Pablo Capanna (Florencia, Italia, 1939) es una figura clave dentro de los estudios académicos de la ciencia ficción: El sentido de la ciencia-ficción es uno de los precursores en español, cumpliéndose en octubre cincuenta años de su publicación. Pero su obra, entre las más lúcidas del ámbito nacional, no se agota allí: ha escrito sobre la relación entre ciencia, naturaleza, tecnología y sociedad, el mito OVNI y los extraterrestres, sectas, y biografías de escritores y cineastas. En esta entrevista comenta sobre algunos aspectos de su larga relación con el pensamiento y la escritura.
¿Cómo y cuándo comenzaste a escribir? Es decir, ¿en qué momento tomaste conciencia de que tenías interés de entrar en el mundo editorial?
Eso ocurre con El sentido de la ciencia-ficción (Columba, 1966), porque yo había hecho algo antes: un cuento que escribí a los quince años, de ciencia ficción, con un plato volador—en esa época circulaba mucho ese tipo de narración—y me lo publicaron en la revista Más allá. El cuento se llamaba “Incomprensión”, y trataba sobre un OVNI que caía en el desierto de los Estados Unidos. Los nativos piensan que era el sol que se había caído y fueron a liberarlo, hasta que aparece un extraterrestre a quien toman por un demonio y acaban matándolo. Su compañero regresa a su planeta; por una incomprensión se había perdido la posibilidad de un encuentro extraterrestre.
A los dieciocho lo pulí un poco y, como Más allá estaba en decadencia, me lo publicaron (risas). Lo que me pagaron lo usé para comprar revistas de historietas. Obviamente, con El sentido… fue más formal.
¿Ha cambiado tu motivación desde aquellos inicios?
Yo lo que te puedo decir es que no tuve un plan. Hay gente que te dice “Yo, a x cantidad de años pensaba que iba a hacer tal cosa y lo hice”. Fui improvisando. Y eso es una ventaja: no me encerré como hacen algunos académicos, que a los cuarenta años de dedicarse al mismo tema saben todo. Yo fui saltando de tema en tema, por eso tengo un público tan variado… Recientemente me contactó una profesora de literatura rusa, de la UBA, que estaba encantada por mi libro de Tarkovski (El ícono y la pantalla, publicado en 2003 y reeditado este año por Letra Sudaca.), y quería que fuera a hablar de literatura rusa con sus alumnos. ¡Yo no sé, no soy experto en eso!
Hay gente que cree que soy experto en historia de la ciencia, pero tampoco lo soy. He tocado muchos temas, pero no me encerré en ninguno.
Dentro de esos temas has tomado la filosofía…
Soy profesor de filosofía, pero nunca enseñé mucho esa cátedra. Sí tuve un período breve en la Universidad del Salvador, pero después terminé en la Universidad Tecnológica Nacional enseñando epistemología, y sociología; no de una manera muy formal sino más adaptada a la formación de un ingeniero.
¿Y la ciencia ficción en particular cómo entra?
Siempre entró por las historietas. Cuando era chico era fanático de Flash Gordon, Buck Rogers… acá Misterix, que ahora me entero que las hacía Oesterheld… Algunas las había leído en Italia pero no había hecho la conexión. Con eso entré a la ciencia ficción, pero la entrada principal fue cuando aparece Más allá. Cuando iba a la primaria leía Cinemisterio, donde publicaban algunos cuentos de ciencia ficción que después aparecerían en Más allá. Fui suscriptor, la leía minuciosamente, y después se las compraba a los amigos del barrio.
¿Seguís algún tipo de rutina para escribir?
Tengo un tiempo para empaparme del tema. Llega un momento en que me canso de leer, leer y leer y digo basta. Vuelvo a releer, tomo notas, hago fichas. Lo más penoso es escribir, lo más divertido es corregir. Me encanta corregir las cosas que escribí un mes antes. Digo “Qué estupidez, este tipo las cosas que escribió”; tacho todo y ahí queda bien.
Uno es como otra persona…
Claro, eso te ayuda a tomar distancia. Eso se lo escuché a (William) Gibson, “A mí, escribir me cuesta horrores, pero corregir me encanta”.
¿Fueron más los proyectos inconclusos que los que finalmente vieron la luz?
No, todo lo que empecé alguna vez terminó por canalizarse por algún otro lado. No desperdicié nada.
¿Has estudiado idiomas?
Inglés, para leer; ciencia ficción primero y también filosofía. Francés siempre he leído y traducido porque con el italiano no cuesta nada.
¿Hay una constante para cada libro que comenzás?
No, me voy empapando y un día como que aparece la idea. Se fue configurando sola. No es que parto de “voy a demostrar tal cosa o voy a desarrollar tal tema”
En un e-mail comentaste que “escribir no te deja plata pero sí amigos”. ¿Ha sido así el caso?
Es notable, y ahora con Internet más. Me acabo de comunicar con un jubilado francés, de la DGI, porque era fanático de Cordwainer Smith, y se compró mi libro en inglés. Mucho no maneja el castellano, pero igual me mandó fotos de la familia… Por mencionar uno. Y conozco gente, todas las semanas conozco gente, eso me alegra la vida. Es el lado utópico del ciberpunk (risas).
Al final de la entrevista, Pablo Capanna dice que tiene comunicación con sus lectores. Yo busqué su página web, su e-mail, su cuenta en facebook y en twitter, pero no encontré nada. ¿Podrían decirme cómo escribirle? Gracias.
Hola Marcelo, cómo estás? Su mail es pablo.capanna@gmail.com
Muchas gracias, Matías.
Contacté a M Carnevale por una charlita de poesía y quiso darme un número para un sorteo de un libro!!! Decepción mal. Saluda Sofi
Ah, mirá dónde nos encontramos. No entendiste nada, Sofía. Nunca te quise dar un número para un sorteo, no mientas. El sorteo era parte de los talleres, un incentivo. Pero como no entendiste nada, preferiste agraviarme y decirme «ladri».
Y la «charlita» salió muy bien, qué lástima que te la perdiste. O no, porque hubieras tergiversado todo, como lo estás haciendo ahora, y en público. Saludos.