Con una narrativa lacrimógena Tomás Eloy Martínez supo contar como nadie el dolor de los comunes. Desde Hiroshima hasta New Jersey cargó con obsesiones tan argentinas como sus fantasmas y su pluma frenética soltó una de las obras más grandes de la literatura latinoamericana: Santa Evita. Ilustración de Tano Rios Coronelli.
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