Entrevista a Anahí Almasia

Matu Ketami es la última novela de la escritora Anahí Almasia, y fue editado este año por la editorial cordobesa Llanto de mudo. La autora nos recibe en un café de Buenos Aires y no se priva de vincular la literatura con la situación política del mundo. Pronto se apasiona al hablar de su personaje. “Debe ser cierto eso de que uno convive con sus creaciones porque yo a veces me lo encuentro a Matu cuando preparo el desayuno, o yendo a la escuela a buscar a mis hijos” nos dice riendo y así comienza la entrevista. Según nos cuenta la autora este libro fue un descubrimiento para ella misma, que no sabía que un mundo así se encontraba escondido en su computadora. Lo que nos pareció más interesante de Matu Ketami, además del cuidado lenguaje y la atrapante historia de aventuras y amistad, es el trato que da a un tema trascendente para los seres humanos en épocas en que la globalización y las migraciones imponen nuevas reglas de convivencia. Matu Ketami nos transforma luego de su lectura, nos interroga, nos conduce a otra visión del encuentro con el otro.

Revista Colofón: Matu Ketami va de viaje a Troful, tiene el pelo azul enrulado, alas, cambian las medidas de tiempo, hay segundos katilianos y días trofulianos. ¿Cuáles fueron tus consideraciones, al momento de crear este mundo?

Anahí Almasia: Como te darás cuenta, inventar un mundo así es divertido antes que nada. Me reí mucho al construirlo y compartirlo con todos los chicos que quisieron escucharme o leerme mientras escribía la historia. No sé si tuve consideraciones especiales al crear el mundo de Matu Ketami, sí sabía que era regresar un poco a la mirada de la infancia, regresar como visitante. Estaba claro que pertenecería al género fantástico. Después, hay un punto en que la idea surge y no hay quien la pare. Pasó eso, supongo. Quería que fuera lo más alejado posible del mundo real de cualquier chico de la Tierra pero que no se difuminaran tanto los temas como para que fuera una historia en la que un terráqueo no se pudiera identificar. Katilia era un buen lugar para ubicar la historia que quería contar, una historia de niños a los que les pasan cosas que pueden pasarle a cualquier chico y que reconocen que a veces es importante tener con quién discutir nuestras similitudes y diferencias, una historia donde hay transformaciones en el tiempo, pócimas y antídotos, niños con alas, sabios de 126 años, intercomunicadores telepáticos y temibles hombres de gris, que son los verdaderos enemigos. Si bien desde el comienzo pensé en buscar un mundo pura imaginación, un universo amplio con sus propias reglas y espacios, también es posible generar acercamientos con el mundo de referencia nuestro de cada día.

RC: ¿Qué similitudes y diferencias tienen con el “mundo real”?

AA: Matu Ketami es la historia de unos niños a los que les pasan cosas, que sufren, ríen y tienen conflictos que parecen mortales. No importa que se trate de niños trofulianos o katilianos, ellos viven aventuras que les permiten desarrollarse y crecer, plantear sus afirmaciones y confrontarlas con las del resto. En ese sentido es una introducción a los interrogantes de la adolescencia, la aventura de crecer. Pero también son unos chicos que van a otro país que no es el suyo. Eso mismo que está pasando hoy en Europa que es el Troful de nuestra historia. Y entonces se encuentran con los katilianos que son tan distintos y llegan a su país y al principio nadie entiende nada, más o menos como pasa hoy en día en la Europa de los migrantes por las guerras en Siria. Estas serían las similitudes con la vida de cualquier chico del planeta Tierra. Las diferencias son que Matu Ketami y su amiga Keti son de Katilia, un país donde todos nacen llamativamente diferentes y cuya principal preocupación al momento del viaje a Troful es qué pasaría si todos fueran iguales tal como parece suceder en Troful. De hecho, la historia comienza con una pesadilla que es algo así como la condensación de todo lo que sucederá a lo largo de la novela.

RC: En la creación de este mundo y la forma en que los personajes se relacionan, ¿ves que es un libro que apunta a tolerar las diferencias con el otro, o con lo que desconocen?

AA: Los Katilianos desconocen la palabra “tolerar” porque para ellos es natural encontrar las diferencias de los otros como algo interesante. Por eso utilizan la palabra “fulaño”, que es su propia idea de lo diferente. Es más bien algo que los podría hacer crecer en el intercambio. En este sentido todos los personajes se adentran en un viaje a lo distinto. El hombre nació para encontrarse en la diversidad y cuanto antes nos demos cuenta de eso mejor será para todos. Que esa es la mayor riqueza que tenemos.

Y por supuesto está la contracara de esto implantado en el personaje Tronil, un chico muy inseguro que se la pasa atacando a los demás junto a sus amigos tan frágiles como él. Entonces, Tronil parece fuerte, brabucón, afirmado en quién es y opuesto a todo lo que desconoce, y en realidad es quien no sabe como pararse cuando algo diferente lo desafía a pensar.

RC: Esto se parece al tipo de problemas que pueden aparecer en las escuelas, cuestiones como el bullying. ¿Buscas entonces un aprendizaje o un descubrimiento?

AA: Espero que no sea tomado como un manual porque se trata de una novela fantástica, en un tono que espero divierta a los chicos. Ahora bien, si los lectores se sienten llevados a una reflexión o si algo los irrita o se sienten identificados con algún personaje, yo estaré agradecida, significa que llegó al alma del lector. Matu Ketami es un universo totalmente maravilloso en el sentido de que no se atiene al mundo de referencia del lector. Leer a Matu Ketami es meterse en Katilia y Troful, dos países inesperados pero en los que el lector puede creer, o al menos eso espero. De hecho, hay un idioma idiosincrático, propio de los katilianos, que la gente que leyó el libro incorpora y disfruta de usar como algo divertido, como un juego cotidiano.

RC: ¿Que consideraciones tomás al momento de escribir literatura infantil? Buscas que la historia sea atrapante, o que deje un buen mensaje o vas escribiendo y no pensás en estas cosas hasta que tenés algo escrito?

AA: En realidad escribo dejándome llevar por un estado de ensoñación, sólo eso. Después, cuando la historia está terminada, uno puede descubrir sentidos ocultos que los personajes actúan sin que durante la escritura uno pueda darse cuenta. Esta novela fue escrita sin plan, casi como un sueño escrito. Estaba el boceto general pero luego los personajes dijeron lo que querían actuar. Después, como es de esperar, si uno la desmenuza en una lectura posterior encuentra ideas a las que asociar la historia. Sin embargo, cada quien encontrará sentidos diferentes, eso es el destino de toda obra artística, por suerte.

RC: ¿Se lo diste para leer a chicos?

AA: Si, tuve lectores maravillosos. Me importa mucho que la historia sea atrapante y para eso fui chequeando cada capítulo con chicos que me escuchaban y me daban un feed back que enseña mucho y me guiaba en la escritura de los siguientes capítulos. Creo que lo más sustancioso de todos modos es que mientras escribo me divierto mucho con ese compartir cotidiano los avances de la historia, más allá de mis lectores potenciales, eso es lo primero. Después, cuando ya la novela está concluida y estoy frente a los comentarios de los chicos que leyeron la otra publicada, todo se vuelve más rico y logro ver los infinitos otros sentidos que cada quien le fue encontrando a algo que para mí era mucho más sencillo a simple vista. Esa es la magia del intercambio, el otro siempre complejiza las cosas y nos devuelve algo mejor.

Más información:

Web: http://matuketami.com/
Twitter: @AnahiAlmasia
Facebook: facebook/AnahiAlmasia
@RevistaColofón

Escribe Guillermo Flores

Guillermo Flores fundó las editoriales 13x13 y 800 golpes, y las revistas culturales Colofon y Arrancar. Hoy trabaja alegremente en comunicación digital.

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«Soy omnívoro y muy cambiante como lector y oyente»

De un Instituto de Carreras Alternativas a una muestra de historietas intervenidas, Leo Maslíah, el músico uruguayo que ganó el premio Gardel al Mejor álbum de música clásica y que supo formar parte de un programa de televisión junto a Guinzburg y a Fontova, nos cuenta cómo concibe sus ideas, qué lugar ocupa el humor en su producción artística y qué consume culturalmente por estos días. Su nuevo disco se llama "Últimas canciones".

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