En torno a la palabra del mes pasado: “Transgresiones”, publicamos en su momento, en nuestro Instagram este particular dibujo y relato de María Lublin. Lo publicamos ahora acá como para seguir transgrediendo.
Había decidido caminar un poco aprovechando el permiso del gobierno municipal: sólo a cinco cuadras de la vivienda propia. Iba preguntándome si no debería haber llevado los documentos, para demostrar a cuánta distancia estaba de mi domicilio, en el hipotético caso de que alguna autoridad Covid19 me indagara. No sabía tampoco la cantidad de cuadras que había hecho y me rebelaba contra la idea de contarlas. Además, no poder resolver la contradicción entre caminar quinientos metros y una hora me atormentaba. ¿Era necesario sacar la cuenta para saber cuántas veces recorrer esas cuadras? Las regulaciones procuraban simplificar las actividades cotidianas y, sin embargo, ¿cómo era posible que hasta para caminar debiera resolver tantas cuestiones?. Lejos de relajarme, el permiso estaba consiguiendo lo contrario. Entonces vi el fruto: al pie del árbol —un liquidámbar— formando un montículo con otros, tan parecido a la imagen del virus que daba miedo. Me interpelaba acerca de la valentía, la obediencia, la salud, la enfermedad y, en fin, sobre la muerte. Afrontar ese íntimo encuentro se volvió una cuestión trascendental. Levantándolo con cuidado, me saqué el barbijo y lo coloqué dentro. Luego, volví a poner la mascarilla en su lugar.
Qué genial!!!! Tan sagaz e incisivo como una puntada, una bala, un estoqueo!