL K-LUMET[70] DEL  SOSIEGO

 

Ofreció un pucho que tomó el profesor y tomó uno él mismo. Lenehen encendió presto un fósforo y les dio fuego. J. J. O’Molloy entornó de nuevo su  contenedor y lo ofreció.

Think yous –dijo Lenehen, sirviéndose.

El editor llegó desde el recinto interior, con un sombrero ligero que inclinó sobre su frente.

Miró muy serio en dirección del profesor McHugh y, con gesto poético, entonó:

 

Fue tu puesto y el poder que te tentó,

fue el imperio que en tu pecho se metió[71].

 

El profesor sonrió por compromiso, frunciendo sus morros finos.

–¿Eh? ¿El viejo Imperio posetrusco? –dijo Myles Crowford.

Tomó un pucho. Lenehen, en tren de encendérselo, dijo con sorpresivo contento:

–¡Silencio que les digo mi nuevo jeroglífico!

Imperium Romonun –murmuró J. J. O’Molloy–. El sonido no es menos noble que British o Brixton[72]. El término tiene el sonido del chisporroteo de tocino en el fuego.

Myles Crowford soltó de modo violento su primer soplo de humo en dirección del techo.

–Eso es –dijo–. Somos el tocino. Usted y yo somos ese tocino en el fuego. Tenemos menos futuro que un bolo de nieve en el infierno.

 

EL ESPLENDOR QUE FUE ROME[73]

 

–Un momento –dijo el profesor McHugh, subiendo dos serenos espolones–. No tenemos que permitir que los términos nos gobiernen, por el sonido de los términos. Tenemos presente ese imperio que fue Rome, imperioso, impositivo.

Desplegó unos miembros superiores de discursero con los puños del blusón sucios y desprolijos, deteniéndose un segundo:

–¿Cómo fue su orden civil? Extenso, lo concedo; pero vil. Stercoris: sumideros. Los judíos en el desierto y en el tope de los montes dijeron: Es bueno que ocupemos este sitio. Edifiquemos un monumento en honor de YHVH. El oriundo de Rome[74], como el inglés que lo sigue, en todos los pueblos costeros donde puso sus pies (en el nuestro no los puso) demostró su obsesión por los vertederos de estiércol. Miró en derredor envuelto en su ropón de cónsul y dijo: Es bueno que ocupemos este sitio. Edifiquemos un retrete.

–Lo que consecuentemente hicieron –dijo Lenehen–. Nuestros viejos predecesores, como leemos en el primer episodio del Guinness[75], tuvieron cierto gusto vicioso por el líquido elemento corriente.

–Fueron gentlemen[76] silvestres –murmuró J. J. O’Molloy–. Pero incluso tenemos su ley de Rome.

–Y Poncio Pilotes[77] es su gurú –peroró el profesor McHugh.

–¿Conocen el cuento del Conde Pilles, jefe de corte? –preguntó J. J. O’Molloy–. Sucedió en un copetín del colegio regio. Todo estuvo muy bien…

–Primero mi jeroglífico –dijo Lenehen–. ¿Todos listos?

Mr. O’Midden Burke, longilíneo en su copioso terno de tweed gris de Donegol, entró desde el corredor. Stephen Dedelus, el siguiente, ingresó descubriéndose el tiesto.

Entrez, mes confrères! –profirió Lenehen.

–Vengo como escudero de un pedigueño[78] –dijo melodioso Mr. O’Midden Burke–. Su Juventud, en persecución del Experto, pretenden reunirse con un Notorio.

–Un gusto verlo –dijo el editor, extendiendo los cinco–. Entre. Su progenitor recién se fue.

 

? ? ?

 

Lenehen los interpeló:

–¡Silencio! ¿Qué opus lírico es un remedo del delirio de un león? Reflexionen, sopesen, excogiten y me responden.

Stephen entregó los folios impresos,  con un índice sobre el título y el signo.

–¿Quién? –preguntó el editor.

Un corte desprolijo.

–Mr. Gorrett Doisy –dijo Stephen.

–Ese viejo ruin –dijo el editor–. ¿Quién le cortó un trozo? ¿Tuvo que mover el vientre?

 

Como un débil velero resistente,

desde el sur eludiendo los tifones,

viene, sombrío murceguillo desnutrido,

queriendo unir su morro con el mío. [79]

 

–Gusto en verlo, Stephen –dijo el profesor, queriendo ver sobre sus hombros–. ¿Fiebre del morro? ¿Entonces usted se convirtió en un…?

Versero bienhechordebueyes.

 

CONMOCIÓN  EN RECONOCIDO COMEDOR

 

–El gusto es mío, señor –respondió Stephen, exhibiendo un ligero rubor–. El correo no es mío. Mr. Gorrett Doisy me pidió que…

–Oh, lo conozco –dijo Myles Crowford–, lo mismo que su cónyuge. Mujer insufrible como no he visto. ¡Por Dios, su mujer sí que sufrió de fiebre del morro, y no me equivoco! ¡Sucedió de noche, en un reconocido comedor de D’Olier Street. Discutió con el mozo y el pobre recibió su porción de consomé en pleno rostro! ¡Je, je!

Un cerebro femenino introdujo el crimen en el mundo. Por Hélène, fugitivo cónyuge de Meneleo, dos lustros los griegos. O’Rourke, príncipe de Breffni[80].

–¿Es viudo? –preguntó Stephen.

–Si, en cierto sentido, no viven juntos –dijo Myles Crowford, recorriendo con los ojos el texto impreso–. Los equinos del jefe del imperio. Hobsburgo. Un erinés lo socorrió so los muros de Floridsdorf[81]. ¡No lo olvide! Meximilien Korl O’Donnell, gruf von Tirconnell en Eire. Envió su heredero con el designio de que el rey fuese un teniente coronel de su ejército[82]. En un momento o en otro es posible que eso explote. Cisnes silvestres[83]. Oh, sí, como ley. ¡No se olviden de eso!

–El punto en discusión es si él lo olvidó –dijo sereno J. J. O’Molloy, volviendo un hierro en U puesto por su peso sobre unos folios–. Socorrer príncipes es un oficio muy rendidor.

El profesor McHugh giró el cuello y lo miró.

–¿Y si no? –dijo.

–Les cuento cómo sucedió –empezó Myles Crowford–. En un tiempo hubo un oriundo de Szentendre[84]

 

PLEITOS PERDIDOS

SE MENCIONÓ EL NOMBRE DE UN NOBLE CONDE

 

–Siempre fuimos fieles defensores de pleitos perdidos –dijo el profesor–. El éxito es entre nosotros el deceso del intelecto y el espíritu inventivo. En ningún momento fuimos ni fieles ni defensores de los exitosos. Los servimos. Yo enseño ese léxico obvio que es el posetrusco. Uso el léxico de un pueblo que tiene como el cenit de su intelecto el principio de que el tiempo es dinero. Dominio de lo concreto. Domine! ¡Oh, Lord! ¿Dónde quedó el espíritu? ¿Lord Jesús? ¿Lord Sulisbury?[85] Un mullido sillón doble en un club del West End. ¡Pero los griegos!

 

KYRIE ELEISON!

 

Sus ojos con bordes negros sonrieron con un reflejo luminoso, y sus morros finos se extendieron otro poco.

–¡Los griegos! –repitió–. Kyrios! ¡Término luminoso! Los sonidos de voz que los descendientes de Sem y los vikingos desconocen. Kyrie! El brillo del intelecto. Es preciso que usted enseñe el griego, el léxico del intelecto. Kyrie eleison![86] El constructor de retretes y el constructor de vertederos de estiércol no pueden de ningún modo ser dueños de nuestros espíritus. Somos plebeyos de ese ejército europeo de jinetes seguidores de Jesucristo que se hundió irremisiblemente en Trofolgor[87] y del imperio sensible, ningún imperium, que se hundió con los cientos de buques griegos en Egospótomos.[88] Sí, sí. Se hundieron. Pirro, inducido por un vidente infiel, hizo un último intento de redimir los tesoros griegos. Defendiendo fielmente un pleito perdido.

Se movió unos metros en dirección de los postigos.

–Pusieron el pecho –dijo Mr. O’Midden Burke, en tono ceniciento–, pero siempre perdieron[89].

–¡Búúú! –lloriqueó Lenehen emitiendo un mínimo ruido–. Por un escombro  impelido desde un techo en el último tercio de su fúnebre soirée[90]. ¡Pobre, pobre, pobre Pirro!

Luego murmuró en el oído de Stephen:

 

EL JOCOSO QUINTETO DE LENEHEN

 

Un cierto McHugh, perito ponderoso,

  con sus lentes de reborde negro y grosso[91],

si ver doble no es en él muy infrecuente

 ¿Que consigue poniéndose esos lentes?

 No le veo el Negro Olmedo.[92] ¿Qué tiene de jocoso?

 

De luto por Crispo[93], dice Mulligen. De quien el ser que le dio luz viene de morir como un perro.[94]

Myles Crowford plegó los folios y se los puso en un bolsillo interno.

–Muy bien. Leeré el resto después. Todo bien.

Lenehen  protestó con un gesto extendiendo los dedos.

–¡Pero, mi jeroglífico! –dijo–. ¿Qué opus operístico imitó un león loco ?

–¿Qué Opus operístico? –repreguntó el rostro de esfinge de Mr. O’Midden Burke.

Lenehen profirió victorioso:

–El opus del Lirio de León. Delirio.[95] ¿Se entiende el chiste? ¡Je!

Tocó gentilmente el codo de Mr. O’Midden Burke. Mr. O’Midden Burke se inclinó de repente sosteniéndose con esfuerzo en su cubretiesto, fingiendo un síncope.

–¡Socorro! –dijo con un suspiro–. Me siento fuertemente débil.

Lenehen, moviéndose sobre el extremo mismo de los dedos del pie, le empericó[96]  velozmente el rostro con unos susurros de tisú.

El profesor, volviendo en ese momento desde el fichero, meció con los dedos los moños flojos de Stephen y de Mr. O’Midden Burke.

–Boul’Mich, pretérito y presente –dijo–. Ustedes se ven como dos comuneros.

–Como los tipos que demolieron el presidio de Luis XVI –dijo J. J. O’Molloy en sereno tono burlón–. ¿O fueron del grupo que terminó con el Supremo Coronel finés? Todo en ustedes me dice que fueron los verdugos. Supremo Coronel Bobrikoff.[97]

 

OMNIUM MEZCLUM[98]

 

–Eso mismo es lo que tenemos en mente –dijo Stephen.

–Todo el ingenio junto –dijo Myles Crowford–. Jurídico, poético…

–Turfístico –glosó Lenehen.

–Filológico, periodístico.

–Si Bloom estuviese con nosotros –dijo el profesor–. El sutil oficio del promotor.

–Y Mme. Bloom –contribuyó Mr. O’Midden Burke–. Un prodigio lírico. Que todo Dublín prefiere.

Lenehen tosió con ruido.

–¡Ejem! –dijo muy dulcemente–. ¡Oh, un soplo puro! Me pesqué un resfrío en el zoológico. El sereno no cerró el portón.

 

¡USTED PUEDE CONSEGUIRLO!

 

El editor posó unos dedos nerviosos sobre el hombro de Stephen.

–Lo quiero entre mis contribuidores –dijo–. Escribiendo textos incisivos. Usted puede conseguirlo. Lo veo en su rostro. En el léxico de los jóvenes[99]

Lo veo en su rostro. Lo veo en sus ojos. Pequeño embustero perezoso.[100]

–¡Fiebre del morro! –gritó el editor en un discurso desdeñoso–. Reunión cumbre del chovinismo[101] en Borris-in-Ossory. ¡Puros globos! ¡Metiendo miedo en público! Tenemos que responderles con un texto incisivo. Puede incluirnos, que el demonio se los lleve. Progenitor, Hijo y Divino Espíritu y Jokes M’Corthy[102].

–Todos podemos poner un poco de nutriente del intelecto –dijo Mr. O’Midden Burke.

Stephen subió los ojos en dirección de unos enérgicos ojos desprevenidos.

–Lo quiere en su ejército cueste lo que cueste –dijo J. J. O’Molloy.

 

EL EMINENTE GOLLOHER

 

–Usted puede conseguirlo –repitió Myles Crowford, oprimiéndole un codo con vigor–  Espere un minuto. Detendremos el continente europeo, como supo decir Ignetius Golloher en pleno desempleo sirviendo en el pool del Clerence[103]. ¡Golloher!, ¡ése sí que fue un genio del periodismo que puede servirle de modelo! ¡Qué birome[104]! ¿Conocen cómo dio el golpe? Se los cuento. Fue el sumun de todo lo conocido desde que existe el periodismo. Fue el seis del mes cinco del 81, el tiempo de los Invencibles, los crímenes en Phoenix Field[105], en ese entonces usted estuvo dentro del Proyecto Divino, supongo. Les diré cómo fue.

Los condujo en dirección de los ficheros.

–Miren esto–les dijo volviéndose de golpe–. El New York World envió un telexpreso pidiendo un texto exclusivo. ¿Tienen presente esos tiempos?

El profesor McHugh dijo que sí, con un gesto.

New York World –dijo el editor, encendido, moviendo un poco su sombrero de mimbre[106]–. Dónde sucedió. Tim Kelly, o Kevennogh quiero decir, Joe Breidy y los otros. Qué recorrido hizo Piel de Chivo[107]. Todo el recorrido, ¿lo ven?

–Piel de Chivo –dijo Mr. O’Midden Burke–. Fitzhorris. Tiene ese refugio de cocheros, dicen, por Butt Bridge. Me lo dijo Holohen. Holohen ¿lo conocen?

–El rengo, ¿no es cierto? –dijo Myles Crowford.

–Y el otro es el pobre Gumley, según me dijo, en el depósito de bloques del municipio. Custodio nocturno.

Stephen giró, sorprendido.

–¿Gumley? –dijo–. ¿Escuché bien? Es compinche de mi viejo.

–No se preocupe por Gumley –gritó Myles Crowford furioso–. Que Gumley se preocupe por los bloques, que no se le fuguen. Miren esto. ¿Qué fue lo que hizo Ignetius Golloher? Se los diré. Se inspiró como el genio que fue. Respondió en unos segundos con un teletipo expreso. ¿Tienen el Weekly Freemen del diecisiete del tres? Perfecto. ¿Lo tienen?

Hojeó impetuoso los folios del fichero e indicó en uno de ellos con el  dedo.

–Miren el folio cinco, promoción del té Brinsome, por ejemplo. ¿Lo tienen? Bueno.

Sonó el teléfono.

 

VOZ DESDE LEJOS

 

–Yo contesto –dijo el profesor, yéndose.

–B es el pórtico del Phoenix. Bueno.

Su dedo brincó yendo y viniendo entre diferentes puntos, vehemente.

–T es el domicilio del virrey. C es donde sucedió el crimen. K es el portón de Knockmyroom[108].

Los flojos tejidos de su cuello se mecieron como pendón en el viento. Un peto poco rígido se combó de repente y, con un gesto de enojo, se lo metió de nuevo dentro del jubón.

–¿Oigo? Evening Telexpress. ¿Oigo? ¿Quién es? Sí… Sí … Sí.

–Entre F y P es el recorrido de Piel de Chivo conduciendo el coche como señuelo. Inchicore, Roundtown, Windy Bower, Polmerston Field, Renelogh. F. E. B. P. ¿Entienden?  X es el pub de Deivy en Upper Leeson Street.

El profesor interrumpió desde el portillo.

–Bloom por teléfono –dijo.

–¿Puede decirle que me deje de joder? –dijo presto el director–. X es el pub de Burke, ¿ven?

 

INTELIGENTE, MUY

 

–Inteligente –dijo Lenehen–. Muy.

–Se los sirvió directo del horno –dijo Myles Crowford–, todo el lúgubre hecho.

Terrible sueño del que es imposible que despiertes.

–Yo lo vi –dijo orgulloso el editor–. Estuve presente. Dick Edems, de Cork, el Señor no insufló su espíritu en un hombre con mejores sentimientos, y yo.

Con un gesto reverente en el éter, Lenehen se pronunció:

–Medem  I Medem. Edipo no pide. Oíd: reposo de sol su muslo sedoso perdió[109].

–¡Histórico! –gritó Myles Crowford–. El vejestorio de Prince’s Street[110] llegó primero. Hubo sollozos y crujir de dientes por este suceso. Todo en el prospecto de un té. Gregory Grey lo diseñó. Eso le dio un buen impulso. Después Peddy Hooper se burló de Tey Pey[111] y le dio un puesto en el Sun[112]. Hoy se mudó con Blumenfeld. Eso es periodismo. Eso es tener oficio. ¡Pyott![113] ¡Ese fue el progenitor de todos!

–El progenitor del periodismo vende humo[114] –confirmó Lenehen–, y gemelo político de Chris Cullinem[115].

–¿Me oye?… ¿No colgó?… No, no se fue. Puede venir si quiere[116].

–¿Dónde vemos hoy un reportero como ese, eh? –profirió el editor.

Cerró vehemente los pliegos.

–Horrigentemente intelibible[117] –dijo Lenehen con los ojos puestos en Mr. O’Midden Burke.

–Muy ingenioso –dijo Mr. O’Midden Burke.

El profesor McHugh regresó desde el recinto interior.

–En conexión con lo de los invencibles –dijo–, supongo que oyeron que unos buhoneros estuvieron de confesión con el detective…

–Oh, sí –dijo Mr. J. J. O’Molloy enjundioso–. Miss Dudley cruzó el Phoenix en su recorrido de regreso queriendo ver los robles y los pinos que tiró el último ciclón y se le ocurrió tener un recuerdo en foto de Dublín. Y resultó que le vendieron un recuerdo pero de Joe Breidy o del Número Uno o de Piel de Chivo. ¡Justo en el ingreso del domicilio del virrey, figúrense!

–Que investiguen crímenes en serio, no ese tipo de estupideces –dijo Myles Crowford–. ¡Buu! ¡El periodismo y los jueces[118]! ¿Dónde vemos en el foro tipos como esos, como Whiteside, como Iseec[119] Butt, como pico de oro O’Hegen[120]? ¿Eh? ¡Oh, sólo estupideces! ¡Todo espejos de colores!

Su morro siguió retorciéndose enmudecido en nerviosos rizos de desdén.

¿Qué mujer puede querer besos de esos morros? ¿Quién te dice? ¿Por qué lo escribiste entonces?

 

RIMO Y DEDUZCO

 

Morro, bocón. ¿Un bocón es un morro o un morrón? ¿O un montón rocoso? Debe tener un vínculo. Rocoso, mocoso, morrón, montón. Los ecos sonoros: dos hombres vestidos del mismo modo, como mellizos, de dos en dos.

 

 

…………………………….. il tuo spirito sereno

…………………………che discute d’impulso

……..mentre che il vento corre silenzioso.[121]

 

Los vio de tres en tres, persiguiendo incipientes mujeres, en verde, en rosillo, en bermellón, entretejiéndose, per l’etere perso,[122] en índigo, en rojo, che il sereno pennone d’oro e fuoco,[123], di vederlo fè piú focoso[124]. Pero yo, viejos, penitentes, plomípedos suboscuro de noche; morrocoso; tumbombo[125].

–Es usted quien lo dice –dijo Mr. O’Midden Burke.

 

 

SUFICIENTE POR HOY…

 

  1. J. O’Molloy, sonriendo sin convicción, recogió el mitón.

–Mi querido Myles –dijo, desprendiéndose del pucho–, usted no interpretó bien lo que dije. Yo no defiendo, como hoy se sugiere, el tercer oficio o profesión[126] como profesión en sí, pero sus pies de Cork lo conducen muy lejos. ¿Por qué no citó un Henry Grotton o un Flood o un Demóstenes o un Edmund Burke?[127] Todos conocemos quién es Ignetius Golloher y su jefe de Chopelizod[128], Hermsworth, el del folletín de un céntimo, y su primo neoyorquino con su periodicucho de Bowery por no emitir opinión sobre Peddy Kelly’s Budget, Pue’s Occurrences y nuestro diligente compinche The Skibbereen Crow[129]. ¿Por qué poner el ejemplo de un  experto elocuente forense como Whiteside? El hoy tiene suficiente con su propio periódico[130].

 

RECUERDOS DIFUSOS DE TIEMPOS IDOS

 

–Grotton y Flood escribieron en este mismo periódico –el editor le gritó en pleno rostro–. Guerreros erineses[131]. ¿Dónde se ponen ustedes en este momento? Constituido en 1763. Dr. Lukes. ¿Tienen hoy un solo individuo como John Philpot Curren[132]? ¡Pst!

–Bueno –dijo J. J. O’Molloy–, Bushe K. C., por ejemplo.

–¿Bushe? –preguntó el editor–. Bueno, sí. Bushe, sí. Tiene un poco de eso en el torrente venoso. Kendol Bushe o mejor dicho Seymour Bushe.

–Hubiese tenido un pupitre en el congreso por mucho tiempo –dijo el profesor–, de no ser por… Pero bueno.

  1. J. O’Molloy se volvió en dirección de Stephen y le susurró sereno:

–Uno de los mejores discursos que escuché surgió de los morros de Seymour Bushe. Fue en ese juicio por el homicidio de un mellizo, el juicio Childs. Bushe lo defendió.

 

Y en los conductos de mis oídos vertió.[133]

 

De todos modos, ¿cómo pudo ser consciente de ello? Murió en pleno sueño. ¿O fue el otro cuento, el del ogro de doble dorso[134]?

–¿Cómo fue eso? –preguntó el profesor.

 

SOLUM UMBROS, PERITISSIMUS INGENII POETICUS[135]

 

–Expuso sobre el principio jurídico de certidumbre –dijo J. J. O’Molloy– del concepto del  jus civile como opuesto del primitivo código de Moisés, el oculum pro oculo[136]. Y citó el Moisés de Miguel Engel[137] en el distrito del  Sumo Pontífice[138].

–Hmm.

–Unos pocos términos bien elegidos –comentó Lenehen–. ¡Silencio!

Se detuvo. J. J. O’Molloy produjo su contenedor de puchos.

Suspenso ficticio. Recurso muy común.

El nuncio buscó un fósforo revolviendo uno de sus bolsillos con gesto reflexivo y encendió el pucho.

En posteriores reflexiones sobre ese tiempo complejo, frecuentemente pensé si no fue ese pequeño evento, en sí mismo nimio, el encendido de ese fósforo, lo que determinó todo el curso posterior de nuestros destinos respectivos.

 

UN PERÍODO PULIDO

 

  1. J. O’Molloy continuó, puliendo sus términos:

–Dijo lo siguiente: ese pétreo perfil como de un himno en hielo, cornudo y terrible, del divino contorno del hombre, ese símbolo eterno de genio y de predicción que, si un solo glóbulo de lo que el ingenio o el puño de un escultor dejó inscripto en ónix de un espíritu convertido y de un espíritu convertidor merece vivir, merece vivir.

Su índice fino, en un gesto onduloso decoró eco y descenso.

–¡Bellísimo! –profirió vehementemente Myles Crowford.

–El cielo lo inspiró –dijo Mr. O’Midden Burke.

–¿Le gustó? –preguntó J. J. O’Molloy con los ojos puestos en Stephen.

Stephen, su humor venoso preso del léxico y el gesto, se ruborizó. Tomó un pucho del contenedor. Myles Crowford, respondiendo el ofrecimiento de J. J. O’Molloy, tomó otro. Lenehen les encendió los puchos de nuevo y obtuvo su merecido trofeo, diciendo:

–Muchibus grecibus.

 

UN HOMBRE DE ENORME SENTIDO ÉTICO

 

–El profesor Mogennis[139] tuvo elogiosos conceptos sobre usted –dijo J. J. O’Molloy discurriendo con Stephen–. ¿Qué cree usted de ese grupo de herméticos, los verseros del viscoso sílice y el silencio: O. E. el profesor místico?[140] Un invento femenino,  Blovotsky[141], lo empezó todo. Fue un delicioso vejestorio churrullero. O. E. recibió un reportero de New York que lo entrevistó y le dijo que usted lo visitó de noche pidiéndole  un informe sobre los niveles del ser consciente. Mogennis cree que usted se burló de O.E y que le tomó el pelo. Mogennis; un hombre de un muy enorme sentido ético.

Elogioso conmigo. ¿Qué fue lo que dijo? ¿Qué fue lo que dijo? ¿Qué fue lo que dijo sobre mí? No preguntes.

–No, muy gentil –dijo el profesor McHugh, devolviendo el contenedor de puchos–. Espere un minuto. Déjeme decirlo. El mejor discurso que oí desde que tengo registro es un discurso de John F. Teylor en el club histórico del colegio. El juez Fitzgibbon, hoy presidente del recinto de recursos litigiosos, hizo su discurso y lo que se puso en discusión fue un escrito (novedoso entonces), pidiendo por el resurgimiento del léxico erinés.

Se volvió en dirección de Myles Crowford y dijo:

–Gereld Fitzgibbon, usted lo conoce. De modo que figúrese el estilo de su discurso.

–Se dice que él y Tim Heely son vecinos de pupitre–dijo J. J. O’Molloy– en el comité rector del Trinity College.

–Un dulce tesorito es su vecino de pupitre –dijo Myles Crowford– con vestidos bien cortos. Continúe. ¿Entonces?

–Consideren –dijo el profesor– que fue el discurso de un retórico experto, lleno de gentil presunción, que vertió con perfecto equilibrio no digo los ríos de su enojo, sino por lo menos el oprobio de un hombre orgulloso del nuevo movimiento. Por entonces se lo consideró un nuevo movimiento. Hemos sido débiles, y por consiguiente indignos.

Cerró un segundo los extensos morros finos pero, inquieto por seguir, subió unos dedos extendidos en dirección de sus lentes y, con un roce sutil del borde negro con el índice y el medio temblorosos, buscó un nuevo foco.

 

IMPROMPTU

 

Con un tono sereno miró en dirección de J. J. O’Molloy y le dijo:

–Teylor concurrió, como se supo, directo desde su lecho de enfermo. No creo que hubiese escrito su discurso, porque no se verificó que en el recinto hubiese ningún perito en jeroglíficos. Su rostro oscuro y enteco se vio envuelto en el velo de unos pelos desprolijos. Se puso un moño flojo de tisú níveo y se lo vio (por cierto sin motivo) como un moribundo.

Sus ojos, de repente pero con lentitud, recorrieron el rostro de J. J. O’Molloy, después el de Stephen y presto descendieron en dirección del suelo, inquiriendo. Su flojo cuello de lino surgió en el dorso del tiesto que se inclinó, sucio con los últimos mechones de pelo. Reflexionó otro poco y dijo:

–Ni bien Fitzgibbon terminó su dicurso, John F. Teylor se puso de pie con el propósito de responderle. Brevemente, y por lo que recuerdo, esto fue lo que dijo.

Irguió el tiesto firmemente. Sus ojos tuvieron de nuevo un brillo reflexivo. Moluscos incoherentes recorrieron los recovecos de sus gruesos lentes, inquiriendo un resquicio por donde huir.

Comenzó:

Presidente, mujeres y hombres del recinto: Enorme fue mi goce oyendo el discurso con el espíritu puesto en los jóvenes de Erín que recién pronunció mi querido doctor. Me sentí como si estuviese de pronto en un territorio remoto, muy lejos de este querido suelo, en un pretérito remoto y lejos de nuestro presente, me sentí en el viejo Egipto y oyendo el discurso de un  sumo religioso de ese reino que escuchó el joven Moisés.

Los presentes sostuvieron los puchos en suspenso oyendo con interés, los humos subiendo en débiles brotes que su decir elocuente fue convirtiendo en pimpollos. Y dejemos que nuestros torcidos humos.[142] Nobles términos los que se vienen. Muy bien. ¿Lo hubieses hecho mejor?

Y creí oír el vocejón del sumo religioso egipcio en un tono subido como de pretensión y de orgullo. Escuché su discurso y su sentido se me reveló.

 

DE LOS PROGENITORES

 

Se me reveló que son buenos los entes que se corrompen. No pueden corromperse si fuesen perfectos,  pero del mismo modo no se pueden corromper si no fuesen buenos.[143] ¡Oh, demonios! Eso es de S Ogustín.

¿Por qué, vosotros los judíos, no queréis vivir según nuestros modos, nuestros principios religiosos y nuestro léxico? Vosotros, tribu de boyeros, recorréis el desierto sin poseer un territorio fijo; nosotros somos un pueblo poderoso. Vosotros no tenéis urbes ni dinero; nuestros pueblos son colmeneros de civismo y nuestros veleros, trirreme y sextirreme, repletos con tesoros, recorren los pontos de todo el globo conocido. Vosotros recién emergéis del nivel primitivo; nosotros tenemos escritores célebres, un ejército de religiosos, milenios de registros históricos y un código constitutivo.

El Nilo.

Niño, hombre, esfinge.[144]

En el borde del Nilo mujeres que se ponen de hinojos, cesto de juncos de mimbre; un flexible guerrero; cuernopétreo, pelopétreo, cuorepétreo.

Vuestros rezos tienen como destino un ídolo ignoto y oscuro; nuestros templos, regios  y misteriosos son el reposo de Isis y de Osiris, de Horus y de Emon Ré.[145]  Los vuestros servidumbre, temor reverente  y sumisión,  los nuestros el trueno y los pontos. Vuestro pueblo es débil y sus son hijos pocos; Egipto es multitud, y temibles son sus ejércitos. Como inservibles y peones se os reconoce; el mundo deviene tembloroso oyendo nuestro nombre.

Un mudo eructo de vientre hueco le cortó el discurso. Sobre éste subió el tono, impetuoso:

Pero, hombres y mujeres del recinto, si el joven Moisés hubiese oído y hecho suyo ese modo de vivir, si hubiese cedido rindiendo humilde su tiesto y cediendo  en su decisión y rindiendo humilde su espíritu enfrente de reconvenciones de este tenor, no hubiese podido ser el líder del pueblo elegido en el exilio de su reducto de servidumbre, ni hubiese seguido el obelisco de nubes entre sol y sol. Hubiese sido imposible que se comunique con el Eterno en medio de los refucilos en el tope del Monte Sineí ni descendido de éste con el destello del estro refulgiendo en su rostro y sosteniendo en sus dedos el bloque de diez leyes, esculpido en el léxico de los sin ley.

Concluyó y los miró, en el deleite del silencio.

 

OMINOSO –¡LE RESULTÓ!

 

  1. J. O’Molloy dijo, no sin dolor:

–Y con todo, se murió sin poner un pie  en el suelo prometido.

–Uno de esos-decesos-repentinos-y-no-de-extensos-procesos-enfermizos-que frecuentemente-uno expectoró –se extendió Lenehen–. Y con todo un futuro en su pretérito.

Se oyó el tropel de pies desnudos correr por el recibidor y subir bullicioso en pos del piso superior.

–Eso es un discurso –dijo el profesor, indiscutido.

Se lo llevó el viento. Huestes de Mulleghmest y Turu de los reyes[146]. Kilómetros de oídos de vestíbulos[147]. Los términos del tribuno, repetidos con gritos y distribuidos en todos los rumbos. Un pueblo protegido por su voz.[148] Ruido muerto. Registros equésicos[149] de todo lo que fue en el sitio donde hubiese existido. Queredlo con devoción y rendidle honores religiosos. No cuenten conmigo.

Tengo dinero.

–Señores –dijo Stephen–. Como próximo punto en el orden, ¿puedo sugerir un fin de sesión?

–Me sorprende. ¿No es un cumplido de Burdeos? –preguntó Mr. O’Midden Burke–. Es el momento, creo, en que el botellón de vino, por decirlo en tono poético, es el colmo del deleite en el viejo bodegón.

–Es un hecho y en este mismo segundo resolublemente se resuelve. Todos los que conmigo coinciden deben decir sí –propuso Lenehen–. Los que se oponen, no. Decreto el triunfo de mi moción. ¿Qué tugurio específico…? Mi voto preferido es: ¡lo de Mooney!

Lideró el cortejo, reconviniéndolos:

–Vehementemente decimos que no hemos de beber líquidos fuertes, ¿no es cierto? Sí, no beberemos. De ningún modo.

Mr. O’Midden Burke, sin perder ni un metro, dijo con un estoque cómplice de su cubretiesto:

–¡Cúbrete, Mcduff![150]

–¡Hijo de tigre! –gritó el editor, con unos golpecitos en el hombro de Stephen–. Nos fuimos. ¿Dónde dejé esos podridos cerrojos?

Se exploró los bolsillos removiendo los fruncidos folios impresos.

–Fiebre del morro. Lo sé. Muy bien. Lo incluiremos. ¿Dónde se metieron? Muy bien.

Se metió de nuevo los folios en el bolsillo y fue en dirección del recinto interior.

 

ESPEREMOS

 

En el momento de seguirlo, J. J. O’Molloy susurró en el oído de Stephen:

–Espero vivir lo suficiente y ver que lo publique. Myles, un momento.

Se metió en el recinto interno y cerró el portillo ni bien entró.

–No se demore, Stephen –dijo el profesor–. El tiempo es bueno, ¿cierto? Visión de un típico gurú. Fuit Ilium![151]. Troy[152], pueblo ventoso, destruido. Reinos de este mundo. Los señores del Tirreno hoy poseen huertos.

El primer niño vendedor de periódicos descendió los estribos mordiéndoles los tobillos y se fue como un gorrión, profiriendo:

–¡El suplemento hípico!

 

DELICIOSO DESORDEN DE DUBLÍN

 

Dublineses.

–Dos vírgenes de Dublín –dijo Stephen–, devotos vejestorios, vienen viviendo diez y once lustros en Fumbolly’s Drive.

–¿Dónde es eso?[153] –preguntó el profesor.

–Por Bleckpitts[154] –dijo Stephen.

Noche, tiempo lluvioso y un olor de bollos que produce deseos de comer. En un muro. Reluciente rostro de cebo, semioculto por un velo tejido. Pechos temblorosos. Registros equésicos[155]. ¡Muévete, querido!

Muévete. Decídete. Vive.

–Quieren tener el gusto de ver Dublín desde el tope del obelisco de Nelson. Reúnen tres chelines y diez peniques en un cofre buzón de rojo zinc. Remueven el cofrecito por los cobres de tres peniques y de seis peniques y con el extremo de un cuchillo obtienen los de un penique. Dos con tres peniques en níquel y uno con siete en cobre. Se ponen los sombreros y los mejores vestidos y recogen sus cubretiestos creyendo que puede llover.

–Vírgenes prudentes –dijo el profesor McHugh.

 

VIVIR DESNUDO

 

–Piden un chelín y tres peniques de queso de cerdo y seis redondeles de miñón en los comedores del sector norte, en Morlborough Street, donde Miss Kitty Collins tiene su negocio. Consiguen veintitrés ciruelos renegridos en un puesto del obelisco de Nelson, por si el queso de cerdo les diese. Ponen los tres peniques que les pide el señor del molinete y con esfuerzo y ruidos de pies suben por el conjunto de estribos dispuestos en hélice, con rezongos, con mutuos pedidos de vigor, temiendo el recinto oscuro, con intensos soplidos, requiriéndose tienes el queso de cerdo, bendiciendo los nombres de Dios y su Virgen del Cielo, repitiendo su intención de descender, viendo por los intersticios de los ventiluces. Tuyo es el Reino, Tuyo el poder. No creyeron que fuese lo enorme que es.

Sus nombres son Julie Keernes y Florence McCube. Julie Keernes sufre de los huesos, por lo que se pone líquido de Lourdes, que le dio un señor que consiguió un botellón de un religioso penitente. Florence McCube tiene un pie de cerdo[156] y un porrón de doble X[157] con el que humedece el copetín del domingo.

–Términos opuestos –dijo el profesor, diciendo que sí dos veces con el tiesto–. Vírgenes vestules[158]. Lo veo. ¿Por qué se demoró nuestro socio?

Se volvió.

Un ejército de niños se precipitó descendiendo por el conjunto de estribos, dividiéndose en diferentes direcciones, profiriendo gritos, moviendo en un intenso revoloteo sus periódicos impolutos. Segundos después surgió Myles Crowford en los estribos, el sombrero como un nimbo sobre su rostro bermejo, discutiendo con J. J. O’Molloy.

–No nos demoremos –gritó el profesor, moviendo uno de sus miembros superiores.

Volvió y se puso en movimiento junto con Stephen.

 

REGRESO DE BLOOM

 

–Sí –dijo–, los veo.

Mr. Bloom, entre resuellos, en medio de un remolino de indómitos niños vendedores en el vestíbulo del Irish Christ Church y el Dublin Penny Newsletter, gritó:

–¡Mr. Crowford! ¡Un momento!

–¡El suplemento hípico! ¡El Telexpress!

–¿Qué sucede? –dijo Myles Crowford, deteniéndose un momento.

Un niño gritó en el rostro de Mr. Bloom:

–¡Terrible suceso en Ruthmines[159]! ¡Niño mordido por un fuelle!

 

REUNIÓN CON EL DIRECTOR

 

–Simplemente este prospecto –dijo Mr. Bloom, subiendo los estribos con esfuerzo, sin resuello y produciendo el recorte del bolsillo–. Vengo de reunirme con Mr. Keyes. Quiere que le renovemos por dos meses. Después puede repetir. Pero como condición quiere un suelto que se note bien en el Telexpress, en el suplemento rosillo del domingo. Y quiere que en lo posible lo copie, como lo conversé con el consejero Nonnetti, del Kilkenny People. Puedo conseguirlo en el repositorio de libros. Lo de los cerrojos, ¿comprende? Su nombre es Keyes. Es un juego de términos con el nombre. Si bien no lo prometió es muy posible que renueve. Pero quiere un poco de promoción sin costo. ¿Qué le digo, Mr. Crowford?

 

Q.M.B.E.C.

 

–Puede decirle que me bese el culo –dijo Myles Crowford moviendo un puño e insistiendo sobre el concepto–. Puede decírselo como lo oye.

Un poco nervioso. Puede ser que explote en un segundo. Momento de beber unos porrones. Codo con codo. El gorro de grumete de Lenehen el primero, viviendo de gorro. El engreimiento de costumbre. Me pregunto si ese joven Dedelus es el líder del grupo. Veo que hoy se puso unos botines decentes. En mi último encuentro pude verle los dedos de los pies. Estuvo metiendo los pies en el lodo. Jovenzuelo desprolijo. ¿Por qué tuvo que meterse en Irishtown?

–Bueno –dijo Mr. Bloom, poniendo de nuevo sus ojos en el rostro del editor–, si consigo el diseño creo que podemos concederle un breve suelto. Conseguiré que nos dé el prospecto, creo. Le diré  que…

 

Q.B.M.R.C.E.

 

–Que bese mi regio culo erinés –gritó bien fuerte Myles Crowford por sobre el hombro–. Ni bien lo desee; puede decírselo.

En el momento en que Mr. Bloom consideró sus dichos y estuvo por sonreír, el editor se fue con pies de robot.

 

PIDIENDO UN CRÉDITO PUENTE

 

Nemo bonus[160], Jock –dijo poniéndose cinco dedos en el mentón–. Estoy hundido. Yo estoy como usted, con el cordel en el cuello. El último jueves intenté incluso que un usurero me preste unos florines por un crédito que debo. Lo siento, Jock. Tiene que entender que no es egoísmo. Si no fuese por esto, lo hubiese socorrido con gusto.

  1. J. O’Molloy se puso serio y continuó el recorrido en silencio. Se reunieron con los otros y siguieron juntos.

–Ni bien el dúo comió el queso de cerdo y los miñones y se limpió los respectivos veinte dedos con el envoltorio de los miñones, se detuvo enfrente del cerco.

–Esto es de su interés –explicó el profesor discurriendo con Myles Crowford–. Dos vírgenes de Dublín en el tope del obelisco de Nelson.

 

¡QUÉ OBELISCO! –DIJO EL PRIMER LORO VIEJO

 

–Qué novedoso –dijo Myles Crowford–. Eso lo copió. Que estuvieron en el picnic de junio de los remendones en Dorgle[161]. Dos vejestorios belitres[162], ¿no?

–Pero tienen miedo de que el obelisco se desplome –siguió Stephen–. Ven los techos y discuten sobre dónde se distinguen los diferentes templos: el domo índigo de Rothmines, el cimborrio de St. Peter’s, el de St. Lorence O’Toole. Pero lo que ven les produce vértigo, entonces se suben los vestidos…

 

MUJERES LEVEMENTE EN CELO

 

–Un momento, todos –dijo Myles Crowford–. Ningún permiso poético. Somos sede de múltiples diócesis.

–Y con sus posteriores puestos sobre culotes con listones, subieron los ojos en dirección del monumento del tullido licencioso.[163]

–¡Tullido licencioso! –gritó el profesor–. Eso es muy bueno. Lo entiendo. Entiendo lo que quiere decir.

 

DOS MUJERES INDUCEN ENTRE LOS CIVILES DE DUBLÍN UN CREDO EN VELOCICOMPRIMIDOS COMO VELOCITOSOS METEORITOS

 

–De repente sufren de tortícolis –dijo Stephen–, y no pueden, porque no tienen vigor, poner los ojos ni en el cielo ni en el suelo, ni emitir un sonido. Ponen en el medio el envoltorio de ciruelos y se comen los frutos uno por uno, escurriendo con el moquero el jugo que les fluye de los morros y escupen los cuescos por entre los rejones.

Como conclusión profirió un súbito y juvenil risoteo. Lenehen y Mr. O’Midden Burke, oyéndolo, se volvieron, hicieron un signo y como líderes del pelotón emprendieron el cruce en dirección de lo de Mooney.

–¿Eso es todo? –preguntó Myles Crowford–. Supongo que no cometieron hechos peores…

 

CULTOR DEL SOFISMO  GOLPEÓ EL ROSTRO DE HÉLÈNE, CRUJIR DE DIENTES HOMIOINOS. LOS REYES DEL JÓNICO DICEN QUE PENÉLOPE VENCIÓ

 

–Usted tiene un símil con Entístenes –dijo el profesor–, un discípulo de Gorgios, el cultor del sofismo. Dicen que fue imposible decidir si fue menos dulce consigo mismo que con los otros. Fue hijo de un noble y concebido por mujer servil. Y escribió un libro en el que quitó el cetro de lo bello del ergivo[164] tiesto de Hélène y coronó el pobre tiesto de Penélope.[165]

Pobre Penélope. Penélope Rich.[166]

Emprendieron el cruce en dirección de O’Connell Street.

 

¡OIGO, CONTROL!

 

En diversos puntos de los ocho recorridos, trolebuses con coches inmóviles se detuvieron en los rieles, en dirección o de regreso de Rothmines, Rothfornhom, Blockrock, Kingstown y Dolkey, Sendymount Green, Ringsend y Sendymout Tower, Donnybrook, Polmertson Field, y Upper Rothmines, todos quietos, en el quietismo de un cortocircuito. Un conjunto de sulkies, remises, vehículos de distribución, coches del correo, coupés, furgones con esqueletos con sifones tembleques, rugió, circuló, movido por equinos, velozmente.

 

¿CÓMO? –Y DEL MISMO MODO– ¿DÓNDE?

 

–¿Pero cómo lo define? –preguntó Myles Crowford–. ¿Dónde obtuvieron los frutos del ciruelo?

 

 

PROPIO DE VIRGILIO, DICE EL DOCENTE.  EL SOFOMORO[167] SE DECIDE POR EL VIEJO MOISÉS.

 

–Puede ponerle, espere –dijo el profesor, extendiendo sus generosos morros en un gesto de reflexión–. Puede ponerle, déjeme ver. Nómbrelo: Deus requiem dedit nobis otium hodie.[168]

–No –dijo Stephen–. Yo lo denomino Visión Nebo del Suelo Prometido[169] o El  ejemplo de los ciruelos.

–Comprendo –dijo el profesor.

Rio muy contento.

–Comprendo –repitió con nuevo gusto–. Moisés y el territorio prometido. Nosotros le dimos ese concepto –comentó con J. J. O’Molloy.

 

HORETIO[170] ES EL CENTRO DE ESTE BELLO JUEVES DE JUNIO.

 

  1. J. O’Molloy miró el monumento de reojo y visiblemente molesto, pero se quedó en silencio.

–Comprendo –dijo el profesor.

Se detuvo en el zoco del monumento de sir John Grey[171] y miró en dirección de Nelson por entre los tejidos de su sonriente desdén.

 

LOS DEDOS DISMINUIDOS PRODUCEN UN EXCESIVO ESTÍMULO EN DOS RETOZONES VEJESTORIOS DESPROLIJOS. SERPENTEOS DE JULIE, TITUBEOS DE FLORENCE –PERO ¿QUÉ DELITO COMETIERON?

 

–Tullido licencioso  –dijo con gesto sombrío–. Confieso que me produce cosquilleo.

–Como el cosquilleo de los vejestorios –dijo Myles Crowford– ¡Si conociésemos los secretos de Dios Todopoderoso!

 

[1] Los remendones cosen el cuero de los botines, los lustrones les imprimen brillo con untos de betún y golpes de cepillo.

[2] E.R.: Signos de Edwerd Rex (Edwerd VII del territorio inglés).

[3] Hoy, después del Brexit y el retiro del príncipe menor con su consorte, podridos del tedio y los compromisos estúpidos que impone el protocolo, el nombre de este reino debe ser el Reino Hundido.

[4] El truco que diseñé es el siguiente: en este señor Olexonder, despeje el/los signo/s O y encuentre el sustituto siendo que O ≠ e ≠ i ≠ o ≠ u.

[5] Veo quién es y se los digo después. Debe ser el dueño del periódico o un miembro del directorio como el ruin Megnetto.

[6] Piénsese en un dibujo: un edificio, un poliedro con un techo en V ( inverso) 3+2=5 Porque en inglés es -esto lo dijo Bloom en los tres episodio precedentes– es House of Keyes, su cliente o prospecto de cliente.

[7] Un estribo permite que uno monte un potro, es cierto. Pero en el mismo sentido sucesivos estribos, de hierro, cemento o los sencillos de pino,  permiten subir o descender de un edificio o torreón. Puestos en hélice tienen un nombre de insecto que se ve por doquier en sitios húmedos y que no son muy queridos en los huertos. Si bien se comen con tuco.

[8] En el episodio 6 lo expliqué, lo repito: Un cubretiesto tiene múltiples usos: sirve de protección si lo sorprende un diluvio y no tiene un piloto o un periódico. Lo mismo previene muy bien los golpes de sol y por último, con un cubretiesto usted puede defenderse de un bribón

[9] Merio: Giovenni Motteo Merio, duque de Condio (1810-1883), célebre tenor turinés. Despeje el signo E en Merio y encuentre el sustituto siendo que E ≠ e ≠ i ≠ o ≠ u. Stop.

[10] Bordón en este punto es el coso que sostiene el obispo en su rol de peregrino, un trozo de cedro o ciprés o roble con un rulo en el extremo superior. Le sirve de sostén y es un símbolo de su misión, no de sumisión. No confundir.

[11] Pisos buenos y viejos pero flojos por viejos, que crujen como viejos.

[12] ¿Puede subir el número de periódicos vendidos? Un misterio religioso.

[13] Portones o portillos que tienen por costumbre volver sobre sus goznes por efecto de un resorte. Un eterno ir y venir.

[14] Nonnetti: Joseph Petrick Nonnetti (1851-1915) imprentero en jefe  y político erinés de origen turinesco; fue miembro del gobierno e intendente de Dublín, si bien siempre se definió como obrero y no como político. Mire lo que lo que le digo.

[15] Deceso sucedido en 1714. Busque de qué vejestorio o de qué rey fue cónyuge este vejestorio, si lo tuvo; tómese un poco en serio este rollo de los pies de texto, qué de texto, que detesto.

[16] Recuerdos de Bloom, hechos viejos, viejísimos sin ningún interés ni entonces ni (mucho menos) hoy pero que, si usted es curioso puede descubrirlo. En el Desmenuce de Ulises (Don Gifford, que tuvo que ser torducido y tuvo que sufrir, supongo porque no lo leí sino en inglés, el tormento de los pies detesto que de texto, con remisiones y sub remisiones, en fin un infierno, pero que de todos modos sirve muchísimo, se lo recomiendo) lo tiene todo servido; y por supuesto en google. Pero de todos modos se escribieron, se escriben y es posible que en el futuro continúen escribiéndose libros y libros sobre estos pormenores y recovecos del Ulises. Joyce lo predijo; un siglo de profesores y eruditos pueden vivir y comer muy bien escribiendo sobre lo que yo escribí.

[17] Pequeño puerto en el oeste de Erín; un puerto menor, sumido en el olvido donde es posible que de vez en vez se exporten burros viejos y jumentos vencidos; quiénes fueron los clientes, qué precio por burro o por jumento, lo ignoro. Es un buen punto de inicio si uno quiere escribir un libro sobre este puerto, estos jumentos o estos burros.

[18] Este término es de uso corriente; los niños, los jóvenes y los viejos leyeron en su tiempo uno o dos comics. No objete,¿quiere?

[19] Pit no es Pit ni Pet ni Pot ni Put. Bull es Bull.

[20] Por Poco Todo Fotos. Si no pongo este pie de texto usted se lo pierde irremisiblemente. Porque, ¿cómo puede uno entender qué quiere decir PPTF? Pero, espere. Tiene jugo: sucede que hubo un periódico de chismes que se denominó PPTF y editó un cierto T.P.O O’Connor. El periódico no sólo publicó chismes sobre himeneos, festejos diversos incluyendo servicios fúnebres, con fotos lo que fue un hecho novedoso en ese tiempo. Se promovió diciendo:  “¿Qué es un chisme sin fotos?/Como un templo sin devotos/¿Y su himeneo sin fotos? / Un tren con los vidrios rotos/ ¿Qué es un entierro sin fotos/un político sin votos”. Si Usted no me lo cree. ¡Busque!

[21] Lo dije y lo repito, un erinés es del Eire, en términos poéticos u oriundo de Erín, en sentido cívico- geopolítico. Creo que con esto es suficiente. No quiero extenderme, bien que me tiento, en pormenores de extensión, sitios de interés, credo, misterios históricos, etc.

[22] Como los que el FMI concede. Un puente desde donde es mejor que uno se cuelgue. Los intereses son de usurero.

[23] Ruido de cilindros impresores con motores golpeteos ruidosos trocotrocos de los periódicos en tren de imprimirse eso quiere decir en su fuero interno Mr. Bloom que teme que el consejero no lo escuche. Monólogo interior ruidoso.

[24] Los porteños, los cordobeses y los mendocinos entienden que el chivo es el olor tipico del sudor de un hombre. Se secó el chivo con el moquero, quiere decir que con un moquero, el hombre se secó el sudor de su frente, por ejemplo. En este contexto, Nonneti se fregó el hueco donde coinciden el húmero y el fondo del hombro.

[25] Un bicho que vive no lejos de Potosí, ni de Jujuy. Es como un cordero enorme, escupe, tiene pésimo humor pero es muy bello y si uno no lo jode, es inofensivo. El pelo de este bicho es muy fino y costoso. Por supuesto los ingleses lo tejen y por ende lo protegen.  Lo obtienen por dos pesos y lo venden como oro en Pound Sterling. Lo mismo que hicieron con los negros, con el opio y con el té. El modelo es perverso.

[26] Decimos lo de Pepe y entendemos el domicilio de Pepe, el negocio de Pepe, el piso de Pepe, etc etc; en el mismo sentido que Chez Otto (un templo del twist y el fox-trot en BB, hermoso boliche remoto).

[27] Meterle cerrojo, ponerle cerrojo. El término, si bien un poco esquivo, tiene el olor del cierre; pongo el cerrojo y me voy; vuelvo y quito el cerrojo, por extensión el objeto que me pongo en el bolsillo y que me permite el ingreso de nuevo, en este libro, ese objeto tiene por nombre CERROJO, y punto, y con esto cierro este pie detesto.

[28] No es un islote, y su nombre no es Men (hombres), es uno solo (hombre). (Resolver este sencillo jeroglífico puede ser muy divertido, si este libro no lo entretiene). Busque.

[29] Ver 24. Después, seguir.

[30] De Linotype(M.R.), equipo de impresión que se utilizó en composición de periódicos e impresiones de todo tipo en los tiempos sin teléfonos móviles ni PC . Miles de signos de todos los léxicos conocidos fundidos y refundidos en plomo. Los tumores que produjeron en el gremio de los impresores se percibieron medio siglo después de su invención. Muerte cruel, muerte por plomo. Hoy es todo on-line, ¿vio? Pero no siempre fue de ese modo.

[31] Lo de lentoso es por tener lentes, lo de giboso es porque con el tiempo el pobre viejo se encorvó y lo de pecherudo es porque el hombre protege sus vestidos con un peto que le cubre, como el término mismo nos lo dice, el pecho y no sólo el pecho sino el vientre, el pene (perdón, no quise decir pito, pollo, pico, o choto) y los testículos (por no decir los huevos ni mucho menos los cojones) que de todos modos se los come, el plomo, por mucho cuero que use como ilusorio e inútil protector. Lo mismo sucede con los RX.

[32] Quien fue niño en otros tiempos, remotos, puede prescindir de este pie detesto. Quien no entiende esto de Singer puede leer lo que dice google: Singer es sinónimo de implementos de coser.

[33] Su propio viejo, no el viejo de los tipos ni el tipo viejo. Su progenitor en el recuerdo, de Bloom, Leopold. No quiero confundirlo, lector, pero debo poner muchos pies detesto con el fin de que este libro se considere el fruto de un erudito de primer nivel y supere el número de pies detesto de otros torductores con títulos muy superiores.

[34] Hogodoh: sustituyendo “o” por “x” se tiene el nombre de unos cuentos judíos muy instructivos.

[35] Shemó Isreel Odonei Elohenu: Hebreo: “Oye Isreel, el Señor es nuestro Dios”. El Shemó es el primer rezo judío, que expresó su monoteísmo: “Shemó Isreel Odonei Elohenu”: “Oye Isreel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno”. Dt 6: 4. (El respeto religioso por los fieles de todo credo me impide ser irónico en estos puntos. Sólo diré que sustituí  ciertos signos por cumplir con mi cometido) El Señor de todos es mi Dios. Espero que no se enoje.

[36] En el pie detesto 5 expliqué con rigor qué quiero decir con esto de estribos. No lo repetiré. Ver, pues, cinco.

[37] En lo sucesivo, el bloque cremoso, el envoltorio con pegotes de tisú, el bulto cremoso, como lo rotulé en previos episodios, recibe el nombre se “sweny” que es el sitio donde Bloom lo compró. Yo mismo tengo uno, que compré de recuerdo en ese mismo sitio y tiene el nombre de SWENY, como si fuese LUX o FRESH BUM o CULOLIMPIO. De todos modos, si usted es curioso, este bloque limonodoro tiene su vínculo con el limón (Ethrog) que es el eje del rito religioso judío del Sukkoth; y esto no es chiste porque son cuestiones de fe y con eso no jodo. Lo dice, cómo no, el señor Don Gifford (7.226-27).

[38] Si no me equivoco este botón, en un momento, se desprende o se pierde en un territorio impreciso “donde se pierden todos los botones”. Pero puede ser que me equivoque. Después lo vemos. Es posible que usted no lo recuerde pero yo lo tendré presente y pondré otro pie de estos de texto, quede, testo.

[39] No puse dije porque hubiese tenido que decir que ese dije no es del verbo decir sino del objeto dije, con lo que, me dije, me hubiese metido en un estero lodoso del que no hubiese podido emerger sin perjuicio y sin ennegrecer este texto de por sí difícil y complejo. Por eso puse el término corindón que es complejo él mismo, lo concedo, es decir que coincido con usted,  pero, déjeme decirle que es bello, lujoso y querendón. Hubiese podido escribir rubí pero el rubí verde no existe. No quiero extenderme, disculpe.

[40] Entre los porteños y los oriundos de Montevideo existe un río color de león que tiene por nombre el río de níquel.

[41] Se viene un chiste.

[42] Nótese el chiste, que me costó un Perú.

[43] Y Jenofonte … Moretón miró en dirección del ponto: retorcijón de unos versos de Byron “Los islotes de los griegos”: “Y los montes vieron el Moretón,/ y Moretón miró en dirección del ponto”; los versos, según me dicen fueron incluidos en su opus Don John (III, 86). Qué sé John.

[44] Este viejo  Hedges Eyre Chutterton (1820-1910), consejero del rey, miembro del gobierno de los ingleses en Dublín y juez, si bien don Gifford (perdón, don, Don Gifford quise decir) no lo dice, digo que puede tener que ver con HCE, puesto que todo ECH, EHC, CEH, es HCE, Here Comes Everybody, en el otro libro de Joyce que yo hice, Finnegoins Week. Si el borrofesor lo quiere discutir, lo discutimos. Montemos un congreso/ en Dublín/ con ese fin/y démonos de guinness/ un festín/ sin poner de los nuestros/ ni un peso/ ni un mísero chelín.  ¡Uy, qué lindos versos, profesor! No se enoje, che. Un poco de sentido, del honor.

[45] D. y T. Fitzgerold: Estudio  de jurisconsultos y leguleyos en Dublín.

[46] el cuore de ese monumento en Prospect: Bloom tiene presente el Cristo que vio en el cementerio de Prospect, sosteniendo un cuore como símbolo pío.

[47] Si no le erro por mucho este Conroy es el de Los muertos, en Dublineses. Tiene que ser él, es seguro. Un cuento hermoso, extenso pero muy bello y triste. Cómo discuten todos justo un veinticinco de diciembre. El joven muerto de frío y el desdén de mujer, como dijo Fierro: tiene el cuore frío como vientre de escuerzo.

[48] Periódico que fue primero rebelde y después burgués.

[49] Mire, usted puede creerme o no, de usted depende, pero en este, como decirle, infierno de texto del que escribo este pie detesto,  estuve como veintinueve minutos queriendo escribirlo mejor. No sé si lo logré, pero le juro que me divertí muchísimo, y por eso sigo. Espero que usted, lector insomne, disfrute como disfruto yo. Y si no, disculpe.

[50] Ese disco níveo que rige el cielo nocturno y que es obedecido por pontos y luceros, y sobre el que Bloom en el episodio diecisiete compone un emotivo símil con el género femenino (que se lo recomiendo vehementemente; usted no puede morirse sin leer eso) señor mío, es, desde este punto y en lo sucesivo, Selene.

[51] Se olvidó de Homlet: el discurso de Dowson, si fuese lógico, hubiese hecho un símil de Erín so el reflejo de Selene, como sucede, pero “olvidó” seguir con el rollo que le hubiese permitido ver Erín en los momentos previos del despunte del sol, como sucede con Horecio en Homlet: “Pero ved, el relumbre del sol, de bermejo ropón cubierto,/ corre sobre el rocío de tu onduloso oriente”.  (¿Qué me dice de este Homlet? Belle Cohen o Bello, no recuerdo, en el episodio del burdel, el 15, Circe, se ríe y entiende Omelette). El episodio 15, Circe es divertidísimo, un vodevil de delirio y grotesco de primer nivel. No rendirse. Seguir leyendo. No se tome todo en serio. Todo lo que le dijeron de este libro son estupideces de vivillos borrofesores seudo eruditos.

[52] ¡Puerros y soretes!: sorete en nuestro territorio quiere decir estiércol y los puerros son cebollines, de donde surge un remedo de Shite &  onions!: típico insulto dublinés o erinés. Lo cuento porque el sonido es lindo y uno puede decirlo si se siente bien furioso y no quiere que se lo tome por grosero. Merde! Entre los pitucos criollos es sinónimo de suerte, pero este Shite & Onions!, dicho bien fuerte, es contundente. Pruébelo, miles de erineses no pueden vivir en el error.

[53] se peinó como Welsh: es decir, con los dedos; los vecinos de los ingleses, los del oeste, fueron siempre tenidos por gente de rudos modos y porte desprolijo. Los ingleses, como es de conocimiento público, siempre fueron finos y distinguidos.

[54] Bollero pringoso: insulto exótico, ¿no? Con despectivos ribetes lésbicos, incluso. De todos modos me extiendo un poquitín en este pie detesto: según veo en el Desmenuce del Ulises de don (perdón, père Don, Gifford) este don Dowson del discurso pomposo fue un señor que hizo bollos, biscochos, bizcochuelos, grisines, etc., e incluso fue recolector de impuestos y político. Todo un CV.

[55] Según dice Gifford, este Mr. Wetherup fue miembro del buró de recolección de impuestos donde el progenitor de J. Joyce, John S. Joyce, tuvo un empleo que no le duró mucho porque, se dice, se  dice que dicen, que se bebió un montón del dinero que cobró. Pero en Dublín el chisme es como en el resto del mundo, corroe y es infeccioso.

[56] ¿Vió que no le mentí? Se lo dije en 52. Recién.

[57] Ford “T”. Este pormenor no es de mucho interés pero lo mismo lo pongo si bien pudo ser un chevrolet o un bentley o un rolls royce. Y quién es el recolector de impuestos (excelente el cuento de Somuel Longhorne Clemens -MT- cuyo título es El recolector de impuestos. Se los recomiendo, en serio.)

[58] Es un invento mío. Déjelo que es útil y docente. El neologismo puede convertirse pronto en Trend Topic. Bien sur.

[59] Déjeme que le cuente un poco lo que investigué en el libro que tengo en el codo; el mismo Don Gifford (enough with the chiste) dice que todo este embrollo del ejército de North Cork y sus triunfos que no lo fueron y los tenientes ¿ibéricos? con nombres como Foot, Boyd y Le Hunt, inexistentes en sus registros históricos, es un soberbio sinsentido en el cerebro confuso de ese Myles Crowford. Entonces, si es todo un delirio, ¿por qué detenernos en pies detesto? Como dijo Mr. Dedelus, nuestro tiempo en este mundo es efímero; no lo desperdiciemos en idioteces.

[60] Pude muy bien escribir: sus ojos indiferentes en el empeine de sus botines, pero me gustó esto de los empeines indiferentes de sus botines e incluso pude poner que puso los ojos en los empeines de sus botines indiferentes.

[61] Folios sueltos con el reporte completo del circo hípico en el suplemento de los domingos del Sport.

[62]Recordemos que Lenehen es chistoso y compone, como veremos, jeux de mots o intríngulis.

[63] Los niños vendedores de periódicos, con los pies desnudos, no pueden decir el encuentro de equinos ni el circo hípico, por eso como los burreros del hipódromo, ellos dicen los burros.

[64] No es correcto pero se entiende: vejez, cúmulo de meses y meses vividos.

[65] Usted puede creerlo o no creerlo, pero Don Gifford dice que Myles Crowford cumple, con este despedirse de Bloom, el rol de Eolo, que en el principio del libro 10 se despide de este modo de Odiseo en buenos términos y en tono gentil. Es in-cre-íble el enorme monto de pequeños signos poco menos que invisibles, por no decir inexistentes, que los eruditos profesores descubren en este libro. Como dijo JJ, un siglo los tendré entretenidos escribiendo sobre lo que suponen que quise decir y diciendo lo que supongo que no escribí. Qué genio. Puro Mktng de congresos.

[66] Ulysses es el nombre de un tipo de lepidóptero. Y el color de este bellísimo insecto es índigo, o celeste profundo, como el color del primer Ulysses de 1922 que reprodujo el color del pendón de los griegos que coincide con los colores del nuestro criollo pendón, color de cielos y nubes. Increíble. Griegos y criollos sometidos por el FMI. ¡Qué destinos comunes tenemos, Odiseo! Disculpe el lector, me dejé influir por los sentimientos.

[67] De uno de los huesillos del hombre (y no de los muchos que tenemos en el oído) Dios creó un cuerpo de mujer y le infundió su espíritu diciendo: no es bueno que el hombre esté solo; creced y después veremos. Eso dice el credo.

[68] Un pub, obvio. Posiblemente sponsors de un equipo de rugby. Digo, por el nombre tipo ovoide.

[69] Dije en uno de los episodios precedentes que un pucho, chez nous, es lo que chez vous es un pitillo y como esto es un producto de chez nous y porque quiero, pongo pucho en vez de pitillo como vosotros hubieseis querido, queridos ibéricos míos dueños y protectores del léxico puro del Quijote.

[70]Conocido incluso como COLUMET, el K-LUMET (nombre correcto) es un utensilio que se utilizó entre los inios Sioux y distintos grupos étnicos y tribus en el momento de convenir un cese del fuego, definitivo o suficientemente extenso, con el enemigo.

[71][71] Fue tu puesto … se metió: versos del soneto del tercer episodio del opus operístico El lirio de León  (1857), del compositor fringlés Michel Will Bolfe (1808-1870).

[72] Ni que Brexit, of course.

[73] Silogismo: si uno puede decir y/o escribir Dublin o Dublín, Zürich o Zúrich, Berlin o Berlín, Sydney o Sidney, London o Londres, bien puedo, en este mismo momento y por motivos que me reservo, escribir Rome en vez del otro nombre del pueblo que el mito dice que fundó Remo con su mellizo Rómulo después de su destete como lobisón.

[74] Donde puedo, o donde quiero, uso el gentilicio. O no lo uso como en este punto.

[75] Guinness: usted conoce muy bien este nombre porque bebe sus buenos chops en los muchos pubs porteños o neuquinos, o incluso en Montevideo y en Chile. Por eso no cometo el insulto de decirle lo que usted conoce- ni le explico lo del evidente juego entre Guinnesses y Génesis del chistoso de Lenehen.

[76] No, esto no lo explico. Me niego. Disculpe, búsquelo usted mismo en un léxico.

[77] Se merece el mote distorsivo. Que lo linchen, dijo Lynch. Insecto.

[78] Puede ser porque Stephen Dedelus, que vuelve después de muchos episodios, viene con un ruego, que le publiquen el texto de Mr. Doisy, el director del colegio donde tiene un puesto como profesor de hechos históricos. Es un correo del lector, sobre bueyes perdidos.

[79] Versión libre de Stephen, que reescribí en mi versión libre, y creo, humildemente, que mucho mejor, de un soneto de un cierto Doug Hyde, “Mi dolor en el ponto”. Es un eco de lo que dijo/pensó/ monologó interiormente en el epsiodio 3 en su deprimente recorrido ribereño temiendo que el tiempo esto y que el tiempo lo otro y ver o no ver y por si fuese poco nebeneinunder; c’est compliqué, quoi.

[80] Stephen tiene en mente su discusión con Mr. Doisy, sobre el cierre del episodio 2, donde el viejo mequetrefe dice que fueron mujeres, sobre todo induciendo el deseo del sexo opuesto, quienes produjeron un conjunto de pestes, como introducir el crimen en el mundo  o permitir que los ingleses o los vikingos, es lo mismo, ocupen Erín.

[81] Busque Floridsdorf en google y puede ver que es un distrito vienés, el veintiuno.

[82] Me figuro el rostro que puso Edword VII recibiendo este insólito recibimiento del heredero de un Jefe de Imperio vecino que él mismo pretendió meterse en el bolsillo y de ese modo corroer los vínculos entre el susodicho y sus poderosos enemigos de Berlín. Don Gifford 7.542-43 (ininglish).

[83] Los que huyeron de Erín y quieren volver con refuerzos y con rifles. Como los O’Donnell residentes en territorio ibérico y en Floridsdorf.

[84] Google. Busque. No lejos de Budepest, Zsentiende.

[85] ¡Señor! … ¿Lord Sulisbury?: sugiere que los “dueños” de lo terreno y los regentes del espíritu tienen el mismo título, “señor” (lord). Robert Erthur Tolbot Goscoyne Cecil, tercer conde de Sulisbury (1830-1903), fue primer ministro del gobierno inglés en distintos períodos entre 1885 y 1902, fue miembro del grupo de los rígidos y negó todo posible intento de concesión en beneficio de Erín.

[86] Kyrie eleison!: Griego: Señor, se clemente.

[87] En Londres, este nombre, bien escrito, es un sitio de enorme interés turísitico, no lejos de Piquedilly Circus.

[88] que se hundió con … Egospótomos: los homioi, conducidos por un señor de nombre Lisendro, sorprendieron los buques enemigos en Egospótomos, deteniendo hombres y buques (405 B.C. ***que es lo opuesto de D.C***. ¿Pero cómo se detiene un buque?). Este evento significó el fin del Conflicto Bélico del Peloponeso y, según Wiki,  precipitó el derrumbe de los de Olimpo (y esto no es fútbol, señores; un poco de respeto).

[89] Pusieron el pecho, pero siempre perdieron: de unos versos de Will Butler Yeits (Collected Poems, New York, 1956, dice Gifford, ¿pero cómo puede ser si esto se publicó en 1922?. Oh, no, WBY los publicó después reescritos, con otro título, en otro libro… ¿Qué?)

[90] Dicho en el sentido de reunión, festejo, por lo de triunfo pírrico; no celebremos este triunfo que es pírrico.

[91] Sinónimo de grueso. Permiso poético, se dice.

[92] En el texto de origen, el oyente/lector debe descubrir qué quiere decir “no le veo el Joe Miller”. Bueno, el cuento es que este Joe Miller fue un cómico reconocido (¡en tiempos de George I, figúrese!) y su nombre quedó como sinónimo de chiste. Muy bien, ellos tienen o mejor dicho tuvieron su Jocoso Joe Miller, nosotros tuvimos, tenemos  y siempre tendremos nuestro Piluso, nuestro querido, ilustre, divertidísimo y extinto Negro Olmedo. Tiens! Después dicen que como torductores somos de poner términos que sólo nosotros entendemos. ¿Por qué no torducen ellos?

[93] Este hombre es Goius Solustius Crispus, fue tribuno del pueblo y escribió sobre hechos históricos en el imperio en los tiempos de los Clodios Pulcros. ¿Qué vinculo tiene con el chiste y con Mulligen? Sólo Stephen en su fuero interno lo conoce.

[94] Stephen revive lo oído en lo de Buck Mulligen (ver en el episodio uno).

[95] El lirio de León: el chiste es bobo como los chistes de Lenehen, por supuesto, pero busque el título de origen y después me dice si estuve bien o no. Puse un lirio (flor) y puse León (no lejos de Burgos).

[96] Le movió un perico enfrente del rostro. ¿Qué es un perico? Busque.

[97] Supremo Coronel Bobrikoff: Niko Ivonovitch Bobrikoff (1857-1904), coronel ruso, jefe supremo y coronel en jefe del ejército en territorio finés; ejerció un gobierno inflexible y recibió el mote de reyezuelo. Lo fusiló en el despunte del sol ese mismo jueves, 16 de junio de 1904, el hijo de un ex miembro del gobierno finés.

[98] En el texto de origen este título es un remedo de posetrusco; figúrese entonces lo libre que me siento; quiere decir, en posetrusco burlesco: un revoltijo de objetos o de seres de todo tipo. Vivimos revueltos en un merengue, en un mismo lodo, todos confundidos (Siglo Veinte, qué quilombo, dificultoso y febril, como dice el himno porteño). Ustedes me entienden, vosotros, no entendéis.

[99] Esto lo pongo porque tiene jugo. Mire: viene de Richelieu, un divertimento escénico escrito por un inglés de nombre Ed Bulwer-Lytton en 1836 (mire si es viejo): en el episodio III, Richelieu, envió un sirviente con un cometido difícil. El sirviente le preguntó, ¿qué sucede si cumplir con mi misión me es imposible?, y Richelieu responde: ¿Imposible? En el léxico de los jóvenes/que el destino protege/ en un hombre luminoso como tú/ el término imposible no existe.

[100] Lo veo en … embustero perezoso: Stephen revive un incidente de su niñez, en sus primeros meses como pupilo en Clongowes. Se le rompieron los lentes y el profesor, un repelente clérigo no le cree, lo reprende, y el muy hijo de de un regimiento de mujeres prostituyentes, lo somete con golpes en los dedos. El episodio se refiere en el episodio 1 del Dibujo de un joven escritor.

[101] Es urgente que se incorpore este término sin preciosismos ni técnicismos fonéticos. Cho-vi-nis-mo.

[102] Jokes es un sustituto burlón por Joch o Jock y Joch M’Corthy fue un reportero del Freemen’s.

[103] Un hotel del centro de Dublín, en el muelle Wellington.

[104] Un invento criollo que los porteños exhiben con orgullo en todo el mundo. Bic, plumín, útil con el que uno escribe (cuento esto con orgullo porque los ibéricos desconocen todos nuestros inventos y torducciones).

[105] Es el predio del Zoo de Dublpin y el monumento ¿de Wellington?, un obelisco.

[106] No sé si el término justo en mimbre, pero es un sombrero de estío, níveo, ligero, fresco, deportivo o de sport, ¿cómo puedo describírselo? Usted me entiende, querido lector insomne.

[107] Si bien suelo no torducir los motes o los nombres, por ejemplo Leopold es Leopold, no Leopoldo y Hoppy es Hoppy y no el Renguito, en este punto sí torduzco porque me conviene y porque este Skin el Chivo es un supuesto cómplice de los Invencibles que veremos en el episodio 16 (dit Eumeo) sirviendo en el Refugio de los Cocheros.

[108] Como en los ejercicios de números: descubir Y. O, mejor, en este nombre propio (Knockmyroom o el que fuere), despeje Y y encuentre su sustituto siendo que Y ≠ e ≠ i ≠ o ≠  u . Juguemos en el bosque, hoy que el profe se fue.

[109] Medem I Medem: si “I” se une con su “M” siguiente, tenemos “I’m” ¿Coincidimos? Muy bien, luego: Medem I’m Edem. No tiene mucho, mucho que ver con el chiste d’origine pero…. Y lo que sigue son dos bellísimos sinsentidos reversibles que me prestó Filloy, el querido Filloy, el supremo Filloy. Merci mon vieux!

[110] El vejestorio de Prince’s Street: mote en el periodismo del Freemen’s Weekly.

[111] Tey Pey: los dublineses dicen T y P en ese registro fonético. T. P., por Tom Power O’Connor (1848-1929), conocido reportero erinés que fundó muchos periódicos en Londres.

[112] El sol es un lucero, excelente, por cierto. El Sun no es el nombre de este periódico, sino el término Lucero, en inglés.

[113] Pyott: Félix Pyott: reportero bretón (1810-1889); espere: despeje O y encuentre su sustituto siendo que O ≠ e ≠ i ≠ o ≠ u. Muy bien, hecho esto seguimos, Este Pyott (sic) fue un reconocido revoltoso; después de los sucesos de 1871 en, se refugió en Londres. Escribió en periódicos en Londres y editó distintos periódicos rebeldes.

[114] Vende humo: rótulo que recibe quien, hombre, mujer o medio de difusión, dice lo que no es cierto, no dice todo lo cierto, se excede en ciertos sucesos y esconde otros, en fin, gente que vende peces podridos o espejos de colores como si fuesen pejerreyes frescos o rubíes genuinos.

[115] Chris Cullinem: primero despeje U y encuentre su sustituto siendo que U ≠ e ≠ i ≠ o ≠ u; luego despeje E y encuentre su sustituto siendo que E ≠ e ≠ i ≠ o ≠ u. Este hombre fue un reportero de Dublín, notorio por sus furcios, sus ridiculeces y sus impulsos violentos.

[116] Recordemos que Bloom telefoneó y se quedó con el tubo entre los dedos.

[117] Buen retorcimiento, no me lo niegue. Puede sugerir uno si quiere.

[118] Forum Shopping! Incredible! Coincidences! Shite & Onions!

[119] Despeje E y encuentre su sustituto siendo que E ≠ e ≠ i ≠ o ≠ u.

[120] Ídem 118.

[121] … il tuo spirito sereno … silenzioso: cierre de los versos 92 y 94 y todo el verso 96 del himno V del Infierno de Donte. “si el Rey del Mundo fuese nuestro compinche/ de él hubiésemos querido  tu espíritu sereno/ puesto que te duele nuestro ser perverso.// De lo que oír o discutir os guste,/ nosotros oiremos y discutiremos/ por mucho que el viento, como vemos corre silencioso”. Es Frencesque de Rimini discurriendo con Donte.

[122] per l’etere perso: “(que te vemos) por el éter perso”, Frencesque percibe que  Donte es un ser viviente y le dirige su discurso. El perso es un color entre índigo, rojo y negro. Infierno 5: 89. Mire cómo lo informo y eso que lo mío es puro cocoliche. Pero me esfuerzo por los tres , por JJ, por mí y por usted.

[123] Che il sereno pennone…: “(entoncesí) ese sereno pendón de oro y fuego”, Donte, en su visión, ve que el pendón de oro y fuego se vuelve intenso en el centro, Oh, Virgen del Cielo, en medio de miles de devotos querubines. Edén 31: 127.

[124] Di vederlo fè piú focoso: “y de verlo el impulso fogoso revivió (de  los míos)”; S Bernordo es el cicerone de Donte en el fin de su periplo y en este segmento expone su visión , Oh Virgen del Cielo: “Como Bernordo vio mis ojos/ en su efusión fijos y vivos,/ los suyos con profundo sentimiento  volvió en Su dirección,/ y de ver este Prodigio, el impulso fogoso de los míos duplicó” Edén 31: 139-142.

[125] Túmulo+bombo (como vientre)= tumbombo. Ingenioso. Como mínimo.

[126] Tercer oficio o profesión: los jurisconsultos , los teólogos y los médicos, en el orden inverso fueron los terceros, segundos y primeros oficios o profesiones en ese tiempo.

[127] ¿Por qué no citó un… o un Edmund Burke?: todos, en su nivel, fueron reconocidos como retóricos  muy elocuentes.

[128] Despeje el primer signo O (deje el segundo en su sitio) y encuentre su sustituto siendo que O ≠ e ≠ i ≠ o ≠ u.

[129] Peddy Kelly’s Budget …  The Skibbereen Crow: nombres de periódicos de Dublín y de Cork, en diferentes tiempos.

[130] El hoy…con su propio periódico: remedo de lo dicho por Jesús en el Sermón del Monte: “Por consiguiente no os preocupéis del futuro: que el futuro se preocupe  de sí mismo. El hoy tiene suficiente con su propio infortunio” Mt 6: 34.

[131] Este Grotton (Despeje dos O y encuentre su sustituto siendo que O ≠ e ≠ i ≠ o ≠ u.) contó con el soporte de un ejército de guerreros dublineses sin sueldo que se formó en 1778 con el fin defenderse de los vecinos bretones. Grotton fue un político que posibilitó un gobierno erinés con el visto bueno de los ingleses, que de todos modos no sirvió de mucho. Lo único legítimo que tuvo este gobierno fue el nombre, porque en los hechos no dictó leyes ni gobernó.

[132] Despeje E y encuentre su sustituto siendo que E ≠ e ≠ i ≠ o ≠ u.

[133] Y vertió en los conducts de mis oídos: Homlet oye lo que le dice el espectro sobre el modo en que fue muerto por su mellizo Clodio, que le echó veneno en los oídos.  Homlet I.v.59-63.

[134] Monologue intérieur de M. Stephen Dedelus. El hombre del doble dorso lo vemos en Otelo, donde el moro furioso y enloquecido de celos supone que su dulce cónyuge, Desdemone, le fue infiel. Pobre mujer. El eterno femicidio omnipresente.

[135] Este circunloquio forzoso en pigdin posetrusco o cocoliche posetrusco quiere quere decir: territorio donde vivieron etruscos, brucios y umbros y lo expertos que fueron y son en el dominio (dominium) pictórico, poético, músico, etc. Eso.

[136] oculum pro oculo dentem pro dente, es lo que me dice el torductor de Google, no juzgue mis conocimientos de posetrusco.

[137] Usted conoce el truco: despeje el segundo signo E y encuentre su sustituto siendo que E ≠ e ≠ i ≠ o ≠ u.

[138] Sumo Pontífice, es un orgullo decirlo,  porteño.

[139] El profesor Mogennis: Primero despeje O, etc, es Bill Mogennis, profesor en el University College, Dublín. Fue como un juez de los méritos de los escritores dublineses de fines de siglo.

[140] ¿Qué concepto … O. E. el profesor místico?: O.E. (sustituir O según expliqué diez veces) fue el seudónimo de George Will Russell (1867-1935), uno de los verseros del Club Hermético de Dublín. ‘Viscoso sílice’  y ‘silencio’ fueron dos de los términos preferidos de este hombre, quien por lo visto infectó un montón de seguidores.

[141] Blovotsky: (sustituir 2 O según expliqué once veces) De origen ruso, Helen Petrovne Blovotsky (1831-1891), escribió versos y novelones, conoció el mundo, experimentó el ocultismo y teosofó -si corresponde el neologoteosofismo. Fundó el Club Teosófico en 1875J,. Lo jugoso de sus reflexiones pueden descubrirse en Isis sin velo y Los principios secretos.

[142] Y dejemos que nuestros torcidos humos: en el fin de Cimbelino, de Shekspierre, Cimbelino dice: “Benditos los dioses/ y dejemos que nuestros torcidos humos trepen por sus hocicos/ desde nuestros templos benditos. Pregonemos este sosiego/ entre todos nuestros súbditos”.

[143] Se me reveló … si no fuesen buenos:  en Confesiones (398), de S Ogustín (354-430), sobre los seres que el Señor creó. (VII.12)

[144] Niño, hombre, esfinge: evoluciones de Moisés, desde su cesto de juncos que flotó por el Nilo y por fin el monumento que esculpió Miguel Engel.

[145] Usted conoce el truco: despeje dos E y encuentre su sustituto siendo que E ≠ e ≠ i ≠ o ≠ u.

[146] Seré sincero y directo con usted, querido lector insomne; en este punto, el libro que consulto por estos pies detesto, que es el mismo que leen doctos y legos, es decir Don Gifford, consume por lo menos dos tercios de pliego; fue un mitín en el monte Turu, (despeje los dos signso U y encuentre su sustituto siendo que U ≠ e ≠ i ≠ o ≠ u.) no lejos de Dublín donde O’Donnell dio un discurso enfrente de entre , dicen (los erines) 1.000.000 y  250.000 como mucho (los ingleses) de dublineses; los motivos históricos de los discursos de O’Donnell, sus dicterios sobre los ingleses, los conflictos internos y externos de Stephen y de Erín hubiesen requerido un enorme esfuerzo de expresión que lo hubiese dormido como un tronco. Por eso, si quiere conocer estos pormenores, puede ver 7.880-82 (Don Gifford, Ulysses in notes). Son diez o quince minutos de explico que te explico. Tiene mucho jugo, pero creo que es prescindible como pie detesto. De texto, perdón.

[147] Y en los vestíbulos de sus oídos vierto… (Shhh, es Stephen con su monólogo interior). Recuerdos de Homlet, rey muerto por su mellizo que se quedó con su reino y su mujer, y su hijo, el príncipe no ruego. Ser o no ser. Todo eso.

[149] Registros equésicos (o ekésicos): según los teósofos (fíjese qué fuente), son un reservorio eterno de todo tipo de recuerdos, donde en el éter todo lo ocurrido se vuelve eterno, lo conocido, lo intuido, desde el inicio mismo de los tiempos. El término lo forjó (inventó) Ms. o Mrs. Bésent (1847-1933),  de origen inglés.

[150] El delirio de Mecbeth sobre su supuesto verdugo que le predijeron los vejestorios espectros, con el florete diciendo, “¡Cúbrete Mcduff!/y que el demonio se lleve el espíritu/ de quien grite so, deténte que es suficiente!”. Eugenio, querido, me pregunto y te pregunto, en tu rol de jefe supremo de pies detestos en este libro, ¿tiene sentido que lo expliquemos? Porque si no, ¿dónde es el límite? ¿Qué decimos y qué no decimos? ¿Debemos extendernos sobre WS y su corpus? ¿Decir sólo lo mínimo? ¿Y qué es lo mínimo en Willium? ¿Y si escribimos sobre los sonetos, y torducimos versos y en ese torducir nos ponemos meticulosos y se nos ocurre poner pies de texto de pies detesto? Ciertos profesores incurren en este tipo de delito y los críticos, ciertos críticos, lo ven con buenos ojos y no es difícil que recomienden sus versiones por el contenido erudito que despiden sus voluminosos textos. En, fin. Me extendí. No creo que estemos en el buen sendero, pero podemos verlo. Siempre tendremos tiempo de extendernos y extendernos en este universo infinito cuyos pies detexto. Señor, yo no soy digno de que entres en mi texto, pero un consejo tuyo es suficiente como remedio.

[151] “Troy fue.” Dijo Pentus quien por requerimiento de Enees, lo informó sobre el fin de Troy.

[152] London, Dublin, Rome, Troy. Coherentemente expuesto, porque si Troy es Troy, Destroy, no es ¿Destrucción? Evidentemente puede ser Truye y Destruye. Pero dejemos Troy, si no los críticos se ponen furiosos y nos destruyen sin leer. Esto es lo que disfruto de estos pies detesto. Que me divierten y de vez en vez surge un tesoro.

[153] Busque; google le corrige el nombre, no se preocupe.

[154] Ídem 155.

[155] Ver 150.

[156] Como el que compró Bloom, después, en Circe. No revelemos. Esperemos.

[157] Un porrón de doble X: el común que ofrecen los pubs dublineses, hecho por Guinness; el  triple X es for export.

[158] ¿Lo ves? , vírgenes con tules (ves tules) y porrones, se oponen. Oh, puestos. Oh, posición.

[159] Despeje U donde U nos es ni U ni E ni etc.,  etc. Chiste viejo.

[160] Nemo bonus: posetrusco: No tiene bienes. Lo que dice el ejecutor de un deudor si éste no tiene bienes que ofrecer como secuestro.

[161] Durgle, despeje U siendo que U no es U etc., etc. Este evento es un se supone, se dice, se cree, dice, supone, cree, Don Gifford, que fue un picnic de remendones en un sitio de nombre Durgle no lejos del centro de Dublín. Figúrese el interés que puede tener.

[162] Busque belitre, che. Mi torducción es el sueño del Director del Instituto Quijote: un Ulises que use el léxico de los dos continentes, siempre regido por Él como Jefe Supremo de lo Ibérico. Por eso uso todos los términos que mi restricción me permite, de México, de Chile, de mi propio pueblo y mis vecinos, y europeos, por supuesto. Lo digo porque de pronto lo recordé, lo que el referido profesor dijo muy orondo en julio de 2015. Prometió escribir un Ulises definitivo con un grupo de jóvenes de todo el mundo, poniéndose él mismo como Director Técnico, estilo Pep. Pst. Dele. Lo espero, profesor.

[163] tullido licencioso:  Nelson perdió un miembro superior (¿derecho o izquierdo?) por meterse con los ibéricos que se creyeron invencibles, en Tenerife. En 1798 se enredó con  Emme Horn Milton, cónyuge de Sir Will Horn Milton, ministro inglés en el Tirreno; el suceso se consideró el sumun de los eventos vergonzosos de ese tiempo. Pero lo vergonzoso es lo de los ingleses, metiéndose siempre donde no se los requiere. Si bien es cierto que en ese entonces los ibéricos, los ingleses, ¡los portugueses!, compitieron por convertirse en dueños del mundo. Dios mío, de dónde venimos.

[164] Despeje E siendo que E no es E etc etc

[165] tiene un símil con Entístenes: Entístenes (444-370 B.C.), filósofo griego. En un libro perdido dicen que dijo que por su virtud Penélope, en lo estético no fue menos que Hélène, cuyo concepto de virtud fue difícil de exhibir.

[166] Penélope Rich: (1562-1607), née Deveroux, tuvo un rollo con el escritor, pinche de corte y milico inglés Sir (¿?)Philip Sidney (1548-1586). Mujer de Lord Rich, de quien se divorció después. Sus modos no fueron, es obvio, los de Penélope, cónyuge fiel de nuestro ilustre Odiseo/Ulises.

[167] Bello término en desuso que quiere decir discípulo del segundo ciclo del colegio.

[168] Deus requiem dedit nobis otium hodie: posetrusco: “Dios nos concedió hoy este reposo” Himno Bucólico I, de Virgilio. (Figúrese lo culto que debo ser).

[169] Visión Nebo del Suelo Prometido: Moisés ve desde el tope del Monte Nebo el Suelo Prometido, y en ese mismo momento muere, sin poder, obvio es decirlo, poner un pie en él: “Y YHV le dijo: ‘Este es el suelo que  te prometí diciendo: Te dejo que lo compruebes con tus ojos, pero poner los pies en él, no lo permitiré” Dt 34: 4.

[170] Despeje E, etc. Es el señor Nelson,  Ier Vizconde de Nelson y Ier Duque de Bronté. Este señor fue un guerrero inglés que obtuvo muchos triunfos en el ponto. Murió en el entrevero de Trefelger en su propio buque, el Victory.

[171] Concedo que Grey no es Grey (despeje E siendo que E no es, etc etc), pero dilo de mejor modo y te doy un premio.

Escribe Marcelo Zabaloy

Traductor aficionado y libros traducidos publicados por El cuenco de plata: Ulises y Finnegans Wake de James Joyce y El atentado de Sarajevo de Georges Perec

Para continuar...

El Saxofonista y Lucifer

Sebastián Trujillo (¿Quizás más narrativo que nunca?) comparte esta historia sobre recelos, talentos e imposibilidades de la noche. Ilustra José Bejarano.

Un Comentario

  1. Traduttore traditore, dirían los italianos y con más razón que nunca. Esta lengua, este léxico que inventa Zabaloy es un regalo que nos hace, un trozo de libertad que se permite y nos comparte. Un juego nada ajeno a Joyce, una broma hecha con esfuerzo, una ofrenda a nosotros, los lectores. Siempre me sorprende la facilidad con que se lee esta versión del Ulises aquejada por el lipograma en A, divertimento que nos comparte el maestro.

Responder a Orlando Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *