Gonzalo León escribe cincos ideas que pueden cambiar el panorama del editor independiente.
Una editorial independiente tiene que preocuparse primero de subsistir y después de configurar un catálogo que sea una mirada lo más propia posible de la literatura, primero en esa lengua y en ese país (cito aquí a Kurt Wolff) y luego en el mundo. Creo que cualquier alteración en ese orden perjudica la percepción que se pueda tener de la editorial.
Responder qué publica una editorial independiente debería ser algo instantáneo, no una enumeración de títulos y explicaciones. Por supuesto que hay excepciones: como las editoriales que basan su catálogo en traducciones, es decir que miran primero la literatura que sucede en otras lenguas, pero incluso eso es una mirada sobre su propia literatura y su lengua, y puede constituir una crítica implícita a lo que se publica en tu país o en tu lengua.
Dentro de la misma literatura que hay para publicar en un país hay muchas opciones, pero lejos la más difícil de explicar y entender es «somos una editorial que intenta dar cuenta de todas las narrativas, todas las poesías que se producen en el país». Eso es imposible y de lograrse no se entendería, o sería el borramiento de los perfiles editoriales que habla el editor italiano en su libro «La marca del editor».
Por otro lado, también existe la opción de publicar lo no contemporáneo, que también opera dentro de la misma lógica que publicar exclusivamente traducciones, es decir también es una crítica velada a lo que se está produciendo hoy. Desde la distancia observo editoriales independientes chilenas muy complicadas con su catálogo: de algunas ya no sé para dónde van. Y esto se debe a la mirada del editor, a la selección que debe hacer. Por supuesto que hay mil cosas por publicar, pero debe haber alguna prioridad, cosa que no veo y que hace que se produzcan catálogos muy frágiles. Lo peor que le puede pasar a una editorial es que su catálogo sea fácilmente desmontable, que su visión sea rápidamente cuestionada.
Hoy en Chile, en estas editoriales se traduce habitualmente, se publica literatura latinoamericana, ensayos y crónicas valiosas, autores extranjeros que son un lujo para cualquier sello editorial, en fin una variedad de temas y propuestas que hasta hace cinco o seis años no se veía. Es decir hay más recursos, se agrandó la cancha, pero a la vez observo mayor desconcierto. Los títulos y los autores no andan solos, no llegan solos a una editorial, los lleva un editor que a su vez es llevado por sus conceptos sobre literatura y edición. Un libro bueno para una editorial X quizá no sea para una editorial. Y en eso, en esa pequeña gran diferencia entre X e Y, está la grandeza de un editor.