Compré un ejemplar usado de Postales de Invierno en el Parque Rivadavia hace unos cuatro años, me lo llevé de relleno, para redondear una cifra y conseguir una rebaja en un paquete de cuatro o cinco libros. Desde entonces había permanecido, sin pena ni gloria, en mi biblioteca. De su autora, Ann Beattie, había leído algunos relatos en The New Yorker y otro en la fabulosa Antología del cuento Norteamericano compilada por Richard Ford.
Pero hasta que, un par de días atrás, empecé a leerla, no sabía que Postales de Invierno era una de las grandes novelas americanas del siglo XX. Supongo que los años que pasaron entre su publicación en 1976 y su traducción en 2008, contribuyeron al desconocimiento y la escasa reputación de la novela entre lectores hispanoparlantes. Pero basta con googlear reseñas en inglés y con una lectura superficial de los primeros capítulos para darnos cuenta de que estamos ante una obra de la magnitud de En el camino de Kerouac o El Guardián entre el centeno de Salinger: una gran novela generacional (como bien la define Fresán en el prólogo) que ha trascendido su época y mantiene intacta su vigencia y potencia narrativa.
Creo que fue Borges el que alguna vez dijo que el cuento es el género ideal para narrar hechos y la novela para narrar personajes. Novelas como El guardián entre el centeno, La Conjura de los necios, Una oración por Owen y Postales de Invierno parecen corroborar esta hipótesis algo arbitraria y dudosa. El protagonista de la novela de Beattie, Charles, es una especie de Holden Caulfield de 30 años, está enamorado de una mujer casada que lo acaba de dejar y le cuesta bastante entablar relaciones más allá de su amigo Sam y su hermana menor Susan; tiene un empleo aburrido en alguna gris oficina estatal, le cuesta mucho decir que no y siempre piensa que cualquier circunstancia puede desatar una catástrofe. La novela sigue a Charles durante el crudo invierno de 1975 y consigue reflejar esa etapa que va del fin del espejismo hippie al nihilismo de la Generación X. La tercera persona en tiempo presente instala entre el lector y el personaje la distancia exacta para apreciarlo en todo su esplendor y el estilo llano, de frases cortas y mucho diálogo, propicia una lectura que permite disfrutar del humor corrosivo y desesperanzado presente en toda la novela (apelando al lugar común: no nos reímos DE Charles, nos reímos CON Charles).
Para los que quieran conocer más de Ann Beattie, y sepan un poco de inglés, compartimos una conferencia dictada durante el 2008 en el Departamento de Escritura Creativa de la Universidad de Virginia, donde analiza cuentos de James Joyce, Richard Yates y Raymond Carver.
Y una famosa entrevista que le realizó la revista Paris Review en 1983 donde rememora los momentos de la publicación de Postales de Invierno.
Para conocer más sobre la editorial Libros del Asteroide y que otros libros de Ann Beattie ha publicado, sólo tienen que ingresar en su web o twitter.