Poesía Federal II

Dibujo: Cindel García

Segunda parte de esta selección de poesías que intenta representar los múltiples ejes que conviven a lo largo del territorio argentino. En esta entrega, recorremos el trabajo de Martín Pucheta, poeta oriundo de Gualeguaychú. Dibujos de Cindel García.

 

A DIOS, ¡YO LE VOY A DAR!

 

Yo le voy a rezar al Universo

para que Dios esté más arriba,

para que salga de ese espacio

del ángel apagado y la virgen dormida,

para que suba a la tierra

y vuelva a dar la cara.

Yo le voy a rezar al Universo

para que Dios cuando suba

se defienda.

Que saquen las cruces que lo atraen

a morir de antemano,

que alejen todo el vino que lo emborrache.

Yo le voy a rezar al Universo

porque quiero agarrarme a las trompadas con Dios,

sin mandamiento de nadie

o por el ruido de la sangre,

de pura valentía cósmica,

de pura camorra celestial.

A Dios, ¡yo le voy a dar!

Sin rayos poderosos

ni milagros

ni Papas alentadores,

solos, yo y Él,

y que el Diablo

también se quede afuera.

Una pelea

sin perjuicio para nadie,

sin mágicas hostias

ni santas trinidades,

yo y Él,

a puño limpio,

de Hombre a hombre

con los pies sobre la tierra.

Quiero dejarle los ojos de mora,

el pie mocho,

la nariz estrangulada,

morderlo si hace falta

y por último arrancarle el corazón.

Y si muere por fin, si lo mato,

podré calmar la sed

y el hambre que me sobre.

Yo le voy a rezar al Universo

porque Dios está sordo

o se hace, pero está.

A Dios ¡Yo le voy a dar!

(de Superjardín)

 

QUE ME MUERDAN, TOTAL

 

Ahora que me gusta una chica

no me duelen

las hormigas coloradas,

son como chichoncitos de risa

para mi piel las ronchas,

como airecitos de sol,

pancita de empanada,

como flores que se acurrucan,

se apimpollan de frío,

como tortugas

debajo de la servilleta

o escondidas en el trapo de piso.

Que me ataquen

todos los mosquitos,

que me muerda un perro

y una víbora a la vez.

Ahora que me gusta una

si me llego a morir

ni cuenta me voy a dar.

(de Superjardín)

 

MATARON A MIRTHA LEGRAND

 

Mataron a Mirtha Legrand. La mataron.

Un balazo al corazón en pleno almuerzo

sobre en mano.

Toda la “familia argentina” lo vio.

Cayó de boca al plato

con los ojos desiertos y claros.

Los ojos de los muertos son siempre

cielos desiertos y claros.

Bebieron de la sopa los ojos abiertos,

cabellos de ángel es lo último que vieron,

lo primero. 

Mataron en vivo a Mirtha Legrand.

Cayó en la sopa con los ojos.

Mataron de un tiro a Mirtha

arriba del plato,

en la hora del puchero y el caviar.

Se quedaron helados Nicole y Cubero.

Sólo Alfredo se paró 

tirando la silla. 

Y Nicole se desmayó sobre Cubero.

Toda la “familia argentina” lo gritó,

parecía el grito de un gol desde lejos

el oscuro gol de un dios Antidiego.

Mataron en directo a Mirtha Legrand.

Balazo y a la sopa.

Directo al corazón con los ojos

“Chiquita” y la “Familia”.

Las cámaras cortaron enseguida 

y mandaron una tanda.

Pero quedaron los ojos de Mirtha

en toda la pantalla.

Un ojo cuadrado con cielo de Mirtha

la pantalla.

Mataron a Mirtha Legrand. La mataron, che.

Los ojos en la sopa fría.

Los ojos fríos en la sopa del cielo.

(de Superjardín)

 

QUÉ BIEN QUE BESA NIETZSCHE

 

Nietzsche se dejó el bigote

para peinar el beso,

para hacerle cosquillas

como cepillo,

para crearle vientito

y mantener el equilibrio

entre el calor y la dulzura,

para rascarlo

si le pica alguna idea.

Nietzsche se dejó el bigote un montón.

Qué bien que besa Nietzsche.

(de Superjardín)


SILENCIO FRUTAL

 

Todo beso bien puesto aturde

a las jirafas del edén,

un cachete bien acariciado

asusta a las estrellas,

mosquitos que submarinizan.

La caricia regiamente acariciada,

ni viscosa, ni suelta,

ni mamenga, ni en puntitas de pie,

acariciada con talento azul

y con ángel pocolento, provoca

si no una maraña celestial

a rastrón de la vida,

un silencio frutal impresionante,

un vacío mujeriego 

tal que sube

a la lluvia por las piernas

y, pobre, desbarranca en horizonte

la medusa del aire.

En fin, si quiero

redondear este cariño,

todo toqueteo de jardín,

todo mimo fantástico y sensual

en tiempo y forma,

con justa proporción de raíz y de vuelo, 

con babosa lentitud de caracol calcomanía

y aérea y lírica y tibia

velocidad de nube florada,

no tiene perdón de Dios,

por eso hay que hacerlo.

(de Superjardín)

 

SARMIENTO JUGADOR

 

¿De qué jugaba Sarmiento?

¿De ocho?

Va fuerte Sarmiento

¡Mucho Sarmiento!¡Mucho!

Cuchillo entre los dientes

y rosas

en el ojal.

Sarmiento pone huevo.

Pero de toro. Y se achican

los contrarios.

El íntimo tapón en los tobillos.

Ellos ponen igual

pero con piel de gallina.

Un poroto, Giunta.

Rattín, una lenteja.

Un capullito el Checho Batista.

¡Astrada inculto!

Debería ser el capitán

Sarmiento.

Que sangren. Que abonen

el campo. Es el alma

del equipo.

Belgrano puto.

Cagón San Martín.

No lo gocen a Sarmiento.

No lo carguen.

Les da con un caño.

Les mete un tiro libre.

Antes

el taco en la canilla.

Con sangre entra.

Con sangre, red.

Le da con un fierro.

A la unión.

Ese arquero

esconde flechas.

Le da con todo. Con efecto.

Sarmiento quema la red.

Las arañas.

Es el alma. Puedo verlo:

Campeones del mundo

con Sarmiento.

Barre la cancha

como barre en la campaña.

Va bien de arriba,

¡bien Sarmiento!,

prócer, máquina, maestro.

Frentazo,

o parietal derecho,

otra clase Sarmiento.

¡Estos indios!, hinca

el codo,

cabecea.

Otra pelota.

Otra cabeza.

Chocan las ideas,

los estilos.

Chichón romántico

Sarmiento.

Choca el destino.

Sarmiento más allá

del bien

y del mal,

de Menotti, Sarmiento,

de Bilardo, más allá.

Se hace la rabona,

sin falta,

da el ejemplo.

Se manda una chilena

hacia el arco del sur.

Qué linda es una chilena,

es una constelación

sobre el campo.

Roja Sarmiento.

Se pone colorado.

Se va al carajo

con el árbitro.

¡Vamos! ¡Afuera!

Siga, siga.

Pero no.

No puede seguir.

Ahora que se armó

el partido.

Se van los hinchas,

los bárbaros se van.

Muchas fechas.

Muchas para Sarmiento.

Para él nomás.

Todas para él.

Sarmiento sigue.

En el centro del campo.

Desierto Sarmiento.

La chusma llora.

Embarra la cancha.

Le hincha las pelotas.

Hay que esperar.

Que pase.

La calentura de Sarmiento.

(de Superjardín)

 

¡QUÉ TE HACÉS, DIOS!

 

Te cago a palo, Dios.

¿Qué te hacés el sin nariz, el incorpóreo,

el lucecita sin olor a pata,

el gaucho sin guasca?

Vení, redivivo.

Te cago a palo, Gil.

Arrojame la primera piedra.

¿Qué te hacés el pecador ahora, Zanguango Santo?

Si sos más bueno que el pan, Pavote.

Decime “te quiero”, delante de todos.

Amame, vení.

Decime una palabra Creadora, Bocón.

¡Vení, corazón de abrojo!

¡Andá, pelo encarnado!

Te cago a palo, Forro.

Mirá: todos los gurises esperando

que te moje la oreja

que te cuelgue un gallo en la barba.

Vení, Padre Nuestro, Caldero.

Puuuto, hincha de Central.

Vení, embarazame a mi mamá

y vas a ver lo que te hago, Eterno Baboso.

Vení culo limpio… mariquita.

Hacete Hombre, Cagón.

¿Quién te crees que sos?

¿Vos mismo?, ridículo. ¿La luz?

Metete de a Tres si querés.

Vení que te clavo a palo, ¡Traidor!

(de Superjardín)

 

EL GRILLO I

 

ya no tienen las alas

el poder

de volar, ahora

instrumentos

de un canto que imanta el aire.

el que ya no puede ir

atrae

(de río raíz)

 

ÁRBOL CON MUERTO

 

el árbol va en el río con el muerto en su hueco.

nerviosos chapoteos

borran pétalos, estambres y pestañas.

erguida de hermandad vegetal, la costa

vitorea la deriva arborescente

verdea loas mudas la multitud de ramas

la fronda crea pájaros

como racimos de júbilo.

se deslíe el día en el crisol, horizonte

forma su mar el sol.

un rápido capullo mineral, nebulosa

crisálida, amortaja.

ya estrelladas

las aguas

sepultan en el cielo

 

II

el del grillo

un brillo

ciego

de oídas

se ve

(de río raíz)

Dibujo: Cindel García

GRACIA

 

I

Silencio es el estilo de los dioses.

Dialoga la belleza

con las catástrofes.

Entreoímos por la grieta

por la que somos entrevistos

entreoídos.

Lo que dicen sólo es.

Hablan para crear.

 

II

Juegan los gurises en el templo inerme,

lo sitian pastizales, llamas secas

que orean su amor al sol,

lo punzan las estrellas del espinillo,

el rocío de la aurora lo unge,

lo curan las heladas

que endulzan bajo la cáscara.

Un ritmo insiste,

afirma un retorno, motor del azar,

vibran palabras que parecen

no estar en ese amor con las cosas.

Ahí

las miradas se espejan

en un tiempo de aguas hondas,

riman con la luz

de los peces tintineantes.

En el templo perdido recobran la gracia,

su risa es un imán de ángel.

Se desperezan las piedras.

 

III

Lo primero que se dice es la luz.

Se separan las sombras.

Poeta,

el que habla para ver.

(de Tocar de oído)

 

DE LO ALTO VINIERON

 

1° de Mayo de 1921, Plaza San Martín

De lo alto vinieron los disparos.

El fuego lo escupió la Catedral.

El fuego fino.

Y no sonaron las campanas,

sonó el Negro

y cuántos más. El Negro Silva.

Como el agua corriente escaseaba el cura

dejó servida la bendita a los nenes de Carlés

que subieron temprano

-al que madruga, Él lo ayuda-.

Otra vez

el disparo tras la cruz

el caño

asomado por la herida.

Le volaron el mate al Negro,

y al aire se sumó el sombrero

como un pájaro alocado

al que le arrasan su árbol.

Al Negro Silva y al Cele Iglesias

-justo iglesias se venía a llamar-.

Y a cuántos más.

-parece no animarse a ser pregunta-.

¿De dónde, el disparo?

Otra vez desde arriba.

Del “perdona, no saben…”

lo que no perdonó.

Estiró Tomás la herida

y el caño encontró su ojo

para apuntar.

La bala encarnada

en el Verbo.

¿De dónde?

Otra vez el disparo, de la cruz.

Los patoteros del Mulato

desde arriba

a separar lo de abajo.

Y Silva sonó, como una campana

de silencio negro,

y el badajo infinito de la bala

caliente en el cerebro;

no se puede pensar

una idea tan rápido.

Le volaron el mate y el sombrero.

¿Y al Celedonio qué?

Dos escarapelas

de sangre

en el estómago

le descolgaron el corazón.

Y a cuántos más.

Huelga recordar

que el tiempo repite

huelga.

Como tantas veces el disparo

desde allá

de la herida a la herida

del muerto al muerto,

por nacer.

(de Podría haber sido un haiku)

 

MACEDONIA

 

El día que mataron, el primero,

llevaba la bandera Macedonia.

Me contaron su nombre. Y era

justo

lavandera.

¿Pero hasta dónde?

Porque después fue Silva el que no la entregó

y le enhebraron en la nuca un refucilo

para coserlo hacia la sombra.

La que llevaba la bandera era, ¿toda ella

lavandera?

Macedonia: me cantaron

su nombre. Llama

de boca en boca. Prende

en la memoria.

Mecedonia:

lo que canta

es

lo que cuenta.

La fregó en las estrellas del río,

la aromó en su piel noctámbula, la víspera,

y oreada de luna

la llevó cantante

y la acercó bailante

al día,

a la hora.

La llevó hasta la altura de lo que es hoy

-me contaron- su pan, la Catalana,

-un día que leí sobre aquel día

el poema anterior-.

¿Saben sus vigilantes a qué lejanía

o a qué esencia que no deja de apagarse

en las lenguas?¿hay resabios

de cañones más antiguos

en sus hornos?¿Cuántos panaderos

hornean con el fuego de antiguos panaderos?

¿Por qué hasta ahí?¿Cedió

la bandera?¿Siguió hasta la plaza

con ellos?¿Qué lugar se dio

a sí?¿La traspasó

el silbido que cosió

a Silva?¿Vio

a la iglesia caer

sobre Iglesias,

sobre el Timón,

sobre Villa? ¿Caer

para hacerlos caer?

Porque después subieron por Urquiza y 25

carretillas con heridos.

Esa bandada que pasa es los pájaros que a Silva se le vuelan.

Esa nube tiene a veces la forma de su sombrero.

El día que mataron, el primero

(En el principio era el verbo,

¿y el verbo era de fuego?)

El día que mataron, ¿en qué tiempo se conjuga?

¿Qué tiempos se conjugan en el nombre

que cantaron?

¿Vio luego a Silva caer, y a Celedonio caer, y a Villarreal caer

y a Timón caer y etcétera caer y disparar a los disparos?

La que llevó la bandera hasta la altura de hoy.

La que lleva en su bandera el hoy por las alturas.

(Me contaron,

me cantaron

su nombre. Hasta ahí.)

La que llevaba en sus ojos la bandera del río, la que aún

la que durante desde ayer,

lavandera del fuego en que se lavan

los ojos, el rojo

de la historia que flamea.

La que llevaba en su lunar la isla

Libertad afuera,

externo corazón de la ciudad

ahora en las calles más íntima.

La que entonces,

la que tarde o temprano nos toca con su mientras.

La que haría del temblor lo puntual,

del temblor el tambor.

Lavandera que dejó

llevarse por la bandera,

que traía un chisperío

de peces salpicados en su risa que salpica en sus ojos que salpican

que pican como el sol

como sal.

Pedregales de la vera en de vera en sus ojos,

donde frotaba la ropa de barqueros junto a las olas de los vapores.

La que llevara o llevase, la que hubiese,

la que llevó por su llevar llevada,

la que hubo,

la que siendo,

la que después contra jamases desde ahora,

de su llevar traída,

de su llevar al siempre.

Macedonia ¿en qué tiempo

se conjuga tu nombre,

se conjuga tu tiempo?

Porque después logró esconderse en la curtiembre

el bisabuelo Blanc con su izquierda baleada

(República Oriental y Franco. Me contaron.)

¿Qué hay en esa esquina? ¿Dónde

llamar por los tiempos

y los espacios de un lugar? ¿Cómo oír

los tiempos de este tiempo? ¿Cómo ir?

Lo que solo se oye

por escrito. Río: oír.

¿Qué hoy en el hay?

¿En qué momento lo que canta

cuenta? ¿Qué hay

en el ay del aire,

en el ay de hoy?

¿Borrar la exclamación? ¿Extenderla

hasta volverla pregunta que se vuelve,

musical?¿Qué nos vuelve

lo que vuelve en la palabra?

Porque después un Ángel enterró la bandera

y al cuidarla la sembró para siempre.

La que lleva la bandera de la FOD sigue siendo

Macedonia. Hasta ahí.

La que lleva la bandera

no era sola,

no era solo

lavandera,

su nombre le rebalsa el quehacer,

le desplaza la frontera, le desborda de país

la ciudad, de región,

de secreto, de materia,

hasta oír que regresa su latido desde el sol,

corazón de ese rojo,

de ese ojo

de la bandera que lleva.

(Me contaron. Y me canta.

¿Qué trasmite un poema sin saber,

qué olvidos son los que aciertan,

qué recuerdos, los que yerran?

¿Hasta ahí? Y si canta,

porque cuenta.)

Mientras lleve la bandera sigue siendo si es más,

siéndose en su sido, en su nido de será.

Si le dicen ciudad, sonará a país,

si le dicen corazón, es que suena a horizonte,

si le dicen Macedonia

no deja de crearse Macedonia.

En sus ojos la bandera es un río que flamea.

En sus ojos la bandera es un fuego que corre.

La fregó contra la luna, la frotó contra las piedras

y luego la cantó y la bailó. ¿Hasta ahí?

Ahora que no deja de volver, que ya está aquí

y que vuelven a subir

las armas a las torres del reloj,

las miras a los ojos del campanario,

que vuelven a cargar de armas las almas,

armas cargadas de dios, cargadas por el diablo,

ahora que pensamos otra vez

en cuidarnos sin dejar de no ceder.

Ahora que el canto es puntual

a contratiempo,

que vuelve Macedonia a su compás

de espera,

que no deja de llegar,

la que lleva la bandera es la que lleva

y es también la bandera.

Dejar que Macedonia avance o que no avance:

la medida de mi tiempo.

Lo que su nombre tiene de puente, un túnel

de vocales y el metal de consonantes

se hace hueso de pájaro,

nombre que se alarga

como si ya contara desde sí.

Que siga,

que la lleve

hasta la plaza,

que la traiga

hasta la altura de lo que es hoy,

Macedonia lleva el hoy a las alturas,

doña de sí en su hermandad,

dueña del sí.

En el principio el verbo era

y el verbo era obrero

y era obrera.

Que siga,

que la lleve hasta el centro

la bandera.

La que entonces.

La que aún.

La que ahora,

porque canta,

porque cuenta.

Macedonia.

(de Podría haber sido un haiku)

 

ALUMNOS CON BIGOTE

 

Seguramente algo absurdo anoté porque al girar

mis alumnos lucían bigote.

También a las mujeres floreció mostacho.

Me hice el inocente como pude. La verdad,

traje a colación aquel decreto de Pascual

en 1836: obligó al bigote a todos

sus soldados, como cuenta Schvartzman,

-con fuente a la vista-, desde el jefe

hasta el último orejón.

Pensaba (es un decir) si soy a veces

el Pascual de mis alumnos al pedir

sea subrayada cierta línea en el rostro del poema

que a ellos no les queda, realmente, en la carilla.

Sea tal vez el ridículo una ayuda

memoria de lo bello, como lo es el horror.

Una forma de centrar la atención

desde la sombra.

(de Podría haber sido un haiku)

 

LAS PALABRAS Y LAS MOSCAS

 

Mientras leo una antología de la dinastía T’ang

va y viene una mosca alborotada,

alcanzo el repasador desde la silla

y lo dejo a mi alcance,

releo un poema de Meng Hao-Jan, esta vez

moviendo apenas mis labios, además de zumbar

la mosca golpetea contra la mesa, da luego en la pared

pasando a la desesperación, me paro

para correr la cortina de la ventana.

“La primavera no solo trae flores”,

me digo. Ya con los dedos en la tela

decido volver a mi lugar y anotar en un papel

la anécdota sin cambiar nada.

Cuando quiero acordar

la mosca ya no se oye, y empiezo

el poema de la página siguiente.

Sé que más tarde volveré

a revisar estas palabras.

(de Podría haber sido un haiku)

 

PIPA

 

Tiene los ojos tristes

pero su boca es una línea

de alegría. Es

como si esa sonrisa

subrayara su tristeza.

(de Podría haber sido un haiku)

 

BRAILLE

 

acariciar como leer

braille. Tu cuerpo, luz

de los ciegos

(de Estudios del cambio)

 

DEJENMÉ EN LA BIBLIOTECA, POR FAVOR

 

Si ya no puedo responder a la demanda, 

si me ven moribundo o apagado,

no me dejen en la puerta del sanatorio,

dejenmé en la biblioteca, por favor.

Si ya se están por no reír y por asquear,

si el empacho se les sube a la cabeza,

¡tráiganle,

traigan el centímetro a la abuela y que los mida!

¡Tráiganle!, y la abuela les eructa el fantasma,

¡traigan al centímetro una abuela!

Me pasó con la linda Štěpánka. 

Nos levantamos y me dijo «¿por qué 

no nos casamos, si nos llevamos así?»

» ‘tás loca», me salió y sorbí con ruido el té. 

Salimos en remís y me dejó

en el “Mañasco”. Algún mensaje 

más intercambiamos a distancia

pero ya no nos vimos. Y pasa:
despertamos del otro.

Lo cuento porque siempre agrego, 

o saco una palabra, o rebajo con sentido

del mal lo que llaman lo poético

como si fuera la vacuna 

de esa cepa, en este invierno.

Aunque la rabia o la vergüenza les gane,

solo escuchen mi última palabra: 

«biblioteca,

biblioteca…»

Es ahí, en el extremo me centro 

para buscar y esperar. O patear

con el Luis en el rincón para niños

donde hay alfombra para el vuelo.

Entre los libros el muerto

se le ríe al degollado.

Así que a contrazar diría,

aunque el antojo final es del tiempo:

si ya cuelga mi ángel del suero,

si mi sombra ya mancha mi sangre,

no me dejen al umbral del sanatorio, 

dejenmé en Camila Nievas, por favor.

Arrojenmé entre los libros

apedréenme con libros

emparédenme con libros

tápenme con libros

quémenme sin otro

contexto que el texto,

consexualícenme,

líbrenme así, a mi libro albedrío,

arrojenmé por un túnel de vocales,

silbando bajo por los poros

erógeno de hormigas,

soltando como esporas 

la nieve de los puntos suspensivos.

Me pasó con la linda Štěpánka.

Caer en tentaciones

que me habitan con su hábito.

Si ya no puedo responder a la demanda,

traigan un centímetro, una abuela y escuchen:

«biblioteca,

campito-biblioteca…»

(de Podría haber sido un haiku)

 

ENTRETIEMPO

 

Para el olvido, el arranque.

Pero algo pasó

en el descanso. Se abrieron 

los armarios y el vestuario 

fue de pronto biblioteca.

Sí, un flojo primer tiempo.

Pero algo pasó

en la pizarra. Se abrieron 

los libros y la charla

fue de pronto poema,

la táctica, canto.

Salimos transformados.

Salimos inspirados

al segundo. Sobre el pasto

la forma del deseo,

su retorno por sorpresa

en cada definición.

 

S = k log W

                             a Ilya Prigogine

 

En la tumba de Boltzmann fue grabada

la ecuación que describe la entropía

creadora, que en su tiempo no valía

y es ahora una fórmula cantada.

No por irreversible se degrada

el tiempo: crece el día, día a día.

Escribir es cifrar lo que varía,

la luz de una conciencia hacia la nada.

Quizás en el final del universo

será el edén, el claro paraíso,

un último acto, un último reverso.

Quizás de la conciencia quede un viso,

y mi vida a través de un solo verso

suba al canto del tiempo que se hizo.

(de Podría haber sido un haiku)

 

OJOS DEL JAGUAR

                                a Miguel Ángel y María

Esa noche se cortó la luz en Punta del Diablo,

pero el sol de un vino ya nos cabalgaba en las venas

y en las lenguas quemaban como amor las estaciones,

y entonces Miguel nos enseñó desde el balcón de la cabaña

los ojos del jaguar sobre la boca del océano

haciendo pivotar nuestro asombro

en el faro de los barcos pescadores.

El tiempo es constelación de tiempos,

el instante es una trenza

de pretéritos presentes y futuros anteriores,

cuando el deseo trabaja

a la par de la muerte

un silencio en contrapunto

desde el carozo al cuerpo.

Vi o entendí, y ahora

lo escribo y no dejo de perderlo,

el poema -como el tiempo- empieza a ver

lejos del equilibrio.

(de Podría haber sido un haiku)

 

A MATOTA CUANDO LLUEVE SE LE APAGA LA RUSA

 

A Matota cuando llueve se le apaga la Rusa,

se le llena la sombra de aurora chirlita

que amaga entonces

pastito a medida 

que avanza. Por eso,

si ahora se frenara,

sería un niño-parque en pleno centro,

toda una vergüenza vegetal

en el cachete urbano.

Se le corta,

tendría que besarla constante para tenerla prendida,

para que no le madure la transparencia en la piel

pero el aire no da,

y marcan 

las gotas lunares

y pecas traslúcidas,

y sube hasta los ojos

el agua 

por dentro, se nota.

Se le apaga,

se le corta,

se le va poniendo lejos la Rusa,

se le llena de calles el camino,

de elefantes mal estacionados,

y el suburbio es un mundo

de gente: se le llena

de quioscos y kermeses.

Allá está; mirala, Mato,

y justo se te pira el remisero

barranca abajo,

a contramano del destino, padre,

¡qué brújula esquizofrénica, che!

Mirala, no parece, viste,

y piensan los borrachos en su luz

como una wiskería del monte,

pero es su corazón, sabés,

a flote, intermitente, fijate,

el lluvioso foquito de la Rusa transparente

que se aviva, que chispea

a cada rayo de tu mal tiempo.

(de Matota)

 

HABLA LA NARIZ DE MATOTA

 

Soy, como ven, la nariz,

aunque al principio cuesta

reconocerme sin cara.

Salgo cuando el Mato duerme

para aliviarme de pertenencia
y de tanto rasgo propio,

un respiro, pero solo para mí,

sin la tiranía de pulmones

sin la demanda-hemoglobina.

Confieso, nasalmente, que me harta la importancia

que le otorgan a los labios y a los ojos,

y me enerva que se hable de no sé

qué arrebol de los cachetes.

Yo sueño con las fosas bien despiertas

vivir de rostro en rostro.

Ser nómade incansable, ser

nariz guaraní

en busca de la Cara sin Mal,

o de esa otra solitaria

nariz junto a la cual respirar 

el aire de un destino descarado.

(de Matota)

 

MATOTA Y SU ORACIÓN DE BARRILETES

Remonta con los niños del campito

su oración de barriletes.

Sostiene su flotante devoción,

su visual letanía aerodinámica.

La tarde es un circo transparente

para la misa del aire.

Coletean los radares de creencia.

Es ofrenda de estampitas en papel,

y cruz de caña hueca donde silba 

para rezar el viento.

Y no pierde el hilo tenso de la fe

su alegría suspendida, su ritual 

de rombos y tarascas.

Y suben las hormigas para hacer 

su roncha en las estrellas

porque el Mato alarga piola.

Tu corazón es un ovillo “indefinito”,

mi Matu.

Y prenden en el cielo sus motores de piedad.

Cada constelación se torna 

maquinaria de silencios.

(de Matota)

 

MATOTA Y LA RUSA SE BESAN TANTO

 

Matota y la Rusa se besan tanto

que cambian de sexo

o se les corre

un seno se desliza

de pecho en pecho

y se le para a los dos

el corazón

todo el cuerpo 

que forman sus cuerpos

masturba el corazón

para que siga el bombeo

pero el beso roba sangre

y el latido baja.

Cuántas veces Matota amanece puto, 

la Rusa con barba macha

y tienen que quedarse un día entero más

encerrados,

¡un olor a venéreo paraíso en las paredes blancas!

Cuántas veces recomienzan el amor a las risas

de verse así y asá, tan degenerados,

y el Mato hace sopapa con manopla

mientras sopla para adentro

para que salga

y la Rusa

ay la Rusa linda y pivot de sus días

con un pene que se abre en flor

y se vuelve vulva.

(de Matota)

 

CUANDO SALE LA RUSA DESDE EL MATO

 

Venía en dirección de beso

pero ella entró en Matota y comenzó 

a revolverle las entrañas y la sangre.

Revueltos

exprimidos

lastimados,

sentía el despiole de los órganos.

La cabeza de la Rusa le dolía en la cabeza,

sus brazos en los brazos,

las tetas de la Rusa 

se apretaban en su pecho y empujaban,

su oreja se aturdía con la oreja

que aumentaba los sonidos

y los labios se quemaban con los labios.

La Rusa parte a parte le dolía.

La Rusa cuerpo en cuerpo

lo iba destrozando;

su materia

más cambiante

más gomosa afantasmada

más activa

más maldita.

Y se iba recreando

reforzando

madurando 

y al final, 

despojada ya su carne de gerundio,

tras un grito de dolor desesperado de Matota

ya maltrecho y todo blando

como oruga

salió a la luz de nuevo,

la Rusa hermosa y fuerte,

torito y mariposa

¡Es tan bella

cuando sale desde el Mato!

(de Matota)

 

Y SI SE LLAMA JORGE

 

y cómo no va a gorjear

si se llama Jorge

y cómo no va a volar

y a engordar 

a la vez de bordes

y de orbes

y cómo no va a llegar

con el grandor de su aire

en la cordura o la gordura del sonido

hasta el nido de mi oído

llamándose así

si lleva -o lo lleva- ese nombre

y cómo no va a burbujear

en su fragor de ángel

llamado desde sí

y cómo no va a germinar

el gorgojo en el arroz

de su silencio

y cómo no va a piropear

en jerga de jergones

y a disolver 

en gárgaras el alma

y a disgregar

en gargantas la voz

o la palabra

llamándose así

llevándose Jorge

y cómo no va a cocinar

garbanzos para mí

y a servir

un cariño de legumbres

en bandeja, a toda lumbre

si es un Jorge

en su letra

y cómo no va a subrayar

en Heidegger el verbo Sorge

para curar de mí

y anotarme en sus blancos,

en su margen

y va pensar en el engarce -cómo no-

de su grumo en mi gramaje

siendo Jorge

y pensando como tal

y cómo no va a leer

a Gogol y Borges 

-con algo de Máximo Gorki-

si se llama y lo llaman así

¡y cómo no va orbitar

alrededor de mí!

si se llama, si se busca 

si se lleva y se encuentra Jorge

y cómo no lo van a bautizar

en el Jordán

para fijarle al alma ese nombre

y cómo no va a morir

por vivir y morir 

junto a mí

y a ubicar

sobre mi nombre su nombre 

cómo no va a sentir

que habita en mí desde ya

como si un poema en trance lo dijera

como si un poema absurdo

como chiste de los dioses 

lo imantara, lo pidiera

yo me llamo, casualmente
y justamente

Jorgelina, por mi parte

y cómo no va ir 

y venir por donde digo

si parte de su nombre

hacia mi nombre

que lo lleva además

que lo trae

pajaritoso él

y tan nidosa yo

 

FRENTE A LA MUERTE

 

frente a la muerte yo soy siempre niño

frente a la sombra equidistante callo

no hay práctica posible, no hay ensayo

no hay aliada maestría para el guiño

frente a la muerte mi sendero tiño

frente a la sombra: sin abril de mayo

no hay pala que en las manos haga callo

no hay cómplice palabra ni escudriño

te nombras con mudez de abierta boca,

te miras con ceguera tan despierta

de viva muerte y moribunda vida

la soledad, la noche que nos toca

frente a la muerte nuestro amor acierta

en no velar la original herida

 

TRAJE LIBROS

 

pensaba en ajustar la carpa, amor 

y traje libros

cada uno, a su modo, es vano

y es estaca o ladrillo

la carpa o el hogar, 

el juego de encastre arranca 

en la pieza de nuestro juego

los perfiles

del beso, las siluetas 

del abrazo

un rompecabezas imposible

pero lleno de potencia o tiempo

heridas o venas de luz

en el fervor del eclipse

cada uno, a su modo, es ventana

futuro escombro o estrella

pensaba en la tormenta, amor

y traje libros para ver

y para vernos

si evitar que se nos vuele

o sacar tajada del viento

no mentirnos en tiempos de paz

es posible que ayude 

a ser prácticos en tiempos de peligro

iremos de la pasión al acto

según el peso que alcancen las palabras

Escribe Martin Pucheta

Nació el 18 julio del ‘81 en Gualeguaychú, Entre Ríos, Argentina. Publicó Superjardín (En danza, 2010), y en formato micro Matota (La Gota, 2010) y Aerolinda (La Gota, 2017). Ha hecho circular en formatos artesanales los inéditos Sonajero de misterio: los tomuer (2009) -con Nicolás Cambón-, río raíz (2012), Podría haber sido un haiku (2014), Tocar de oído (2015) y Estudios del Cambio (2017). Integra las antologías Felicidades también (18 poetas), (2005), fruto de un taller de poetas seleccionados por Diana Bellessi; Última poesía argentina (En danza, 2008); Poemas con famosos (Ananga ranga, 2010); La Plata Spoon River (Libros de la talita dorada, 2014), nº 1 Amor y n° 4 Plantas de la Colección “Prismática Argentina” (En danza, 2015 y 2017); y Antología Federal de Poesía (Región Centro) del CFI (2018). Participó del 24° Festival Internacional de Poesía, Rosario 2016. Trabaja en escuelas secundarias como profesor de literatura. Es responsable de la Biblioteca “Oblí Lantéc” del IOM2 (Instituto Oscar Masotta) de Gualeguaychú. Rockeó con Leda lid entre 2004 y 2016. Coordinó la organización del ENIE de Gualeguaychú en el 2013. Juega al fútbol desde chico. Es padre de Ariel y Fausto.

Para continuar...

Micropoemas V

Compartimos la quinta parte de esta selección de micropoemas del poeta hondureño Alex Darío Rivera, ilustrada por Javier Ranieri.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *