Ser mujer en los años 40

Reseña de Los martes, orquídeas, obra de teatro dirigida por Lía Jelín a partir de una adaptación de Jorge Maestro. En cartelera en el Centro Cultural 25 de mayo.  

Cuando se estrenó la versión original del largometraje Los martes, orquídeas, en el 41, Perón todavía no era Secretario de Trabajo, el desempleo estaba en alza y la clase obrera se veía cada vez más perjudicada, en Europa el destino de la guerra aún era incierto, las mujeres todavía no votaban y su única función era estar lindas con el fin último de conseguir marido, de no quedar solteronas. 

No pasó mucho tiempo de eso. De hecho, Mirtha Legrand estaba viva. Bueno, también lo estuvo en la fundación del obelisco pero esto no es un chascarrillo, sino un simple hecho: la protagonista de dicha película, una mujer longeva por cierto, aún vive. Es decir que no pasó hace tanto. Sin embargo, mucho de lo que sucedía en ese momento parece salido de un planeta extraño, tan ajeno a nosotros. Otras cuestiones, lamentablemente, se asemejan bastante a lo que estamos viviendo hoy en día en Argentina. 

Como toda obra de arte, Los martes, orquídeas nos permite ver en ella un reflejo de su tiempo. La historia transcurre en el entorno de la familia Acuña, gente de elite, cuyo pater familias es dueño de una empresa de sardinas enlatadas. La descendencia está compuesta por cuatro hijas: la primera casada, la segunda comprometida, la tercera con muchos pretendientes y la última, Elenita, que nunca va a enganchar nada porque tiene “alma de solterona”. En un contexto en que la mujer solo ha nacido para ser de un hombre y darle hijos, quienes la rodean se preocupan y, entonces, piensan en cómo conseguirle novio. De tal modo, el padre junto a su secretaria traman un plan: le harán llegar orquídeas anónimas, todos los martes, para que ella crea que se trata de un candidato y así pueda levantar su autoestima. El fin último, nuevamente, es que de ese modo otros hombres la deseen. El efecto del plan se hace sentir rápido sobre el amor propio de la chica pero, claro, no todo resulta como se esperaba. 

Casi ochenta años después de su estreno en cines, hoy se puede ver la excelente adaptación al teatro de Los martes, orquídeas en el Centro Cultural 25 de Mayo. El texto gracioso y, a la vez, profundo, de Jorge Maestro es ingenioso e inteligente. Lo interpreta un gran elenco en que todas las figuras se destacan, tanto por su actuación como por la dirección precisa y bien lograda de Lía Jelín. 

La puesta en escena está muy cuidada y ningún detalle está librado al azar. El vestuario representa bien el estilo de la época y el de esa familia en particular (al margen de que todos los vestidos son hermosos y quiero tenerlos). El diseño de luces es también muy preciso. La escenografía de época está perfectamente planeada y diseñada: hay hasta un piano de cola y un patio repleto de buganvilias rojas. 

El piano no está puesto ahí solo para decorar el gran salón de esta familia pudiente de los 40, pues el mayordomo francés interpreta canciones y sobre esa música los actores hacen coreografías tanto de baile como de voces, de gestos y de diálogos. Esta bella composición, sumada también a la inteligencia creativa del texto, crea un clima en el que los espectadores somos permeables observadores de aquella situación amorosa, bizarra y, en un punto también, humillante. 

Si bien el tema de Los martes, orquídeas gira en torno a una historia de amor, hoy, en el 2018, podríamos decir que su objeto se resignifica y pasa a representar lo absurdo de los mandatos sociales, poniendo en cuestión el rol de la mujer de mediados del siglo XX. No solo eso, sino que también refleja la diferenciación de la sociedad en clases desiguales, determinada simplemente por el lugar en el que a uno le ha tocado nacer. En este caso, el joven Cipriano rogando un trabajo a Saturnino Acuña se ve muy actual. 

En definitiva, la puesta en escena de esta obra nos permite ser observadores de ese período de la historia y, si bien se apoya en el sentido del humor, es realmente muy profundo su mensaje. No me parece menor que esta obra se presente en un momento bien álgido del feminismo, tanto a nivel nacional como internacional, porque podemos reírnos de aquel pasado extraño y analizarlo críticamente para entender las nuevas herramientas con las que contamos las mujeres.  Claro, con el diario del lunes podemos hacer este análisis, no para juzgar, sino para entender realmente cómo la historia es progresiva en ciertos aspectos y cómo hay cuestiones por las que hay que seguir luchando. 

 

Ficha técnico artística

 

Adaptación: Jorge Maestro

Actúan: Ariadna Asturzzi, Florencia Cappiello, Agustina Cerviño, Felipe Colombo, Santiago Otero Ramos, Graciela Pal, Mario Pasik, Matías Strafe, Candela Vetrano

Diseño de vestuario: Daniela Taiana

Diseño de escenografía: María Oswald

Diseño de luces: Matias Canony, Mario Gómez

Música original: Martin Bianchedi

Stage Manager: Agustina Bouzo, Sabrina Rado

Fotografía: Fuentes2Fernández Fotografías

Comunicación: Varas&otero

Diseño gráfico: Lucila Gejtman

Asistencia de escenografía: Rocío Telecemian

Asistencia De Producción: Giuliana Betta

Asistencia de vestuario: Analia Manouelian

Producción ejecutiva: Roni Isola

Producción: Lucas Sánchez, Analía Thiele

Producción general: Tronera Producciones, Jupah

Coreografía: Lucila Sanles

Dirección musical: Martin Bianchedi

Director asistente: Matias Strafe

Dirección: Lía Jelín

CENTRO CULTURAL 25 DE MAYO
Av Triunvirato 4444 (mapa)
Capital Federal – Buenos Aires – Argentina
Teléfonos: 4524-7997 internos 212
Web: http://www.cc25.org/

Página de la obra, fechas y horarios.

Escribe Mercedes Roch

A veces soy historiadora, a veces ilustradora, a veces docente, a veces escritora pero siempre soy hincha de Independiente.

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