Latinoamérica y la digitalización del libro – Entrevista a Juan Pampín – Parte 2

En esta segunda parte de la entrevista con Juan Pampín, Editor de Ediciones Corregidor, analizaremos otros dos fenómenos muy importantes que suceden actualmente, cómo es el rol del Estado en Argentina, el proceso de digitalización y las relaciones comerciales con otros países en Latinoamérica. La relevancia de estos tres aspectos que bien puntualiza Pampín, desde nuestro punto de vista, depende en gran parte de cómo se desenvuelvan en el futuro para ver qué tipo de mapa editorial tendremos.

Si el Estado seguirá apoyando fuertemente, tanto en la compra de libros como en el fomentar el contacto con libreros o editores de Latinoamérica. Si las editoriales independientes argentinas están capacitadas para modificar su modelo de negocio con la digitalización de contenidos. Si existirá alguna manera de agilizar la posibilidad comercial con los países vecinos para poder llegar a ese público potencial de 400 millones de habitantes del que hablaba Gabriela Adamo, al que tan bien supieron llegar los grupos editoriales españoles.

¿Cómo analizas el rol que tuvo el estado en los últimos años?.

En los últimos años, el Estado bajo diversas instituciones, ha comprado una cantidad impresionante de libros. Eso le produjo una bocanada de oxigeno importante a la industria. Se compraron cerca de 10 y 12 millones de libros. Pero la propuesta cuál era: tiene que ser papel argentino, tiene que ser de imprenta argentina, tiene que ser de encuadernadora argentina.

¿Los autores también deben ser nacionales?

El autor y la calidad del texto va a una preselección, lleva casi un año (se reúnen comisiones, eligen los libros, analizan). Y nosotros, los editores, tenemos que garantizar que cada escuela pública el libro debe llegue en idénticas condiciones a las que se vende en librerías. El mismo libro. La única diferencia es el logo del Ministerio de Educación en la portada y la mención de que se trata de un material de distribución gratuita.

Suena como una buena política estatal.

Si. Por otro lado produjo una democratización en el acceso a la compras. Antes, habitualmente las compras estaban muy concentradas en lo que eran los grandes grupos. Hoy por hoy, el Estado fija una serie de condiciones, pero cualquiera se puede presentar con sus libros. Y son compras muy importantes. Compras de 10.000 mil ejemplares de un título.

Claro, parece mucho. Pero también la demanda es grande, ¿no? Una vez hablamos de que las escuelas y las bibliotecas son tantas, que incluso con ese volúmen de compras, sólo les lleguen uno o dos ejemplares a cada una.

Si, a lo largo del país tenés cerca de 1300 bibliotecas populares, y ellos compran un ejemplar para cada biblioteca para tener acceso a la información. Y Ciudad de Buenos Aires está haciendo compras también, para las bibliotecas o los alumnos.

Entonces entre tanta concentración, esta política genera un apoyo al acceso a libros mas de este carácter, dirigido a lo cultural, lo educativo.

Exacto. Si vos veías antes, la participación que tenían las editoriales grandes, era infinitamente superior y sostenido en años.

¿Y cúal es tu opinión sobre la polémica que se armó el año pasado?

Fueron críticas absolutamente intencionadas. Por ejemplo, las que se hicieron a libros de secundaria porque decían que eran pornográficos, con el tema de la historieta y toda la bola esa. Eso lo hizo un funcionario gubernamental que al otro dia de hacer la denuncia, renunció. Eso generó una implosión en todo lo que es el proceso de selecciones. Porque produjo una revisiones, un ida y vuelta del material. Un montón de escuelas dijeron “por las dudas, yo no lo quiero”.

Claro, como una cosa que se les escapó y se agarraron de eso para…

Mirá, la realidad es que no sé si se les escapó. Hoy un docente debería poder explicarle claramente a un chico lo que es la pornografía, lo que es la pedofilia, ese tipo de cosas. Yo celebro la inclusión de ese tipo de material en colegios. Si les seguimos dando a un adolescente de 16 años Platero y yo, estamos al horno. O Bodas de Sangre, o Cumbres Borrascosas, hoy los chicos te lo tiran por la cabeza. Hoy te leen a Ivo Cutzsalida, no jodamos. Podemos discutir si algún libro podría estar antes o después, pero si vos ves las lista, son todos excelentes libros. Ojalá que nosotros hubiésemos podido estudiar con esos libros. Hoy un docente tiene que poder explicar esas cosas a los chicos. Sino, lo buscan en Google.

CONVIVENCIA ENTRE EL LIBRO DIGITAL Y EL LIBRO EN PAPEL

Hablando de Google y de este advenimiento digital que hace unos años pareció que iba a barrer con todo, y hoy esas aguas parecen haberse calmado un poco. ¿Cómo lo ves? ¿Es negocio editar libros digitales?

Hoy, para mi, es demasiado incipiente. Sí debemos entender que es un actor que va a terminar metiéndose con todos nosotros. Pero, hoy por hoy, no es nada representativo. Todos lo hacemos a modo de inversión si se quiere, a modo de prueba.

¿Corregidor ya ofrece sus libros en digital?

No, pero estamos en eso ahora. Todavía no encontré algo metodológico, algo hecho de manera significativa. Desde las editoriales, digo. No asi desde los distribuidores digitales, que son muchos y funcionan: Libranda, Bibliografika, Baja Libros. Pero desde las editoriales, hoy no conozco casi nadie que aca tenga un volumen considerable.

Claro, vender más que uno o dos, de vez en cuando.

Sí. O que alguien me diga que le funcionó bien. Yo hoy veo gente que quiere hacerlo y está viendo cómo resuelve.

¿Y para vos de qué depende que pueda generar un crecimiento? ¿El acceso al dispositivo?

Creo depende de varios temas. En Europa se había producido una cosa muy masiva porque lo primero fue el acceso al dispositivo. Y había que darle contenido. En Argentina no hay un acceso tan generalizado a los dispositivos, no tenés una buena conexión de 3G, todo eso influye. Y cosas más “cotidianas” también. Hoy vas en el colectivo con una tableta, y estás mirando que no te la choreen.

Claro, condiciones socioeconómicas que también influyen.

Eso tambien influye. No es lo mismo ir en España, que ir por GBA. Ademas, si vos estas en tu casa, tirado en el sillón, y te dan la opción, ¿qué preferís agarrar la tablet o el libro?

Yo, el libro en papel.

Bueno. Hoy en esa disyuntiva, vos y mucha gente se quedan con el libro fisico. Y en segundo término, en la calle, ¿cómo lo resolves?. Ahora hay más. Pero hay barrios o lugares, donde no es tan normal.

Claro, o la confianza en las comprar a través de internet.

Hay una cuestión de mentalidad nuestra, y de mentalidad del comerciante. Es como cuando vas a la zapateria y te queda el zapato apretado. Para que te lo meto en la horma, te dicen. Van adentro, te lo cagan a palos contra la pared. Te lo dan de nuevo: “Ya lo metí en la horma, Señor”. A veces te da pánico. Le compras el talle XL, y viene el Small. Y después arranca quién paga el envío. Todavía hay resistencias. Hay una cuestión cultural. En una página de estados unidos, de una remera te dicen todos los tamaños, los talles.

Tienen otra experiencia en compra online.

Eso pasa. Que casi en ninguna pagina vas a tener esa cantidad de datos. Y eso no te da confianza.

Tal cual. Yo pienso lo digital más bien para casos de envíos de exportación. Me parece que en ese caso cumple bien su función. Por ejemplo, les llega un pedido, no sé, de México, por uno o dos libros.

Lo hacemos igual. La Cámara Argentina del Libro tiene un muy buen convenio con DHL para envío de pequeños paquetes, a un tercio de lo que es el valor habitual. Lo que vos pagas cien dólares, con del convenio te puede salir quince. Igual es caro.

Si. Pero hay un convenio o política que trabaja sobre eso.

Si, ayuda. Nosotros en la web tenemos la App de Mercado Pago, entonces ahi ya nos calcula el costo de envío y a lo que es exterior yo tengo ya incluido el convenio con DHL. Hace poco, mandamos a Paraguay el libro de Guillermo Barros Schelotto. Ese libro vale 150 pesos, el tipo pagó 60 o 70 mangos de gastos de envío.

Si, eso está en cada uno. Como Amazon. Pero por lo menos existe la posibilidad de tenerlo. Eso es donde me parece que podria entrar bien lo digital.

Si, amplía la posibilidad del acceso. El digital te lo iguala el precio a todos. Todos van a pagar un peso, diez pesos, lo que sea. No tenés costo de envío, si lo de la llave de DRM. El problema se da en otro tipo de cosas. Como resolvemos todo lo otro. Hay un montón para charlar. Si vos me preguntas a mi, el valor del expreso desde que están los trenes que desde no estaban los trenes. El valor del tren será un quinto del pasaje. Por ahi dicen que puede tardar mas, pero si tarda 5 horas y pagas 60, y si en el otro modo tarda 24 horas pero pagas 360, hay que ver.

Todas esas son cosas que también son parte de la labor del editor.

Si, como siempre dijimos, buscamos que el libro llegue a la mayor cantidad de lugares posibles; el libro en la estantería no me sirve. Lo mejor que puede pasar es que se termine, que se venda. El tema es ver como encontramos las diferentes maneras de hacerlos llegar.

LA RELACIÓN CON LATINOAMÉRICA: CERCANÍAS Y DISTANCIAS.

Cuál es tu opinión sobre la nota que publicó hace unos años Gabriela Adamo, sobre el no-mercado en Latinoamérica.

Si, coincido con lo que dice Adamo. El concepto de no mercado es un poco fuerte, pero bastante real. Mas allá que todos estamos hablando de cuestiones formales, nos encontramos con barreras reales, todos los días, que hacen que ese mercado nunca pueda terminar de consolidarse.

Claro, a pesar de la cantidad de habitantes y la cercanía cultural.

Claro. Un mercado gigante. Hay un no mercado, porque si bien todos queremos participar y nuestros libros pueden leerse por compartir idioma y cultura, hay en la cotidianeidad barreras reales que lo vuelven más engorroso. Vos decís Chile está acá nomás. Pero si yo te hago el envío formal de exportación, el dólar lo voy a cobrar a 8,50. Y el librero allá también lo va a pagar a 8,50. Pero si el viene con 100 dólares en el bolsillo, y en una cueva lo vende a 12, termina pagando el libro un 30 % menos. Se lo lleva en un bolsito y chau. Entonces el que hace las cosas legal, se ve perjudicado y se vuelve loco. Obvio que con un librero colombiano esto no pasa, pero con los uruguayos pasa todo el tiempo. Tiene que pagar un despachante, pagar el despacho y encima pagar el dólar a 8, 50.

Las casas centrales con filiales extranjeras, si bien estan ayudando en todo esto (en el tema de la globalización) lo hacen no por una idea de fortalecer el mercado, sino por un negocio financiero. Barcofactorías, con grandes espacios en blanco para cambiar solo la peli del negro. Como los libros de Taschen, en diferentes idiomas. Hacen la pasada de la imagen, y van cambiando los idiomas de los textos, con una pasada en negro: bajan costos por el volumen en la producción. Los tipos imprimen todo el libro junto, y le cambian la película del negro. Por eso tenés en todos lados el mismo libro. No es lo mismo hacer 1000, que 50.000. Por eso, por otro lado, lo hacen como ejercicio financiero

¿Esto siempre fue asi?

No. Ahora se acentuó bastante más. Antes la diferencia entre el dólar negro y el dólar blanco no existía. Por eso, nosotros recibimos en nuestra oficina, por mes, cuatro o cinco libreros de paises limitrofes.

¿Y como lo ves en el día a día?

Porque es difícil. Porque las diferencias entre los mercados son muy notorias. En un momento se llegó a pensar en comercializar en monedas locales. Vendes en pesos, te pagan en bolivares, después los pasas a dólares.

¿Pero este fenómeno es algo que excede el negocio editorial, y que se aplica a todas las áreas?

Seguro. No es especifico del libro. Hay algunas industrias que se nota mas que en otras. Por ejemplo, México de noviembre a ahora, tuvo dos devaluaciones. Una del 10 y una del 15 %. En un mercado que los libros locales (mexicanos) valían seis dólares, vos le estabas vendiendo un libro argentino a 8. Ahora con el 25 % vale 10. O sea, es Latinoamérica. Es lo que pasa todo el tiempo, lamentablemente.

Las monedas tienen poca estabilidad.

Claro, si vos queres enviar 50 kilos que serían 150 Medio pelo de Jauretche. Pero si lo envío a Chile no es lo que mismo que si lo envio a Ecuador, o que si lo envío a Uruguay. O los montos maximo a declarar.

Entonces cada relación con un país, es una relación con sus reglas propias diferentes a lo del resto? Y ademas esas reglas van cambiando en el tiempo.

Exacto. En Colombia, desaduanar esos 50 kilos, les sale 200 dólares. Pero si te olvidas de un numero de una clausula, les sale mucho mas. En Peru, les sale 100 dólares, pero les partis el mercado porque tienen la moneda muy devaluada. O sea, a 150 libros (valor declarado 150 dólares) le agregaste 1 dólar por libro. Ponele que el libro salga 4 o 5 dólares, es mucho.

Claro, un aumento del 20 %

Claro. Pero en origen. Al público le llega a otro numero, en su moneda. Los libreros afuera lo multiplican generalmente por tres. Lo recibiste a 5, lo vendes a 15. Pero si recibiste a 6, vas a vender a 18 o 19. Explota. Por eso, es dificil romper las barreras reales de la diaria.

¿Y eso cómo se podría trabajar?

A partir de un mercado común. Sé que implica muchísimo. Brasil tiene lo que se llama el ExportaFacil, que es un sistema que funciona a traves del correo oficial de Brasil, con pequeñas oficinas para el despachante, en las unidades de correo. Es para pequeños envíos, de hasta 5000 dólares. Acá se está trabajando para poder armarlo, lo que pasa es que tenés que tener la recíproca con el otro país.

¿Y cómo hicieron los españoles para tener el 70 % del mercado?

En principio, son una industria mucho más poderosa. En segundo término, para ellos el mercado latinoamericano es un mercado subyacente. Entonces, hacían 50 mil ejemplares, le sobraban 20 mil, y con esos 30 mil vendidos habían sacado la guita que tenian que sacar, entonces esos 20 mil los mandaban a los mercados emergentes. Entonces, si una editorial Argentina está tirando en promedio dos o tres mil ejemplares, te vienen 10 mil libros de un material que es rezago.

O sea, no tengo problema con el precio.

No tienen problema en hacer dumping, no tienen problema en nada. Cómo no te van a cooptar el mercado, cómo no lo van a deformar. Antes a veces encontrabas en librerías material importado por nada, por muy bajo precio. Ademas, al tener filiales, pueden desde la producción elegir el mejor país para imprimir, y hacen exportaciones entre ellos mismos. Son ejercicios financieros para ajustar la balanza, nadie termina pagando nada.
Y a la hora de comprar derechos, también. Por poco, pueden ampliar el espacio geográfico de alcance y con eso mejoran la posibilidad de moverlo, venderlo.

Claro, una estrategia general en la producción, edición, distribución.

Si. La posibilidad de laburar a pérdida un montón de tiempo. Si ellos quieren pueden destruir un mercado, absorver la competencia. Te pueden absorber, te pueden copar las librerias. Son enormes empresas, coglomerados. Un ejemplo, cuando River vendió al burrito Ortega la primera vez, lo vendió al Valencia. Esa guita la puso el Grupo Planeta. O sea, al burrito Ortega no lo compró Valencia, sino que lo compró Planeta. En vez de comprar a Bucay, compró a Ortega. Con un vuelto del ejercicio económico, terminaron comprando un jugador de fútbol. Para invertir.

Claro, es una escala muy grande.

Es una escala muy diferente. Para probar si un libro va a funcionar o no, hacen 6000 o 7000 ejemplares. Y esas cifras para una editorial chica son best seller; los podés contar con la mano. Por eso, a las editoriales chiquitas las encontrás especializándose en diferentes nichos. Y las editoriales grandes las encontrás cada vez más agrupadas, y más grandes. Hay librerias que sólo van a ofrecer 100 titulos, ves estantes y estantes con el mismo titulo. Es una decision que tenemos que tomar. Hay veces que autores, te dicen “cómo no voy a estar en Cuspide”. Pero hay que ver si el libro está para Cuspide, para algo tan masivo.

Escribe Guillermo Flores

Guillermo Flores fundó las editoriales 13x13 y 800 golpes, y las revistas culturales Colofon y Arrancar. Hoy trabaja alegremente en comunicación digital.

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